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lunes, 1 de junio de 2020

OIGO PATRIA TU AFLICCIÓN



Con este bello, triste y expresivo verso, comienza el poema romántico de Bernardo López García “Oda al dos de mayo”.

Y con este verso quiero comenzar hoy mi reflexión.

La epidemia de COVID19 ha asolado las vidas y la economía de los españoles.

Pese a que las cifras oficiales de fallecidos es de algo menos de 30.000 personas, las investigaciones realizadas con los Registros Civiles y el MoMo, informe de “Monitorización de la Mortalidad”, así como la declaración de la Seguridad Social, conforme a la cual durante el mes de abril se registraron 38.500 pensionistas jubilados menos que en el mismo mes del año pasado, nos llevan a pensar que la cifra real de fallecidos por la epidemia se acerca a los 50.000.

Esto ha ocurrido por la nefasta gestión de la crisis sanitaria por parte de nuestro Gobierno, que no prohibió las manifestaciones feministas del 8-M ni otras concentraciones multitudinarias de ese fin de semana, pese a haber prohibido días antes la celebración de un Congreso de la Iglesia Evangélica, y hay evidencias de que las autoridades sanitarias y en concreto el Ministro Illa y el técnico Simón, conocían la gravedad y riesgo de rápida extensión de la epidemia desde el mes de febrero, y pese a ello no hicieron nada por motivos de interés político, para que se celebrase el aquelarre del 8-M.

Por otra parte, el pasado 19 de marzo, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y máxima autoridad durante el estado de alarma, delegó en Pablo Iglesias, a petición expresa del Vicepandemias, la coordinación de los servicios sociales. Es decir, lo puso, de facto, al frente de ellos, donde se incluyen las residencias de mayores. Más de un mes después, el Gobierno es incapaz aún de ofrecer una cifra de muertos en estos centros, convertidos en graves focos de la epidemia, mientras las residencias denuncian dejadez, abandono y una actuación tardía e insuficiente, e incluso se ha llegado a informar por algunos responsables de estos centros que, a su petición de medios, se contestó con el envío de Morfina y otros sedantes para facilitar su muerte, y se sabe que el 5 de marzo, antes de declararse el Estado de Excepción encubierto como Estado de Alarma, se circuló por el Gobierno una instrucción prohibiendo el traslado de los ancianos enfermos de las Residencias a los Hospitales, todo lo cual constituye un genocidio directamente imputable a Pablo Iglesias.

De tal suerte que podemos afirmar que, de los fallecidos por la epidemia, al menos 18.000 son ancianos abandonados en las Residencias.

Pero es que, a este caos de la gestión de la crisis sanitaria, se une el desastre mayúsculo de la gestión política, social y económica, lo que podemos asegurar sobre la base de unas breves pinceladas.

Desde el punto de vista económico el cierre de nuestra sociedad sin mesura, ha abocado a cientos de miles de pequeños empresarios a mantener al menos tres meses sus negocios cerrados, teniendo que asumir sus gastos, incluso sus cuotas de seguridad social de autónomos, careciendo absolutamente de ingresos, a lo que se suman más de 3 millones de trabajadores afectados por ERTES, que según la mayoría de los expertos pasarán, en su mayoría, a engrosar las cifras del paro, que en diciembre se estima pueda llegar a los 8 millones de parados.

A ello se une el cierre de grandes factorías, Nissan o Alcoa, la amenaza de reducciones de producción en otras como Mercedes, o de reducciones de plantilla como Ryan Air.

Y pese a ello el Gobierno sigue subvencionando sus chiringuitos ideológicos, crea la “paguita” que han llamado grandilocuentemente “Ingreso Mínimo Vital” y que no es más que una subvención electoralista a la miseria, en vez de ayudar a las empresas, crear riqueza y trabajo y reducir el gasto público superfluo o electoralista.

Y a quien manifiesta su descontento con la actuación del Gobierno con manifestaciones y caceroladas se les define como “cayetanos fachas” y se les trata de controlar con la “minigestapo” montada por el indeseable Marlaska en su ministerio, tras descabezar a la Guardia Civil,  creando una situación de tensión en el Cuerpo no vista desde nuestra Guerra Civil.

Y así avanza la bolivarización de nuestra sociedad, de forma alarmante y veloz, lo que me hace recordar los versos de Bertolt Brecht, en su poema

"AHORA VIENEN POR MI, PERO ES DEMASIADO TARDE”

 «Primero se llevaron a los judíos,

pero como yo no era judío, no me importó.

Después se llevaron a los comunistas,

pero como yo no era comunista, tampoco me importó.

Luego se llevaron a los obreros,

pero como yo no era obrero, tampoco me importó.

Mas tarde se llevaron a los intelectuales,

pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.

Después siguieron con los curas,

pero como yo no era cura, tampoco me importó.

Ahora vienen por mi, pero es demasiado tarde.»

     

Ya lo dijo Ernest Hemingway, aunque fuera en un contexto y con un argumento que nada tiene que ver con la triste realidad que hoy analizamos:

“Nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti."

 

“… OIGO PATRIA TU AFLICCION …”

 

Y como conocéis mi afición por la música, aquí os dejo el dramático segundo movimiento de la Sinfonía nº 7 de Beethoven



1 comentario:

  1. Q verdad , aquí vendría muy bien la reflexión de la rana q cuecen poco a poco y cuando se da cuenta ya es TARDE

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