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viernes, 29 de agosto de 2014

REFLEXIONES DE UN CLIMAESCÉPTICO

AUT TACE AUT LOQUERE MELIORA SILENTIO

SI NO TIENES NADA INTERESANTE QUE DECIR, MEJOR GUARDA SILENCIO

                                                                Flores de nieve sobre el mar helado de la Antártida

 A lo largo de los últimos años hemos asistido a una profunda crisis económica de consecuencias graves para las sociedades desarrolladas, más incluso que para aquellas que lo están en vías de dearrollo.

No faltan estudiosos que han puesto en relación la crisis que padecemos con las ingentes inversiones, desviadas de los procesos productivos, de la economía real, al estudio e inversión en acciones de lucha contra el calentamiento global, unido a la presión que trata de evitar algunas inversiones como consecuencia de una concepción eco-mediatizada de la economía, como es el caso del freno al desarrollo de la energía nuclear o la oposición a los sistemas fracking de extracción de gas natural. 

El paleoclimatólogo Antonio Uriarte colgó hace tiempo en su blog CO2 un post en el que decía:

 “Los historiadores del futuro relacionarán la crisis económica actual con la neurosis que provocó en Europa y Estados Unidos el temor a la catástrofe climática planetaria. Una ansiedad por las emisiones de CO2 que nos llevó a rebajar el consumo y paró la producción de mil sectores. Naturalmente fue por California por donde comenzó lo peor de la debacle económica. Su estado fue el primero que entró en quiebra y, aún así, sus periódicos seguían hablando prioritariamente del calentamiento futuro que afectaría en el año 2100 a las naranjas y su gobernador seguía presumiendo de tener un Hummer vegetariano. Los que analicen estos años escribirán con pasmo que las compañías eléctricas recomendaban que se consumiese menos electricidad. El gobierno las apoyaba por el extraño método de poner precio negativo al CO2 y sustituir al carbón por otras fuentes más caras como el gas, traído de unos pocos países monopolistas y hostiles. O por subvencionar la energía eólica, que cuando no había viento no funcionaba, o la solar, que de noche, o con nubes, tampoco. Las compañías de automóviles demonizaban al CO2 y aceptaban sin rechistar la penalización de los coches mejores. Se extendió el bonus-malus de Sarkozy: bonificación a los automóviles de bajas emisiones de CO2 y castigo impositivo a los otros. Al final, la población asustada no compraba ni unos ni otros, a la espera de que los coches eléctricos dejaran de ser de juguete, cosa que no ocurrió en varias décadas. Se dejaron de hacer canales, porque ya se suponía que no iba a llover en ninguna parte. Cerraron cientos de agencias de transporte. Disminuyó también el turismo, sobre todo el de largas distancias. Se redujo drásticamente la fabricación de aviones. El Airbus 380, que se había presentado dos años antes como el triunfo de la cooperación tecnológica, dejo de fabricarse, llevando a la industria aeronáutica al borde de la quiebra. En España se construyeron desaladoras para recuperar agua potable del mar, que no funcionan, se cerraron centrales nucleares y se compra la energía electriza a Francia y no se explota el gas natural porque el sistema fracking que se podría utilizar no esta homologado por los verdes. Y se produjo la gran Crisis” 

No conozco a nadie que haya hecho un análisis similar, pero en mi climaescepticismo estoy de acuerdo con la percepción de Uriarte. Según todos los estudios más recientes, las previsiones formuladas por el PANEL INERGUBERNAMENTAL PARA EL CAMBIO CLIMATICO (IPCC) son erroneas, incluso su vicepresidente Jean-Pascal van Ypersele, ha admitido que es "erróneo" el dato contenido en el informe de 2007 del organismo sobre los efectos del calentamiento global según el cual los glaciares del Himalaya desaparecerían en 2035. 

Reconocimiento que viene a sumarse a otras muchas evidencias de la parcialidad y error de los datos manejados por el IPCC. En el blog, ya citado, CO2, Antón Uriarte nos dice que en junio de 2014 hay casi 2 millones de kilómetros cuadrados de hielo más de lo normal en torno a la Antártida, batiendo el record de los 25 años en que se vienen realizando estas mediciones. Se puede ver la información del blog y los cuadros gráficos ”AQUÍ”.  Lo que viene a contradecir, palmariamente, la teoría del calentamiento global.

Por otra parte es interesante leer las conclusiones del  PANEL NO INTERGUBERNAMENTAL DEL CAMBIO CLIMATICO (INPCC), que reúne a un importante conglomerado de los llamados científicos climaescépticos y que contradicen las tesis alarmistas del IPCC y que pueden leer ”AQUÍ”. 

Por lo tanto creo que existen evidencias que desautorizan absolutamente las previsiones y asertos del IPCC y de la ONU y la OMS en materia de Cambio Climático y de la pretendida incidencia de la actividad humana en ese proceso de cambio. Las razones de esta posición inaudita de la ONU y sus agencias, deberá ser, no obstante, objeto de otro post.

domingo, 10 de agosto de 2014

LOCURAS DE AMOR - OFELIA


Detalle de “Ofelia”, cuadro de John Everett Millais (1852)  Tate Gallery de Londres


A lo largo de la historia de las artes, múltiples son las representaciones literarias o grafica de las “Locuras de amor”, enajenaciones sufridas por consecuencia del amor, del desamor o de su influencia sobre el alma humana.
Hoy traigo a este blog la “Locura de Amor de Ofelia”, a mi juicio en su más bella representación, que he querido iniciar con un detalle de la obra de Millais.
Tras un largo periplo por diversas ciudades del mundo Ofelia ha vuelto a su hogar, la Tate Galery de Londres, donde se considera uno de los iconos esenciales de su colección.
Como detalles prosaicos podemos recordar que el cuadro fue pintado por Millais tomando por modelo la vegetación natural de las orillas del rio Hogsmill en Surrey, mientras que la modelo fue Elisabeth Siddall, que posó para el cuadro sumergida en una bañera de agua caliente, con el fin de que aguantase las horas de posado necesarias para la conclusión de la obra
 
 La "Ofelia" de Millais, está inspirada en el personaje del "Hamlet" de Shakespeare: Ofelia, que después de la muerte de su padre Polonio, por mano de su amado Hamlet ─tras confundirle con su tío el Rey Claudio─  enloquece por por consecuencia de ser su amado príncipe el autor de tan dramática muerte y, en su delirio, vagabundea por el bosque en los alrededores del lago.
Mientras recoge flores, la enajenada Ofelia se sube a un sauce con intención de colgar de sus ramas las guirnaldas de flores que ha trenzado; Por desgracia, la rama del árbol por la que trepa se rompe y muere ahogada en las fangosas aguas de un arroyo al que ha caído.
El cuadro, encuadrado en el movimiento “pretrafaelita” británico, de claras influencias románticas, nos presenta a Ofelia dejándose llevar por la corriente, inconsciente de su fatal destino, semisumergida en las aguas del arroyo, antes de hundirse y morir.
Shakespeare pone en voz de la reina Gertrude el anuncio de la muerte de Ofelia:
GERTRUDE: Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra; tan inmediatas caminan. Laertes, tu hermana acaba de ahogarse.
LAERTES.- ¡Ahogada! ¿En dónde? ¡Cielos!
GERTRUDE: Donde hallaréis un sauce que crece a las orillas de ese arroyo, repitiendo en las ondas cristalinas la imagen de sus hojas pálidas. Allí se encaminó, ridículamente coronada de ranúnculos, ortigas, margaritas y luengas flores purpúreas, que entre los sencillos labradores se reconocen bajo una denominación grosera, y las modestas doncellas llaman dedos de muerto. Llegada que fue, se quitó la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos, se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente fatal, ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durarse por mucho espacio. Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían la arrebataron a la infeliz, interrumpiendo su canto dulcísimo la muerte, llena de angustias.
 Millais representa a Ofelia abandonándose a su suerte, pocos instantes antes de morir ahogada, con sus ojos y boca entreabiertos, asumiendo la proximidad de su fin, sin reaccionar ante su fatal y cercano destino, “como ignorante de su desgracia”, en palabras de Gertrude.
La atormentada Ofelia, que no puede ya seguir depositando su amor en Hamlet, el asesino ─aún por error─ de su padre, se arropa en la enajenación para asumir su trágico destino, abandonándose a la muerte