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viernes, 24 de febrero de 2023

HOLOMODOR, EL HOLOCAUSTO OLVIDADO

 



    Ahora, que se cumple un año del inicio de la Guerra de Ucrania, provocado por la injustificada invasión rusa, pese a que Putin culpa a Ucrania y a la OTAN, vemos que en algunos medios de comunicación se habla, aunque tangencialmente, del HOLOMODOR, es decir del holocausto por hambruna de la población ucraniana cometido por Stalin en la década de los años 30 del s. XX
    Creo que este trágico acontecimiento merece una explicación detallada para su mejor conocimiento por todos los ciudadanos occidentales, y especialmente por las izquierdas radicales que defienden al presidente ruso Putin.
    Y ello porque mientras occidente es plenamente conocedor del holocausto judío cometido por los nazis, la historia del holocausto ucraniano cometido por los comunistas —con más víctimas que el Judío— ha sido sistemáticamente omitido e ignorado.

    En 1932, el líder soviético Stalin decidió forzar a millones de agricultores independientes de Ucrania a que adoptaran la agricultura soviética colectivizada, y aplastar, al mismo tiempo, el creciente espíritu nacionalista de Ucrania.
    Ante la resistencia a la colectivización, Stalin, desató el terror y envío 25.000 jóvenes fanáticos militantes del partido en Moscú para forzar a 10 millones de campesinos ucranianos a que se organizaran en granjas colectivas. Y así comenzaron ejecuciones selectivas de los agricultores recalcitrantes.
    Dado que los guardias rojos de Stalin no tuvieron mucho éxito entre el inmenso número de los agricultores ucranianos afectados, Stalin ordeno comenzar las ejecuciones en masa.
    Pero simplemente no había suficientes sicarios comunistas para matar a tanta gente, por lo que Stalin decidió sustituir las balas por un medio mucho más barato para matar: el hambre.
    Todas las reservas de semillas, grano y forraje para los animales fueron confiscadas de las granjas de Ucrania.
  Agentes del OGPU o Directorio Político Unificado del Estado —que fue la policía secreta de la URSS hasta 1934— y soldados del Ejército Rojo sellaron todas las carreteras y líneas de ferrocarril.
    Nada entró o salió de Ucrania. Se realizaron búsquedas en las explotaciones agrícolas y se confiscaron alimentos y combustible.
    Los Ucranianos rápidamente comenzaron a morir de hambre, frío y enfermedades.
    Cuando el OGPU fracasó en el cumplimiento de las cuotas semanales de ejecución, Stalin envió a Lazar Kaganovitch para destruir la resistencia ucraniana.
    Kaganovitch ―el Eichmann soviético― cumplió las cuotas, asesinando a más de 10.000 ucranianos semanalmente. El ochenta por ciento de los intelectuales ucranianos fueron ejecutados. Un miembro del partido comunista ruso llamado Nikita Khruschchev ayudó a supervisar la masacre.
 Durante el amargo invierno de 1932-33, la hambruna creada por Khruschchev, Kaganovitch y el OGPU estaba en pleno vigor.
 Gran Bretaña, los EE.UU. y Canadá eran plenamente conscientes del genocidio ucraniano de Stalin de los años 30 que se convirtió en aliado contra Hitler en los años 40.
 El número preciso de los ucranianos asesinados por Stalin con la hambruna provocada y los escuadrones de la OGPU, según la labor reciente de historiadores rusos, indica que por lo menos se produjeron siete millones de muertos.
 Los historiadores ucranianos creen que murieron al menos nueve millones de personas.
 El veinticinco por ciento de la población de Ucrania fue exterminado.
 Stalin le dijo a Winston Churchill que había liquidado a 10 millones de campesinos durante la década de 1930. Hay que añadir las ejecuciones en masa por la OGPU la propia Rusia, así como en en Estonia, Lituania y Letonia, el genocidio de tres millones de musulmanes, las matanzas de cosacos y alemanes del Volga…

 El genocidio de Ucrania ocurrió entre ocho y nueve años antes de que Hitler comenzara el Holocausto Judío y fue cometido, a diferencia de los crímenes nazis, ante la mirada del mundo.
  Pero el asesinato de millones de personas por Stalin fue simplemente negado u ocultado por una conspiración izquierdista de silencio que continúa hasta el día de hoy. En la extraña geometría moral de los asesinatos en masa, sólo son culpables los nazis.
  Izquierdistas ilustres como Bernard Shaw, Sidney y Beatrice Webb y el Premier Edouard Herriot de Francia, durante una gira por Ucrania entre 1932-33 proclamaron que los informes de la hambruna eran falsos.

  Ninguno de los asesinos soviéticos que cometieron el genocidio fue llevado ante la justicia.
   Lazar Kaganovitch murió pacíficamente en Moscú hace unos años, todavía conservaba la Orden de la Unión Soviética y disfrutaba de una generosa pensión del Estado.

   Y las izquierdas comunistas occidentales no entienden que Ucrania quisiera ser una nación independiente como consecuencia de la desintegración de la Unión Soviética.
    El 24 de agosto de 1.991 el parlamento ucraniano declaró la independencia, que fue ratificada el 1 de diciembre de 1991 mediante un referéndum.
     En el año 1994, Ucrania cedió todo su arsenal de armas nucleares a Rusia a cambio del reconocimiento por parte de Rusia de la Soberanía e Independencia de Ucrania.
    Sin embargo el presidente ruso Putin no respetó ese reconocimiento con la anexión a Rusia de la península de Crimea en 2014, el posterior reconocimiento de los movimientos independentistas de los territorios ruso parlantes ucranianos de Donetsk y Luhansk, y la posterior invasión rusa de Ucrania con la disculpa de apoyar a los rusos de dichos territorios y de “desnazificar” Ucrania.
    Sin embargo el pueblo ucraniano ha respondido con una ferocidad no esperada por unas tropas rusas mal equipadas, mal entrenadas y desmoralizadas, y además está recibiendo ayuda militar occidental y apoyo logístico desde la sombra por parte de la OTAN, lo que ha hecho que Rusia haya perdido ya el 40% de sus carros de combate, con cuyo uso pretendía una corta guerra, y más de 200.000 soldados.
        El desenlace de la Guerra está aún por ver, pero el gran riesgo de una derrota ucraniana estaría en la amenaza rusa sobre las repúblicas bálticas exsoviéticas, Polonia y, en definitiva, sobre los países de la OTAN, que si se ven atacados desencadenarían una guerra global contra Rusia.

        Y concluyamos, como es nuestra costumbre, con un nuevo video musical, en esta ocasión del compositor Sergey Prokofiev, el “Vals” de la ópera “La Guerra y la Paz”


© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

martes, 21 de febrero de 2023

EL INDIVIDUO EN SU CUEVA

 


    ¿Qué es lo que nos retiene en nuestro propio ambiente, en nuestro hogar, en nuestro refugio, en nuestra cueva, y nos impide, a la mayoría, no alejarnos mucho tiempo de ella?

    Nietzsche afirma que:
“Todo hombre selecto aspira instintivamente a favor de un castillo. Un escondite donde quedar redimido de la multitud, de los muchos, de la mayoría, donde tener derecho a olvidar”. [1]

    Sin embargo, Blaise Pascal afirma:

“La infelicidad del hombre se basa sólo en una cosa: que es incapaz de quedarse quieto en su habitación”. [2]

    El hombre es, por naturaleza, un animal gregario, que necesita su guarida y a su “manada” que, superado el animal que somos, ha transformado en familia.

    Por eso las doctrinas ideológicas que consideran que las verdades de la vida del hombre no son más que pura convención social, como Mouffe, y los post comunistas como Gramsci, olvidan la esencia de lo humano, que no es sino la imbricación intelectual del animal que llevamos en nuestro interior, con nuestra vida en sociedad, que no es sino permanente conflicto.

    Pues conflicto es ser “individuo”, es decir ser individual y único, en el marasmo de la masa.

    Este concepto del “ser”, intrínsecamente liberal, es el que dota al ser humano de su absoluta e indiscutible “dignidad y libertad”, que constituyen su “esencia”.

    Marx trató de dinamitar tal concepto clásico de la esencia humana, afirmando que

“La esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales.” [3]

    Sin embargo, creo que nadie está predestinado en su “esencia” por las relaciones sociales que se hayan tejido en su entorno existencial durante su vida, pues sobre ellas primarán, siempre, su libertad y su dignidad.

    En cualquier caso, los actuales postcomunistas mantienen sin fisuras, y sobre la base de la idea marxista de la esencia social del ser humano, la contraposición de los conceptos de libertad e igualdad, y defienden con vehemencia el igualitarismo en detrimento de la libertad, como única vía para lo que ellos llaman “desalienación” de los individuos, que en la práctica no es más que el deseo de desvincular a los “individuos” de todos los principios propios de las democracias liberales, en los que se fundamenta su libertad y que se oponen al igualitarismo.

    Y para ello, con su discurso populista, nos hablan de la "Luz de la igualdad" y las "Tinieblas egoístas de la libertad individual".

    No obstante, el filósofo ruso cristiano Nikolái Berdiáyev, no comparte esa visión sesgada de la Luz y las Tinieblas, de la noche y el día, cuando nos dice:
“La noche no es menos maravillosa que el día, no es menos de Dios y el resplandor de las estrellas la ilumina. La noche tiene revelaciones que el día ignora. Tiene más afinidad con los misterios de los orígenes que el día. El “abismo” no se abre más que con la noche” [4]
entendiendo por “abismo” el conjunto de los insondables arcanos de la sabiduría.

    Por todo ello me gustaría recordar a las bandas socialistas, comunistas, separatistas, filoterroristas y localistas extremas que hoy nos gobiernan, que habrían de ser conscientes de que han alcanzado el poder navegando en una réplica del “Inconstant”, y que su destino, tarde o temprano, será el mismo que el del más ilustre viajero de aquella nave. [5]

Como dijera Terencio: Soy humano, y nada de lo que es humano me es ajeno [6], por lo que he querido deleitarme en ese “aviso a navegantes”.

    Y concluyamos nuevamente con un video musical, hoy “Nessun Dorma” (Nadie duerma) de la opera Turandot de Puccini, cantada por Pavarotti



© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana



[1] - Frederick Nietzsche : Más allá del Bien y del Mal

[2] - Blaise Pascal:  Pensamientos (1670)

[3] - Marx:  Tesis sobre Feuerbach, tesis n° 6 pag. 667

[4]  - Nikolái Berdiáyev – Una nueva Edad Media - Traducción de la versión francesa por Ramón Alcalde. Buenos Aires: Carlos Lohlé, 1979. p. 54-7

[5] - El “Inconstant” fue el barco que llevó a Napoleón desde la Isla de Elba a Francia para iniciar sus últimos “100 días”

[6] - Publio Terencio Africano en su comedia ”Heautontimorumenos” (El enemigo de sí mismo) del año 165 a. C.


viernes, 17 de febrero de 2023

LAS FEMINISTAS Y BELFAGOR ARCIDIAVOLO

 

Lo cierto es que las feministas woke son culpables de muchos de los males que castigan a los hombres, tanto en la tierra como en el infierno, y la solución a esta realidad no está, desde luego, en las medidas que sobre vida y milagros de los seres humanos aplican quienes se han acreditado como unas ignorantes descerebradas.

En la Tierra tales castigos se concretan en la eliminación, respecto de ellos, de la constitucional presunción de inocencia, la implantación de penas agravadas a los hombres frente a las más benignas a las mujeres por los mismos delitos, o las cuotas reforzadas —discriminación positiva— en favor de las mujeres en el acceso a puestos de trabajo en la Administración, situaciones contrarias al constitucional principio de igualdad ante la Ley, etc.

    En cuanto a los castigos en el infierno, traigo un resumen de la única obra literaria que se conoce de Maquiavelo, su “Belfagor Arcidiavolo”, fábula satírica que recoge los tópicos medievales de la misoginia y el del «diablo burlado» y de la que os traigo una sinopsis

“Las infinitas almas de los míseros mortales que morían en desgracia de Dios, iban a parar al infierno, y todos los hombres condenados, o la mayor parte de ellos, se quejaban de que se habían condenado a las penas infernales por culpa de las mujeres. Ante tales quejas los príncipes del Infierno decidieron que era preciso mandar al mundo a alguien que, bajo forma de hombre, conociera personalmente esta verdad y Belfagor, arcidiavolo, antes de su caída del cielo, Arcángel, fue el designado para tal misión.

De vuelta en el infierno, Belfagor dio fe de los males que a los hombres producía la mujer.”

        Fábula que podéis leer completa pinchando en este enlace "BELFAGOR ARCIDIAVOLO"

    Sin embargo he de llegar a la conclusión de que la culpa no es de modo genérico de “las mujeres”, sino de algunas de ellas, concretamente de las feministas perroflautas o podemoguers a quienes ya he definido como “ignorantes descerebradas”, a quienes, desde luego, ya no respetan ni las más aguerridas feministas que podríamos llamar “clásicas” o “racionales”, de izquierdas y de derechas, pues en todo el espectro político las hay de uno u otro cariz.

    Y todas aquellas “feministas woke”, encabezadas por jóvenes e incultas ministras, sin poso cultural alguno y carentes de toda experiencia profesional ni  laboral, son las que están montando un autentico desaguisado con sus pretensiones incluidas en la dichosa Ley del “SI es SI”, las leyes de equiparación de genero en donde se mezclan sin pudor beneficios tan solo para quienes no sean heterosexuales, que son la mayoría de los ciudadanos, o los proyectos de legislación de la transexualidad, cuyos negativos efectos de desequilibrio psicológico han sido denunciados por la inmensa mayoría de los especialistas en la materia, o las leyes de protección a la infancia que transitan entre el aborto y la grosera manipulación educativa, hasta el adoctrinamiento sexual, político y social de nuestros niños.

    Lo malo es que estas “feministas woke” constituyen el núcleo duro de las “pijoprogres de la cuhipandi woke”, que van a hacer inmenso daño a nuestra sociedad con iniciativas que van desde la de protección de los animales, que podría llevarlos a su extinción por los caprichos de animalistas urbanitas, desconocedores de la realidad del campo —que solo pisan en sus escapadas de “finde ecosostenible”—, en donde la aplicación de sus mantras progres puede ser demoledora, hasta la legislación sobre la “desmemoria Histórica”, el continuo ataque a los ricos, a los empresarios, los profesionales que quieran ampararse en su libertad de conciencia, a sus críticos o a sus oponentes, a todos los cuales aplican tajantemente su “cultura de la eliminación”, que no es sino censura pura y dura.

    Desengañémonos, ―ya lo he dicho en una reflexión anterior― a la izquierda marxista no le interesa la “CULTURA” entendida como el conjunto de modos de vida, costumbres, conocimiento y grado de desarrollo artístico, científico o industrial en una época, grupo social, territorio, etc.…

    Lo que realmente le interesa al neo marxismo, es el uso de esa “CULTURA” como instrumento político al servicio de la meta de alcanzar la “Supremacía” gramsciana, en definitiva “EL PODER”.

    Por eso, frente a esa actitud, hablo de “Guerra Cultural”, consistente en argumentar con sentido frente a esa utilización torticera de la “Cultura”, que se materializa en ocasiones con meras estupideces sin sentido, como la última gansada de Ione Belarra de decir que “la obligación de usar sujetador es otra imposición del heteropatriarcado que constituye, también, una forma de violencia de género”.

Tontería a la que ya he contestado con este mensaje de Twiter con una foto de sus pezones marcados en su jersey: 

“No Juana Hierba

Con su imagen queda claro que lo del sujetador no es una obligación impuesta por el heteropatriarcado, sino por la estética y el buen gusto.

Aunque la fea se vista de seda fea se queda”

     Insistamos pues el la rebeldía frente a la "estupidez institucionalizada" siendo Rebeldes en el sentido definido por Camús:


¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice "no" ... y ese "no" afirma la existencia de una frontera ... opone al orden que oprime una especie de derecho a no ser oprimido más allá de lo que puede admitir ... planta cara ... opone lo que es preferible frente a lo que no lo es".

    Y para concluir os traigo otro video musical, creo que adecuado para esta “Reflexión” “El Trino del Diablo” de Giuseppe Tartini - Violin Sonata in G Minor.

 


© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

 


martes, 14 de febrero de 2023

PUTREFACCIÓN TOTALITARIA

 


¡Più Avanti!


No te des por vencido, ni aún vencido
No te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.
Pedro Bonifacio Palacios “Almafiera”

    Podemos máxima manifestación en España de la infección del totalitarismo ha encontrado con su incorporación al Gobierno Socialcomunista de Antonio Frankenstein a quien tienen abducido, el vehículo perfecto para que aquella infección totalitaria esté provocando una putrefacción tiránica en todo el Estado.

   Es evidente que esa situación está provocando que nuestro Gobierno no quiera ser sólo Gobierno, sino que extienda la contaminación socialcomunista hacia las funciones del resto de los poderes del Estado y de la Sociedad.

    Solo la “guerra cultural” que mantenemos algunos —con el espíritu de resistencia que nos relata “Almafiera” en su poema ¡Piú Avanti! que encabeza esta reflexión—, nos permitirá librarnos de la grave amenaza del peligroso comunismo/fascismo de izquierdas que infecta al Estado desde un Gobierno surgido de una impresentable coalición parlamentaria de socialistas, comunistas, separatistas, filoetarras y localistas extremos como Coalición Canaria y Teruel Existe.

    El Gobierno ha aumentado de forma notable su poder a base de imposiciones arbitrarias y de dudosa legalidad a los ciudadanos y al resto de instituciones del Estado

    La legitimidad de un sistema democrático no radica sólo en que gobiernen aquellos que hayan obtenido la mayoría tras unas elecciones, sino que requiere de unas instituciones independientes y neutrales, que hagan de contrapeso y límite del poder del Ejecutivo, instituciones que el sanchismo ha destruido poco a poco.

    Ese sistema de “contrapesos” es justo lo opuesto a la “hegemonía excluyente” propugnada por Gramsci, Laclau y Mouffe, que tanto gusta al populismo comunista/peronista de podemos.

    En nuestros días, las revoluciones políticas ya no son actos violentos, —salvo para Pablo Iglesias que en su primera clase en la Universidad, desde su nuevo empleo, ha defendido la lucha violenta como elemento esencial de las revoluciones— sino que comienzan con cuestiones semánticas —de cambio de lenguaje— y la consecuencia inmediata de esta manipulación del lenguaje es que la verdad o la mentira pierden, sistemáticamente, su significado, de modo que la gravedad y condena por los abusos ilegales y delitos, ya sean violentos o no, que de aquellas mentiras se derivan, han dejado de depender de los hechos cometidos, para centrarse en la identidad del autor o de la víctima, con especial atención a su raza, su sexo, su ideología, o su comunión con cualquier “causa fragmentaria”, que no son sino el conjunto de los objetivos incongruentes, demagógicos e irracionales de las tribus progresistas antisistema radicales de la izquierda identitaria posmoderna, con los que quieren socavar los fundamentos de las democracias liberales occidentales.

    Nos enfrentamos así al totalitarismo, que empieza en el plano semántico pero que acaba en una gangrena putrefacta y destructiva de los cimientos mismos de las democracias liberales.

    Hitler alcanzó el poder con mayoría absoluta en las elecciones de 1933 con la promesa de volver a hacer grande a Alemania, a la que acabó destruyendo.

    El PSOE ha preferido formar su mayoría de investidura con un pacto “Frankenstein” con nacionalistas, separatistas, etarras y comunistas y aquellos localismos extremos antes citados, que están destruyendo España y los derechos y bienestar de los españoles.

   Y ello nos lleva a la conclusión de que el efecto ha sido el mismo en uno y otro caso: la subversión de la democracia liberal en beneficio del totalitarismo fascista o comunista, pues ambos son la misma cosa.

 Y otra de las manifestaciones de ese fascismo comunista es el empleo de la “Doble vara de medir” cuando lo criticable ha sido cometido por un miembro de la banda gobernante o por un discrepante.

    El ejemplo más reciente ha sido el acoso y amenazas, incluso físicas, y con insultos de honda gravedad, sufridos por la Presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Diaz Ayuso en la Universidad Complutense cuando fue a recoger su distinción como “Alumna Ilustre” de dicha Universidad.

    Pocas fechas antes, Irene Montero consideraba públicamente que las críticas y los ataque que estaba sufriendo por el desastre de los efectos de su Ley del “Si es Si”, eran “violencia política” y pedía su persecución penal como “Delitos de Odio”

    Sin embargo ante los ataques sufridos por Ayuso, la propia Montero, junto a varios Ministros y personalidades vinculadas al Gobierno Socialcomunista, decían que eso le pasaba “por haber ido a la Complutense a provocar”; vamos, que han hecho suya aquella inventada crítica que afirmaba que el “heteropatriarcado” despreciaba y humillaba a las víctimas de violencia sexual al decir que la culpa era de ellas por “ir provocando a sus agresores con sus minifaldas”.

    Otro ejemplo es el del reciente asesinato de un sacristán en su iglesia de Algeciras por un yihadista marroquí de 25 años, que la izquierda ya califica de “trastornado mental”, tratando de blanquearle por ser musulmán —solo les ha faltado repetir la cantinela de que “hay que respetarle porque son sus costumbres”— tras hablar de fallecimiento y no de asesinato y decirnos que la culpa no es de los inmigrantes musulmanes —en su mayoría ilegales respecto de los que solo se ejecuta el 5% de las órdenes de expulsión decretadas— sino de unos pocos exaltados, cuando la avalancha de descontrolada inmigración ilegal no cumple el mínimo de control exigible en la situación de alerta antiterrorista que en España está declarada en el nivel 4 sobre 5.

    Incluso una conocida presentadora de televisión ha tenido la desvergüenza de afirmar en su programa que “a lo mejor el presunto yihadista estaba molesto por que pudo haber acudido a la Iglesia en busca de ayuda que no le prestaron”.

     Y no podemos olvidar ―para quienes piensen que la situación nunca llegaría a afectarles personalmente― la persecución sufrida por el profesor de Biología, de 1º de la ESO, Jesús Luis Barrón, que fue suspendido de empleo y sueldo por afirmar que biológicamente tan sólo existen dos géneros, masculino y femenino, con genes XY y XX respectivamente, lo que la inspección educativa de Madrid-Este consideró expresiones "homófobas, sexistas y tránsfobas", pero Barrón defiende su derecho fundamental de los profesores a la libertad de enseñanza, así como la concreción específica de la libertad de expresión, que supone la posibilidad que tienen los docentes de exponer la materia que deben impartir con arreglo a sus propias convicciones —siempre con cumplimiento de los programas establecidos— y ese es el eje central que esgrime Barrón para negar la mala praxis que se le imputa.

     Y eso, si no lo logramos evitar, irá ocurriendo con todos y cada uno de quienes no comulguemos con las ruedas de molino del pensamiento socialcomunista woke de la izquierda extrema.


    Pero todo esto no solo ocurre en España, como declaró en su intervención en el Parlamento la eurodiputada conservadora húngara Enikó Gyóri, que denunció los ataques al Estado de Derecho que comete el Gobierno Socialcomunista de España, lamentando que la UE no sancione a España por estos motivos al estar gobernada por un partido de izquierdas y si lo haya hecho, por motivos parecidos, a Hungría donde gobiernan los conservadores; denuncia que ha reiterado el eurodiputado portugués pablo Rangel, también conservador, que criticó a las instituciones europeas por aplicar diferentes varas de medir en las sanciones por violación de los estándares europeos de Estado de Derecho a los países miembros gobernados por las izquierdas o los conservadores.

    Lo que pone de manifiesto la sospecha de que la UE, contaminada por esa tentación de totalitarismo izquierdista que afecta ya a sus instituciones, discrimina a sus miembros con Gobiernos conservadores, frente a los gobernados por las izquierdas.

    También en Estados Unidos la infección se extiende como muestra de una cultura woke infantilizada que ha hecho de la “corrección política” y la “cultura de la cancelación” —en definitiva de la censura al discrepante— sus banderas progresistas contra la libertad de los ciudadanos.

    Los ejemplos más evidentes se están dando en el ámbito universitario donde no podemos evitar referirnos a la prestigiosa Universidad de Harvard, que ha publicado una relación de palabras y conceptos prohibidos por incorrectos políticamente, o la de Minnesota, que acaba de declarar que “es más importante no ofender a los musulmanes que la libertad académica”, en otras palabras, que es más importante aceptar la intolerancia musulmana que defender la libertad de pensamiento y cátedra.

  Y es tan descorazonadora toda esta situación que, en ocasiones, me tienta la flaqueza y hago mías las palabras de Cicerón: Saepe ne utile quidem est scire quid futurum sit (A veces es mejor no saber lo que pasará).

   Aunque inmediatamente me repongo y vuelvo a la pelea como en los versos de Almafiera

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

    Finalmente quiero hacer una aclaración.

  Se me ha criticado, por alguno de mis lectores, que hable de "GUERRA CULTURAL" pues consideran que, a lo que me refiero, no es una cuestión de cultura sino de idiocia, incapacidad y pueril obsesión ideológica woke.

   Efectivamente, a la izquierda woke no le interesa la “CULTURA” entendida como el conjunto de modos de vida, costumbres, conocimiento y grado de desarrollo artístico, científico o industrial en una época, grupo social, territorio, etc.… 

   Lo que realmente le interesa al neo marxismo, es el uso de esa “CULTURA” como instrumento político al servicio de la meta de alcanzar la “Supremacía” gramsciana, en definitiva “EL PODER” y es esa utilización bastarda de la "cultura" lo que queremos combatir.

    Y concluyo esta reflexión con un nuevo video, con la mítica "Resistiré" del Dúo Dinámico



© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

viernes, 10 de febrero de 2023

LIBROS, PAPELES Y ESTILOGRÁFICAS

 


       Algunos de mis habituales lectores me comentan que mi última reflexión "Vulgaridad y Excelencia" les ha parecido interesante pero excesivamente larga.

         Hoy os envío esta más breve en la que pretendo explicar el fundamento y objetivo de mis reflexiones, su finalidad, que en ocasiones y en atención a la materia tratada exige mayor extensión de la inicialmente deseada, pues no se comprimir mis pensamientos haciendo más breve su exposición.

     En cualquier caso, no quisiera yo que mi afición a la lectura —así como a la escritura— produjeran en mí el efecto que Cervantes relata haberle sucedido al hidalgo manchego Don Alonso Quijano, El Quijote, que

“…se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro”

        Si escribir consistiese en que, tras la lectura, el lector se pusiera a escribir por el mero placer de llenar páginas con palabras que nada digan, el mundo estaría lleno de grandes escritores.

        Sin embargo, la mayoría de quienes se ponen con una pluma sobre un papel, tan solo son “doctos leídos” que tratan de parecerse a los clásicos, imitando sus estilos o escribiendo sobre asuntos que aquellos ya habrían tratado.

        No obstante, tal y como afirmaba Montaigne, aunque fuera lícito aprovecharnos de la sabiduría o el talento de otros, nunca llegaríamos a ser sabios mientras no utilizásemos para ello nuestras propias fuerzas y recursos, porque no basta, como avisó Cicerón, con alcanzar la sabiduría, pues lo esencial es saber utilizarla.

        Y así llegamos a la conclusión de que mientras estos “doctos” deambulan entre nosotros, los hombres honradamente sabios van eclipsándose, pues cada vez quedan menos que al escribir sean capaces de expresar, en las palabras escritas, aquello que piensan, y lo hagan, además, con acierto y con la suficiente destreza como para hacerlo comprensible y de interés para quienes puedan leerle.

    Esa capacidad la encontramos por ejemplo en mi admirado Chateaubriand, quien al ver entrar en la antesala del recién restaurado Luis XVIII al cojo duque de Talleyrand y al espectral Joseph Fouché, duque de Otranto, apoyados cada uno en el brazo del otro, reflejó, en su obra  «Memorias de ultratumba», la sensación que le produjo tal escena con una demoledora frase 

“Entraron el vicio apoyado en el brazo de la traición”.

        Aunque la originalidad no consiste en ver o contar algo que nadie antes hubiera visto o contado, sino en verlo y contarlo de un modo en que nadie antes lo supiera hacer, mejorando la descripción o explicación que esos otros escribieran.

        Por eso, en muchas ocasiones, me pregunto si las “reflexiones” que habitualmente os hago llegar, me permitirán, algún día, alcanzar aquella categoría de “hombre honradamente sabio”, o si por el contrario pasaré a engrosar la nómina de los indeseables “doctos leídos que deambulan entre nosotros”

        Esos en cuyos escritos no alcanzamos a ver ni entender lo que pretenden transmitirnos y se limitan a parlotear, en negro sobre blanco, sin aportar a sus lectores emoción ninguna.

        Preferiría ser, sin duda, uno de esos escritores que al menos con sus escritos son capaces de provocar en sus lectores algún tipo de emoción, incluso de confrontación o de rechazo a las ideas expresadas, y que me expusieran, frente a mis razonamientos, los errores de los mismos, pues al igual que manifestó Platón en su dialogo con Gorgias, soy de los que aprecian el ser refutado con válidos argumentos cuando no estoy en la verdad, pues considero que el mayor de los males para un hombre es tener ideas falsas en la materia que trate.

        Y es cierto que la sabiduría que pretendo solo podría alcanzarla desprovisto de los errores que, seguro, anidan entre mis “reflexiones”.

        No soy yo, en todo caso, quien haya de juzgarme ni a mi mismo, ni a mis reflexiones, sino quien me lea.

         Y al mismo tiempo, hay que ser consciente de que para algunos lo que para mi constituyen uno de los mayores placeres de la vida, el de escribir, o el de leer, puede ser considerado por otros como la actividad más desagradable del mundo.

        A ello se refería Pio Baroja en su obra “ Los caprichos de la suerte”, al relatarnos la anécdota de un mozo de restaurante que al ver frecuentemente almorzando en su local a un viejo que habitualmente leía en su mesa, en cierta ocasión le dijo:

“¡Usted también, a su edad y teniendo que leer todavía! Es cosa triste…”

        De tal modo que tengo asumido que deberé ser contumazmente constante y esforzado en continuar con mis lecturas y mis escrituras, con mis libros, mis papeles inmaculados y mis estilográficas, tratando de expresar acertadamente el sentido de mis pensamientos en estas mis “reflexiones”, aunque alguno considere que mi dedicación, al fin y a la postre, sea tan solo “cosa triste”.

     Y me lamo las heridas de esa indeseable tristeza con una idea del maestro Gabriel Albiac:

"Si desapareciese la escritura, tan solo nos quedaría la imagen, la barbarie"

    Y para concluir os traigo un nuevo video musical, hoy “La máquina de escribir” de Leroy Anderson

© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

 


martes, 7 de febrero de 2023

VULGARIDAD Y EXCELENCIA - LUDIBRIA MORTIS



Este mortal despojo, oh caminante,
triste horror en la muerte, en quien la araña
hilos anuda y la conciencia engaña.
Que ha romper lo sutil no fue bastante,
coronado se vio, se vio triunfante.
Con los trofeos de una y otra hazaña,
favor su risa fue, terror su saña.
Atento el orbe a su Real semblante,
donde antes la soberbia dando leyes
a la paz y a la guerra presidía,
se prenden hoy los viles animales.
¿Qué os arrojáis, oh Príncipes oh Reyes,
si en los ultrajes de la muerte fría
comunes sois con los demás mortales?[i]

        Cuán cierto es, como nos dice Saavedra Fajardo en el epílogo de su obra, que la muerte nos iguala a todos con sus ultrajes, pero ni tan siquiera ello es absoluta verdad, pues si somos Cristianos habremos de pensar que tras la muerte habrá quienes alcancen la gloria y quienes no.

    Hablando de igualdad percibo que los movimientos filosóficos contemporáneos, reiteradamente y de distintas tendencias, establecen su “Utopía” en una Sociedad en la que la igualación de los ciudadanos sea la esencia de la convivencia y la paz.

        Discrepo, no obstante de tal afirmación, venga de donde venga, pues siempre he sido más partidario de la defensa de la libertad individual que de la igualdad de los individuos.

        He de reconocer que es loable que la cultura, aunque realmente se habla de “Cultura” para referirse al “Ocio”, sea extensible a todos, pero de ahí a obviar la necesidad de “élites” sociales, afirmar, casi, que cabe la “autogestión” de una Sociedad compuesta por un todo de “Individuos Excelentes” creo que hay un trecho importante.

        Yo no soy un filósofo profesional, y como dijera Herman Hesse:

 

“No tengo ningún arma defensiva contra las inteligencias agudas ni contra la técnica intelectual súper ejercitada, y menos aún poseo armas para la réplica y el ataque. Pero tengo cierta intuición para saber si detrás de las palabras y escritos de un hombre hay alguna convicción. Con esta ingenua varita consigo superar mis encuentros con las filosofías de nuestro tiempo.” [ii]

        Valgan pues estas primeras líneas para entonar un “mea culpa” un “Sí, he sido yo”, denunciando mi atrevimiento al plantear mis comentarios como lo que son: los que pudiera hacer cualquier discípulo ante los Maestros; como hicieran con Platón sus amigos en sus “Diálogos”.

         Pues bien, centrémonos en el asunto que queremos tratar:

        Hay, hoy en día, una corriente filosófica que ensalza el concepto de la VULGARIDAD, pero no en su sentido peyorativo sino como el entendimiento de que lo que antes se consideraba la excelencia de unos pocos, se ha convertido, por efecto de la sociedad democrática en que vivimos, en una exigencia de excelencia de todos.

        Sólo es vulgarmente excelente, dentro de tal concepción, quien desde su posición individual dentro de la masa, es excelso por vocación propia; quien asume el concepto de humanidad y del yo consciente y desde él trata de cumplir su misión de hombre adulto y pleno dentro de la Sociedad y no como excepción sino como regla general.

        Se trata pues de ensalzar la excelencia, pero no desde una posición elitista, sino como aspiración que ha de ser, de todos y para todos, un acicate de la existencia, conectando con la idea que ya aparece en las Odas de Horacio, cuando habla de la "Aurea Mediocritas" o "Mediocridad dorada", expresión con la que alaba la vida equilibrada y equidistante de cualquier posición extrema.

        Sin embargo, si bien este planteamiento de la vulgaridad parece, desde el punto de vista semántico, literario y filosófico, un concepto novedoso, no es menos cierto que, a mi juicio, conecta con las teorías expuestas por Ortega y Gasset en su “Rebelión de las Masas” [iv], ya que, en definitiva, se reinterpreta la idea de que la generalidad de la ciudadanía ha abandonado la búsqueda de élites excelentes que la dirijan —porque ya no las hay— y busca en sí misma la dirección, el rumbo, la iniciativa de sus acciones y de la determinación de su futuro.

        Y esa vulgaridad se pone en conexión con la idea de EJEMPLARIDAD, entendiendo que es, precisamente, la ejemplaridad de la excelencia vulgar en el comportamiento de cada uno de nosotros en sociedad, de nosotros todos, lo que constituye el vínculo de enaltecimiento del individuo en la Sociedad.

    Sin embargo, ante esta formulación me surgen algunas dudas.
Según Weber:

“De forma inevitable y justificada el hijo del mundo cultural europeo moderno tratará los problemas de la historia universal a partir de la cuestión: ¿qué encadenamiento de circunstancias ha conducido a que justamente en Occidente y sólo aquí aparecieran fenómenos culturales que —al menos como nos gusta representárnoslos— se encontraban en una línea de desarrollo de significado y validez universales?” [v]

        Lo que implica atribuir carácter universal al pensamiento occidental, lo que desde mi punto de vista es erróneo, pues ello implicaría que sólo sería válida la ejemplaridad occidental, —al menos como nos gusta representárnosla— y que no sería admisible la planteada por otras religiones y culturas como la Musulmana o la Budista.

        Y es precisamente la existencia de supuestos tales, de esquemas éticos y de principios tan distintos de los occidentales, lo que me lleva a pensar que la ejemplaridad o el deseo de mejorar la vida de las generaciones futuras, (en un sentido puramente volteriano), son conceptos en sí mismos relativos, no universales, y que por tanto, la esencia del ser humano y de la cultura ha de ser buscada en otra parte, más que en la mera ejemplaridad dentro del contexto de la Sociedad Occidental.

        No olvidemos tampoco, en esta línea de negar el carácter universal a los principios de la Sociedad Occidental, lo dicho por el muy controvertido Samuel Phillips Huntingtong, padre de la teoría del “Choque de Civilizaciones”, quien nos dice:

"Occidente no conquistó al mundo por la superioridad de sus ideas, valores o religión, sino por la superioridad en aplicar la violencia organizada. Los occidentales suelen olvidarse de este hecho, los no occidentales nunca lo olvidan." [ix].

        No desdeño sin embargo, el papel fundamental que la ejemplaridad juega en nuestra Sociedad moderna y “vulgarizada”, incluso aunque su formulación me retrotraiga a los conceptos volterianos de idealización de la conducta humana, pues según Voltaire:

“La labor del hombre es tomar su destino en sus manos y mejorar su condición mediante la ciencia y la técnica, generar principios de convivencia fraternal y fructífera y embellecer su vida gracias a las artes.” [x]

        En definitiva, me recuerda la concepción ilustrada y agnóstica conforme a la cual el comportamiento de los hombres en sociedad debe ser presidido por la aceptación de una exigencia de ejemplaridad general que viene impuesta por la asunción del concepto moderno del “yo”.

        Llegados a este punto he de confesar que me pasa como a Baruch de Spinoza, quien afirma que:

“Los filósofos conciben a los hombres no como son, sino como ellos quisieren que fueran. De ahí que, las más de las veces, hayan escrito una sátira en vez de una ética, y que no hayan ideado jamás una política que pueda llevarse a la práctica, sino otra que o debería ser considerada como una quimera, o sólo podría ser instaurada en el país de Utopía o en el siglo dorado de los poetas, es decir, allí donde no haría falta alguna.” [xi]

        No quiero ser irrespetuoso con quienes defienden estos conceptos de Vulgaridad y Excelencia, nada más lejos de mi intención, lo que digo es que su formulación filosófica encaja en la crítica de Spinoza, pues se analiza nuestra Sociedad no como lo que es, sino como gustaría que fuese, expresando esa fórmula del “Ideal” social que se añora, en la que todos los ciudadanos fuesen ciertamente excelentes, de modo que la excelencia llegase a vulgarizarse hasta el punto que el comportamiento de todos fuese ejemplar para los demás, y que ello implicase una sociedad democrática perfecta.

        Por desgracia estamos muy lejos de esa perfección y me temo que en la Sociedad Occidental contemporánea, priman más las ideas “igualitaristas”, de corte marxista, que las propias del “Ideal de Excelencia vulgarizada” y ello, en gran medida porque el “Estado del Bienestar” que hemos vivido en los últimos años del s.XX y primeros del s.XXI, a rebufo de la ola del bienestar económico, ha producido el efecto ya descrito en su momento por Jean Jacques Rousseau:

“Un pueblo acostumbrado a la dependencia, al descanso y a las comodidades, consiente en que se incremente su servidumbre con tal de fortalecer su tranquilidad.” [xii]

        Lo que en definitiva, unido al concepto del “Imperativo del temor gregario” de Nietzsche al que me he referido en un anterior post en mi Blog [xiii] acabaremos encontrándonos inmersos en una sociedad en la que el concepto de igualdad sería siempre el de “igualitarismo” socialista sobre lo que Thomas Jefferson, ya en 1781, advertía que un igualitarismo que vaya más allá del estricto de igualdad ante la ley, conduce al lecho de Procusto [xiv]:

“Como hay peligro de que los hombres grandes ganen a los pequeños hágase a todos del mismo tamaño, estirando a los segundos y cortando a los primeros. Reiterados intentos de establecer uniformidad —ideológica, material o de ambos tipos— han atormentado a incontables seres humanos desde el principio de los tiempos. El resultado ha sido hacer de una mitad del mundo estúpidos, y de la otra mitad hipócritas; apoyar la bellaquería y el error sobre toda la tierra”. [xv]

aproximándonos por otra parte a conceptos de raíz marxista que presidieron los movimientos revolucionarios de mayo del 68, en continuación de las tesis ultra racionales, cercanas al marxismo, del existencialismo.

        Así, Marx define el carácter social, gregario y ejemplificador —mediante la “praxis”— del hombre en sociedad al afirmar:

“Es en la práctica donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento”. [xvi]

        O atacando la tendencia a la mistificación del hombre “antiguo”:

"Todos los misterios que inducen a la teoría, al misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esta práctica”. [xvii]

    Pues, no en balde, Marx reduce el ser individual del hombre a la sociedad:

“El hombre, en el sentido más literal, es un zoon politikón, no solamente un animal sociable, sino también un animal que no puede aislarse sino dentro de la sociedad" [xviii]

pensamiento que alcanza su “quintaesencia” en la afirmación marxista:

“La esencia humana [...] es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales" [xix]

        Así pues el marxismo participa de la idea de que la plenitud del hombre moderno —para esta doctrina del “hombre nuevo”— solo es alcanzable en Sociedad, y a través de su igualdad con los demás, de su “socialización”.

        El individualismo romántico ha de quedar, pues, proscrito, al igual que cualquier idea de trascendentalidad del individuo, que debe reconocerse terrenalmente finito.

        Así pues, todos los ciudadanos somos en esencia iguales y no cabe admitir la existencia de minorías excelentes, pues sería tanto como aceptar la existencia de clases entre aquellos “hombres nuevos”, concepto incompatible con la “Utopía Igualitarista Comunista”.

        Es precisamente esta excesiva socialización del ser humano, y la negación de su individualidad y especialmente de su trascendentalidad, armada por el marxismo sobre la primacía del concepto de igualdad de los individuos como prevalente sobre el de su libertad, lo que me ha llevado a proclamarme expresamente “anti marxista” tal y como he hecho en mi post “Porqué soy anti marxista” [xx]

        En este punto y en relación con ese hiper racionalismo ateizante, voy a referirme tan solo a mis propias creencias y su fundamento.

        Para empezar creo que es esencial partir de una realidad ya puesta de manifiesto por Platón:

“Se entra en la filosofía cuando se abandonan las creencias”

        Y que Feuerbach formula en forma más agresiva al expresar:

“Yo supe lo que debía y quería hacer: “¡no teología, sino filosofía! ¡no desvariar, sino aprender! ¡no creer, sino pensar!” [xxi]

        Y yo, vulgarmente, con una vulgaridad que pretendo “excelente”, quiero recorrer el camino inverso al de Platón o Feuerbach, centrándome en las creencias y abandonando, por tanto, la filosofía. Entrar pues en el terreno de las creencias teológicas. Creer como forma de pensar, pese a que el discípulo de Hegel manifieste la incompatibilidad de ambos conceptos.

        Y no menospreciemos a la teología, pues su definición a estos efectos, contenida en la Encíclica “Fides et Ratio” de Juan Pablo II nos permite reconocer esta herramienta como:

“intellectus fidei, (es decir) como esfuerzo de la inteligencia creyente para tomar conciencia cada vez más plena de la verdad en la que cree y poder, en consecuencia, no sólo asumirla de forma cada vez más consciente y acabada, sino también, e inseparablemente, expresarla de forma cada vez más penetrante e interpeladora.” [xxii]

        Durante los últimos trescientos años, la ciencia del pensamiento, la filosofía, se ha rendido al racionalismo.

        Como en su momento dijera, ya en 1948, un joven Catedrático de 33 años de la Universidad de Oviedo, Torcuato Fernandez-Miranda

“La Historia no detiene jamás su curso; nuevas formas de vida emergen de la ruina de las caducas, a una creencia colectiva sucede otra, nuevas instituciones llenan el vacío de las que se desmoronan. Y no obstante, el hombre no cambia fácilmente. Las generaciones son infungibles. Quien pertenece a una generación, es ciego para el espíritu de que se nutren las que vienen detrás. El hombre es lo que es su creencia. Las viejas creencias perviven en los nuevos hombres. Las viejas formas de vida, vigentes con gran fuerza en los quince primeros años del siglo XX, han configurado poderosamente la vida de los hombres de hoy. Poco importa que la nueva realidad histórico/social, forjada en la entraña del devenir histórico del último siglo, haya roto las antiguas formas e instituciones y pugne por hacerse realidad confirmada; el hombre, aferrado aún a las formas mentales y de vida de la vieja creencia, ya muerta, sigue interpretándola con cuadros mentales incapaces de captarla. El viejo concepto liberal-democrático tiene sus raíces en toda una concepción de la vida: la racionalista.
El racionalismo no es sólo una actitud mental, es toda una posición ante la vida; de él emerge todo el modo de ser del hombre occidental moderno. La cosmovisión racionalista encuentra la fe en que la razón puede descubrir la verdad en todo. Verdad que, en cuanto tal, es para el racionalismo una verdad definitiva. El racionalismo cree poder hallar en todo su orden racional, definitivo, inmutable y permanente.
Los dos grandes dogmas del racionalismo son:
1.- Fe en los poderes de la razón. Firme creencia de que la razón puede poner su orden en todo y que para ella no hay conquista imposible.
2.- Fe en que toda conquista de la razón es definitiva, inmutable y permanente.
Es la creencia de que la realidad tiene su logos, su íntima estructura racional. De que hay un orden político/filosófico racional, esto es, definitivo, inmutable, permanente, fuera del cual solo cabe desviación y barbarie.[XXII]
«Esos pueblos que fueron antaño medio salvajes y han ido civilizándose poco a poco, haciendo sus leyes conforme les iba obligando la incomodidad de los crímenes y peleas, no pueden estar tan bien constituidos como los que, desde que se juntaron, han venido observando las constituciones de un sabio legislador.» [xxiii]
“Es decir; lo que es producto de la historia, de la vida, lo que surge al ritmo de las necesidades, de las incomodidades de los crímenes y peleas; lo que es espontáneo y tradicional, decantación del devenir histórico, es necesariamente caótico, contradictorio y bárbaro. En cambio, lo producido conforme a razón es lo perfecto, lo que vale de una vez para siempre, lo definitivo, inmutable y permanente.” [xxiv]

            Párrafos que contienen una clara crítica al racionalismo extremo, en tanto y cuanto que, como hemos visto:

“…todo lo espontaneo y tradicional decantación del devenir histórico es necesariamente caótico, contradictorio y bárbaro”, es decir no racional”.

            Se podría decir que, en estas cuestiones, solo han de ser susceptibles de ser tomadas en cuenta las opiniones de los pensadores “reconocidos” por los demás, de aquellos miembros de la Sociedad que desde su preparación, su estudio y su formación, han elaborado, con criterio y seriedad racional, una línea argumental definitoria de una contestación a las preguntas formuladas. Lo demás sería no vulgaridad sino barbarie.

                Pero eso sería, al tiempo, tanto como considerar no válidas las creencias o pensamientos de los demás, de la masa, por muy inculta que sea, y por lo tanto estaríamos dando respuestas subjetivas a una cuestión que, por su esencia, habría de tener carácter universal y no podemos olvidar que en nuestro mundo contemporáneo el principio esencial es que todos somos iguales, tenemos la misma dignidad y ninguna existencia es más valiosa que otra. Y por ende ninguna creencia es mejor que la de otros, aunque la de estos, en esta materia, sea la “fe del carbonero” [xxv] Pues como dicen algunos teólogos la fe, en ocasiones, surge de un mero e ignorante amor a Dios, sin sustento racional alguno, y esa fe también debe ser respetada.

            Por ello resulta cuando menos chocante decir, como hace algún autor representante de esta corriente comentada, que el hombre contemporáneo no anhela la inmortalidad:

“Para nosotros, los modernos, la vida ya es de hecho la culminación de los entes de este mundo, la última etapa de la evolución de la vida y su manifestación óptima, y no anhela ninguna transformación en otra cosa superior ni ambiciona superación alguna de su mortalidad finita. Ser individual equivale a ser mortal porque la mortalidad es la materia en la que está tallada la forma de nuestra individualidad más propia y genuina.”[xxvi]

            Chocante, sobre todo, si tenemos en cuenta que según las últimas estadísticas del CIS, en relación con las creencias de los españoles y sus hábitos religiosos, podemos afirmar que entorno a un 70 % de los españoles “modernos” se declaran católicos, aunque bien es cierto que solo son practicantes, es decir que cumplen los preceptos definidos por la Iglesia, entre otros el dominical de oír misa, propio del catolicismo, un 10 % de la población.

            Pero en esencia, podemos afirmar que los españoles son “mayoritariamente” católicos, es decir creen en la existencia de Dios y en la resurrección tras la muerte y no cabe duda que esa mayoría, en la práctica, se ve incrementada por quienes declarándose no creyentes bautizan a sus hijos o llaman a un cura ante la proximidad de la muerte.

            Por eso no puedo aceptar que asumir la conciencia de finitud de la propia existencia, con carácter absoluto, sea un elemento esencial en la adquisición de una conciencia válida del yo.

            Toda esta lucubración en torno al concepto de la trascendentalidad humana me lleva a una reflexión sobre la existencia de Dios.

            Cuando uno se enfrenta a la cuestión de la existencia de Dios como origen del propio ser humano y clave, por tanto, de su trascendentalidad, las cuestiones fundamentales que le asaltan son tres:
1.- La existencia misma de Dios.
2.- La duda irresoluta de porqué y cómo es posible, si Dios es la figura originaria del cosmos, su creador beatifico, que reúne toda la bondad y sabiduría en su propio concepto, puede consentir la existencia del mal y la desgracia en ese mismo mundo por Él creado.
3.- Y finalmente porqué el hombre tiene “esperanza” pese a la injusticia y mal existentes en el mundo —consentidos por Dios— en que Él nos brinde la posibilidad de romper la finitud humana y resucitar de entre los muertos.

            Creo, sinceramente que es llegado este punto cuando el hombre contemporáneo solo puede manifestar, en un ejercicio de desconocimiento y humildad, su incapacidad para responder a estas tres cuestiones y proclamar, como ya hiciera Tertuliano:

“CREDO QUIA ABSURDUM”
(Creo porque es absurdo)

            Manifestación ya citada en mi post “ATEOS” de 13 de marzo de 2010. [xxvii]

                Y dentro de esa CREENCIA ABSURDA se encuentra la creencia en que Cristo era, perfecto humano y perfecto Dios, al mismo tiempo; dos esencias en un solo ser, y que sus angustias son las del hombre que era, aunque su aceptación final le viniera dada por la fuerza de ser Dios, que en el momento más próximo a su muerte humana sufre como hombre perfecto el fin que como Dios conoce que le aguarda.

            No hay en su pasión, ni es sus momentos previos, como la oración del huerto, sensación de fracaso.

            El hombre que Cristo es, no quiere enfrentarse al sufrimiento que como hombre perfecto y pleno le abruma, pero el Dios que coexiste en Él le anuncia su éxito en la resurrección, luego su temor es atemperado por su propia divinidad.

            Cristo es perfectamente conocedor de la resurrección prometida al hombre. A ella se refiere en varias ocasiones, según relatan los Evangelios, entre otras en su visita a la tumba de su amigo Lázaro, cuando le dice a María:

“Yo soy la resurrección y la vida, el que crea en mi aunque muera vivirá” (J.11.25)

            O cuando le dice a Dimas, el buen ladrón que le acompaña en la crucifixión del Gólgota:

“De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.” (L. 23,43)

            O en la contestación a los saduceos que le asaltan con sus dudas

“Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo” (Mc.12.25)

sin perjuicio de que toda referencia al “Reino de Dios” o al “Reino de Mi Padre”, hechas por Jesús son menciones a esa situación de vida trascendental que se promete al hombre para después de su muerte.

            Y así hemos de volver al principio de mis reflexiones y, conforme a las citas de Platón y Feuerbach, considerar que no hablamos de filosofía, sino de creencias, y que estos misterios, insondables, no son susceptibles de ser penetrados por la razón y que todo intento de ser explicados racionalmente son inútiles.

            La existencia de Dios, su papel en relación con la creación y la existencia del hombre y su trascendentalidad vital, son misterios insondables en donde nos movemos en el terreno de la fe y no de la razón y cualquier intento de encontrar respuesta racional a tales MISTERIOS será siempre baldío.

            Ya lo decía Chateaubriand: [xxviii]

“El hombre que comprendiese a Dios sería otro Dios”

            En su obra “Necesario pero Imposible” de Javier Gomá, este interesante filósofo, nos dice, citando a Bonhoeffer, que tras la muerte:

“la puerta está cerrada y sólo puede ser abierta desde fuera”

            Ante dicha cita tan solo citaré, por mi parte y para concluir, unas palabras del gran teólogo Ratzinger (Benedicto XVI) recientemente fallecido:

“Si existiese [después de la muerte] una suspensión de la existencia tan grave que en ese lugar [o situación] no pudiera haber ningún tú, entonces tendría lugar esa verdadera y total soledad que el teólogo llama infierno.
Una cosa es cierta, hay una noche a cuyo abandono no llega ninguna voz; hay una puerta que podemos atravesar solo en soledad: la puerta de la muerte. La muerte es la soledad por antonomasia. Aquella soledad en la cual el amor no puede penetrar es el infierno. Sin embargo Cristo ha atravesado la puerta de nuestra última soledad; con su Pasión [y su muerte y descenso a los infiernos] ha entrado en el abismo de nuestro ser abandonado. Allí donde no se podía escuchar ninguna voz. Allí está Él. De este modo el infierno, la muerte que antes era el infierno, ya no lo es más.” [xxix]

        En conclusión, y desde el punto de vista de la fe y no de la razón, podemos concluir afirmando que si Jesús ha bajado a los infiernos, pues efectivamente así lo proclamamos en nuestro “Credo” los católicos:

        “Fue Crucificado, Muerto y sepultado. Descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos”

lo hizo en tanto y cuanto que Hombre [aunque “Dios Verdadero”], que con su muerte “descendió a los infiernos” para redimir al género humano, pues, ya que como Dios Padre no podría hacerlo, pues la presencia de Dios en el infierno es imposible dado que el infierno es la absoluta negación de Dios, según hemos querido explicar en nuestro post “Y EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITO ENTRE NOSOTROS” [xxx], tuvo que hacerlo el Hijo como Hombre, tal y como nos dice Ratzinger:

“Cristo ha atravesado la puerta de nuestra última soledad; con Su Pasión ha entrado en el abismo de nuestro ser abandonado [el Infierno] y nos ha redimido”.

            Y concluyo, reconociendo que mi escrito no es tanto una réplica, crítica o contradicción a las tesis de otros, sino que estas reflexiones han encontrado en aquellas su inspiración para realizar un análisis que transita más por el mundo de la teología y de las creencias, que por el de la filosofía.

            Solamente apunto el hecho de que si la falta de fe, la descreencia, fuera algo adecuado a la naturaleza del hombre, al igual que la respiración o el sueño, no habría dado lugar a debates intelectuales tan intensos como los que ha provocado durante toda la historia de la humanidad.

            Espero que mis lectores sepan entenderme y disculpar mí atrevimiento, que ha pretendido ser, en el más positivo de los sentidos, de extrema vulgaridad “excelente”, pues tan solo he pretendido traer a colación ideas/creencias y no elaborados pensamientos filosóficos racionales. Y ello con el exclusivo ánimo de hacerle un “hueco” a la FE entre tanto pensamiento racionalista que de modo, a mi juicio abusivo, la pone en cuarentena.

            No olvidemos por lo demás, que el proceso intelectual está nutrido del juego constante, casi en bucle, de la afirmación, la crítica y la contra crítica; y volveremos, pues, a empezar, cuando encontremos una nueva afirmación, contenida en una contra crítica, que reinicie el proceso.

            Y en eso andamos.

            Y para acompañar este texto os dejo un nuevo video musical. En esta ocasión el maravilloso cuarteto de voces "Chi mi frena in tal momento?" de la Ópera "Lucia di Lammermoor" de Donizetti

© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

 


 [i] Ilustración y texto tomados de  la obra de  Diego Saavedra Fajardo; “Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas”; 1640

[ii] HERMANN HESSE, Saber y Consciencia. Lecturas para minutos, 1. Pensamientos extraídos de sus libros y cartas. Alianza Editorial, 1975. Selección de Volker Michels. Traductor: Asunción Silván. FD, 12/04/2009.”

[iii]  Michel de Montaigne;  “Ensayos”; Versión de 1595.

[iv] José Ortega y Gasset; La Rebelión de las Masas;

[v]  Prefacio (Vorbemerkimg) en M. Weber, Sociología de la religión, Istmo, Madrid, 1997, trad. y  dición por E. Gavilán, p. 313.

[ix] Samuel Phillips Huntingtong: “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial” (1996); Cap.2: Las civilizaciones en la Historia y en la actualidad; Apartado 2º: Relaciones entre Civilizaciones; Pag. 30; Editorial Paidós  Buenos Aires – 2001

[x]  François Marie Arouet “Voltaire”; “Diccionario Filosófico” 1764

 [xi] BARUCH DE SPINOZA, Tratado político, capítulo I

 [xii]  JEAN JACQUES ROUSSEAU, Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres

 [xiii]  “SI LOS LOBOS CONTAGIAN A LA MANADA…”; Blog Reflexiones Heteróclitas”; http://reflexionesheteroclitas.blogspot.com.es/2014/03/si-los-lobos-contagian-la-manada-un-mal.html

 [xiv] La Mitología Griega habla de un Mesonero de estatura gigantesca y fuerza descomunal, llamado Damastes, pero apodado Procusto, —el estirador—, por su peculiar forma de tratar a sus . Procusto les obligaba a acostarse en una cama de hierro, y a quien no se ajustaba a ella, porque su estatura era mayor que el lecho, le serraba los pies que sobresalían de la cama; y si el desdichado era de estatura más corta, entonces le estiraba las piernas hasta que se ajustaran exactamente al fatídico catre. Procusto terminó su malvada existencia de la misma manera que sus víctimas. Fue capturado por Teseo, que lo acostó en su camastro de hierro y le sometió a la misma tortura que tantas veces él había aplicado. Esta leyenda ha quedado como una expresión proverbial para referirse a quienes pretenden acomodar siempre la realidad a la estrechez de sus intereses o a su particular visión de las cosas

 [xv]  Thomas Jefferson;  Monticello 1872

  [xvi] Karl Marx;  Tesis sobre Feuerbach, II

 [xvii] Karl Marx;  Tesis sobre Feuerbach, VIII

 [xviii] Alberto Corazón; “Marx, K.: Contribución a la crítica de la economía política” Madrid. 1970. Pag. 248

 [xix] Karl Marx; Tesis sobre Feuerbach, VI.

[xx] “PORQUE SOY ANTIMARXISTA” ; Blog Reflexiones Heteróclitas”; http://reflexionesheteroclitas.blogspot.com.es/2010/09/porque-soy-antimarxista.html

 [xxi]  Luwdig Feuerbach; Esencia del Cristianismo; 1861

 [xxii]  Encicllica “Fides et Ratio”; nn 65-66 ; Juan Pablo II;  Roma 1998

  [xxiii]  Descartes; Discurso del Método. 1637

  [xxiv]  Torcuato Fernandez-Miranda y Hevia; Revista Alférez, nº 19 de julio Agosto de 1948, pag. 12.

 [xxv]  Cuéntase que en el s. XV había un carbonero en Ávila y que cuando le preguntaban: ¿Tú en qué crees?, él contestaba de inmediato: En lo que cree la Santa Iglesia. ¿Y qué cree la Iglesia?, a lo que respondía: Lo que yo creo. Pero ¿qué crees tú?  Lo que cree la Iglesia... Y no había forma de sacarle del círculo cerrado de estas contestaciones.

 [xxvi] Javier Gomá Lanzón; “Necesario pero Imposible”; Santillana/Taurus-Pensamiento; 2013

 [xxvii] “ATEOS”; Jesús Fernandez-Miranda; Blog Reflexiones Heteróclitas”;

http://reflexionesheteroclitas.blogspot.com.es/2010/03/ateos-despues-de-ver-al-ateo-zapatero.html

 [xxviii]  F.R de Chateaubriand: “Memorias de Ultratumba”

 [xxix] “El infierno es estar Solo”; Recopilación de ensayos teológicos de Joseph Ratzinger “Porqué continuamos en la Iglesia” Roma 2012

 [xxx] “Y EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITO ENTRE NOSOTROS”; Jesús Fernandez-Miranda; Blog Reflexiones Heteróclitas”;

http://reflexionesheteroclitas.blogspot.com.es/2013/12/y-el-verbo-se-hizo-carne-y-habito-entre.html