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viernes, 24 de febrero de 2023

HOLOMODOR, EL HOLOCAUSTO OLVIDADO

 



    Ahora, que se cumple un año del inicio de la Guerra de Ucrania, provocado por la injustificada invasión rusa, pese a que Putin culpa a Ucrania y a la OTAN, vemos que en algunos medios de comunicación se habla, aunque tangencialmente, del HOLOMODOR, es decir del holocausto por hambruna de la población ucraniana cometido por Stalin en la década de los años 30 del s. XX
    Creo que este trágico acontecimiento merece una explicación detallada para su mejor conocimiento por todos los ciudadanos occidentales, y especialmente por las izquierdas radicales que defienden al presidente ruso Putin.
    Y ello porque mientras occidente es plenamente conocedor del holocausto judío cometido por los nazis, la historia del holocausto ucraniano cometido por los comunistas —con más víctimas que el Judío— ha sido sistemáticamente omitido e ignorado.

    En 1932, el líder soviético Stalin decidió forzar a millones de agricultores independientes de Ucrania a que adoptaran la agricultura soviética colectivizada, y aplastar, al mismo tiempo, el creciente espíritu nacionalista de Ucrania.
    Ante la resistencia a la colectivización, Stalin, desató el terror y envío 25.000 jóvenes fanáticos militantes del partido en Moscú para forzar a 10 millones de campesinos ucranianos a que se organizaran en granjas colectivas. Y así comenzaron ejecuciones selectivas de los agricultores recalcitrantes.
    Dado que los guardias rojos de Stalin no tuvieron mucho éxito entre el inmenso número de los agricultores ucranianos afectados, Stalin ordeno comenzar las ejecuciones en masa.
    Pero simplemente no había suficientes sicarios comunistas para matar a tanta gente, por lo que Stalin decidió sustituir las balas por un medio mucho más barato para matar: el hambre.
    Todas las reservas de semillas, grano y forraje para los animales fueron confiscadas de las granjas de Ucrania.
  Agentes del OGPU o Directorio Político Unificado del Estado —que fue la policía secreta de la URSS hasta 1934— y soldados del Ejército Rojo sellaron todas las carreteras y líneas de ferrocarril.
    Nada entró o salió de Ucrania. Se realizaron búsquedas en las explotaciones agrícolas y se confiscaron alimentos y combustible.
    Los Ucranianos rápidamente comenzaron a morir de hambre, frío y enfermedades.
    Cuando el OGPU fracasó en el cumplimiento de las cuotas semanales de ejecución, Stalin envió a Lazar Kaganovitch para destruir la resistencia ucraniana.
    Kaganovitch ―el Eichmann soviético― cumplió las cuotas, asesinando a más de 10.000 ucranianos semanalmente. El ochenta por ciento de los intelectuales ucranianos fueron ejecutados. Un miembro del partido comunista ruso llamado Nikita Khruschchev ayudó a supervisar la masacre.
 Durante el amargo invierno de 1932-33, la hambruna creada por Khruschchev, Kaganovitch y el OGPU estaba en pleno vigor.
 Gran Bretaña, los EE.UU. y Canadá eran plenamente conscientes del genocidio ucraniano de Stalin de los años 30 que se convirtió en aliado contra Hitler en los años 40.
 El número preciso de los ucranianos asesinados por Stalin con la hambruna provocada y los escuadrones de la OGPU, según la labor reciente de historiadores rusos, indica que por lo menos se produjeron siete millones de muertos.
 Los historiadores ucranianos creen que murieron al menos nueve millones de personas.
 El veinticinco por ciento de la población de Ucrania fue exterminado.
 Stalin le dijo a Winston Churchill que había liquidado a 10 millones de campesinos durante la década de 1930. Hay que añadir las ejecuciones en masa por la OGPU la propia Rusia, así como en en Estonia, Lituania y Letonia, el genocidio de tres millones de musulmanes, las matanzas de cosacos y alemanes del Volga…

 El genocidio de Ucrania ocurrió entre ocho y nueve años antes de que Hitler comenzara el Holocausto Judío y fue cometido, a diferencia de los crímenes nazis, ante la mirada del mundo.
  Pero el asesinato de millones de personas por Stalin fue simplemente negado u ocultado por una conspiración izquierdista de silencio que continúa hasta el día de hoy. En la extraña geometría moral de los asesinatos en masa, sólo son culpables los nazis.
  Izquierdistas ilustres como Bernard Shaw, Sidney y Beatrice Webb y el Premier Edouard Herriot de Francia, durante una gira por Ucrania entre 1932-33 proclamaron que los informes de la hambruna eran falsos.

  Ninguno de los asesinos soviéticos que cometieron el genocidio fue llevado ante la justicia.
   Lazar Kaganovitch murió pacíficamente en Moscú hace unos años, todavía conservaba la Orden de la Unión Soviética y disfrutaba de una generosa pensión del Estado.

   Y las izquierdas comunistas occidentales no entienden que Ucrania quisiera ser una nación independiente como consecuencia de la desintegración de la Unión Soviética.
    El 24 de agosto de 1.991 el parlamento ucraniano declaró la independencia, que fue ratificada el 1 de diciembre de 1991 mediante un referéndum.
     En el año 1994, Ucrania cedió todo su arsenal de armas nucleares a Rusia a cambio del reconocimiento por parte de Rusia de la Soberanía e Independencia de Ucrania.
    Sin embargo el presidente ruso Putin no respetó ese reconocimiento con la anexión a Rusia de la península de Crimea en 2014, el posterior reconocimiento de los movimientos independentistas de los territorios ruso parlantes ucranianos de Donetsk y Luhansk, y la posterior invasión rusa de Ucrania con la disculpa de apoyar a los rusos de dichos territorios y de “desnazificar” Ucrania.
    Sin embargo el pueblo ucraniano ha respondido con una ferocidad no esperada por unas tropas rusas mal equipadas, mal entrenadas y desmoralizadas, y además está recibiendo ayuda militar occidental y apoyo logístico desde la sombra por parte de la OTAN, lo que ha hecho que Rusia haya perdido ya el 40% de sus carros de combate, con cuyo uso pretendía una corta guerra, y más de 200.000 soldados.
        El desenlace de la Guerra está aún por ver, pero el gran riesgo de una derrota ucraniana estaría en la amenaza rusa sobre las repúblicas bálticas exsoviéticas, Polonia y, en definitiva, sobre los países de la OTAN, que si se ven atacados desencadenarían una guerra global contra Rusia.

        Y concluyamos, como es nuestra costumbre, con un nuevo video musical, en esta ocasión del compositor Sergey Prokofiev, el “Vals” de la ópera “La Guerra y la Paz”


© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

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