La corrupción política ha acabado convirtiéndose en uno
de los grandes males de nuestra sociedad.
La corrupción afecta no solo a políticos, si no incluso a
magistrados, funcionarios, empresarios y ciudadanos de a pie.
Sin embargo, en el caso de los funcionarios y de los
ciudadanos y empresarios —siempre y cuando su corrupción no tenga implicaciones
políticas— la justicia y las Fuerzas de Seguridad del Estado actúan con
diligencia en la persecución de sus delitos.
La gravedad se encuentra en la corrupción política, que
hoy en día afecta no solo al Presidente del Gobierno, sino a muchos de los
miembros de su Gobierno. Al Fiscal General del Estado. A destacados miembros
del Partido Socialista, y al entorno familiar más cercano del presidente
Sánchez.
El Sanchismo se ha convertido en un modo de exacción de
ingresos ilegales que garanticen una fortuna a sus beneficiarios para después
de su vida política.
Esto no ocurría en el pasado, en donde la mayoría de los
políticos del tardo franquismo y de la transición se retiraron de sus puestos
sin grandes fortunas, volviendo la mayoría de los casos a sus profesiones.
Sánchez se ha convertido en el paradigma de la corrupción
política en un doble sentido, corrupción institucional tendente a la
destrucción del enemigo, a acabar con toda posible oposición con tal de
mantenerse en el poder. Y desde el poder a enriquecerse él, sus familiares más
cercanos, y toda la banda de criminales que constituyen el Partido Socialista
Obrero Español, criminales que ya lo fueron desde la fundación del Partido por
Pablo Iglesias, tanto durante la etapa pre revolucionaria, como en la etapa
revolucionaria y la guerra civil.
Hoy en día la corrupción vuelve a ser el gran problema
político de España que desestructura la sociedad, daña las instituciones, y el trata
de crear una nación de súbditos en vez de ciudadanos.
La
inverosímil degradación que vive nuestro sistema democrático alcanza cotas que
producen sorpresa e incredulidad.
Estamos
pasando por una tempestad de corrupción que ha convertido a España en una cleptocracia,
que según el DRAE es un «sistema de gobierno en el que prima el interés por el enriquecimiento
propio a costa de los bienes públicos».
Y no
me negarán que eso exactamente es lo que estamos viviendo.
Aquí
estamos en las grandes ligas: el fiscal general del Estado, la mujer del
presidente, el hermano del presidente y en cualquier minuto el propio
presidente que está preparando un argumentario para justificar que no dimitirá
ni aunque lo investiguen directamente a él.
Sin
embargo, las bases del PSOE siguen comprando el argumento de que hay una confabulación
de la “fachosfera”.
Cada
uno puede ignorar la realidad como mejor le parezca.
Pero
España hoy es un país a la deriva por un Gobierno inmerso en la corrupción.
Pero sigamos caso por caso para tener una visión amplia
de esta realidad
El 6 de noviembre de 2019, a Sánchez se le calienta la
boca en una entrevista de Cámara en la radio pública y a la alardea de que la
Fiscalía depende de él, con aquel día famoso ¿De quién depende la Fiscalía. Pues
eso.
Durante la
pandemia, Ayuso se convierte en la gran antagonista política de Sánchez.
La animadversión
entre ambos es manifiesta.
Saltan los casos de supuesta corrupción de Begoña Gómez,
que acabará imputada por partida cuádruple. Sánchez está colérico y maquina una
respuesta.
La pareja de Ayuso tiene un problema serio con Hacienda
que lo acusa de fraude fiscal, el PSOE lo festeja y lo alzaprima.
Ha encontrado una consumada cortina de humo excelente
para decir que en todas partes cuecen habas.
Donde las dan las toman.
La corrupción no estaba en casa de Sánchez, en la puerta
de enfrente.
Como tantos contribuyentes investigados, la pareja de
Ayuso busca un acuerdo con la Fiscalía.
En este contexto, y como parte de la campaña contra la
presidenta de Madrid, se filtran a los medios de las negociaciones de su novio
haciéndose públicos los datos fiscales de un particular, algo absolutamente
prohibido.
Las sospechas inmediatas recaen sobre el Fiscal General
del Estado García.
El paso del tiempo las confirma.
Acaba imputado. Y hace pocos días, un informe de la
Guardia Civil al juez del Supremo ha ratificado que fue él el filtrador.
García Ortiz se tomó, además, la misión con interés
inusitado, saca a una de sus fiscales del palco del estadio del Atlético de
Madrid para que le facilitase parte del material contra el novio de Ayuso, utilizando
su correo privado para intentar no dejar huellas.
A la vista de todo esto. La pregunta es fácil.
¿Qui prodest? ¿Quién se beneficia? ¿Tenía Ortiz algún
motivo personal para intentar golpear con tal prisa la carrera política de
Ayuso?
Aunque sus simpatías sean de izquierdas, no parece. Cae
lejos de su ámbito.
Por el contrario, ¿tenía los equipos de La Moncloa un
interés político en embadurnar a Ayuso y distraer así el caso Begoña? Evidentemente
SI.
Es práctica habitual del Fiscal General del Estado, filtrar
informes a los medios por cauces informales. NO.
Y ¿lo es en el caso de los gabinetes de La Moncloa? SI lo
hacen constantemente.
El primer medio que publicó la filtración contra el novio
de Ayuso fue un minúsculo portal con solo 150000 lectores, cuya directora ha
sido premiada ahora como consejera en el Consejo de RTVE, con más de cien mil
euros de retribución anual.
¿Quién le ha regalado este premio? García Ortiz, NO. ¿Las
letrinas del PSOE de Sánchez?.
SI.
Este es uno de los casos más sencillos de corrupción: ¿Quien
ordenó material e filtrar el material contra el novio de Ayuso para perjudicar
a la Presidencia? Es evidente.
El miedo ya habita en la Moncloa.
La deriva que ha tomado el caso de filtración de García
Ortiz puede llevarse por delante a un par de ministros y andando el tiempo, tal
vez incluso al que lo nombra.
Es evidente que quien ordenó al fiscal lanzarse a la
guerra sucia: «¿De quién depende la Fiscalía? Pues eso».
Y pasemos al segundo tema que nos ocupa, que no es sino
el de Begoña Gómez, mujer del presidente Sánchez, que se presentó esta semana
en la Asamblea de Madrid con cara de ofendida y un discurso tan tramposo como
los que habitualmente nos endilga su esposo.
Nos dijo que ella
es una mujer con una larga carrera profesional a sus espaldas víctima de una
cacería política.
Ella sería la damnificada, la pieza inocente que se
quieren cobrar los enemigos políticos de su marido. A nadie le puede sorprender
su planteamiento; no ha hecho más aplicar el manual familiar del victimismo político
según el cual todo es culpa de la ultraderecha y de la desinformación.
Pero los rastros que Begoña ha dejado de sus actividades demuestran
lo contrario.
Begoña Gómez nunca ha sido víctima de nada ni es la
inocente «pichona» que describen sus defensores, sino una arribista de libro
que intentó sacar tajada de su privilegiada posición social.
Sin méritos académicos o profesionales ha intentado labrarse
una carrera profesional a la sombra del poder de su marido.
Los responsables de las grandes empresas de España le
abrieron las puertas de sus despachos porque era la esposa de quien era; por
ese único motivo financiaron su cátedra y no la de cualquier otro profesional
con más merecimientos que ella.
Por ser quien es, Begoña se convirtió en la única persona
sin titulación académica capaz de dirigir una cátedra en la Complutense, previa
excursión del rector por las mullidas alfombras de La Moncloa.
También por eso las principales tecnológicas le diseñaron
un software a la medida de sus intereses y, de remate, aprovechó la
infraestructura de La Moncloa para utilizar a una funcionaria como asistente
personal en sus negocios privados.
Será la Justicia la que determine cuántas de estas conductas
son solo indecorosas y cuántas delictivas, pero en el largo historial de
corruptelas patrias, jamás se había visto semejante mezcla de descaro y de
ignorancia.
Si Begoña fuera
esa profesional acreditada que presume ser, jamás hubiera incurrido en
semejante colusión entre sus intereses particulares y su condición de esposa
del presidente del Gobierno.
Begoña Gómez no es víctima más que de su ambición y su
osadía. Los correos electrónicos que conocimos esta semana dibujan un escenario
inaceptable en una democracia avanzada.
Una funcionaria, que se debe al interés público, convertida
en recaudadora de lujo para las actividades privadas de la esposa del primer
ministro.
Por si esto no fuera suficientemente escandaloso,
concluye el encargo mostrando su disposición —y la de su jefa— a colaborar con
la empresa donante «en lo que necesitéis».
En boca de cualquiera de nosotros esa frase no pasa de
ser una fórmula de cortesía, pero cuando la dice una directora general de La Moncloa
en nombre de la esposa del presidente del Gobierno, su significado cambia
radicalmente.
Esos correos electrónicos nos permiten entender mucho
mejor otros aspectos de las problemáticas andanzas empresariales de Begoña
Gómez.
Las cartas de recomendación a Barrabés para ganar concursos
públicos y las relaciones con Aldama o a Javier Hidalgo se nos presentan con
una nueva perspectiva.
Todos financiaban a la esposa del presidente, porque, con
correo electrónico o sin él, ella siempre estaba dispuesta a «colaborar en lo
que necesitéis».
Y nadie podrá decir que no cumplió su palabra.
El
tiempo apremia y Sánchez busca un giro
de guion que salve el Congreso del PSOE.
Por
su parte, Alberto Núñez Feijóo recriminó a Sánchez que, un mes después, viniera
al Congreso para «esconderse de los casos de corrupción que llevan su nombre» y
«cubrirse de toda la peste de corrupción y mentiras que le rodean».
Al
líder de la oposición se le notaron las ganas de hablar más de Aldama y menos
de la DANA. «Usted ya no gobierna, déjelo ya», le pidió.
No
obstante, Feijóo lanzó algunas cargas de profundidad contra el jefe del
Ejecutivo: «Debieron ser el Gobierno de España y decidieron ser oposición a la
Generalitat valenciana», le recriminó.
Como
también no haber declarado la emergencia nacional.
«Hasta
en ese momento solo hizo cálculo político. Esta vez no ha calculado bien, la
gente no le va a perder que no asumiera sus competencias», sostuvo.
Ha
venido a decir que todo está bien hecho y que volvería a hacer lo mismo con cero
autocrítica.
Qué falta
de humanidad y de humildad», se quejó Feijóo.
«Este
Gobierno está centrado en protegerse a sí mismo. Usted ya no gobierna, déjelo
ya», remató.
Por
su parte, Santiago Abascal repartió culpas.
Aldama
y la DANA han dado a Vox vitamina en las encuestas, como en la que publicó El
Debate el lunes. «Señor Feijóo, Sánchez es el responsable último de esa
tragedia, y ustedes son responsables de que Sánchez siga sentado en el banco
azul (el del Gobierno).
Durante
estos años se han negado a hacer una oposición de verdad», señaló.
«El
verdadero problema de España es que el presidente está en un búnker de
corrupción
mirándose al espejo para ver
cómo elude la cárcel para él y para los suyos», afirmó también.
Y
acusó al presidente de «crueldad», «sadismo» y «cálculo político».
Y
pasemos a una nueva cuestión.
Le
ha molestado mucho a Irene Montero que el juez Velasco relacionara sus
conocimientos en Derecho con su trabajo original, de cajera en el Mercadona, aunque
ha sido su macho alfa quien más rotundo fue en la réplica, defecada en una
nueva red social donde la progresía practica ahora onanismo ideológico:
«Que
las altas magistraturas están llenas de señores machistas es una evidencia. De
que algunos de tales señores traten de compensar las disfunciones eréctiles
propias de su edad siendo unos chulos de mierda no tengo pruebas, pero tampoco
dudas».
De
las rabietas de los Marqueses de Galapagar se deducen dos conclusiones.
Que
ella es el paradigma de la corrupción institucional: Se nombra a un ignorante
en la materia porque es cónyuge de.
Que
a ella le Molesta que un juez sepa más de leyes que una cajera, que el trabajo
de cajera les parece desdoroso a ambos y que él se siente muy seguro de sus
prestaciones musculares, al menos frente a un juez cercano a la jubilación, si
bien aquí el silencio de su pareja deja al menos abierta la duda.
Que
un juez hable de leyes parece, ya de entrada, más razonable que en los otros
casos: él no tiene la culpa de que, antes de medrar en política, ella solo hubiera
ejercido de cajera una pequeña temporadita.
La
comparación de Velasco hubiera funcionado igual de bien si la eurodiputada
hubiese ejercido, antes de profesionalizar una ocupación necesariamente efímera,
de médico, periodista o tornero fresador; oficios tan dignos como el de cajera
y con los mismos conocimientos jurídicos, entre pocos y ninguno,
particularmente si se miden con los de un magistrado.
Y
también parece más razonable que el bueno de Eloy resulte más creíble hablando
de leyes que Pablo Iglesias de potencia sexual, pues de lo primero tenemos
constancia pública curricular y para lo segundo hemos de conformarnos con los alaridos
engorilados de nuestro Casanova de mercadillo en chats internos de su
organización: no dudamos de tu boquilla, Pablito, pero el resto está pendiente
de verificación por Newtral.
Tal
vez Velasco pudo encontrar mejor momento y mejores palabras para referirse al
asunto, pero lo sustantivo no varía: se limitó a desmontar la teoría de que,
hasta el advenimiento de Irene, el consentimiento no formaba parte del universo
jurídico y los tribunales iban como locos absolviendo a violadores por esa
lamentable laguna.
Tampoco
yerra al recordar que el único efecto práctico de la tonta ‘Ley del sí es sí’
ha sido el opuesto al que buscaba: el piropo está más perseguido que nunca, sí;
pero mil agresores sexuales de lo más abyecto se han beneficiado de la torpeza
leguleya de la antigua cajera, sostenida temerariamente entre insultos a la
judicatura, pese a las advertencias de los compañeros de Velasco en el Poder
Judicial.
La
inexistente ofensa del magistrado a la cajera y al marido de la cajera y a los
amigos del marido de la cajera y a la cajera misma no debe tapar la moraleja
del episodio:
España
se escandaliza más cuando un juez habla de leyes que cuando una cajera legisla.
Y a su barragán le motiva más comparar erecciones que aprender las lecciones:
si le das una escopeta a un mono, no esperes que gane la medalla de oro de tiro
olímpico.
Y
quiero concluir con una nueva reflexión en relación con la querella interpuesta
contra el Rey Juan Carlos por nulidad de las regulaciones fiscales que ha
realizado, y que ha sido interpuesta por
una banda de Comunistas Republicanos Resentidos y amargados, que en ejercicio
de la “Corrupción Institucional” pretenden tapar los escándalos de la izquierda
y cuya lista es la siguiente:
Carlos Jiménez Villarejo: jurista y exfiscal
anticorrupción, fue uno de los primeros fichajes estrella de Podemos. Ocupó el
número tres de la lista de Podemos a las elecciones europeas de mayo de 2014
que encabezaba Pablo Iglesias. Solo fue eurodiputado un mes; luego dimitió y
criticó a Pablo Iglesias por no apoyar la investidura de Sánchez en 2016.
.
Javier
Pérez Royo:
catedrático de Derecho Constitucional, fue candidato de Podemos por Sevilla
durante diez días en las elecciones generales de 2015, pero en el último
momento renunció.
José Antonio Martín Pallín: magistrado emérito del Tribunal Supremo, tiene 88 años y es toda una referencia para Podemos. Cree
que los jueces están aplicando mal la ley de Amnistía, porque no se aplica a
Carles Puigdemont; sostiene que algunos de ellos cometen lawfare y afirma que
los dirigentes separatistas no cometieron delito de sedición en Cataluña.
Clemente Auger: magistrado emérito del Tribunal Supremo. Tiene
90 años y siempre se ha posicionado claramente en la izquierda.
José María Mena: exfiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia
de Cataluña, se manifestó en contra de las acusaciones de sedición y rebelión
contra los dirigentes separatistas catalanes. En su opinión, eran «presos
políticos». También se ha pronunciado a favor de una consulta sobre la
independencia de Cataluña, aunque él dice que votaría no.
Pilar del Río: periodista y viuda del escritor portugués José
Saramago, miembro del Partido Comunista. Ella fue una de las firmantes de una
carta abierta al PSOE en 2013 a favor de la unidad de toda la izquierda para
hacer frente entonces a la derecha.
Miguel Mora: periodista, estuvo más de veinte años en El País y es director de
CTXT, un medio digital de izquierda creado en 2015 cuyo presidente de honor del
Consejo Editorial es el filósofo y lingüista Noam Chomsky, de extrema izquierda
y que se define a sí mismo como partidario del anarcosindicalismo.
Josep Ramoneda: periodista, filósofo y escritor, escribe en El
País y colabora en la cadena Ser. Tiene tal resentimiento contra Don Juan
Carlos que ha llegado a afirmar que «lo que legitimó la monarquía fue el papel
de buen traidor de Juan Carlos I».
Blanca Rodríguez Ruiz: profesora de Derecho
Constitucional de la Universidad de Sevilla, ha publicado trabajos sobre temas
como «el Rey como problema constitucional».
Joaquín Urías: profesor de Derecho Constitucional de la
Universidad de Sevilla, fue portavoz de la asociación de izquierda Foro Social
de Sevilla, defiende la constitucionalidad de la ley de Amnistía y escribe en
medios de comunicación vinculados a la extrema izquierda como ARA o CTXT.
Eduardo Ranz: abogado experto en Memoria Democrática, celebró con una botella de
cava la exhumación de Franco del Valle de los Caídos, según ha relatado él
mismo. Quiere que el Ministerio de Defensa pida disculpas por la Guerra Civil,
que Sánchez celebre un gran acto en el Valle de los Caídos y que se haga un
reconocimiento histórico a las mujeres que fueron violadas o torturadas.
Santiago Alba Rico: filósofo y escritor, vive en Túnez desde hace
26 años y dice que «España es una nación sin hacer, no tiene aún bandera».
También afirma que «la monarquía no va a caer mañana, pero conviene asegurarse
de que no caerá de mala manera, en un contexto de guerra civil, ni siquiera
fría. Cuando nos la quitemos de encima, debemos hacerlo en condiciones que
garanticen que no habrá Restauración».
Con esos mimbres díganme
ustedes que búsqueda del “bien común” se pretende con la referida querella, sino la de la
utópicamente soñada victoria en la guerra Civil 1934/1939 perdida por la
izquierda en los campos de batalla.
Y concluyamos esta “Reflexión
Heteróclita” con una nueva pieza musical. En esta ocasión Luciano Miotto como
Alejandro VI, el Papa corrupto por excelencia, en el musical “Borgia”
©2024 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA Y LOZANA