Páginas

viernes, 29 de septiembre de 2023

Y DESPUES DE LA MUERTE, ¿QUÉ?


     Durante estos últimos tiempos he mantenido diversas conversaciones sobre este tema, que merece ser tratado en una nueva reflexión heteróclita.

     La muerte es una realidad permanentemente presente en nuestra sociedad, aunque tratemos de ocultar su rostro y su realidad en nuestra vida cotidiana como quien trata de no pensar en los kilos de más o en ese cigarrillo que apagamos en el cenicero y que no deberíamos de haber fumado.

     En el Arco central del Pórtico de la fachada occidental de la Catedral gótica de Notre Dame de París se representa el momento del Juicio Final, Presidido por Jesucristo, y en el que vemos la salida de los difuntos de sus tumbas a la señal de las trompetas tocadas por los ángeles, y su reparto entre los ángeles, que dirigen a los salvados al Cielo, y los demonios, que encadenan a los condenados para llevarlos a los Infiernos.

     En esa representación medieval solo se contemplan las realidades del Cielo y del Infierno, pero no las del Purgatorio y el Limbo.

      Benedicto XVI ya había dicho en 1984, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que el limbo era solamente "una hipótesis teológica" utilizada por la doctrina escatológica para resolver un dilema que siempre había inquietado a la Iglesia: ¿Qué pasaba con los niños sin bautizar y con los millones de personas que, nacidas antes de Jesús, habían muerto cuando aún no había sido instituido el bautismo?

    Teóricamente todas estas personas habrían fallecido sin expiar el “Pecado Original” por virtud del bautismo instituido por Cristo y por tanto no podrían alcanzar la Gracia del “Paraíso”, la “Presencia de Dios”, de tal modo que, sin alcanzar la categoría de “dogma de fe”, la existencia de “El Limbo” había sido aceptada por la Iglesia como “Recurso Teológico” para dar una explicación plausible a aquella realidad, de tal forma que aquellos seres humanos, impuros por no haberse librado del pecado original por vía del bautismo, aunque fuesen justos y bondadosos, no podrían alcanzar el cielo, pero tampoco ser objeto de condenación, por lo que “El Limbo”, considerado como un lugar donde aquellos no gozarían de la presencia de Dios pero tampoco sufrirían, venía a ser la opción mejor considerable.

     La figura de “El Limbo” era así contemplada por el Catecismo de Pío X, pero ya a partir del Concilio Vaticano II la cuestión de “El Limbo” fue resuelta, en relación con los niños fallecidos sin bautizar, tal y como se establece el vigente Catecismo de la Iglesia Católica, en su norma 1261:

“En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: "Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis" (Mc 10, 14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo.”

     La cuestión, pues quedaría tan solo abierta en relación con los adultos justos y bondadosos fallecidos con anterioridad a la resurrección de Jesucristo, pero incluso en relación con tales supuestos parece que la posición teológica es partidaria de la idea de la inexistencia de “El Limbo”, pues el efecto salvífico del Sacrificio de Jesús operaría en beneficio de todos ellos. Es más, la doctrina teológica católica opina que Jesús durante los tres días anteriores a su resurrección “Bajó a los Infiernos” para salvar a estos seres humanos justos y bondadosos que, sin embargo, no gozaban de la “Presencia de Dios”, y dado que el concepto del más allá es intemporal podríamos interpretar que su salvación se operó desde el momento exacto de su muerte, sin haber pues permanecido en “El Limbo” cuya existencia, así, sería innecesaria.

     En cualquier caso siempre he entendido que discutir a cerca de la figura de “El Limbo” es una pérdida de tiempo intelectual, que demuestra que quienes se encontraban en él no eran sino quienes defendían su existencia.

     Efectivamente, dicho en román paladino, la idea de “El Limbo” no sería sino un recurso facilón de los teólogos para resolver una cuestión que se les escapaba doctrinalmente, en épocas en que la dinámica premio-castigo, como elemento retributivo del comportamiento humano, era una constante sociológica sobre cuya base debían resolverse todas las dudas referentes al destino trascendental del hombre y el más allá.

     Cuestiones distintas, que suscitan un permanente interés en los teólogos especialistas en escatología, son las referentes a la existencia del Purgatorio y del Infierno.

     Es curioso que en nuestro idioma el térmico escatológico tenga dos acepciones perfectamente diferenciadas, la una referente a la filosofía y que no es sino el estudio del fin del mundo, del fin de la vida individual y del más allá, concepto que procede del termino griego “éskathos” o final; la otra es la rama de la fisiología que estudia la defecación y los excrementos y procede de un término también heleno “skatós” o hez.

     Y nos encontramos así, por casualidad, con una nueva pareja de “falsos amigos parónimos”, a los que me refería tiempo atrás en uno de mis escritos.

     Así, esta peculiaridad semántica nos permite hacer un chiste fácil:

“La vida, mientras se vive, es una realidad escatológica, cuyo final es escatológicamente analizado.”

     Hace algunos días leía algunas reflexiones de teólogos, ortodoxos con las doctrinas de la Iglesia Católica, que contradecían mis teorías a cerca de la no existencia del infierno como “lugar de sufrimiento”, sin embargo en Papa Juan Pablo II manifestó el 28 de julio de 1999 en la catequesis que impartió ante 8.000 fieles en el Vaticano, que:

«Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría»

     Y según defendía en mi escrito “El Infierno”, entiendo que esa “situación” sería la de la “NO RESURECCIÓN”, es decir, quedarse sin el premio de la “Vida Eterna en Presencia de Dios” que corresponderá a quienes lo hayan merecido.

 No olvidemos que el propio Jesucristo nos dijo

«Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.» San Juan 11:25-26 

         Lo que a sensu contrario implicaría que quien no crea no vivirá eternamente y por tanto no podrá ser eternamente castigado.

        Está idea no es novedosa, pues el Apocalipsis de San Juan nos dice en su versículo 21:8:

"Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

Y ¿Qué ocurre con el Purgatorio?

      Según la doctrina tradicional de la Iglesia Católica “El Purgatorio” es el lugar donde los pecadores que no hayan cometido pecados mortales o no los hayan purificado totalmente, expiarán, temporalmente, sus faltas hasta acceder al Cielo.

    Conforme a esta doctrina tradicional el purgatorio implicaría una “Pena de Daño” consistente en la “Dilación de la Gloria”, es decir dilación o aplazamiento en el momento de acceder al Cielo, a la “Presencia de Dios”, unida a la “Pena de Sentido”, cualitativamente distinta de la que se daría en el infierno, pero consistente en “tormento físico”.

        En conclusión en el “Purgatorio” el alma quedaría privada de la visión de Dios mientras purga sus pecados atormentada mente.

        Finalmente es esencial a la idea de Purgatorio su carácter temporal, ya que no puede prolongarse en el tiempo hasta más allá del Juicio Final, “momento” en el que se decidirá la suerte de cada alma humana en la disyuntiva Cielo-Infierno.

        Un último apunte interesante en relación con la visión del Purgatorio de la Iglesia Católica es que según Santo Tomás (De purgatorio) Dios NO se vale de los demonios para la administración de las penas del purgatorio.

        Vamos… que los demonios están relegados al infierno. ¡¡¡Menos mal!!!, porque si el Purgatorio existiese pocos íbamos a librarnos de él…

        En esta materia me declaro “Protestante”, pues al igual que las Iglesias encuadradas bajo este epígrafe, tampoco puedo aceptar las teorías tradicionales de los teólogos católicos que defienden la existencia de “El Purgatorio” como lugar de tormento y expiación, aunque parece ser que la comisión que analiza “El Limbo” pudiera estar también discutiendo la posición oficial Católica referente a “El Purgatorio”, lo que me llevaría nuevamente al “redil”.

        Por otra parte la idea de “El Purgatorio”, de un castigo temporal a los pecadores, no parece compadecerse con la de un Dios Justo y Misericordioso, que conforme a los evangelios

“No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores” (Lucas, 5-32)

     Si partimos de la base de considerar, conforme a las enseñanzas del Papa Wojtila, de que “El Infierno no existe como lugar, sino como situación en que se encuentra quien libre y definitivamente se aleja de Dios”, no podemos por menos que negar la existencia de ese “Lugar de Expiación Temporal” que representaría “El Purgatorio”.
    Por cierto, el mismo Papa y en idéntica intervención ya manifestó que:

Para aquellos que, en el momento de su muerte, se encuentren en condición de apertura a Dios, pero de manera imperfecta, el camino hacia la plena bienaventuranza exige una purificación que la fe de la Iglesia ilustra a través de la doctrina del purgatorio, término que no indica un lugar, sino una condición de vida. Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección”.

    De esta forma “El purgatorio” no sería un lugar, si no un proceso de “purificación”, que se produce durante la vida de cada ser humano y que se prolongará después de la muerte.
Si a las enseñanzas comentadas introducimos el concepto de atemporalidad del más allá, llegaremos a la conclusión de que la purificación que implica la situación de Purgatorio después de la muerte, no tiene una duración concreta ---lo que no sería posible en aquella situación de atemporalidad--- por lo que el sufrimiento purificador, pues no otra cosa sería “el fuego del purgatorio”, vendría determinado por la propia conciencia de necesidad de purificación, y no por su duración, lo que hace inadmisible el concepto de “temporalidad” del purgatorio formulada por la doctrina teológica tradicional Católica.
     Por otra parte, sí conforme a la doctrina del Papa Woytila

“Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección”

ello implicaría la simultaneidad e inmediatez del proceso de “purificación” y de la incorporación a la “Comunión De Todos Los Santos” la “Gloria” o “El Cielo”

    Así pues, en resumidas cuentas, podemos concluir afirmando que, gracias a Dios, ---y nunca mejor dicho--- solo “El Cielo” existirá como “Lugar” de Eterna Felicidad, mientras que ni el Infierno ni el Purgatorio pueden ya ser considerados lugares de tormento.

    En cualquier caso, la conclusión de que “El Infierno” no exista como lugar de condenación al tormento eterno, pues tan solo sería la situación de no resurrección de los condenados, y por lo tanto su dilución en “La Nada”; o de que “El Purgatorio” sea un inmenso dolor atemporal derivado de la propia conciencia de la necesidad de purificación para acceder al Cielo, no deben confundirnos a cerca del inmenso sufrimiento que conllevan aquellas situaciones de Purgatorio-Purificación y de Infierno-Condenación.

    Es evidente que la teología escatológica contemporánea rechaza una concepción de un Dios que se complazca en torturar a sus hijos descarriados con el tormento físico.

    Podemos interpretar el hecho de la “Condenación” como la plena conciencia, que será nítida en el más allá, de “la situación en la que se encontrará quien libre y definitivamente se haya alejado de Dios” ―en palabras de Juan Pablo II― situación que pienso que no será otra que la comprensión de lo que implica para el condenado que le sea negada la posibilidad de la resurrección y de la vida eterna.

    Opinar que con ello se atenúa la severidad de la condenación, sólo puede hacerlo quien subvalore todo sufrimiento que no sea físico.

    Precisamente por ello sería un error interpretar las palabras del Papa Woytila como un deseo de atenuación del dolor inmenso de la condenación, pues simplemente se limitó a poner de manifiesto que determinadas expresiones de la Biblia en relación con el Infierno tienen carácter eminentemente metafórico, como ya hiciera en 1979 la Congregación para la Doctrina de la Fe en su carta "Recentiores Episcoporum Synodi"⁷, en la que explicaba que el concepto de “fuego del infierno” debe interpretarse como el dolor insufrible que la privación de la visión de Dios provoca sobre todo el ser del condenado.

    Finalmente y en cuanto al pretendido “infierno vacío” ―la idea de que el Infierno existe, pero que la Misericordia infinita de Dios y el poder redentor del Sacrificio de Jesús lo mantendrían vacío― la teología católica tradicional niega esta posibilidad, pues si el infierno es un estado y no un sitio, no puede decirse simultáneamente que se admite que exista aquella situación de Infierno-Condenación pero que está vacía; pues un estado o situación que no se diese para nadie, simplemente no existiría, recalcando la idea de que la condenación no es una decisión de Dios, si no del propio hombre que rechace consciente, decidida y definitivamente el amor de Dios, su redención.

    En todo caso, me resisto a aceptar que la capacidad de persuasión de Dios, que es bondad, misericordia e inteligencia inconmensurables, infinitas, no haga recapacitar al humano más contumaz, al más egoísta de los pecadores, para que acepte la purificación última que se ilustra en la idea de Purgatorio y se acoja a las bondades prometidas por Cristo.

    Solo el “Mal Perfecto” representado únicamente por Lucifer, el ángel caído Luzbel, el más perfecto de los Querubines, y sus acólitos celestiales caídos, podrían perpetuarse en su error, y ser así los únicos morador de “Las Tinieblas”, de tal modo que ya no se podría hablar de la idea de “Infierno Vacío”, pues estaría colmado con Satanás y sus demonios.

    Si analizamos la figura del Demonio desde posiciones creyentes, no podemos albergar la más mínima duda a cerca de su existencia, tal y como se manifiesta el catecismo de la Fe Cristiana, en sus normas 2850 y siguientes.

    Hoy en día sin embargo, y desde las predominantes posiciones racionalistas, se desprecia la existencia de “El Maligno”, que se considera una mera manifestación de los mitos religiosos primitivos.

    La psicología, la filosofía, la sociología, la ciencia en fin, serían quienes debieran explicar la maldad humana desde perspectivas empíricas, desde postulados racionalistas.

    Se afirma, así, que el hombre es una mera realidad sociológica y que su propensión al mal debe de ser explicada racionalmente.

    No faltan, por otra parte, quienes nos dicen que las referencias al maligno existentes en nuestra sociedad no son sino herencia de los ritos pre judaicos de oriente medio, centrados en la figura del dios Baal, de cuyo nombre se deriva el de Belcebú, propio del demonio, y en la tradición bacantica greco-romana, ambos con ritos de fertilidad licenciosos, caracterizados por orgías sexuales desenfrenadas, cuya permanencia en el acervo cultural europeo se extendió a través de los ritos mágicos medievales, pues los ritos de las bacantes ---adoradoras enloquecidas del dios Dionisos-Baco--- vinieron a ser los precursores de aquellas orgías que en la Edad Media se estigmatizaron como aquelarres.

    En el fondo nada nuevo hay bajo el sol, pues las doctrinas científicas que parten de considerar que el hombre es esencialmente bondadoso y que su maldad es fruto de su defectuosa educación, de su marginalidad, de su discriminación social, o de los traumas psicológicos sufridos durante su infancia o adolescencia, no se diferencian en nada del maniqueísmo propio del s.III, para el que el hombre presenta una esencia dual en pugna permanente: el bien (inspirado por Dios), y el mal (dominado por El Demonio), de tal forma que el hombre no sería responsable de sus malas acciones porque no son producto de la libre voluntad sino del dominio de Satanás sobre nuestra vida.

    Frente a esta posición racionalista la Iglesia Católica advierte sobre la existencia real del Maligno, y así se ha manifestado el Papa Woytila, expresamente, en su catequesis del 13 de agosto de 1986, al decirnos que:

“La malignidad humana, constituida por el demonio o suscitada por su influjo, se presenta en estos días de forma cautivadora, seduciendo las mentes y los corazones hasta hacernos perder el sentido del mal y del pecado.” 

     En definitiva que la mejor arma del maligno es lograr que no se crea en su existencia y mantener su permanente presencia entre nosotros, desapercibido pero constantemente activo.

    No sé si, desde el punto de vista teológico, las interpretación o teorías expresadas en este escrito serán muy conformes con la ortodoxia católica, pero son las que más me consuelan de cara a mis imperfecciones, mis pecados y mi esperanza de alcanzar la vida eterna.

    Sin embargo, hasta Bergoglio, con el que ya sabéis que coincido poco, manifestó recientemente, en entrevista concedida al periodista Italiano Eugenio Scalfarí, del diario La Republlica, que:

"El infierno no existe; lo que existe es la desaparición de las almas pecadoras"

    De tal modo podemos concluir creyendo que el Infierno si existe, pero no como un lugar, sino como una situación eterna e irreversible, que no sería sino la situación de absoluta soledad de los condenados, su no resurrección, su desaparición perpetua.

    Y, ¿Qué mayor castigo que la conciencia ―en un instante puntual, pero que se convierte en eterno en una dimensión en que no existe el tiempo― de que el destino que te aguarda es la desaparición, la nada, sabiendo que la conjunción con la Gloria hubiera sido posible?

    Para concluir no quiero dejar de reconocer lo sensibles que son todas las cuestiones teológicas, en cuanto que se refieren a los principios de fe de mis lectores, y por ello ―dado que poseo un espíritu crítico, pero en absoluto inquisidor― no quiero dejar de recordaros que en estos posts tan sólo expreso mi opinión, sin otro deseo que provocar la reflexión de todos los amigos a quienes van dirigidos, sobre las materias abordadas, sin pensar que, en lo que expongo, anide la verdad, sino tan sólo las dudas que cuestiones doctrinales y teológicas provocan en mi espíritu.

    Por eso manifiesto que no trato de convencer a nadie de las ideas que  en mis escritos se recogen, y que, tan sólo, trato de que mis reflexiones susciten las de otros, que podrán coincidir con mis razonamientos u oponerse totalmente a ellos. 

    Y como siempre, termino con una pieza musical, hoy "El Purgatorio" de la Sinfonía "Dante" de Litz, interpretada por la Orquesta Filarmónica de Berlín dirigida por Barenboim.


© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana


lunes, 25 de septiembre de 2023

ESCRIBIR


    A lo largo de mi vida siempre he sentido pasión por escribir, pues es la forma en que mis pensamientos, fantasías y reflexiones, adquieren realidad material, dejando de estar encapsulados en mi mente.

    Como nos dice Albiac en su artículo de EL DEBATE del pasado día 6 de septiembre:

“No hay placer comparable a la escritura. Ni angustia que se le acerque ni de lejos. Escribir es un rigor que no admite transacciones. Ni benevolencias. Ni tampoco entusiasmos.”

hasta el punto de que escribir produce un desgarramiento interior incurable, un corte rotundo entre el mundo real y el mundo interior imaginado y relatado.

    La vida del hombre, de los hombres, sólo existe si alguien la refleja en un escrito, al igual que los descubrimientos científicos, las doctrinas filosóficas o las religiones.

    Pero también posee la escritura esa capacidad de permitir al escritor disfrutar de sus recuerdos, imaginaciones o reflexiones, como yo pretendo a través de estas.

    Sin escritura no habría civilización, ni cultura; las creencias habrían quedado reducidas a meras supersticiones, y la ciencia, la técnica o el pensamiento no habrían evolucionado como lo han hecho desde que el hombre comenzó a escribir, algo antes del año 3.000 A.C.

    El Homo Sapiens apareció en nuestro planeta hace más de 100.000 años.

    Con anterioridad a la escritura el homo sapiens evolucionó muy lentamente, y no es hasta la invención de la imprenta, a mediados del s. XV, que las obras escritas llegaron a multitud de seres humanos, produciéndose una evolución exponencialmente acelerada a partir de aquella fecha y muy especialmente en los 2 o 3 últimos siglos.

    Hoy leer y escribir son herramientas al alcance de una gran parte de la población terrestre, aunque quedan cantidades ingentes de analfabetos.

    Sin embargo no basta con saber leer y escribir, hace falta expresar en la escritura lo que se quiere decir, y entender con la lectura aquello que se lee.

    Si no es así, nos encontraremos con lo que se llama “analfabetismo funcional”, que afecta a multitud de personas que usan las herramientas de la lectura o la escritura, pero que ni expresan correctamente lo que quieren transmitir ni entienden lo que leen.

    Cuando el escritor se enfrenta con el papel en blanco para dar vida a sus realidades o imaginaciones, se enfrenta a expresar sus dramas o sus alegrías reales o imaginadas, y si escribe sus reflexiones se enfrenta al reto de tratar de encontrar respuesta a todos aquellos problemas esenciales de su existencia, o al hecho de su existencia misma, nublados, muchas veces, por la angustia que el hombre siente cuando se aproxima a lo incomprensible.

    En este último caso las respuestas definitivas nunca llegan, pues lo cierto es que los filósofos, como diría Pascal, no ven al hombre como es, sino como ellos lo ven, o como entienden que el hombre debe ser.

    Así, en la infinidad de obras de filosofía leídas sólo he encontrado reflexiones aisladas de gran interés, pero nunca soluciones definitivas a los problemas existenciales esenciales, lo que me lleva a pensar que abandonada la filosofía —por no aportarme las soluciones buscadas— tan solo me queda, en ocasiones, la fe.

    Sin embargo continúo escribiendo diariamente, en un intento de que mis ideas adquieran forma material, pues en caso contrario se diluirían en mi mente como le ocurría a Harry Heller, —“El Lobo Estepario” de Hesse— que nos relata su experiencia:

“Una vez por la noche ocurrió que, estando despierto en la cama, empecé súbitamente a recitar versos, versos demasiado bellos, demasiado singulares para que yo hubiera podido pensar en escribirlos, versos que a la mañana siguiente ya no recordaba y que, sin embargo, estaban guardados en mí como la nuez sana y hermosa dentro de una cáscara rugosa y vieja.”


    Y es ese empeño en materializar mis pensamientos o imaginaciones lo que me lleva a escribir estas reflexiones heteróclitas, que en ocasiones no son más que lucubraciones inservibles, que no aportan otra cosa más que un sutil reflejo de mi alma.

    Pero ¿Qué es la literatura sino la descarnada pulsión a contar historias por escrito?

    Al final, tal vez se escribe para obtener respuestas sin necesidad de hacerse previamente ninguna pregunta y para vaciar el alma y después recomponerla con nuevas ideas y nuevos escritos.

     En cualquier caso, la escritura es como el fuego, que no tiene forma definida pero se adhiere al objeto que quema, como hace la luz con la oscuridad.

        Y para terminar os traigo una nueva pieza musical, una de las muchas que me acompañan en los silencios de mi castillo. Y no es una pieza de música clásica, sino un clásico contemporáneo "La canción más bonita del mundo" de Joaquín Sabina
        

© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana





viernes, 22 de septiembre de 2023

LA VEJEZ

    He escrito en varias ocasiones reflexiones referentes a la vejez y al envejecimiento, pero siempre aparecen en mi mente nuevas ideas, nuevos pensamientos que me invitan a volver a reflexionar sobre un destino tan deseado como rechazado.

   Llegados a mi edad debemos de ser conscientes de que, si la bondad divina nos premia con una larga vida, nos quedaría por vivir, a lo sumo, la mitad del tiempo que ya hemos vivido, y ello es tranquilizador si tenemos la suerte de que tan larga existencia la vivamos con salud física y mental, lo que es improbable a partir de los 90 años.

    Más realista sería pensar que podamos alargar nuestra vida un tercio de lo ya vivido, entre achaques y desmemorias.

     Y ya sería una vida generosa en su amplitud.

    Sin embargo, el gran reto es llegar a esas edades con un cuerpo sano y una mente despierta, pues en caso contrario no seríamos ancianos, sino “dependientes” y eso sí que es una mala jugarreta del destino, tanto para nosotros mismos como para nuestros familiares.

    Si el destino nos premia con una vida prolongada con salud e integridad intelectual podremos continuar disfrutando de nuestra existencia.

    En caso contrario la vida no merece la pena ser vivida, pues si el problema es físico lo sufriremos como una maldición, pero si el problema es mental haremos que nuestros familiares se sacrifiquen por nosotros, o bien acabaremos en una residencia de ancianos esperando la muerte sin tener verdadera conciencia ni tan siquiera de nuestra propia vida.

    Ya Erasmo en su “Encomio de la Estulticia” nos dice que:

“La vejez es un momento molesto tanto para los que lo sufren como para los que conviven con ella. Ningún mortal sería capaz de soportarlo si Estulticia no estuviera allí para devolverlo de nuevo a su infancia. En este sentido, hay gran parecido entre los niños y los ancianos: ambos divagan y tontean.”

    Aunque hay autores más benevolentes como Cicerón que consideran que 

"La vejez está siempre en primer plano. Todos se esfuerzan por alcanzarla y, una vez conseguida, todos la culpan de sus males. ¡Tanta es la necedad de la extravagancia."

“La vejez es el final de una representación teatral de cuya fatiga debemos huir, sobre todo y especialmente una vez asumido el cansancio. Quieran los Dioses que lleguéis a ella, y que la podáis experimentar y comprobar por vosotros mismos que puede ser apacible y placentera y que no son inevitables los males que se le atribuyen.”

    Y los males que se definen propios de la vejez Cicerón los rechaza:

• La incapacidad para la gestión de los negocios —pues la experiencia suple a la fuerza en la dedicación a cualquier negocio—.

• La incapacidad para sentir placeres —pues no se puede olvidar que el cuerpo puede sentir diversos placeres, y no solo el placer sexual, pues la lascivia no es virtud sino vicio—.

• La incapacidad para mantener la fuerza de la juventud —pese a que cualquier hombre juicioso no la echa de menos, pues se conforma con los esfuerzos de la mente y el espíritu—

    Así que, en definitiva, si en la vejez nos acompañan el cuerpo y la mente sanos, podremos vivirla con sosiego y felicidad, ello siempre que tratemos de disfrutar cada momento que nos corresponda, sin hacer revisión de nuestro pasado, pues nuestro espíritu crítico nos llevaría a rememorar todos nuestros errores y malos momentos por encikma de los buenos, con el peligro de vernos arrastrados por la melancolía y la depresión. 

    Y terminemos esta breve reflexión con una nueva pieza musical, en esta ocasión "Para mi viejo" del payador argentino Nelson Luna, que resume la conciencia del efecto del envejecimiento en su padre, en la preciosa estrofa:

"Que se te viene la noche

y se te está yendo el día."

 


©2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana 




lunes, 18 de septiembre de 2023

SIGAMOS REFLEXIONANDO

 

El pensador - Rodin

     La búsqueda, ya casi rutinaria, del conocimiento, nos lleva como siempre a nuestro “castillo”, ese rincón de recogimiento y silencio al que tan a menudo me refiero.

    Nuestro “castillo”, como epicentro de nuestra vida, evita que el mundo sea caótico.

    La intimidad y protección que nos brinda ese “castillo” son necesarias tanto para percibir el mundo como para seguirlo y orientarse en él.

    Por eso, el castillo interior, junto con el “YO”, son el punto de referencia más importante para nuestras reflexiones y nuestro conocimiento, tanto propio como de las realidades del mundo.

    Nuestro camino por la vida es como un laberinto, en el que cada obstáculo infranqueable nos hace retroceder para reanudar la búsqueda de la salida.

    Y en él la experiencia no actúa como el hilo de Ariadna, pues no queremos volver a la entrada, sino encontrar la salida hacia una nueva dimensión intelectual y espiritual que nos brinde la superación de nuestras humanas limitaciones.

    En ello ha consistido siempre el deambular intelectual de quienes han dedicado su existencia a la reflexión filosófica, que trata de encontrar respuesta ¡ni más ni menos! que al eterno problema de saber quiénes somos, que hacemos aquí y que nos depara existencialmente el futuro.

    Y ello, partiendo siempre de la aceptación de la realidad de nuestra finitud y nuestras limitaciones.

    En cualquier caso, mis referencias a los conceptos de “Castillo”, “Yo interior” o “Laberinto”, nada tienen que ver con la obra “Las Moradas” de Santa Teresa de Jesús, en donde se realiza, con la utilización de tales conceptos, una proyección del camino que ha de seguir el alma para encontrarse con Dios.

    Esos conceptos los entronco, intencionadamente, no con la obra teresiana, si no con el concepto de “Ciudadela” de Goethe, que el alemán defiende como un espacio deseablemente inviolable y en la que jamás debe entrar un extraño.

    Esa ciudadela es la conciencia moral ―la conciencia esencial del “Yo interior”― ese último reducto que acepta la obligación, y decide la acción, de odiar o de amar.

    En una carta de Goethe a Carlota de Stein, en 1778, le comunica su resolución de fortificar siempre, y cada vez más, las defensas de su vida interior contra la curiosidad del mundo exterior, y de armar, no solamente su «ciudadela», sino, para más seguridad, la «ciudad» entera.

    Es en esa “ciudadela”, dominada por el silencio, el trabajo y la conciencia propia del YO, donde, según Goethe, la creación intelectual se hace posible, y solo en ella.

    Mi carácter, celta y no teutón, me hace ser menos estricto que el genio alemán, pues mis reflexiones siempre encuentran parte de su construcción y origen, no solo en las lecturas realizadas, sino en la mera contemplación del mundo exterior, al que no impido su influencia en mi pensamiento.

    En realidad, sería incapaz de reflexionar y de plasmar en negro sobre blanco mis reflexiones, si no fuera capaz de sentirme influido por el pensar o actuar de otros, por las opiniones contrarias a las mías, por la realidad, no siempre grata o amable, de los sucesos cotidianos y de los acontecimientos extraordinarios, por los pequeños placeres y las desoladoras amarguras…

    ¿Cómo no sentirme influenciado en mis reflexiones por el delicioso olor de la «siega de la pación», por el bramar de las olas rompiendo en los acantilados, por lo que a mi juicio son disparates de los políticos o intelectuales que defienden posiciones que considero inaceptables, por el silencio imperfecto de la naturaleza, por mis momentos de fe y de duda, por las alegrías y tristezas de mis seres queridos, por la vida, en fin, que me ha tocado vivir?

    Sin embargo soy consciente, como nos recuerda Herman Hesse en su obra "Demian", que nada hay más molesto para los hombres que verse obligados a seguir el camino que les conduce a su YO interior, y que quienes lo hacen, hombres con valor y carácter, siempre les han resultado siniestros a la gente. Idea que hizo suya José Martí al decirnos

"Quien no tenga enemigos, es señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor temido, ni carácter que impresione, ni honra de la que no se murmure, ni bienes que se codicien, ni cosa buena que se envidie."
 
    Así pues, habremos de llegar a la conclusión de que cualquier persona de mínima valía tendrá enemigos; y frente a esa realidad me adhiero a lo dicho por Marco Tulio Cicerón:
 
Del destino nada temo pues yo ya he visto otros vientos; y he afrontado otras tempestades."

    Y volviendo a las influencias externas, de vez en cuando me como un cocido con amigos notarios, letrados en Cortes, empresarios de renombre o profesionales interesantes, todos ellos de gran nivel cultural e intelectual, que formamos una tertulia que sirve de disculpa para ese almuerzo, al igual que me carteo, con estos sistemas electrónicos contemporáneos, entre otras personas, con un periodista de Bilbao, con un militar de Zaragoza, o con algunas señoras cuya chispa y sensibilidad me divierten, y con las que mantengo una pura relación intelectual, pues mi alma tiene más de la impertinente sobriedad del “Señor de la Torre de Juan Abad” que de la concupiscencia de “Valmont”.

        Con lo que todo está dicho...
 
Siempre exitum est et lux in tenebris lucet
Siempre hay salida y la luz brilla en la oscuridad 

   Y concluyamos esta reflexión con una nueva pieza musical, hoy el “Va, pensiero” de la ópera de Verdi “Nabucco”, cuya primera estrofa nos dice

“Ve, pensamiento, con alas doradas;
ve, pósate en laderas y colinas
donde huele la suave fragancia,
la dulce brisa de la tierra natal!”

bello canto que hoy, como excepción, os traigo en dos versiones.

La primera cantada por por Zucchero y Pavarotti


La segunda interpretada en la “Arena de Verona” por 4600 coristas, en 2015, dirigidos por Carlo Pavese

© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

viernes, 15 de septiembre de 2023

EL PELIGRO WOKE


            ¿Qué es el movimiento woke?

    Nacido en el seno de los movimientos antisistema occidentales, lo woke es una corriente de pensamiento populista opuesta a todos los principios éticos o morales, económicos o de convivencia social de las sociedades en que se ha desarrollado.

     Inspirado en el concepto marxista de “igualdad”, llevan al extremo la teoría que considera que para alcanzar esa igualdad es preciso que todos renunciemos a nuestra libertad.

     A la postre, bajo el concepto “WOKE” nos referimos a varios movimientos e ideologías progresistas dogmáticos intolerantes, populistas y radicales, de izquierda identitaria posmoderna, demasiado entusiastas, agresivos, agitadores, susceptibles o poco sinceros, y por su tendencia a la censura de opiniones discrepantes mediante la llamada “cultura de la cancelación”.

    Esa “cultura de la cancelación” no es sino el fenómeno de censura extendido desde aquellas posiciones ideológicas “Woke” consistente en retirar el apoyo, ya sea moral, financiero, digital e incluso social, a aquellas personas u organizaciones que se consideran inadmisibles como consecuencia de sus comentarios o acciones, con independencia de su veracidad o falsedad, o porque esas personas o instituciones transgreden ciertas expectativas que sobre ellas tenían sus censores woke.

    En definitiva es la llamada a boicotear a alguien que ha expresado una opinión cuestionable, o impopular según el criterio woke de sus censores.

    A ella se refiere Albiac, diciéndonos que la censura hoy en día, desde esas posiciones, “es imponer en la cabeza de los ciudadanos lo que pueden ver —saber— o no.”

    No olvidemos, sin embargo, que este sistema de censura “social” tiene su origen en la Alemania Nazi donde se aplicaba a los judíos y a quienes no apoyaban al nacional-socialismo; desde donde se extiende a todos los demás sistemas socialistas y comunistas totalitarios, y hoy en día a los “progresistas woke” de las sociedades occidentales, intrínsecamente totalitarios.

    En cualquier caso, o más lamentable es que los partidos de la derecha europea, y muy especialmente los españoles no parecen dispuestos a dar la batalla frente a esa estrategia de las izquierdas.

     Por otra parte, y por  influencia del anarquismo, los activistas woke no admiten ningún tipo de autoridad, pues Defienden que los ciudadanos tienen derecho a actuar como quieran, en ejercicio de su “libre albedrío” el suyo ---claro--- pues no respetan la libertad de quien quiere comportarse de modo diferente a ellos.

    Lo woke es, sencillamente, un movimiento fascista de izquierdas que está amenazando las libertades individuales de los ciudadanos como método de imponer su ideología a la sociedad.

     Debo reconocer, sin embargo, que el concepto "Woke" tiene poco tirón en España, de modo que podríamos identificarlo con el de los "indignados" o "perroflautas" podemitas, incluidos hoy, no sin tensiones, en el conglomerado comunista "sumar"

     Pero no voy a limitarme a hacer una mera descripción teórica del movimiento woke, sino que os traigo dos ejemplos de lo pernicioso de este movimiento para nuestras libertades como ciudadanos.


CANADA

 

El psicólogo y profesor Jordan Peterson

    En Canadá cualquier persona puede decir públicamente que un hombre biológico es una mujer y una mujer biológica es un hombre, pero no puede decir que le parece mal semejante afirmación. 

    Esto es,  a grosso modo, lo que le ha sucedido a Jordan Peterson reconocido psicólogo y profesor, contrario a la ideología de género, 

    Un tribunal de Ontario ha ordenado a Peterson, profesor emérito del departamento de Psicología de la Universidad de Toronto, completar un curso de "reeducación" en redes sociales sobre profesionalismo en declaraciones públicas o correr el riesgo de perder su licencia para ejercer.

    A pesar del de lo increíble de la situación, en el país gobernado por el impresentable “progresista woke” Justin Trudeau, Peterson ha manifestado que cumplirá con la orden, pero dará a conocer toda su experiencia para que el público pueda «Decidir por sí mismo» cómo interpretarla: «Quiero que esto sea totalmente transparente y dejar que el público decida por sí mismo quién está actuando exactamente, de forma no profesional».

    El Colegio de Psicólogos de Ontario afirmó que varias de las publicaciones de Peterson en las redes sociales podrían considerarse una mala conducta profesional, acusación que llevó a la sentencia del tribunal que amenaza al psicólogo con retirarle su licencia para ejercer en la ciudad. La acusación ideológica y la censura mediática (y ya judicial) contra la libertad de pensamiento y expresión.

    Las quejas del Colegio remitían a varias publicaciones de Peterson donde denunciaba la ideología de género y a los políticos que la apoyan. 

    En 2022 fue suspendido en Twitter después de recriminar al actor 'transgénero' Elliot Page que «un médico criminal le extirpara los senos». Peterson sostuvo que sus publicaciones eran sus «opiniones» y que se sentía obligado, en su calidad profesional y profesor de psicología, a denunciar tratamientos y cirugías «sádicos», entre otras cosas, que considera «absolutamente inaceptables».

    Peterson considera que 

"La decisión del tribunal es un ataque a su libertad de expresión, lo que representa el desmoronamiento de todos los principios sobre los que se basan las sociedades democráticas occidentales», 

añadiendo que

«Esto es parte de la posición ideológica que se ha extendido por nuestras sociedades occidentales, respondiendo a la tentación» constante de la izquierda de destruir las libertades y principios fundamentales de Occidente. Las libertades que construimos en Occidente, especialmente la libertad de expresión, se basan en el punto de vista de que la existencia humana vale la pena, como también el ser mismo. Debemos orientarnos adecuadamente hacia arriba y, bueno, algunas personas piensan que es una buena idea y otras toman el camino opuesto», dijo, en un caso ya definitivamente terrible y distópico que transforma toda discrepancia en un ataque al sistema que se pretende imponer.»


ONU

 ONU 

        A lo largo de los últimos años la ONU nos tiene acostumbrados a despropósitos diversos, como conformar su Consejo de Derechos Humanos con representantes de países que vulneran cotidianamente los de sus ciudadanos como China, Cuba o Arabia Saudita.
     Del mismo modo se ha manifestado vehementemente defensora de la "Agenda 2030" con los diversos disparates que contiene y cuya finalidad no es mejorar el mundo, sino que las élites que la promueven controlen todos los derechos y escasas libertades de los ciudadanos.
     La última de esas tropelías la denuncia el periodista Carlos Esteban en la WEB INFOVATICANA  [i] y es la consistente en argumentar que la libertad religiosa está en conflicto con los derechos LGBT, recomendando a los Estados a que hagan prevalecer los segundos sobre la primera, haciendo cumplir los estándares LGBT a las confesiones religiosas y castigando a los líderes y organizaciones que no cumplan.
         El experto “independiente”  de la ONU sobre orientación sexual e identidad de género, Víctor Madrigal-Borloz, presentó un informe ante la 53.ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el quafirma que
"La libertad religiosa no es incompatible con la igualdad para las personas LGBT”.    

       Sin embargo, al leer el informe de Madrigal-Borloz, parece que su comprensión de la «compatibilidad» significa que las creencias y tradiciones religiosas arraigadas deben estar subordinadas a la ideología LGBT.

    El informe, muy desafortunadamente, pide a los gobiernos que

“Amenacen y castiguen a los líderes religiosos y las organizaciones que no cumplan con la ortodoxia LGBT y que desestabilice las religiones desde dentro apoyando a las facciones pro-LGBT dentro de las denominaciones religiosas”.

    Madrigal-Borloz, autor nominal del informe, no oculta su intención de crear “un nuevo espacio normativo” donde los gobiernos impongan estándares religiosos respetuosos con los sentimientos LGTB.

Los límites establecidos en el diseño mismo de la Libertad de Religión –incluidos los derechos y libertades fundamentales de las personas LGBT– son la clave para la plena compatibilidad de la Libertad de Religión y todas las acciones que sean necesarias para combatir la violencia y la discriminación contra aquellas personas LGTB

concluye al final del informe.

        Según este “relator independiente

“Es necesario amenazar con penas al clero para cumplir con los estándares religiosos oficiales favorables al lobby LGTB”

así como  

“Alentar a las instituciones religiosas a considerar las formas en que sus representantes serán responsables en los casos en que promuevan la discriminación contra LGBT y otras personas de género diverso”

    En esta línea, Madrigal-Borloz insta a los estados miembros de la ONU a utilizar instituciones y líderes religiosos favorables para promover la influencia de la ideología homosexual y transgénero en los credos de las religiones.

    Respalda expresamente a varios grupos religiosos disidentes: Catholics for Choice, que promueve el aborto, y Muslims for Progressive Values, que promueve cuestiones homosexuales y transgénero.

    En cualquier caso no es de extrañar la posición de este “relator independiente de la ONU” si tenemos en cuenta que expresamente se ha declarado “ateo progresista” y que, por lo tanto, le preocupan poco, o nada, los sentimientos religiosos de los ciudadanos.

    La cuestión no es baladí, pues ―siendo una nueva muestra de la pretensión WOKE de la "cultura de la cancelación"  viene a establecer limitaciones graves al Derecho a la libertad Religiosa, uno de los Derechos Fundamentales de los ciudadanos conforme a la “Declaración Universal” de 1948, en la línea del pensamiento woke, con la finalidad de que sobre tal Derecho prevalezca el Derecho a la elección de Género.

    Podría continuar con otras manifestaciones, muchas de ellas evidentes, de este movimiento woke y su "cultura de la cancelación" que conecta con la doctrina comunista de Gramsci, Laclau y Mouffe, del "Supremacismo Cultural" por vía de la ocupación de todos los centros de actividad en los que se fundamente cualquier poder social.

    Creo, no obstante, que los dos ejemplos desarrollados evidencian cual es la intención de este falso progresismo, y por ello concluyo con una formula tradicional latina de finalización de libros y escritos:

"Hic heterogenea cogitationis est scriptus sit nomen domini benedictum, Amen"

     Y terminemos como siempre esta reflexión, con una nueva pieza musical, en esta ocasión "Holly Mother" interpretada por Luciano Pavarotti, Eric Clapton y el Coro de Gospel del East London, que no deja de ser un canto a la "Libertad de Religión y Culto"