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lunes, 22 de julio de 2024

ULISES Y MACBETH


    Somos un permanente conjunto de contradicciones, un cúmulo de imperfecciones, un amontonamiento de ideas inconexas y aberrantes.

        Somos humanos.

    La perfección es atributo de los Dioses, y al igual que la felicidad, Ellos tan solo nos dejan intuirla.

    Los pensadores paganos de la antigüedad equiparaban las diferentes pasiones humanas con los héroes imperfectos nacidos de los Dioses, y el ideal de lo perfecto solo encontraba reflejo en los atributos de cada morador del Olimpo.

    Junto a ellos Apolo, dominando desde su morada del Parnaso el hogar de las Musas en el vecino monte Helicón, les permitía inspirar pensamientos elevados a un pequeño grupo de mortales escogidos, por el solo placer de ver a sus criaturas participar en el conocimiento de lo eterno.

    Pero el Mundo ha evolucionado, los Dioses ya no existen, “Dios ha Muerto” como pretendiera el todavía lúcido “Nietzsche” en uno de sus últimos escritos antes de entregar su mente a las Bacantes.

    ¿Acaso nuestro destino es ser pasto de la locura como recompensa a nuestros desvelos?

    No lo se, pero mientras mantenga la lucidez trataré de culminar mis reflexiones.

    Todas estas cuestiones me llevan a comentar la realidad circundante en clave de mitología y literatura.

    Así, podríamos decir que hoy nos gobierna un hombre carente de Patria y de Bandera, que, como si de Alcibíades se tratase, vende Atenas a Esparta y Esparta a Persia, a cambio de la gloria instantánea y pasajera, sin pensar que su derrota no será suya, si no que ya lo es para nuestra Patria y que la Historia es inmisericorde con los perdedores.

    El Presidente del Gobierno, como hiciera Ulises, persigue los mitos insondables en un piélago abrumador de contradicciones, en busca de la recompensa de los Dioses, EL PODER ETERNO, mientras Penélope, la opinión pública, su sufrida esposa,  teje y desteje su tapiz, entre ilusiones y decepciones, esperando que termine su travesía.

    De nada sirven al navegante los augurios de Tiresias, el adivino, la experiencia histórica acumulada, que le previene de las trampas que encontrará en su singladura, ni los cantos de las hijas de Melpómene, las Sirenas, que cual las brujas de Macbeth le cantan “tuya será la Gloria”, aunque haga oídos sordos a la segunda estrofa: “Pero no lo será de tu estirpe”.

    Mientras tanto el navegante, no se sabe si por inconsciencia o superficialidad, se entretiene entre los brazos de la bruja Circe de Elgoibar, La Santa Compaña Gallega, o algún genio botiguer de Cataluña, que le arropan entre sus promesas, sus ensoñaciones identitarias, su hacha ensangrentada y su emponzoñada serpiente.

    Sin embargo el moderno Ulises engendrará un hijo monstruoso, que al igual que el vástago de Circe y Ulises, Telégono, acabará con su progenitor entre enormes desventuras.

    Efectivamente ningún hombre nacido de mujer podrá acabar con Macbeth, pero, algún día, el bosque de Birnam avanzará hacia Dunsinane para derrotarle.

    Los votos, tarde o temprano, desplazarán al Héroe de su atalaya, y la gloria no será ya de su estirpe, su PSOE.

     Y entonces será el llanto y el crujir de dientes.

    Pero desgraciadamente no sólo los suyos, si no los de las víctimas de sus desatinos, sus propios correligionarios.

    Mientras que todos nosotros reiremos satisfechos.

    Y como siempre concluyamos esta “Reflexión Heteróclita” con una nueva pieza musical. Hoy la “Patria Tradita” de la Ópera Macbeth de Verdi.




©2024 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA LOZANA



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