La defensa de la
conciencia individual, del libre pensamiento y del misterio de la dignidad
humana en si misma, me parecen imprescindibles en el momento actual, para hacer
frente a las amenazas más radicales a las libertades individuales, que son
fruto de una imposición ideológica, “la superioridad moral del pensamiento de
izquierdas”, presunción que ni liberales
ni conservadores han sabido contrarrestar durante los últimos 70 años.
En palabras del profesor
Armando Pego, debemos de defender esa libertad individual con firmeza, pues
“El Estado no tiene la autoridad ─aunque pueda tener el poder─ para dar el derecho a nacer, a casarse, a educar a los hijos o a morir."
Desde
que Karl Marx formulase sus teorías en el último cuarto del s.IX, hasta
nuestros días, el concepto de libertad individual ha sido criticado y negado
por los que pudiéramos llamar “intelectuales de izquierdas” de modo que la
dinámica de la confrontación ideológica se ha movido en la lucha de los
defensores de la igualdad contra los defensores de la libertad.
Ya Mounier, fundador de
la corriente filosófica “Personalista” afirmaba:
“La laguna esencial del marxismo es haber
desconocido la realidad íntima del hombre, la de su vida personal.”
Efectivamente, para
Marx el hombre es ante todo el conjunto de sus relaciones sociales:
"... la esencia
humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el
conjunto de sus relaciones sociales".
En palabras de
Benedicto XVI:
“El marxismo parte de la idea de que la libertad es algo indivisible y subsiste por tanto, como tal, sólo si es la libertad de todos. La libertad está unida a la igualdad: para que haya libertad, hay que establecer ante todo la igualdad. Lo que significa que para el objetivo de una plena libertad son necesarias ciertas renuncias a la libertad. La solidaridad de los que combaten por la libertad común, de todos, precede la realización de la libertad individual.”
En definitiva, en Marx
prevalece la idea de la postergación de la libertad del individuo en aras de
lograr la igualdad de todos los miembros de la Sociedad, lo que lleva, a la
postre, a una libertad limitada del individuo, pues sobre la libertad
individual ha de prevalecer la igualdad de los miembros comunidad y sobre sus
derechos individuales como persona los derechos de la Colectividad.
Y es en esa dinámica de
sometimiento de la libertad individual a la igualdad de todos donde siguen
moviéndose, hoy, los marxistas, tanto los teóricos como los políticos que
tratan de imponer la ideología totalitaria de las izquierdas en nuestra Sociedad
actual.
Dice Torcuato
Fernandez-Miranda:
"La vida humana es
radical intimidad, mismidad, destino propio, peculiar, infungible, intimo. Así
como nadie puede morirse por mí, soy yo el que tengo que morir mi muerte, así
de la misma manera sólo en mi radical intimidad puede mi vida ser vivida.
Renunciar a esta radical intimidad, al propio destino de nuestra vida
infungible, para asumir un destino ajeno, enajenar nuestra vida, es dimitir del
modo más absoluto de la vida humana y aceptar la peor de las
esclavitudes".
Frente a tal concepción
de la libertad como elemento esencial de la vida humana, el socialismo marxista
amenaza tanto la libertad cuanto algo más radical: La intimidad, la posibilidad
de vivir cada uno dentro de sí mismo, en ese castillo interior que es el alma y
la vida del hombre.
La intimidad implica que cada hombre tiene su propio destino, su vocación específica, infungible. Y así, al igual que nadie puede vivir nuestra propia muerte, así tampoco nadie puede imponernos como vivir nuestra propia vida.
Pretender, por tanto, estandarizar al hombre, uniformar su vida bajo la
igualdad es desconocer lo que la vida tiene de infungible en su intimidad
individual.
En
conclusión, si el hombre quiere serlo plenamente, debemos luchar en defensa de
esa libertad individual, que alcanza su máxima expresión en la intimidad propia
de cada sujeto, en donde se manifiestan sus principios, sus creencias, sus
aspiraciones y sus sentimientos.
Volviendo
a Armando Pego:
“Es una pretensión
tiránica intentar relegar al ámbito privado la disconformidad de los ciudadanos
por razones morales y/o religiosas con esa usurpación de facto, obligándoles a
un asentimiento público por acción u omisión.”
Y
eso es, precisamente, lo que está pretendiendo la izquierda radical que hoy nos
gobierna, tachando de “fascista” al discrepante, condenando como “golpista”
al disidente, desautorizando todo comentario o expresión de crítica a las
acciones de la mayoría gobernante, e imponiendo la “supremacía cultural
de izquierdas” como verdad única e indiscutible.
E
incluso invadiendo el ámbito de lo privado, pues como dice Amando Pego, todo
ello está ocurriendo:
“en una época cuya
ideología dominante está tejiendo un entramado legal que intenta imponer la
“transparencia” -¿como cumplimiento del ideal ilustrado?- hasta en la intimidad
del hogar, que se quiere identificar, de manera gnóstica, como un ámbito de
oscuridad y de freno al progreso”.
No
podemos olvidar, en cualquier caso, que ello está ocurriendo como consecuencia
de una demoledora propaganda incrustada en el AGITPROP marxista de nuestros
gobernantes, que ha traído como consecuencia, unos medios de comunicación que
participan en esa estrategia ciegamente, bien engrasados con subvenciones y
publicidad institucional que les salva de su quiebra.
Téngase en cuenta que en una Sociedad como la nuestra, en la que las gentes más sencillas temen a la libertad, pues realmente no saben que hacer con ella, y prefieren someterse a los dictados del "Estado Paternalista" que les organiza su vida y les evita el "sacrificio de tener que tomar decisiones", los mensajes televisivos son uno de los ínstrumentos más temibles de manipulación de la opinión pública, de conformación del pensamiento mayoritario de la Sociedad, frente a lo cual habremos de defender que serán más, pero que la razón está con nosotros.
Hagamos, pues, causa de la defensa de nuestra intimidad familiar, ya que según palabras de Santo Tomás Moro:
“El hogar es la morada real de la Libertad”
Y no olvidemos el consejo del filósofo alemán Otto Marquard que nos recuerda que:
«Vivimos en una época
en que en lugar de tener una conciencia propia (que es difícil y exige
de nosotros) preferimos ser la conciencia de otros (que está tirado y
nos llena de satisfacción)».
Y
concluyamos, tal y como es nuestra costumbre, esta Reflexión con un vídeo; en
esta ocasión el “Canto a la Libertad” del Nabuco de Verdi, en versión en español
de Nana Mouskuouri
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