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miércoles, 24 de junio de 2020

MAS SOBRE EL ISLAM




    En mi reciente escrito "RATISBONA" planteaba la cuestión del crecimiento de las comunidades musulmanas en Europa y la cada día mayor influencia, a través de ellas, de lo islámico en nuestras sociedades.

    De esta realidad se derivan, necesariamente, algunas cuestiones que voy a abordar en este nuevo escrito.

    Un artículo de Jonh Lloyd en el “Financial Times” formulaba una pregunta clave para tratar de definir las relaciones del Islam y Europa:

¿Puede un musulmán devoto ser leal a un Estado laico?

    O dicho con otras palabras:

    ¿Será posible que los musulmanes europeos puedan separar, de modo expresamente diferenciado, el ámbito de su fe y la piedad con la que la defienden y practican sus ritos, del ámbito de sus derechos y obligaciones civiles impuestas por la legislación del Estado en el que residen o del que formen parte?

    La cuestión es efectivamente crítica, y las consecuencias derivadas de ella, inmensas.

    Una de las consecuencias es que al igual que los musulmanes exigen respeto a su fe y libertad para su práctica, deberían corresponder ─pues tal es el sentido de las leyes en las sociedades occidentales─ con un pleno respeto hacia las posiciones religiosas o filosóficas de los demás, especialmente de aquellas para las que el Islam exige una mayor beligerancia y falta de respeto.

    Y junto a ello, pues nuevamente es consecuencia de los principios inspiradores de las sociedades occidentales modernas, debería exigirse a todo musulmán respeto hacia los musulmanes disidentes o críticos con las interpretaciones mayoritarias del propio Islam, favoreciendo así un necesario proceso de adaptación de la fe islámica a las sociedades desarrolladas occidentales en las que está integrada.

    La cuestión que todas estas preguntas plantean es la de si es posible aventurar la emergencia de un Islam moderado capaz seducir a los musulmanes y ofrecer alguna perspectiva de libertad y respeto hacia quienes tienen creencias incompatibles con las del propio Islam, propiciando así la coexistencia del Islam con los no musulmanes.

    No faltan expertos que piensan que sería perfectamente posible, ya que afirman que el Corán no avala ninguno de los comportamientos antiéticos (desde el punto de vista occidental) que caracterizan a los sistemas legales musulmanes, intransigentemente apoyados en la Sharía ─v.g.: la pena de muerte y otros castigos físicos para delitos como el adulterio o la conversión a otra religión─ y ciertamente no existe la menor razón que nos impida creerlo.

    Dado que tampoco los Evangelios incitan a la violencia y ello no fue óbice para que, durante un largo período de nuestra historia, su interpretación sesgada fuera utilizada como coartada para justificar las cruzadas o para quemar herejes, muchos sostienen que es posible una evolución modernizadora de las sociedades musulmanas, similar a la modernización de las sociedades cristianas, acaecida a partir de la revolución francesa.

    Sin embargo, es preciso tener en cuenta que esa modernización choca contra la creencia, incontrovertida en las distintas ramas del Islam, de la infalibilidad del Profeta y la inamovilidad de los principios derivados del Corán y la Sunna.

    A diferencia de los evangelios cristianos, que constituyen una relación de hechos y dichos de Jesús ─fundamentalmente de sus enseñanzas, y de su pasión, muerte y resurrección, en los que se basan los elementos de la fe cristiana─ redactados por sus discípulos, los evangelistas, el Corán es, según los propios musulmanes, la revelación de Alá, la palabra de Alá revelada directamente al profeta por el Arcángel Gabriel.

    La diferencia plantea una cuestión fundamental, los cristianos creen que son ciertos los hechos relatados en los evangelios y las enseñanzas del Maestro, pero que no son sino los relatos reproducidos por sus discípulos, los cuatro evangelistas, por lo que, sin negar esa autenticidad, se ha discutido en el seno de la cristiandad la posibilidad de interpretaciones diversas de su contenido, lo que dio lugar históricamente a las llamadas corrientes protestantes, frente a la interpretación “verdadera” de la Iglesia católica, divergencias que contribuyeron, positivamente, a la evolución sociológico-filosófica de Occidente.

    el contrario. los musulmanes creen que el Corán contiene mandatos literales emanados del propio Alá, y por tanto, según la interpretación integrista mayoritaria, tales mandatos son inamovibles y solo son susceptibles de interpretación limitada sobre la base de los dichos del profeta transmitidos, sin ruptura del enlace histórico, de ulema a ulema: las llamadas “hazid”.

En tal sentido

«El gobierno islámico está sometido a la ley del Islam, que no emana ni del pueblo ni de sus representantes, sino directamente de Dios y su voluntad divina. La ley coránica, que no es otra que la ley divina, constituye la entidad de todo gobierno islámico y reina enteramente sobre todas las personas que están bajo ella.»

Tal y como Afirmaba categóricamente el Ayatolá Jomeini.

    Esta consideración elimina toda posibilidad, en las sociedades musulmanas, ─partidarias en su  mayoría de una interpretación integrista del Corán─, de llegar a una efectiva división de los poderes religioso y político, que ha sido una de las constantes de la evolución político-histórica en los países occidentales, y uno de los hitos de la evolución de nuestras sociedades hacia lo que hoy conocemos como sociedades democráticas desarrolladas.

    En esta línea son interesantes las conclusiones manifestadas por el candidato a la Presidencia de la República Francesa Nicolás Sarkozy en su libro, publicado por la editorial Gota a Gota de la fundación FAES, bajo el título “La República, las religiones, la esperanza”

    De este libro se deducen las siguientes conclusiones.

    Los Estados deben garantizar el respeto y la promoción del culto de las distintas religiones que se practiquen en sus territorios, pero, en el caso de la Unión Europea, deben mostrar una especial sensibilidad hacia el cristianismo, que no solo es una religión, sino que es la base de nuestra cultura.

    Entre los sistemas defendidos en distintos países europeos en relación con el Islam, el “multiculturalismo” y la “asimilación” y pese a reconocer los fallos de ambos sistemas, Sarkozy defiende la exigencia de integración de los musulmanes a la cultura occidental para evitar la formación de “guetos” culturales o la deriva de los ciudadanos europeos musulmanes hacia la violencia del “yihadismo” integrista.

    Su pensamiento se puede resumir en la frase dirigida por Sarkozy, en un programa televisivo, a una defensora del uso del velo o “chador” por las jóvenes musulmanas en las escuelas francesas:

“Al igual que los cristianos tienen que quitarse sus zapatos, por respeto a las tradiciones musulmanas, al entrar en una mezquita, las musulmanas se tiene que quitar el velo, por respeto a nuestra tradición de escuela laica, al entrar en un colegio.”

       Solo un proceso de “integración” cultural del Islam en los esquemas sociológicos y de derechos y libertades Occidentales permitiría la coexistencia de Islam y cultura occidental, del modo en que es posible la coexistencia entre cultura occidental y cristianismo.

       Algunos estudiosos defienden que esa posibilidad existe ya en el seno del Islam, en el que no podría obviarse la inexistencia de una uniformidad de interpretación del Corán y la Sunna.

En ese sentido, y como muestra de la evolución del Islam se señala, por ejemplo, la diferente redacción que se propugna entre las corrientes integristas y las más moderadas, del último inciso del versículo 34 de la Sura An-Nisáa (Sura 4ª La mujer):

“En relación con aquellas mujeres de las que tengáis pruebas de su hostilidad, hacedlas entrar en razón, evitad su intimidad e imprimid en ellas la necesidad de un cambio” (Versión moderada)

“Respecto de aquellas mujeres de las que temáis que no os serán sumisas, reñirlas, relegarlas a sus habitaciones, y golpearlas” (versión Integrista)

        En cualquier caso, con ser groseras las diferencias entre una y otra versión, se olvida que lo esencial de la cuestión no se encuentra en este último inciso del versículo, si no en su primer inciso, que ambas corrientes declinan de modo idéntico:

“Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan.”

        Lo que implica una sumisión de la mujer al hombre contraria a los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos y difícilmente conciliable con ella.

        Son estas, y otras cuestiones fundamentales referidas a la falta de respeto por parte del Corán a aspectos concretos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, las que dificultan una verdadera integración del Islam en la cultura occidental, no solo las posiciones más integristas, si no su esencia general que, hoy por hoy, dificulta la conciliación de pensamientos entre los postulados de las sociedades laicas occidentales y la concepción teológica de la existencia y la presencia de los postulados de El Corán, en todas las esferas y en todos los aspectos de la vida pública y privada de los musulmanes.

        Y mientras tanto, seguimos presenciando nuevas muestras de la debilidad de la sociedad occidental frente a las presiones y amenazas del Islam.

        Así, los alcaldes de diversas localidades del Levante español, en las que son tradicionales las llamadas “Fiestas de Moros y Cristianos” han decidido alterar las tradiciones de esas fiestas eliminando de su programa la tradicional “quema de Mahoma” con el fin de “no herir a la sensibilidad de los musulmanes”. Aunque nadie se ha escandalizado de que Bisbal, en el vidioclip de presentación de su nuevo disco se presente “crucificado” colgando de una soga, en una estética de imitación de la crucifixión que, no se muy bien porqué, encanta a nuestros faranduleros.

        Por otra parte, los inmigrantes musulmanes retenidos en las instalaciones de acogida de Tenerife, se han amotinado contra la policía porque siendo “Ramadán” se les han repartido bocadillos a la luz del sol, contraviniendo así sus preceptos del ayuno y a nadie se le ha ocurrido decirles que se coman sus bocadillos, cada uno de ellos, cuando sus convicciones religiosas personales se lo recomienden.

        Y Marruecos se niega a aceptar que varias decenas de vehículos todo terreno, regalados por España, entren en su territorio por la frontera de Melilla, pues eso sería tanto como aceptar que Melilla es Española y que hay una frontera legítima, mientras que nuestro Gobierno acuerda con las autoridades de Gibraltar abrir un centro del Instituto Cervantes en el Peñón, reconociendo de facto su cualidad de territorio extranjero.

        Y así vamos viendo pequeñas, pero constantes muestras de lo que es un permanente intento de islamización de nuestra sociedad:

        Los aragoneses discuten la eliminación de las cuatro cabezas de moro que aparecen en su escudo desde la Edad Media; en Granada se piensa eliminar de sus fiestas la exposición y el flameo del pendón de los Reyes Católicos, que recuerda su reconquista, tal y como se ha venido haciendo desde 1492; en Córdoba se insiste en realizar una oración musulmana colectiva en la mezquita pese a que sea templo cristiano desde hace casi 800 años, exactamente desde 1236, año de la conquista de la ciudad por el Rey Fernando III El Santo; etc...

        Y fuera de España se suspende la representación de la Opera “Idomeneo” porque en su montaje hay escenas que pueden ofender al Islam, pero nadie suspende el estreno de obras de cine o teatro que ofenden los sentimientos cristianos, (v.g. la obra “Corpus Christi” del autor Terence McNally que presenta a un Jesucristo homosexual y que va a estrenarse en Brodway) y salvo a los ortodoxos rusos, a nadie se le ocurre quejarse de la crucifixión (nuevamente) de Madona.

        No podemos seguir en esta dinámica, Occidente tiene la obligación de defender los esquemas de su Sociedad laica, liberal y democrática, creada sobre la base del pensamiento cristiano, si no quiere verse arrastrada a una situación de islamización de consecuencias impredecibles.

        Y como casi siempre, y para concluir, os añado un vÍdeo con la pieza “Capricho Árabe” de Francisco Tárrega, música que nos conecta con la herencia árabe de 800 años de presencia musulmana en la península ibérica, cuyo poso permanece en nuestra cultura, aunque de su definitiva marcha hace ya más de 500 años.


2 comentarios:

  1. Excelente aproximacion, como nos acostumbras.
    Permiteme incluir elgún criterio arendido en el libro de La Historia del islam.
    Los Sunies y los Chiies llevan desde el SV matandose entre ellos por una cuestion menor; unos defienden que la maxima direccion de los musulmanes debe ser un descendiente del profeta y los otros creen que basta con ser un creyente de devota fidelidad.
    Si esta nimiedad hace que en el SXXI todavia se justifiquen atentados en Irak...es muy dificil que los islamistas mas radicales se avengan a ningun convencionalismo social o politico de Europa.
    Pero los no exaltados aeran bienvenidos a una sociedad plural.
    Otro matiz es el tema de las cruzadas cristianas, que la historia islamica no entiende como una guerra religiosa, si no como otra conquista de territorio hecha por el enemigo no matter el color de piel o religion que usaban.
    Sin embargo, en el lado cristiano, si era importante que el Papa calificase de cruzada la campaña militar, ya que eso permitia las muertes sin condena, y ayudaba a pagar los ejercitos cristianos con el botin de guerra.

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  2. De hecho, la teoria de la reconquista iniciada en la Batalla de las Navas de Tolosa se ve -desde el lado Islamico- mas como un deterioro interno de la dinastia de los Omeyas, combatida internamente por abasies y selucidas, y por supuesto los califatos divididos en reinos de Taifas, que como una victoria unitaria del ceistianismo de la España mediaval.

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