Hace algún tiempo, un buen amigo me
hizo el honor de pedirme que le dirigiese, con ocasión de unos encuentros
lúdico-culturales organizados por él en su Campo, un “Workshop”, “Taller”, “Lección” o como sea
menester llamar a esta clase de encuentros, sobre “El arte de la tertulia”.
Durante varias semanas, desde que
este osado amigo me propuso dirigir aquella charla-tertulia, traté de recopilar
documentación escrita al respecto, aunque he de reconocer que sin mucho éxito,
así que os contaré lo que hice, empezando con su definición.
Dice el Diccionario de la RAE
TERTULIA: Reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar o recrearse.
No existe mucha bibliografía a
cerca de las tertulias o de el arte de la Tertulia, quizás porque los
tertulianos prefieren hablar a escribir, o porque consideren que nada hay
interesante que escribir a cerca de su costumbre de reunirse para hablar.
En Internet, que presenta varios
índices bibliográficos interesantes, no he encontrado referencia alguna a este “Arte”,
y por lo tanto me temo que debo de improvisar estos pequeños “apuntes” que han
de servirme de guión al respecto.
He encontrado, eso si, algunos artículos
más enciclopédicos que útiles, pero que para nuestros menesteres algo aportan,
y del que os adjunto copia.
Así, en primer lugar, he tratado de
sondear el origen de la palabra “Tertulia” y me he encontrado con esta curiosa
definición de Roberto Zaid:
“ La tertulia es milenaria, pero la palabra tertulia es muy tardía: una singularidad de la lengua española, que pasó literalmente al francés, inglés, alemán. Le Grand Robert documenta tertulia en una traducción de 1776 que deja la palabra en español, aclarando que es una "reunión culta (savante) donde se comenta a Tertuliano". En su Diccionario crítico etimológico, Corominas considera razonable la tesis del historiador del teatro español Adolf Friedrich von Schack: El nombre tertulia aparece hacia la mitad del siglo XVII y sale desde entonces frecuentemente en las obras teatrales. Así se llamaban los palcos del piso alto, que antes habían llevado el nombre de desvanes, y en los cuales se sentaban, sobre todo, el público educado y la gente de Iglesia. Entonces estaba de moda estudiar a Tertuliano, y los sacerdotes en particular tenían la costumbre de adornar sus sermones con citas de sus obras, por lo cual se les dio humorísticamente el nombre de tertuliantes, y a su lugar el de tertulia. De estos palcos, a los cuales ya anteriormente se había dado el nombre honorífico de desvanes eruditos, salían los dictámenes a los que el autor reconocía más fuerza, como procedentes de hombres entendidos" (1846). Lo que empezó como una broma sirvió finalmente para referirse a una institución de la amistad y la opinión pública.”
Pues bien, acotado el concepto de “Tertulia” no queda ya si no proceder a acotar el contenido definido.
Según se opina
mayoritariamente, el origen de la tertulia debe encontrarse en la costumbre muy
mediterránea de reunirse en lugares públicos o privados para charlar, largo y
tendido, de lo divino o de lo humano; pero esta costumbre alcanza su plenitud
en el momento en el que se le incorpora el café, invento de origen árabe que se
extiende por la Europa Mediterránea, de la mano de los Turcos y los hispano
árabes a partir del s. XV, y al resto de Europa en el s.XVII.
En definitiva,
la tertulia no es sin no la reunión, generalmente periódica, de un grupo de
personas, amigos o meros conocidos, que se reúnen en un lugar predeterminado,
ya público, ya privado, para charlar de las materias que sean de su interés
común.
Partiendo de tal
idea, la tertulia puede ser erudita o vulgar, artística, chismosa o deportiva,
o de cualquier género de conocimiento o afición que interesa al grupo de los
reunidos.
Pero en todo
caso conlleva en si misma una inquietud cultural o de conocimiento, pues en
caso contrario se sustituye por “la partida”, que no es sino otra reunión,
también con carácter generalmente periódico, en lugares públicos o privados de
un grupo de amigos o conocidos, pero en esta ocasión con la finalidad de
dedicarse no a la charla sino a la practica de algún juego, ya de naipes, ya de
fichas, en la que se procura hablar “ lo menos posible”, más allá de lo que
exijan los lances propios del juego en cuestión, y en donde las frases que se
expresan suelen ser de auto reproche por lo mal jugado o de hiriente desprecio
al contrincante perdedor, a quien siempre se acusa de no tener “ni idea” del
juego practicado, al tiempo que se le ofrecen “lecciones gratuitas” para
mejorar su juego.
Como decía, la
tertulia tiene connotaciones más culturales, pero en ella es elemento siempre
apreciado la critica al contertulio, cuanto más mordaz mejor, o el juego de
dejar en evidencia el desconocimiento sobre la materia en alguno de ellos.
Como conclusión
de estas breves líneas, aquí os aporto algunas reglas que siempre han de
tenerse en cuentas en la tertulia:
1.- Está
permitido, e incluso es aconsejable, criticar al contertulio que se retrasa en
la cita programada aprovechando su retraso. Criticas que han de cesar
inmediatamente a su llegada. El juego está perfectamente establecido, y ya le
tocará a él criticar a otros cuando se retrasen.
2º.- En la
tertulia ha de respetarse, cuando tienen objeto preestablecido, el contenido de
las intervenciones, que han de ajustarse al objeto de la reunión, pues se
considera de pésima educación charlar sobre cuestiones ajenas al mismo.
v.g.: Se consideraría de mal
gusto hablar de la belleza de las jovencitas en una tertulia en la que,
implícita y unánimemente, esté preestablecido que se va a ella para hablar de
la necesidad de mejorar el sistema educativo femenino. (Piénsese además que en
la referida tertulia ---que seguro que es un rollo aceptado por puro
compromiso---estarán presentes algún cura y alguna señora soltera y de edad
avanzada, generalmente alguna Tía de un contertulio, o del mismo cura---)
3º.- Si la
tertulia no tiene un objeto preestablecido, lo que suele ocurrir en la mayor
parte de ellas, o al menos en las más divertidas ---sin menosprecio de las taurinas--- el
tema de conversación se propondrá por los contertulios tratando de respetar un
cierto orden lógico entre los mismos, pues en caso contrario siempre se acabará
hablando de lo mismo: De aquello que interese al más extrovertido u osado de la
reunión.
4º.- En cuanto
al orden y modo de las intervenciones, deben respetarse algunos usos ya
consagrados por la costumbre:
a.- Está permitido interrumpir sin miramientos, intempestivamente, al
contertulio que diga obviedades o estupideces (siempre de acuerdo con el sentir
general de los demás)
b.- las intervenciones procurarán no ser ni excesivamente largas ni
repetitivas.
c.- Aporta viveza el que los contertulios comiencen sus intervenciones
mientras el que habla concluye la suya, evitando así silencios prolongados y
aburridos.
Ello bien entendido que no se trata de privar de su turno de palabra a un
contertulio, que debe ser siempre respetado, con advertencia de que, a diferencia
de las conversaciones entre anglosajones, en las que un “I beg your pardon”
produce el inmediato efecto de silenciar a cualquiera en el uso de la palabra,
en las conversaciones entre españoles, y cuanto más del sur, peor, se prodigan
las expresiones de “perdon...” sin respuesta alguna por parte del resto de los
intervinientes, que suelen ser, al tiempo, varios y mal avenidos.
d.-Los invitados noveles o no habituales deberán mantener la boca cerrada
el mayor tiempo posible, y sin duda, y hasta la segunda o tercera vez que
asistan, y ya puedan ser considerados habituales, no deben ser excesivamente
beligerantes con los demás.
e.- Finalmente conviene haberse leído el periódico o escuchado algo la
radio, o vistas las noticias en televisión para saber de que va el mundo y que
no te pillen en un renuncio por desconocimiento de la actualidad.
4.- Las consumiciones se pagan a
escote, pero si algún contertulio se va antes de la hora prefijada para la
conclusión de la tertulia, debe acercarse al camarero y hacerse cargo de la
nota.
5.- Es de pésima educación realizar
consumiciones extraordinarias, muy diferentes y mucho más caras que las que
estén realizando la mayoría de los contertulios ---no tendría sentido que si
los tertulianos están tomando un “cafelito”, lleguemos pidiendo un “Irlandés de
Cardhu”---
6.- Es castigo inveterado que si un
contertulio está excesivamente pesado en alguna ocasión, o si sus argumentos
enervan a todos los restantes, estos puedan abandonarle al unísono, obligándole, así, a pagar la cuenta.
Por último me gustaría realizar una
consideración “ad liminem”, aunque su mero enunciado pudiera, que no lo es,
parecer machista.
¿Son posibles las tertulias
femeninas?
Según la mayoría de los eruditos en
la materia SI ---siempre hay alguna
excepción de marcado corte misógino--- pero son diferentes a las masculinas,
pues desde luego no es de aplicación ninguna de las normas anteriormente
mencionadas y no por sus limitaciones, que son escasas, si no por las nuestras,
las de los hombres, que son abundantes.
La norma general en las tertulias
femeninas es que cada una de las participantes en la tertulia esté autorizada
para hablar al mismo tiempo y de materia diferente a las de sus compañeras
tertulianas, con la ventaja evidente que les otorga su cualidad de féminas, que
las habilita para mantener innumerables conversaciones sobre distintas materias
al mismo tiempo, enterándose simultáneamente de todo lo dicho y hablado.
Se recomienda a los hombres no
participar en tales tertulias, salvo que quieran quedarse callados durante la
misma, o acabar muy deprimidos.
Por cierto, en las tertulias mixtas
soy partidario, en defensa de las limitaciones de los hombres, y en detrimento
de la mayor capacidad de las mujeres, de aplicar las reglas de las tertulias de
varones.
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