Un poco cansado de la política y de la lamentable situación económica y social que padecemos, hoy he decidido hablaros de Historia, otra de mis pasiones
Gordias era un nombre usado por la realeza en la historia mítica de Frigia.
El primer Gordias conocido fue un campesino, supuestamente del siglo IX a. C., que un día vio cómo se posaba un águila sobre su arado, interpretándolo como un presagio de que un día sería rey.
El oráculo de Sabazios lo confirmó del siguiente modo: hallándose los frigios sin rey, consultaron al oráculo, que les dijo que proclamaran rey al primero que llegara al templo en una carreta.
Este fue Gordias, que conducía su carreta de bueyes.
Gordias fundó la ciudad de Gordión capital de Frigia y, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro, atando la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior.
Según la leyenda, quien consiguiera
desatar este nudo sería el dueño de Asia. Ante tal leyenda y para no perder
tiempo, Alejandro Mago en el 333 a.C. Lo cortó con su espada la soga de un tajo a la par que
pronunciaba la sentencia ‘poco importa el modo de desatarlo’.
Luego se dirigió a conquistar
Oriente, logrando crear su gran imperio, que llegó hasta la India, y como decía
Chateaubriand, por donde pasaba creaba ciudades con su nombre.
Se considera al maestro Antonio de
Nebrija como el responsable de que el Rey Fernando tomara el nudo como símbolo
(yugo con una cuerda suelta) junto al mote «tanto monta», su divisa personal,
que es resumen de la expresión “Tanto monta cortar como desatar”
El escudo De los Reyes Católicos
mostraba este yugo con la letra «Y», que era la inicial de Isabel (escrito a
menudo en su época Ysabel), junto a un haz de flechas (en número variable), que
era el símbolo de Isabel I. Las flechas contenían la «F», inicial de
Fernando.
De este modo cada uno de ellos
recordaba al otro en sus propias divisas heráldicas.
La expresión ‘Tanto monta, monta
tanto, Isabel como Fernando’ es posterior a los reyes, pero sí es muy real la
sintonía que compartían a pesar de las inevitables discrepancias de todo
matrimonio.
«Yo ya rabio por hacer por
veros […] Suplico a vuestra señoría que más a menudo vengan estas cartas que,
por mi vida, muy tardías vienen»
escribió en una ocasión Fernando a Isabel.
Fernando quería a Isabel, e Isabel a Fernando, pero lo más importante es que ambos confiaban en las habilidades políticas del otro. «Fueron rey y reina juntos (…) y aunque en cuerpos dos, en voluntad y unión eran sólo uno», afirmó un cronista sobre tan gruesa comunión.
Otro se vino tan arriba que anotó para dar la noticia de un alumbramiento de
Isabel que «este año parieron los reyes nuestros señores».
Puede que Fernando fuera más extremo
en el uso de sus armas políticas que Isabel, pero, según los cronistas, era más
clemente que ella en la aplicación de la justicia.
Fernando era más mundano, reflexivo e infiel, en lo político y en lo personal, y ella era más intransigente, impulsiva y devota. Implacable en lo referido a la religión y las causas nobles, enemiga de los engaños.
Fernando e Isabel compartían una complicidad
irrepetible que se dejaba sentir en público.
Durante las audiencias se buscaban el
uno al otro con la mirada. Un leve arqueo de la ceja de Fernando suponía toda
una carta abierta para Isabel.
La relación diplomática ente España y
el Vaticano empezó en 1480.
Fue Fernando el Católico quien
estableció los primeros contactos y acuerdos y suma entre sus logros el reparto
del continente americano con los portugueses con el Tratado de Tordesillas de
1494, con el beneplácito papal.
De este modo, la embajada de España
ante la Santa Sede es la más antigua embajada del mundo, instalada después, desde el s.
XVII, en el palacio Monaldeschi, hoy llamado “Palacio de España”
Y esa es la razón por la que, en su
vestíbulo aparece un gran escudo de Fernando e Isabel, con el yugo y las
flechas, que un avispado e inculto podemoguer propuso destruir por su carácter
“franquista”.
Y despidámonos, según nuestra costumbre, con un nuevo video musical, en esta ocasión “Signore Ascolta” (Escucha señor) de la Ópera Turandot de Puccini, interpretada por Anna Netrebko
© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana