A diferencia de Chateaubriand hablo frecuentemente de mis intereses, de mis emociones, de mis trabajos, de mis ideas, de mis afectos, de mis alegrías, de mis tristezas, sin pensar en el profundo tedio que el francés temía causar a los demás hablandoles de si mismo.
Una de las historias más negras
del PNV es la ocultación de la renuncia, por parte de Sabino Arana, su
fundador, a la soberanía nacional del País Vasco y su deseo de integración de las
provincias vascongadas, plenamente, a España.
Pero todo en el PNV no es más que
mentira, ocultación y ruindad moral, en beneficio de la oligarquía empresarial
que representan y en perjuicio del pueblo vasco, al que han mentido y
manipulado desde el momento de la muerte de Arana.
Efectivamente, los últimos
escritos de Arana confirman su voluntad de renunciar a la independencia,
disolver el PNV y crear la Liga de de vascos españolista
Año y medio antes de su muerte
ocurrida en el pueblo que Sabino Arana siempre llamaba «Pedernales» y que el
PNV de hoy llama «Sukarrieta», el fundador del PNV e inventor de la idea de la
«patria vasca» anunció su intención de disolver el Partido Nacionalista Vasco y
fundar la «Liga de vascos españolista» con el fin de, como ha quedado escrito,
«que los estados vascos que son de hecho españoles, reconozcan y acaten en
derecho esta anexión y alcancen dentro de esa situación de derecho, dentro de
la unidad de España, la mayor felicidad moral y material que puedan».
La enfermedad que, sin saberlo,
consumía a Arana, además de la labor de los ultraortodoxos nacionalistas que
desobedecieron las directrices de ese «testamento vital» porque pensaban que
Sabino se había vuelto loco, dio al traste con lo que hubiera sido, como escribió
Arana: «La renuncia del nacionalismo a la independencia».
El 23 de junio de 1902, Sabino
Arana envió una carta a su hermano, Luis Arana, en la que le decía:
«Mi consejo es este: hay que
hacerse españolistas y trabajar con todo el alma por el programa que se trace
con este carácter. A mi modo de ver, la Patria nos lo exige. Esto parece un
contrasentido; pero si en mí se confía debe creerse. Es un golpe colosal
desconocido en los anales de los partidos. Queda empañada toda mi reputación.
Deshecha la obra de muchos años, levantada a costa de grandes sacrificios. Tú
ya me comprenderás. Tu hermano, Sabin».
Previamente, el día 22 de junio
de 1902, el semanario vasco «La Patria» publicaba un artículo titulado «Grave y
trascendental» en el que se decía:
«Corre el rumor de que el
señorArana-Goiri convencido ya de que
continuar la campaña nacionalista sería gastar inútilmente preciosas energías
que los vascos pudieran aplicar a la consecución de fines más asequibles, más
prácticos, se propone desistir de continuar llamando a sus compatriotas al
nacionalismo, recomendar a los que hasta ahora han acudido, reconozcan y acaten
la soberanía española y pedirles un último voto de confianza para redactar y
exponerles el programa completo de un nuevo partido vasco que sea a la vez
español, que aspire a la felicidad de este país dentro del estado español, que
camine hacia ella sin quebrantar la legalidad vigente, que aspire a restaurar
del pasado vasco lo que bueno y a la vez compatible con la unidad del estado
español y con las necesidades de los modernos tiempos»
Cuatro días después, Sabino Arana publicaba en «La Patria»
una carta extensa en la que confirmaba «el rumor» con estas palabras
«De realizarse lo que anunciaba el artículo de La Patria, el
nacionalismo tiene que dejar de serlo, si ha de ser patriota: por esto el más
nacionalista, el más patriota, es el primero que acude a los pies de la patria
a ofrecer en holocausto su nacionalismo, su mismo patriotismo, en interés de la
patria misma… los buenos vascos seguirán trabajando por su pueblo, pero sin
considerarlo aisladamente, sino dentro del Estado español»
Por aquellas fechas un redactor
de «La Gaceta del Norte» entrevistó a Arana a propósito del «rumor» recogido en
«La Patria». Entrevista de la que merece destacar este pasaje.
― ¿Qué plan o programa trazaría usted al nuevo partido?
― El de una autonomía lo más radical posible dentro de la
unidad del estado español, y a la vez adaptada al carácter vasco y a las
necesidades modernas.
Pero el colmo del giro españolista que
Arana preparaba para el PNV llega en una carta que envía el 4 de julio de 1902
al director de la publicación «Euskalduna»:
«Muy señor mío: Agradezco a
V. en lo que vale la adhesión que presta su semanario a mi proyectado plan. Debo
aplaudir la franqueza con que declara Vd. que su semanario ha sido españolista
desde su primer día, puesto que queda, sin moverse en el mismo terreno político
al que, según proyecto, va a parar el partido nacionalista al trocarse en
españolista».
Y el
PNV desobedeció las órdenes del fundador, de modo que sus biógrafos
nacionalistas intentaron desprestigiar su giro diciendo que fue un delirio de
enfermo
No olvidemos que
hubo, y así está documentado, un «padre» del PNV racista, xenófobo, iluminado
y, por supuesto, profundamente anti español e independentista.
Pero también existió, por más que los
documentos que lo prueban sin duda alguna sean cuidadosamente relegados al
olvido, otro Sabino Arana que, en sus postreros años, en la última madurez
intelectual, pasó revista a su triste obra y abominó de ella.
La versión oficial nacionalista
rechaza este extremo y trata de desvirtuar, y ocultar por tanto, que Arana se
declaró al final vasco españolista y optó, sinceramente por renunciar a toda
veleidad independentista como el mejor camino para el futuro del pueblo vasco.
El plan último de Sabino, que sus
seguidores más próximos intentaron incluso llevar a cabo, pasaba por defender
un País Vasco en el seno de España y de su Corona, con una fuerte autonomía que
destacara los rasgos esenciales y mejores de los vascos.
Está escrita, en cartas, en
entrevistas y en artículos periodísticos de la época, una visión de Arana que
recapitula ante su obra, y plantea ni más ni menos que el proyecto de Autonomía
que los españoles aprobaron en la Constitución de 1978.
Por eso se oculta, porque lo que
sus pretendidos discípulos quieren hacer ahora con la Carta Magna no habría
gustado, en modo alguno, al Sabino Arana de su última época.
Acabemos, como
de costumbre, con una pieza musical, es esta ocasión un “Aurresku” en honor de
Felipe VI, Rey de España y Señor de Vizcaya, en una visita a Ermua.
El pasado día 23 comenzó el otoño, y quien iba a decirme que el otoño de la vida, a fuerza de imponer sus colores, iba a presentarse tan pronto ante mí:
Puedes contemplar en mí esa estación del año
en que las hojas amarillas, unas cuantas
o tal vez ninguna, penden de las ramas
que tiemblan bajo los vientos fríos,
coros desnudos y desolados,
donde ha poco cantaban gentiles ruiseñores.
Ves en mí el crepúsculo del día,
cuando se funde en el ocaso
tras la puesta del sol,
y que extingue poco a poco la sombría noche,
segunda persona de la muerte,
que sella todo con el reposo.
Ves en mí el resplandor de un fuego
que yace sobre las cenizas de su juventud,
como hacía sobre el lecho mortuorio
en que debe expirar,
consumido por la llama que le nutría.
He aquí lo que percibes,
que robustece más tu amor
para amar tiernamente
lo que habrías de abandonar dentro de poco.
WILLIAM SHAKESPEARE
[1]
La poesía de W. Shakespeare encierra, pese
a que en su traducción al español pierda su ritmo y su cadencia, una belleza
evidente.
El hombre envejece y con ello se le
plantean situaciones nuevas, sensaciones distintas, experiencias imprevistas.
Caben
dos interpretaciones del poema que reproduzco.
La primera sería la reflexión del propio
anciano en relación consigo mismo. Recuerda que fue árbol cuajado de hojas en
que cantaban los ruiseñores y que ahora tiembla desnudo bajo los vientos fríos,
y se contempla como ocaso del sol abocado a la noche o fuego que se extingue
sin llama, para acabar con un canto al amor hacia lo que uno mismo es, que se
refuerza pese a que haya de abandonarse al no ser, dentro de poco.
Otra interpretación sería la del lamento
dirigido a la amada, recordándole lo que uno fue y ya no es, esperando acaso
que, pese a ello, y percibida la decadencia de la ancianidad, se ame lo que se
ve, el hombre avejentado, digno de un amor robustecido, pese a que se habrá de
abandonar en breve tiempo.
Un joven jamás hará una reflexión parecida.
Su insultante gallardía, fuerza y decisión, le hacen inmune al paso del tiempo,
que inexorable, habrá de llevarle a la pronta tumba o a una vejez inevitable.
Hoy, en una sociedad hedonista, maleducada
y oportunista, se desprecia la ancianidad como a una lacra, sin valorar ni la
experiencia acumulada con los años, que atempera el buen juicio y el criterio,
ni el sosiego que impone contemplar la vida desde una atalaya en la que ya nada
sorprende.
Que cierto es que con el paso de los años
uno ríe menos, pues la carcajada sólo la produce una ocurrencia sorprendente y
a la experiencia le sorprenden ya pocas cosas.
Pero también es cierto que se llora menos,
pues el alma se ha venido curtiendo de momentos amargos, tristes experiencias y
luctuosos sucesos, haciéndose más dura, más resistente.
Efectivamente, el hombre mayor, como nos
decía Cicerón “Alíos ego vidi ventos; alias prospexi animo procelas”, ha
visto otros vientos y afrontado otras tempestades [2], y ello le hace ver la
vida con otros ojos, otras actitudes y otros valores o prioridades.
La vejez y la cercanía de la muerte y su
próxima e incluso afectuosa contemplación ─cuestión que mis lectores saben que
he tratado en múltiples ocasiones─ es algo tan generosamente consustancial a la
vida, que, aunque cada día más frecuente ─pues los hombres mueren cada vez con
mayor edad─ merece respeto, consideración y análisis, que quiero dedicarle en
esta reflexión heteróclita, pues generosidad de la vida, y no otra cosa, es
permitir al hombre alcanzar el estado de vejez.
Qué duda cabe que la madurez, en
innumerables ocasiones, produce una inevitable nostalgia del pasado ─“O
témpora! O mores!” Oh Tiempos, Oh Costumbres [3] ─ pero también es cierto
que en ella se acrisolan todas las experiencias vitales, que, siempre que el
individuo haya tenido inquietudes intelectuales, habrá de haberle enriquecido
de modo sustancial llenándole en plenitud.
Y no quiero caer en la petulancia de pensar
que la vejez implique plenitud, satisfacción o felicidad. No quiero ser como
esos personajes descritos por Zweig, que efectivamente resultan difíciles de
soportar por la manera sonora y ostentosa que tienen de ser permanentemente
felices [4].
No, la vejez es, qué duda cabe, decadencia,
pues el cuerpo pierde su potencia, los achaques asedian al sujeto y pese a
ello, salvo que el destino castigue al anciano con una demencia senil o un
Alzheimer, mantendrá, en su envoltura doliente, un espíritu vivaz, capaz y
alerta.
Ya lo decían Chateaubriand: “Es un
suplicio conservar intacto el propio ser intelectual aprisionado en una
envoltura material desgastada”[5]; o La Rochefoucauld“La vejez es un
tirano que prohíbe, bajo pena de muerte, todos los placeres de la juventud”
[6].
Sin embargo, y pese a ello la vejez tiene
también sus ventajas y sus momentos dulces. Recordemos a tal efecto la frase “Vieja
madera para arder, viejo vino parabeber, viejos amigos en quien confiar, y
viejos autores para leer” [7].
Pensarán, por otra parte, mis lectores que
hablo desde la experiencia, pues naturalmente para escribir lo que estoy
escribiendo debo ser un anciano.
No crean, tengo más de 60 años, pero me
falta cumplir algunos para llegar a los 70 años, aunque a ellos me vaya acercando,
pero hoy en día, eso no es ser anciano, aunque el diario ABC en su día
publicase, ya hace años, la noticia de un “Anciano de 60 años muerto al ser
arrollado por un tranvía”
Pero tampoco se es joven a esta edad, y ya
se comienza a vislumbrar no el invierno, pero si el otoño de la vida.
Y uno empieza a ser consciente, como
Montaigne de que “Nadie te devolverá los años, nadie te entregará otra vez a
ti mismo, la vida seguirá por donde empezó, no revocará su curso ni lo
suprimirá. No hará ruido ni avisará de su velocidad. Fluirá en silencio. No se
alargará por orden del rey ni en favor del pueblo. Correrá tal como empezó el
primer día, no se desviará ni detendrá. ¿Qué sucederá? Tú estás ocupado, la
vida se da prisa. Con todo, vendrá la muerte, a la que, quieras o no, hay que
entregar el tiempo”[8]
Sé que a muchos molesta cualquier reflexión
sobre la vejez y la muerte, pues les aterra el sólo hecho de que
inevitablemente se aproximen ambas, incluso solo la parca sin ser acompañada de
la vejez. Sin embargo creo que es tema digno de ser tratado, pues como dijera
Jean Jaurès, “Le courage, c’est de chercher la vérité et de la dire”[9],
es decir, que el verdadero coraje está en buscar la verdad y decirla, y que nada más
cierto que nuestra vida está abocada a la muerte, vejez o no de por medio, y
mejor que lo sea con una vejez sana, larga y digna.
Nada hay peor, sin embargo que el
envejecimiento inconsciente, el no darse cuenta del paso de los años. Y así no
hay nada más ridículo que un viejo juvenil en modos y modas, como las jóvenes
Ladies a que se refería Chateaubriand “Recordaba los versos que escribía
entonces a dos jóvenes ladies que se habían hecho viejas a la sombra de las
torres de Westminster; torres que volvía a encontrar erguidas como las había
dejado, mientras que al pie de ellas habían quedado enterradas las ilusiones y
las horas de su juventud, sin que se percataran de ello”[10]
De todas formas, dejémoslo ya, no vaya a
ser que alguien me recuerde, como La Rochefoucauld que “A los viejos les
gusta dar buenos consejos, para consolarse de no poder dar malos ejemplos”[11].
No quiero concluir esta reflexión
heteróclita sin referirme a algo que mis críticos me manifiestan muy
frecuentemente frente a mis escritos cuando en ellos abundan las citas a otros
autores, llegándome a decir, incluso, que no por muchas citas que realice
refuerzo mis argumentos, sean o no aceptables, y en este punto solo quiero
mediante una nueva cita justificar esta, según algunos, malhadada costumbre, pues
como Montaigne con tales citas“hago decir a los demás, no como guías sino
como séquito, lo que yo no puedo decir con tanta perfección, ya sea porque mi
lenguaje es débil, ya sea porque lo es mi juicio”[12] aserto que no quiero
dejar de completar con una última afirmación, como chanza, pues es de todos
conocido que “Quid latine dictum sit, altum videtur” que en román
paladino significa que cualquier cosa que se diga en latín, suena más profunda,
y así mi escrito, si no lo fuere, al menos parecerá culto.
Sin embargo, pese a la aparente tristeza de
este POST, no quiero despedirme sin otra nueva cita, en este caso de
Albert Camús, que hago mía con dos correcciones que le introduzco (entre
paréntesis):
“Tengo en mi
(alma) demasiada juventud para poder hablar de la muerte (y de la vejez)”
Y pensemos como Victor Hugo,
en frases que me ha pasado un íntimo amigo asturiano
"Te
estás volviendo viejo -me dijeron-, has dejado de ser tú, te estás volviendo
amargado y solitario. No,
respondí; no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio. He dejado de
ser lo que a otros agrada para convertirme en lo que a mí me agrada ser, he
dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo, he
dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad. No, no me
estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares,
personas, costumbres e ideologías. Si he dejado ir apegos, dolores innecesarios,
personas, almas y corazones, no es por amargura es simplemente por salud. No, no
me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa”.
Y para concluir una preciosa Canción del
payador argentino, Nelson Luna, dedicada a su padre, a quien le dice
"...que se te viene la noche... y se te va yendo el día"
[1]
William Shakedpeare. Poesías completas edición bilingüe
[5]
François Renè de Chateaubriand: Memorias de Ultratumba, Ed Acantilado
[6] La Rochefoucauld - Máximas:
reflexiones o sentencias y máximas morales; introducción, traducción y notas
de Carlos Pujol. Barcelona: Planeta (Clásicos Universales Planeta; 86), 1984.
XXX + 127 páginas. ISBN 84-320-3917-9.
[9]
Jean Jaurès, Discurs à la jeunesse, 1903, à Albi - Anthologie de Jean Jaurès,
Louis Lévy, Calmann-Lévy, 1983, ISBN 2826605771, p. 273.
[10]
François Renè de Chateaubriand: Memorias de Ultratumba, Ed Acantilado un
[11]
La Rochefoucauld - Máximas: reflexiones o sentencias y máximas morales;
introducción, traducción y notas de Carlos
Pujol. Barcelona: Planeta (Clásicos Universales Planeta; 86), 1984. XXX + 127
páginas. ISBN
84-320-3917-9.
Las terribles olas de calor y la sequía que hemos padecido durante este verano, han propiciado incendios forestales terroríficos, que según el Tirano Sánchez 一en un nuevo ejercicio de estulticia progre politicamente correcta一 han sido provocados por el cambio climático, que según sus propias palabras "Mata".
Sin embargo, los expertos, además de señalar el abandono de los bosques por una nefasta política forestal social comunista, hablan de la influencia de un efecto climático cíclico conocido como "LA NIÑA" que provoca desastres climáticos tanto en Latinoamérica como en el resto de nuestro planeta, con efectos demostrados en la península Ibérica.
Durante
el fenómeno de "LA NIÑA", que es el efecto contrario al de "EL NIÑO", los vientos
alisios se fortalecen y las anomalías en la temperatura de las aguas
superficiales del mar son precisamente más frías de lo normal en el Pacífico.
En
consecuencia, la atmósfera se enfría por el contacto con las frías aguas
superficiales del océano y, por ello, el agua no se evapora y el aire no se
eleva ni se crean nubes, así que el nivel de lluvias y tormentas disminuye de forma anómala en amplias
extensiones del planeta.
Las
predicciones de los modelos indicaban que había una probabilidad de que
persistieran las condiciones de La Niña durante 2022, y ahora parece que se extenderá incluso hasta la primavera de 2023.
En
el caso concreto de la Península Ibérica, y tras varios meses sin apenas
lluvias, se puede empezar a pensar que LA NIÑA es la que provoca este patrón
tan seco y persistente, explica Juan Jesús González, físico, investigador en
dinámica atmosférica y portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Para
González, esta situación de escasez de lluvias, no se puede atribuir al
cambio climático: "la sequía es una característica intrínseca del clima
peninsular y este periodo de ausencia de lluvias es más o menos normal; lo que
es anormal es lo que apuntan las predicciones de que no se ve un claro
escenario de lluvias".
El actual periodo de sequía en España es la
consecuencia de un bloqueo anticiclónico que provoca una ausencia prolongada de
precipitaciones, además de una fuerte oscilación térmica, con más de 25ºC de
diferencia entre la temperatura máxima y la mínima en algunos puntos.
De
momento, las proyecciones climáticas apuntan con claridad a que en "España
habrá un aumento de la persistencia y frecuencia de la sequía", lo que se
podría aplicar en este contexto.
González hace hincapié en que esta situación
de sequía puede afectar a otras zonas del globo, incluso de manera "más
notable que en España", porque están más cerca del Océano Pacífico, como
pueden ser el oeste de los Estados Unidos y países de hispanoamérica; en el
otro lado, Marruecos es otro de los países afectados por la sequía. En el reino
alauita, al estar tan cerca de España, se encuentra fuertemente influenciado
por los patrones climáticos peninsulares, y, a día de hoy, ante la falta de
lluvias de este otoño e invierno, el país afronta su peor sequía de las últimas
tres décadas con un déficit de precipitación del 53% respecto a la anterior temporada.
Diversos
medios de comunicación ya apuntaban, a finales de la primavera, que La Niña es
la posible causa de la sequía en España, donde no llueve de forma regular desde
Navidad, y todo apunta a que este evento oceánico podría mantenerse activo el
próximo otoño por tercer año consecutivo
Las
implicaciones de un fenómeno atmosférico de este calibre son múltiples ya que
afecta a toda la cadena de producción y distribución de muchos de los productos
más demandados globalmente.
Arruina cosechas por exceso o defecto de agua;
aumenta los incendios en plantaciones y bosques ─como ocurre ahora mismo en la
península─ y la aparición de plagas en las zonas secas ─como la plaga de
langosta sufrida hace poco por Extremadura─; frena la explotación minera,
especialmente al aire libre, provoca destrozos y cortes en las
infraestructuras que impiden la generación eléctrica y la salida de la materia
prima al mercado.
Y todo ello desemboca en un aumento de los costes de aprovisionamiento, que se traduce en
un incremento de la inflación de bienes y en una reducción
de los márgenes empresariales en las naciones e industrias perjudicadas.
Pero
tan importante como el efecto económico de El Niño y La Niña, son las
consecuencias sociales que, de su aparición, se derivan para muchas naciones en
las que los productos negativamente afectados constituyen la base fundamental
de su dieta cotidiana.
Gran parte de las revueltas internas en áreas
en desarrollo que se produjeron en el pasado (el caso de las tortillas en
México o el pan en Egipto) están ligadas a un aumento del precio del trigo, el
maíz, el arroz o similares, todos ellos en riesgo como consecuencia del impacto
meteorológico de estos fenómenos que afectan principalmente a las grandes zonas
productoras de grano a nivel mundial.
Eso por no hablar de las consecuencias que la
ausencia o el exceso de lluvia tienen sobre las regiones económicas más
deprimidas del planeta, esas que, lamentablemente, no importan a nadie.
Por otra parte el fenómeno de la Niña provoca mayor frecuencia en la aparición de Huracanes Atlánticos, como el Danielle, cuyos restos nos han llegado en forma de borrasca que afectó con sus lluvias a la península, mientras que el calentamiento generado por La Niña sobre las aguas del Mediterráneo, auguran lluvias torrenciales muy dañinas sobre nuestra costa levantina, que ya han comenzafo a producirse.
Algunos climatólogos han afirmado que durante este tiempo se ha producido un poco frecuente fenómeno de "ElNiño Atlántico", que es el que ha provoca el estancamiento de La Niña en el Pacífico.
Finalmente,
no quiero dejar de referirme a los “científicos clima alarmistas” que permanentemente
nos dan la paliza con sus predicciones de calentamiento global, a quienes me
gustaría formular una pregunta:
¿Cómo es que en un período teóricamente
de calentamiento del planeta, se produce un persistente enfriamiento del Pacifico
como el que implica el fenómeno de “La Niña”?
en resumidas cuentas
¿El planeta se calienta o se enfría?
Nadie lo sabe, y hay científicos que pronostican una nueva glaciación, frente a los defensores de la teoría del calentamiento.
En atención a todo lo comentado, podemos concluir que toda previsión de los analistas no deja de ser ingenua porque si “El Niño o
La Niña” se junta con la “Tormenta Solar” a que hemos hecho referencia en uno
de nuestros anteriores POST "CITAS LITERARIAS DE UN CLIMAESCÉPTICO",
eso querrá decir que la Madre Tierra «Gea» y sus camaradas estelares, nos van a
jugar no una, sino varias malas pasadas y todas ellas a la vez en lo que queda de 2022 y años
siguientes.
O
sea, que Dios nos pille confesados.
Concluyamos,
como de costumbre con una pieza musical, en este caso la pieza de canto
gregoriano “Vidi Aqua”
Hay un divertido libro llamado “Como ser
un alienígena en Inglaterra”, escrito por el húngaro George Mikes, que es una
parodia de los hábitos y costumbres de los ingleses, en el que describe su pasión
por hacer cola con estos párrafos:
«Hacer cola es la pasión nacional de una
raza por lo demás desapasionada.
Los ingleses son bastante tímidos al
respecto, y niegan que lo adoren.
En el continente, si la gente está
esperando en una parada de autobús, merodean aparentemente aburridos y medio
dormidos.
Cuando llega el autobús, corren hacia
él; la mayoría de ellos salen en autobús y una minoría afortunada es llevada
por una elegante ambulancia negra.
Un inglés, aunque esté solo, forma
ordenadamente una cola de uno.
Los anuncios más grandes y atractivos
frente a los cines le dicen a la gente:
Haga cola aquí
por 4s 6d; Haga cola aquí por 9s 3d; Haga cola aquí por 16 s 8 d (impuestos
incluidos).
Los cines que no pongan estos carteles
de colas no hacen ningún buen negocio.
Los fines de semana, un inglés hace cola
en la parada del autobús, viaja a Richmond, hace cola para un barco, luego hace
cola para el té, luego hace cola para el helado, luego se une a algunas colas
extrañas solo por el gusto de hacerlo, luego hace cola en la parada de autobús y
pasa el mejor tiempo de su vida.Muchas
familias inglesas pasan agradables veladas en casa simplemente haciendo cola por
unas horas, y los padres se ponen muy tristes cuando los niños los dejan y
hacen cola para ir a la cama.»
Y prueba de ello, son las inmensas colas
que se han formado estos últimos días en Londres para rendir homenaje ante el
féretro de la fallecida reina Isabel II.
Sin embargo, no nos engañemos, ese “hacer
cola”, en el fondo, no significa una perpetua e indestructible adhesión a la
monarquía.
Efectivamente, en 1975, tras la muerte
de Franco se formaron inmensas colas en Madrid para rendir honores a los restos del
General expuestos en el Palacio Real.
Pero tan solo tres años más tarde ─Transición mediante─, los
españoles se olvidaron de Franco y el franquismo, y abrazaron una democracia
parlamentaria pluripartidista ─incluyendo a PCE y PSOE, vencidos por Franco en
nuestra Guerra Civil 1936/1939─ con una abrumadora mayoría de votos en el referéndum
para la aprobación de la Constitución.
Así que el significado de estas colas no es más que una
expresión de luto en un momento determinado, que no interfiere en el común pensar
de los ciudadanos, y que no implica, como ya he dicho, adhesión o compromiso
político de clase alguna.
Y despidámonos, nuevamente con un video musical, en esta
ocasión, ya que vamos de muertes y funerales, el “Confutatis Maledictis” de la Misa de
Requiem de Mozart
Algunos
conocéis mi afición por la fotografía, y que conservo un archivo fotográfico de
negativos, ya de cierto volumen.
Hurgando
en él, encuentro esta fotografía que tomé en el palacio del
Maharajá de Jaipur, en la India, en la que un miembro de su personal se solaza,
contemplando despreocupadamente el horizonte del jardín, desde un historiado balcón de mármol.
Su
expresión de placidez, la riqueza ornamental del propio balcón, y el aire de
intemporalidad de la fotografía me encantan.
Espero
que a vosotros también os guste, y dada la brevedad de esta pequeña reflexión os
acompaño una pieza de música de sitar, el tradicional instrumento hindú de
cuerda, tocado por la famosa interprete Anoushka Shankar
El beso de la muerte, Tumba Del
joven Llauvet. Cementerio de Poblenou. Barcelona
He
tenido siempre una reiterada tendencia, incluso en ocasiones con el manifiesto
desagrado de algunos amigos, al análisis de la “Muerte” como única realidad incontestable
e ineludible de la condición humana, que se ha concretado en diversos escritos
publicados en relación con “ella”.
La psiquiatra americana Pema Chodrom afirma:
“Quienes
aprenden a conocer la muerte, más que a temerla y luchar contra ella, se convierten
en nuestros maestros sobre la vida.”
Al final la reflexión a cerca de la necesidad de no
temer a la muerte aparece en muchos clásicos, entre ellos quiero destacar a Shakespeare,
quien pone en boca de Cesar, ante el aviso de los riesgos a cerca de su próxima
muerte, las siguientes palabras:
“¡Los
cobardes mueren varias veces antes de expirar! ¡El valiente nunca saborea la
muerte sino una vez! ¡De todas las maravillas que he oído, la que mayor asombro
me causa es que los hombres tengan miedo! ¡Visto que la muerte es un fin
necesario, cuando haya de venir, vendrá!”
O cuando hace decir a Macbeth:
“Había
de morir tarde o temprano: alguna vez vendría tal noticia. El mañana se
arrastra con paso mezquino, día tras día, hasta la sílaba final del tiempo escrito
y la luz de todo nuestro ayer nos guía hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate,
breve llama!”
Escuché
a Gabriel Albiac, hace algún tiempo en TV, decir que "la única ventaja de la
ancianidad es la de permitir una sosegada contemplación de la cercanía de la
muerte".
El debate en que dicha afirmación tuvo lugar se
desarrollaba en torno a la existencia del hoy, del pasado y del mañana, y la
conclusión de los contertulios, basada en el origen filosófico de la reflexión
en Parménides, es que solo existe el “es”, el instante que vivimos, pues el
pasado no existe más que como memoria y el futuro tan solo como expectativa o
esperanza, como proyección de nuestros deseos más allá del “es” que actúa de
realidad única.
Chateaubriand, con otras palabras, dice lo miso:
Solo el presente nos
pertenece, y solo a Dios corresponde decidir si viviremos el próximo minuto.
También Quevedo lo hace en su poema
¡Ah de la Vida!
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
O Gabriel Albiac en su preciosa frase:
No hay realidad humana sin la danza
laberíntica, cruelmente hermosa, del miedo y la esperanza. Lo demás es
barbarie.
Pero
¿Porqué esta fijación con la muerte? Me preguntarán algunos de mis lectores.
Pues
sencillo.
La muerte es la única verdad incontrovertible
que tenemos en nuestra vida, y por ello todos, lo reconozcamos o no, nos
preguntamos sobre ella y sobre lo que nos encontraremos después de sufrirla.
Algunos la temerán, otros, como
es mi caso, no la desean, pero no la tememos.
Ya lo he explicado en otras de
mis reflexiones, pues como creyente me enfrento a la muerte con el pensamiento
de que la bondad divina, que es infinita, me permitirá acompañar al Padre en
alguna de las moradas que el Hijo nos tiene preparadas, como anunció Jesús a los apóstoles.
Y si no hay nada después de la
muerte, tampoco hay que temerla, pues la nada implicaría ausencia de
sufrimiento, de memoria y de conciencia de la propia muerte. Y tal eventualidad me entristece, pero no me asusta.
En la literatura bíblica ciertos números
tenían un significado especial más allá del puramente aritmético, así cuarenta
era el período de tiempo de una generación y significa el paso de un tiempo
largo.
Puede también significar un período de
prueba, de maduración, que acaba en una nueva situación: los 40 días y 40
noches del diluvio, con no promesa de una nueva vida sobre la tierra; los 40
años de los israelitas en el desierto que acaban con la entrada en la Tierra
Prometida; los 40 días y noches de ayuno de Jesús que acaba con su “triunfo” sobre
el diablo.
Según San Lucas, Jesús acaba su paso por
la tierra a los cuarenta días de su Resurrección, significando la consumación
de su trabajo de redención y entrada en el cielo.
Ojalá que Dios no nos haga esperar 40
días para comunicarnos su decisión de si nos deja o no que entremos en el
cielo a disfrutar de Su contemplación y compañía.
Y como final de este POST os
traigo el video de la canción “Elegía”, versos de Miguel Hernández cantados por
Serrat
La Historia de
España, de lo que hoy entendemos por España, empieza en los bosques asturianos.
Allí se refugiaron los hispano romanos y
los visigodos qque huyeron de la veloz conquista musulmana de la península
Ibérica, que se produjo entre los años 711 (Batalla de Guadalete) hasta el 718
(Batalla de Covadonga), tan sólo 7 años.
Y
allí, en los bosques del monte Auseva y la Gruta que en él se encuentra,
labrada en la roca por el rio del mismo nombre, que se precipita por la misma
cueva después de desaparecer, peñas de arriba, en las cimas de Orandi, se
produjo en el 718 la “Batalla de Covadonga” que supuso el comienzo de la
Reconquista y del Reino de Asturias, bajo la bendición de la Virgen que desde
entonces es adorada en su Cueva Como la “Santina” de Covadonga,Reina de España, y con una cruz de roble con
la leyenda ” HOC SIGNO VINCITVR INIMICVS” (Con este símbolo venceremos al
enemigo), hoy conservada en La Cámara Santa de la Catedral de Oviedo,
enriquecida con oro y joyas por los Reyes Asturianos.
Ya en tiempo de los romanos los bosques
sirvieron de cobijo a las tribus Astures; Así, cuenta Estrabón que, tras acabar
con su resistencia armada, primero Augusto en el año 25 a.c. y posteriormente
Marco Vipsanio Agripa, el general más prestigioso de Roma, en el 19 a.c.
obligaron a los supervivientes de las rebeldes y belicosas tribus astures a
abandonar sus “castros” de los montes yvivir en las llanuras y los valles, donde su capacidad de resistencia o
levantamiento era menor que si habitasen en sus bosques. [i]
Existe, en nuestro acervo popular, el mito
de que una ardilla, en épocas pretéritas, podría cruzar la península sin
bajarse de los árboles.
Sin
embargo, el mito de la naturaleza boscosa a la Península Ibérica es una
cuestión controvertida, pues mientras que el geógrafo Estrabón, en el tercer
libro de su “Geografía” (siglo I a. C.), describe Iberia como “una gran
extensión de montañas y bosques”, en la misma época de Estrabón, Plinio el
Viejo describía así a Hispania: “los montes de Hispania, áridos y estériles y
en los que ninguna otra cosa crece, no tienen más remedio que ser fértiles en
oro.”
El cuadro que presento muestra la
evolución anual de la superficie forestal total en España de 1990 a 2016. En el
año 2016, la superficie forestal de España ocupaba aproximadamente 184.500
kilómetros cuadrados.
En lo que llevamos
de año, especialmente durante el verano, se han quemado [ii] según
ECOAVANT del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, más de 220.000 hectáreas, por lo que nos encontramos con una reducción de la superficie forestal, durante el verano, de 2.200 Km2, aproximadamente, con lo que volvemos a cifras
del año 2012, lo que significa que hemos perdido la superficie forestal que
habíamos ganado durante los últimos 10 años.
Sin embargo, y pese al “cambio climático” al que recurre Sánchez, con su habitual mentira, para explicar su
nefasta gestión forestal, no es la mayor cifra de nuestra historia de pérdida de
superficie forestal, como demuestra este otro Gráfico, siendo los años 1976 a
1996 los más terribles, llegando a incendiarse más de 400.000 Ha en los años1977, 1985 y 1993.
En consecuencia, podemos decir que la
“Alerta Climática contra el Fuego de nuestros Bosques” no es sino otra mentira
manipuladora de la izquierda radical que nos gobierna, que oculta su desastrosa
gestión, con sus políticas medioambientales ecologistas y absurdas, que
prohíben la limpia de los montes, el pastoreo intensivo, la creación de
cortafuegos y toda actividad que pueda hacer bueno el refrán “Los incendios de los
veranos se apagan en los inviernos”
En este punto recuerdo la entrevista hecha por Sostres a Abel Matutes Jr. en ABC del 2/8/2022, en la que el empresario ibicenco nos dice:
Luego
están los ecologistas, los tontos más caros del mundo.
Yo
distingo entre el ecologismo bien entendido que ayuda al empresario turístico a
preservar el encanto de la isla, que al final es por lo que los turistas vienen
a vernos; y el ecologismo mal entendido, que toma la bandera del medio ambiente
para ir en contra del negocio y cargarse el bienestar de muchas familias que
viven del turismo.
Y
se cargan los bosques, también.
Las
personas inteligentes entienden que los países ricos son los que mejor cuidan
sus bosques. Una economía sana cuida la naturaleza.
Pero todo ello es consecuencia de poner en manos de los movimientos ecologistas urbanitas y pisapraderas, desconocedores de las realidades de la naturaleza y de la vida en el campo, con todos sus complejos y maravillosos aspectos, la política medioambiental, agrícolas, ganadera y cinegética, en donde hoy prima el "bienestar" y la vida de las plantas y los animales silvestres, por encima de la de sus habitantes humanos.
Y en este despropósito se encuentra el origen de los incendios forestales sufridos este verano; En la desastrosa política forestal y de la naturaleza en general, del gobierno Frankenstein del Tirano Sánchez que soportamos, sin perjuicio de que las altas temperaturas sufridas hayan ayudado a la difícil extinción de los mismos.
Cualquiera que se de un paseo por el campo y hablé con sus habitantes, llegará a la misma conclusión.
Concluyamos así con un nuevo video
musical. En esta ocasión el tercer movimiento de la Simphonia Nº 6 de Beethoven, la "Pastoral" 一pues es pastoreo lo que entre otras cosas falta en los montes一 por la London Symphony Orchestra
[i]BELLVM ASTVRICVM. Una
hipótesis ajustada a la historiografía romana y al marco arqueológico y
geográfico de la comarca de “Los Valles de Benavente” y su entorno.José Luis Vicente González* https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3155646.pdf