Embebido en mis reflexiones heteróclitas, mis pensamientos, como si del hilo de Ariadna se tratase, me suelen llevar no a la salida ---la conclusión perfecta siempre tan deseada en cualquier proceso reflexivo--- sino al fondo del laberinto.
Recurro en muchas ocasiones a los escritos de mi admirado Chateaubriand (cuya imagen, retratada por la pintora francesa Anne-Louis Girodet De Roucy-Trioson aquí os traigo) quien realmente describe la naturaleza y las realidades humanas con enorme precisión y un sentido casi siempre trágico, con su verbo elaborado y refinado, para tratar de realizar algunas descripciones de las que yo me siento incapaz.
Entre esas reflexiones del prerromántico francés me llama la atención la referida a las campanas:
"Es cosa que maravilla ver cómo se ha hallado un medio seguro de producir en un mismo instante, merced a un golpe de martillo, un mismo sentimiento en mil corazones diferentes”
y efectivamente el triunfo de Nicolás Sarkozy en las recientes elecciones presidenciales francesas ha supuesto un autentico aldabonazo en las conciencias pensantes europeas, pues no solo augura una nueva etapa política en Francia, sino que permite aventurar que nos encontramos ante la punta de un iceberg ideológico que emerge en los países occidentales y que la izquierda ha venido en llamar, despectivamente el movimiento “neocon” o “neoreac” ---neoconservadores o neoreaccionarios--- que inicialmente en América y ahora en Europa, se enfrentan y comienzan a superar la los neoprogresistas, herederos de los movimientos de la izquierda radical ---marxista y pro soviética--- de la Europa de mediados del siglo XX.
Efectivamente, los neoprogresistas se han acantonado en conceptos que nos venden como nuevos y que siguen siendo los viejos tópicos de la izquierda de raíz marxista; No hay más que ojear el libro “De nuevo Socialismo” de Jordi Sevilla para comprobar la inmovilidad ideológica de la izquierda española.
Así, instalados en el progresismo dogmático intolerante, los izquierdistas europeos insisten en el desprecio de la autoridad y del orden público. Baste recordar como tras los violentos acontecimientos recientemente protagonizados por grupos de jóvenes marginales en el barrio madrileño de Malasaña-2 de mayo, los “prohombres de la izquierda” han manifestado, tomando sistemáticamente partido contra la policía y a favor de los violentos, los alborotadores y los marginales, que “Es inquietante constatar que se ha abierto una brecha insalvable entre la policía y la juventud”; Insisten en un desmedido amor por el poder y pactan con los nacionalismos radicales o con los terroristas con tal de mantenerlo a ultranza; Insisten en el rechazo de la tradición y la herencia cultural propias pero promueven con entusiasmo la “alianza de las civilizaciones”; Insisten en el ataque y desprecio a las buenas costumbres, es decir, de la «moral burguesa» aunque viven cómodamente instalados en una Sociedad que se ha articulado conforme a sus postulados; Insisten en que los delincuentes son “victimas de la sociedad” hasta el punto en que sus derechos prevalezcan sobre los de las victimas verdaderas, de modo que la huelga de hambre de un asesino le permita eludir la cárcel y pasear libremente por las calles; Insisten en la depreciación y menosprecio de la familia, de la religión, especialmente la cristiana, y de la vida humana, defendiendo el aborto libre y la eutanasia eugenésica, al tiempo que protegen, a veces hasta el histrionismo más ridículo, cualquier manifestación de vida vegetal o animal; Insisten en el hedonismo ramplón como única aspiración de lo que ellos entienden por hombre moderno: Insisten en el pacifismo a ultranza aún a costa de tener que ceder siempre ante el enemigo, incluso el más violento; Insisten en el anticapitalismo visceral pero adoran el dinero fácil; Insisten, en fin, en el odio y el resentimiento hacia las señas de identidad de la propia civilización en la que parasitan, la civilización occidental.
Frente a estos movimientos intolerantes de la izquierda radical, los nuevos conservadores tratan de lograr la recuperación del concepto de patriotismo; del concepto de derechos de los ciudadanos correlativos a obligaciones reciprocas de los mismos para con sus conciudadanos y para con la Sociedad; de la idea del valor del mérito, del esfuerzo personal, del trabajo y de la responsabilidad; de los modelos de libertad individual de la democracia liberal y en general, de la preservación de las creencias y los valores sobre los que se ha creado Occidente desde Roma o la Grecia Clásica, pasando por el Cristianismo y la Revolución Francesa.
Como dijera Fernando Rodríguez Genovés en un reciente artículo en el suplemento ABCD del diario ABC:
“Uno de los objetivos comunes que liga a unos y a otros néoréacs es el poner fin al espíritu de Mayo del 68, esa antigualla del imaginario revolucionario e insurreccional, santo y seña irrenunciable de la izquierda. Y si se trata de anunciar el crepúsculo del ídolo sesentayochista, ¿dónde mejor que Francia -la France qui tombe- para hacerlo público y darle así mayor fuerza simbólica al hecho?”
Si nos atenemos a la opinión de los “intelectuales de izquierdas” es decir al núcleo de pensadores-informadores encuadrados en torno a PRISA-El País, llegaremos pronto a la conclusión de que no saben muy bien que es lo que realmente son los llamados “neocons”, concepto que se ha convertido en una especie de cajón de sastre en donde cabe cualquiera que no responda a los principios de actitud correcta políticamente definida desde los parámetros de la izquierda, pero en cualquier caso están francamente preocupados ante la amenaza del resurgir de esta ideología políticamente incorrecta, ya que no es de izquierdas.
Así, son muestra significativa de lo que digo los cometarios publicados por un tal Joan Subirats (catedrático de Ciencia Política de la UAB por más señas) bajo el titulo “Nuestros Neocon” en El País del pasado 23 de marzo:
“La aparición de Nicolás Sarkozy en Francia con ideas muy próximas [a los neocons españoles] y la notable influencia de esas líneas de pensamiento en el principal partido de la oposición en España, nos deberían seguir preocupando. Sus errores los pagamos todos muy caros.”
Sin embargo echo de menos en este artículo --- y en general en las construcciones críticas de la izquierda frente a los neoconservadores--- que me digan cuales son esos “errores” que se augura que pagaremos muy caros.
No es ello sino una muestra más de lo que ya en otros de mis escritos he definido como la táctica de la elusión de la critica propia de progresismo dogmático intolerante de la izquierda consistente en atacar al adversario sin argumentos y con meras descalificaciones, procurando presentarle como ridículo o risible, cuando no como extremista de derechas o fascista, pero sin expresar nunca un porqué.
Al final el nerviosismo de la izquierda ante el progreso de las ideas neoconservadoras, radica en que supone, como ya dijera Sarkozy en su campaña electoral:
“Que la herencia de Mayo del 68 sea liquidada de una vez por todas”
y ello porque aquellas ideas representan la verdadera fortaleza moral de la esencia de Occidente y la pérdida de los complejos que han atenazado a los liberal-conservadores en la escena política europea durante los últimos cuarenta años.
En cualquier caso la categoría de los “neocón” nacida en los Estados Unidos se ha aplicado sin mucho criterio a los nuevos conservadores europeos, pues existen puntos de desencuentro evidente entre los neocon norteamericanos y la derecha democrática europea.
Efectivamente los neocon americanos pueden considerarse liberales desencantados de la deriva izquierdista del partido demócrata ---como dijera Irving Kristol, uno de los precursores del movimiento neoconservador en Estados Unidos, suele decir que un neocon es un liberal, en el sentido norteamericano del término, atacado por la realidad--- mientras que en Europa representan el resurgir del pensamiento liberal-conservador, por una parte frente a la ruina ideológica a la que el mayo del 68 empujó a la izquierda y por otra, frente a la reacción postmarxista de la izquierda tras la caída del muro, con los daños que una y otra tendencias de la izquierda han ocasionado en la sociedad europea toda.
En todo caso, si en algo se parecen los neocon americanos a los nuevos conservadores europeos es tan solo en la pérdida de sus complejos frente a la izquierda y la mayor beligerancia en la defensa de sus posiciones intelectuales y políticas, lo que naturalmente les ha granjeado la calificación de extremistas o duros desde la izquierda.
Pero ¿cómo se está escenificando esta evolución del mundo del pensamiento en España?
Hace algunas semanas Cesar Alonso de los Ríos criticaba desde su columna de ABC a Mariano Rajoy, y nos decía que:
“El señor Rajoy tiene una concepción discursiva de la política. Una visión puramente parlamentaria y retórica. Por ahí se le van los esfuerzos... y los éxitos. Entretanto, va perdiendo las batallas «reales». Y si siempre es un tremendo error reducir la acción política a unos cuantos debates, ¿qué decir cuando la nación pasa por una circunstancia tan difícil como es la de su desmontaje por parte del partido en el Gobierno y sus socios?”
Pese a no faltarle razón al columnista, lo cierto es que Rajoy no ha dejado de hacer esfuerzos de aproximación a ese nuevo conservadurismo que personifica Sarkozy.
Sin embargo y pese a sus esfuerzos innegables Rajoy no ha logrado alcanzar la categoría de “líder ilusionante del conjunto de la derecha española” .
Y de ello se están aprovechando otra clase de “neocóns”, que en Cataluña han dado vida al partido denominado “Ciutadans” y que pretenden repetir su experiencia en el resto de España como han anunciado en la prensa tres representantes de ese movimiento social como son Fernando Sabater, Rosa Díez y Carlos Martínez Gorriarán.
Los tres responden al esquema de los izquierdistas atacados por la realidad a que se refería Irving Kristol, pues proceden de la izquierda marxista y se manifiestan asqueados de la deriva, más que izquierdista descerebrada, del PSOE, pero no se puede, en su caso, decir que se estén acercándose a postulados ideológicos liberal-conservadores, ni mucho menos.
Y es ahí precisamente donde está la trampa que nos puede pretender vender el PSOE y frente a la que el PP debería reaccionar activamente, pues la simpatía hacia estos personajes por su marcada actitud anti PSOE y españolista no debe confundir a la opinión pública: no se trata de neoconservadores, sino de una escisión izquierdista del PSOE que no ha abandonado su espíritu sesentayochista.
Y es precisamente ante esa amenaza, que desde el progresismo dogmático intolerante de la izquierda [PSOE] trataría de venderse como una alternativa al PP, ante la que el propio PP debe reaccionar con valentía y sin ambages, denunciando que la realidad es que se trata de un movimiento de izquierdas que se segrega del PSOE, a cuyos votantes moderados apela, y que representa la descomposición interna que afecta al partido del Gobierno.
No nos engañemos. Parafraseando a Baroja cuando se refería al periódico "El Pensamiento Navarro":
“CIUTADANS ¿Nuevo Pensamiento y de Izquierdas? Imposible. Un oxímoron”