Vuelvo a publicar mis "Reflexiones Heteróclitas" agobiado por lo que creo que es la cercanía, indeseada, a una Dictadura de corte marxista y populista buscada por la izquierda totalitaria que nos gobierna.
A los filósofos herederos del movimiento “Mayo 68” les
entusiasma el concepto de “subversión permanente”.
Así se manifiesta, por ejemplo, los Gluksmann (padre e hijo)
Claro está que lo de la "subversión permanente"
viene bien para un país como España, que ha respaldado en las elecciones a un
estalinista metido a permanente "subvertidor" o emancipador, o lo que
sea que pretenda hacer Pedro Sánchez en compañía de Pablo Iglesias y sus socios
parlamentarios antisistema. Se entiende, por tanto, la adopción del concepto.
En cualquier caso, conviene aclarar que buena parte de la
izquierda occidental, heredera del sesentayochismo, no ha hecho todavía la
crítica del totalitarismo, ni del propio ni del ajeno, por mucho que haya
asimilado las pretendidas formas emancipatorias de esa parodia de revolución, que
fue Mayo del 68.
Por ello, los líderes de la nueva (aunque vieja) izquierda,
antisistema y republicana, sigue transitando por los vericuetos de ese totalitarismo
soviético, que no han sabido abandonar, aunque lo hagan con un barniz
gramsciano, por aquello de darle un tinte más intelectual.
Prueba de ello es que como dijera el profesor alemán Peter
Sloterdijk,
“La permanencia del antifascismo,
como ideología dominante, se debe a que el fascismo de izquierda nunca hizo sus
duelos. Sus representantes nunca confesaron lo que en verdad son. Acusando de
fascistas a los fascistas de derecha y ocultando su propia calidad de
fascistas, incluido el maoísmo, que fue el peor de los fascismos”.
Y
no se trata de una consideración caprichosa sobre nuestra izquierda gobernante,
sino que se refleja en sus propios actos y actitudes permanentes.
La
última lo es la Orden publicada en el BOE de 5 de noviembre de 2020, Orden PCM/1030/2020,
de 30 de octubre, por la que se publica el “Procedimiento de actuación contra
la desinformación” aprobado por el Consejo de segundad Nacional, que no es sino
un remedo de la censura franquista a la prensa, disfrazada de “medidas para el
bien de la ciudadanía”
O
la Orden de intervención de las redes sociales para evitar “informaciones fake”
que el Gobierno ha
llevado hoy al BOE y que incluye la creación de una comisión bajo la batuta del
jefe de Comunicación de Moncloa, Miguel Ángel Oliver.
La
cabeza visible de este plan en España ha sido el jefe de Gabinete del
presidente Pedro Sánchez, Iván Redondo.
Todo
ello no son sino manifestaciones de aquel no superado totalitarismo de la
izquierda marxista para limitar las libertades de información, opinión y
expresión de los disidentes y así garantizar el monopolio de la información y
de la opinión, a modo del “Ministerio de la Verdad” orwelliano.
Sin
embargo, nuestra izquierda no respeta ni al propio Marx que criticaba a los revolucionarios
hoy al uso con estas palabras, descriptivas y premonitorias:
"La tradición de todas las
generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y
cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las
cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es
precisamente cuando conjuran, temerosos en su exilio, a los espíritus del
pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para,
con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la
nueva escena de la historia universal”
Afirmando
que cada Revolución ha de tener su forma y su estética propias, las adecuadas
al momento histórico en que se produzca y no imitando las actitudes de otras
revoluciones anteriores, advertencia que no parece ser recordado por la NUEVA
IZQUIERDA que pretende encarnar PODEMOS, que no deja de ser un calco risible de
los mensajes frentepopulistas de la España de los años 30 del s.XX (Arderéis
como en el 36 – Vamos a quemar la conferencia episcopal - La referencia
permanente a la República- No Pasarán- etc…)
Y
mientras todo esto ocurre, la UE no se cree el proyecto de Presupuestos
presentado por el Gobierno Sanchista, y dudan de sus números desde el
Gobernador del Banco de España hasta la mayoría de los economistas con sentido
crítico.
Los
derechos y libertades de los ciudadanos se restringen con seis meses de
suspensión del Congreso, se trata de politizar la Justicia y nuestros
tribunales, tanto el Supremo como en Constitucional se han reciclado en modo
“Bella Durmiente” y la dictadura de las izquierdas avanza inexorable.
¿Y
que hace el Pueblo Soberano?
Educado,
durante la Dictadura de Franco, a vivir holgadamente y sin rechistar, los 40
años de democracia han servido para anestesiar aún más su conciencia gregaria
de rebaño adocenado, que resiste todo y cualquier cosa sin protestar.
Los
bienpensantes esperan que el freno a tanto abuso venga de la UE, pero esta,
impregnada de socialdemocracia, no hará nada hasta que sea tarde,
Y
al final, cuando los abusos sean insoportables y haya muertos por violencia del
Estado Dictatorial, explotará otra guerra civil, mientras los demás europeos
repetirán el “mantra” de nuestra leyenda negra.
“Cosas de los españoles, que no tienen arreglo”