A diferencia de Chateaubriand hablo frecuentemente de mis intereses, de mis emociones, de mis trabajos, de mis ideas, de mis afectos, de mis alegrías, de mis tristezas, sin pensar en el profundo tedio que el francés temía causar a los demás hablandoles de si mismo.
La risa es la
reacción biológica de los humanos a momentos o situaciones de humor o de
tensión: una expresión externa de diversión o de descompresión emocional.
Por su parte, la
sonrisa se pude considerar como una forma suave y silenciosa de risa.
El filósofo John
Morreall sostiene que el origen biológico de la risa humana puede estar en una
expresión compartida de alivio tras pasar un peligro.
La laxitud que
sentimos tras reírnos puede ayudar a inhibir la respuesta agresiva con la que
nos enfrentamos a los peligros, convirtiendo la risa en un signo de conducta
que indica la confianza en los compañeros y la desaparición del estrés nervioso
provocado por la excitación previa.
Algunas teorías
médicas atribuyen a la risa efectos beneficiosos para la salud y el bienestar,
dado que libera endorfinas. Un estudio demostró que algunos indicadores
relacionados con el estrés disminuyen durante los episodios de risa, lo que
apoya la teoría de que el humor alivia el estrés.
La risa, sin
embargo, no está restringida a los humanos, lo que conectaría con las
explicaciones mencionadas anteriormente.
Efectivamente, y
según un estudio publicado en la revista “Science” por Jaak Panksepp, existe la
risa animal, y no sólo en los primates, pues estudió perros y ratas y encontró
que en sus juegos emitían sonidos muy similares a las risas de los humanos.
En parte se puede
deber a que el sistema límbico, que maneja la risa, es una de las partes menos
evolucionadas del cerebro humano que compartimos en buena medida con animales
inferiores.
Platón y los
aristotélicos no apreciaban mucho la risa, pues el espíritu irreverente de su
época se oponía al concepto de mundo ideal que pretendían encontrar.
Así Aristóteles
afirmaba que:
“La risa es fealdad que deforma el alma y el cuerpo, rompe las buenas costumbres y la armonía social, porque causa sentimiento de superioridad en el que se ríe y humillación en quien es objeto de risa.”
Esa
reticencia hacia la risa se ha mantenido a lo largo de muchos siglos, hasta
llegar a nuestros días en que la risa es considerada como uno de los grandes
tesoros de la humanidad.
Tal
vez esta reticencia clásica hacia la risa está reflejada con genialidad en la
escena que os copio de “El nombre de la Rosa”
“El mundo está lleno de sufrimientos; la raíz del sufrimiento es el apego”
Pero ¿Qué es el “apego”?, pues podríamos definirlo como un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originado por la creencia de que sin esa cosa o persona, no es posible ser feliz. Lo
El budismo es radical en esta materia, afirmando que la supresión del sufrimiento es la eliminación del apego, entendiendo que el mundo material es en sí mismo malo y que por tanto es preciso, para alcanzar el nirvana, como sublimación espiritual del individuo, la eliminación absoluta del apego hacia cualquier elemento material, como renuncia absoluta al mal y camino único hacia la perfección espiritual.
Ahora bien, desde las posiciones filosóficas occidentales, de raíz greco-latina-judeocristiana, el desapego no implica frialdad, ni desinterés, ni indiferencia, ni desamor, ni tan siquiera desafección hacia las cosas o las personas, sino que más bien implica no tener miedo a perder sea lo que sea a lo que estemos apegados.
Es decir, que el desapego no significa abandonarlo todo, no trabajar más o no desear nada material, sino que tan solo implica pensar que nuestra felicidad no depende de mantener la posesión de las cosas o la relación con las personas con las que tengamos un vínculo afectivo.
Desde dicha perspectiva el desapego nos permitirá trascender hacia un plano espiritual más elevado, vinculado a lo que Jesucristo llamó “La pobreza de espíritu” entendida como la “austeridad cristiana” que el propio Jesús definió diciéndonos:
"Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón" y hallaréis descanso para vuestras almas (Mateo 11,29).
Es decir que para el cristiano es esencial la austeridad y el desapego, pues nos liberan interiormente de la esclavitud de los deseos frente a los bienes de este mundo.
Así efectivamente Jesús enseña:
"Bienaventurados los pobres de espíritu" (Mateo 5,3).
"Nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o bienes por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno" (Marcos 10,29-30).
Lo que Pablo intenta explicarnos en su encíclica a los filipenses al decirnos:
“Tened los mismos sentimientos que Cristo Jesús, el cual siendo de condición divina, no retuvo avaramente ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo"
En conclusión Jesús nos enseña un desapego tan radical y profundo como el budista, pero en atención a una motivación radicalmente diferente: el amor inmenso no a “Su” gloria, sino a “Sus” criaturas, mostrándose como camino hacia la "gloria de Dios Padre".
"Recibe todo cuanto Él manda sobre ti y ten buen ánimo en las vicisitudes de la prueba. Pues el oro se prueba en el fuego, y los hombres gratos a Dios en el crisol de la tribulación. Confíate a Él y te acogerá, endereza tus caminos y espera en Él "(Eclo. 2, 1-6).
Quienes tenemos la suerte de haber nacido en una familia donde no se pasaba extrema necesidad debemos reflexionar seriamente para ver cómo vivimos esta virtud humana de la pobreza y cómo es nuestra solidaridad.
Darnos cuenta de que, aunque el bienestar es algo bueno y deseable para todos, no es el fin de la vida personal porque, al fin y al cabo, desnudos vinimos al mundo, y desnudos volveremos a la tierra. Nuestro corazón será despojado hasta de la ropa que usamos. Bueno será ejercitarse en el desapego de las cosas; es decir, bueno será vivir la virtud de la pobreza.
En el Calvario despojaron a Jesús de todo lo que poseía materialmente.
No nos extrañemos si el medio por el que entramos en el privilegiado lugar del sufrimiento es la pérdida de los bienes terrenos.
Será que Dios cuenta con ello.
Y siguiendo mi costumbre os incluyo un video musical, en esta ocasión a Andrea Bocelli cantando el "Ave Verum Corpus" de Mozart en el funeral de cuerpo presente de Luciano Pavarotti.
Cuando el alma se refugia en la melancolía solitaria, suele ocurrir que la situación física del cuerpo que la alberga, o del propio alma melancólica, se encuentran en situación "sufriente".
Y ese refugiarse en el "castillo" ―tan humano y tan masculino― para restañar las heridas, físicas o espirituales, del "yo interior", es una constante reiterada en el hombre, más que en la mujer, y se concentra ensimismado en su soledad y su silencio, en el deseo de analizar su sufrimiento y tratar de encontrar el remedio sanador que necesita.
Remedio que anhela sea su propio "bálsamo de Fierabrás", ese que D. Miguel de Cervantes menciona en su Don Quijote con estas palabras:
"-Todo eso fuera bien excusado si a mi se me acordara de hacer una redoma del bálsamo de Fierabrás de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay pensar morir de ferida alguna. Y ansí, cuando yo le haga y te le de, adminístramelo cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo (como muchas veces suele acontecer), bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sotileza, antes que la sangre se yele, la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo; luego me darás a beber solos dos tragos del bálsamo que he dicho, y veras me quedar mas sano que una manzana."
Ese bálsamo de Fierabrás, es un ungüento que según la leyenda sirvió para embalsamar a Jesucristo y tenía un poder extraordinario de sanar las heridas.
Según la leyenda, Fierabrás fue un gigante mítico sarraceno a quien ya se refieren los poemas épicos franceses del s.XII.
Y ese es el bálsamo milagroso que el hombre "melancólico" desea encontrar para curar todos sus males.
En el libro "Porqué los hombres no escuchan, y las mujeres no saben leer un mapa" del matrimonio inglés Pease,se nos explica esa actitud de retiro del hombre, diciéndonos:
"Los hombres no evolucionaron para ser comunicadores, sino cazadores. Para la caza utilizaban una serie de señales no verbales y, a menudo, se sentaban silenciosos a observar su presa durante horas, sin hablar ni reunirse. Hoy en día, podemos observar que a pesar de que los hombres se reúnan para cualquier actividad, pueden pasar horas y horas separados sin decirse nada. Eso no significa que no se lo estén pasando bien, sino que no necesitan expresarse con palabras."
Los hombres se desarrollaron como cazadores, guerreros, protectores y responsables de solventar los problemas que surgían en el hogar. Sus tendencias mentales y los condicionantes sociales les impedían mostrar temor o inseguridad. Por eso, si le pide a un hombre que solucione un problema, seguramente dirá: «Ya pensaré en la solución», y eso es exactamente lo que hace, pensar en ello silenciosamente, con cara inexpresiva. Solo hablará cuando tenga la respuesta y sea capaz de comunicarla.
Cuando un hombre está mirando por la ventana pensativo, está manteniendo una conversación consigo mismo, pero la mujer, al observar al hombre mirando al infinito, asume que está cansado o aburrido e intenta hablar con él o mandarle hacer algo. En ese momento, el hombre se enfada porque le ha interrumpido.
En conclusión, el hombre se refugia en su castillo para acometer la solución de los problemas que le acucian y lo hará sobre la base de tener un cerebro más racional, menos intuitivo y menos emocional que las mujeres, aunque sea menos inteligente que ellas.
Ya lo decía Khalil Gibran:
"El espíritu afligido encuentra relajación en la soledad. Aborrece a la gente, como un ciervo herido abandona la manada y vive en una cueva hasta que se cura o muere."
Pero la respuesta que el hombre suele recibir de las mujeres por su atávica actitud ―pues no reconocen diferencia alguna con los hombre más que la de la fuerza física― la plasma, magistralmente, está viñeta de Snoopy
olvidando que toda sombra surge de la luz, y que sólo quien haya conocido luces y sombras, conflictos y armonía, éxitos y fracasos, realmente habrá experimentado la vida.
Y concluyamos nuevamente con un video musical, hoy el "Coro de Cazadores" de la Ópera "el Cazador Furtivo de Weber" que refleja la felicidad de los cazadores.
Las lluvias que han comenzado estos días, después de una primera quincena de octubre absolutamente veraniega, me inspira esta reflexión heteróclita.
Es de todos conocida la manía de los italianos de echarle la culpa de todo a su gobierno, sea quien sea el partido que lo ocupe, y a ello responde la frase que uso como encabezado.
En España no es tan generalizado, pues la población se divide entre izquierdas y derechas casi al 50%, de modo que se culpa al gobierno de izquierdas por la derecha y viceversa.
Y una de las cuestiones hoy más candentes es la de la idea de que el "Cambio Climático" lo es por culpa del calentamiento global provocado por el hombre.
Pero está doctrina "climalarmista" está empezando a ser muy criticada.
Hace pocos días se firmó por más de 1600 científicos de todo el mundo, entre los que se encuentran varios Premios Nobel como el físico estadounidense Ivar Giaever, Nobel de Física en 1973 o John F. Clauser, premiado con el Nobel en 2022 por sus investigaciones sobre mecánica cuántica un manifiesto que dice:
"No existe una verdadera crisis climática". Sin embargo, "la narrativa popular sobre el cambio climático refleja una peligrosa corrupción de la ciencia que amenaza la economía mundial y el bienestar de miles de millones de personas".
La Declaración en cuestión nos dice:
1.- Factores naturales y no antropogénicos causan el calentamiento
El archivo geológico revela que el clima de la Tierra ha variado desde que existe el planeta, con fases naturales frías y cálidas. La Pequeña Edad del Hielo terminó en 1850. Por lo tanto, no sorprende que ahora estemos experimentando un período de calentamiento.
2.- El calentamiento es mucho más lento de lo previsto
El mundo se ha calentado significativamente menos de lo previsto por el IPCC sobre la base del efecto antropogénico modelado. La brecha entre el mundo real y el mundo modelado nos dice que estamos lejos de comprender el cambio climático.
3.- La política climática se basa en modelos inadecuados
Los modelos climáticos tienen muchos defectos y no son ni remotamente plausibles como herramientas de política global. Exageran el efecto de gases de efecto invernadero como el CO2. Además, ignoran el hecho de que enriquecer la atmósfera con CO2 es beneficioso.
4.- El CO2 es el alimento de las plantas, la base de toda la vida en la Tierra
El CO2 no es un contaminante. Es esencial para la vida en la Tierra. La fotosíntesis es una bendición. Más CO2 es beneficioso para la naturaleza, reverdece la Tierra: el CO2 adicional en el aire ha promovido el crecimiento de la biomasa vegetal mundial. También es bueno para la agricultura, ya que aumenta el rendimiento de los cultivos en todo el mundo.
5.- El calentamiento global no ha aumentado las catástrofes naturales
No hay evidencia estadística de que el calentamiento global esté intensificando huracanes, inundaciones, sequías y desastres naturales similares, o haciéndolos más frecuentes. Sin embargo, existe amplia evidencia de que las medidas de mitigación de CO2 son tan dañinas como costosas.
6.- La política climática debe respetar las realidades científicas y económicas
No hay emergencia climática. Por tanto, no hay motivo para el pánico y la alarma. Nos oponemos firmemente a la perjudicial y poco realista política de cero emisiones netas de CO2 propuesta para 2050. Si surgen enfoques mejores, y sin duda surgirán, tenemos tiempo de sobra para reflexionar y readaptarnos. El objetivo de la política mundial debe ser la "prosperidad para todos" mediante el suministro de energía fiable y asequible en todo momento. En una sociedad próspera, los hombres y las mujeres están bien educados, las tasas de natalidad son bajas y la gente se preocupa por su entorno.
Y esta posición científica, la de los "climaescépticos" enfrentados a los climalarmistas se demuestra con hechos, como la fotografía que encabeza está reflexión, complementada por esta otra
informaciones, ambas, que desacreditan la alarma social provocada por los medios de comunicación este verano a cuenta de los calores "que nunca se habían vivido en España".
Al igual que este video desmiente que en nuestra patria nunca se hayan producido lluvias e inundaciones, en el pasado, como las que se han producido estos últimos días por consecuencia de la "Dana"
Dentro de algunas generaciones se reirán de nosotros y del abusivo gasto realizado en tratar de evitar lo inevitable: Que el clima de la Tierra cambia, está cambiando ahora, cambió decenas de veces en el pasado y seguirá cambiando en el futuro con indiferencia hacia la pretendida influencia humana, pues el hombre carece de poder para cambiar el clima o detener sus cambios.
Y como siempre os acompaño un nuevo video musical, hoy "Tempestad en el Mar", concierto nº 5 en re menor de Vivaldi
La idea de la existencia de Dios está enraizada en el pensamiento de que si el fruto del devenir de generaciones, cientos, miles de ellas, desde la aparición del hombre sobre nuestro planeta ─en un proceso evolutivo que considero programado y antropocéntrico─ es el hombre contemporáneo, habremos de acabar en la idea del carácter trascendente del ser humano.
Veámoslo desde otra perspectiva.
Para los ateos y evolucionistas la existencia del ser humano
es el fruto de una contingente suerte de infinitas carambolas que mediante el
proceso evolutivo y desde el primigenio momento del “Big-Bang”, ha desembocado en
la aparición del hombre sobre la tierra. (Tesis evolutiva)
Para los creyentes, sin embargo, la existencia del hombre es
el fruto de un deseo del Dios creador. (Tesis Creacionista o del superdiseño)
Vamos a analizar una y otra posición.
Para empezar lamento no poder considerar serio el
planteamiento ateo.
Del mismo modo que Umberto Ecco, pienso que:
“… el ateo es una figura cuya psicología se me escapa, porque
al modo kantiano, no veo de qué forma se puede no creer en Dios y considerar
que no se puede probar su existencia, y creer después firmemente en la
inexistencia de Dios, y sentirse capaz de poder probarla.” [2]
Es decir, que siguiendo las doctrinas más cientificistas y
racionalistas, si no somos capaces de demostrar que Dios existe, porque ni la
ciencia ni la razón aportan instrumentos que permitan esa demostración, no
tiene sentido pretender, y ello por los mismos razonamientos, que sea posible demostrar
que Dios no exista.
En consecuencia en esta materia habremos de limitarnos, en
palabras de Joseph Ratzinger, a explorar los conceptos referidos a Dios desde
el “dialogo entre la razón y la fe”.
Y aquí es donde el hombre encuentra, desde posiciones
filosóficas, elaboraciones tan curiosas como la que se encierra en el apotegma:
al que le dedica un interesante artículo Desiderio Parrilla Martínez en la revista online “El Catoblepas” y que podéis leer haciendo clik AQUI
Adelantemos, no
obstante, que la frase en cuestión no es exactamente la escrita por Tertuliano ─su
presunto autor─, cuya literalidad es la siguiente:
“Crucifixus
est Dei Filius, non pudet, quia pudendum est; et mortuus est Dei Filius,
prorsus credibile est, quia ineptum est; et sepultus resurrexit, certum est,
quia impossibile.” [3]
si no que se inspira
en la expresión del final de la frase: “certum est quia impossibile“, que
literalmente se podría traducir como “Es cierto porque es imposible”.
Lo que Tertuliano quiere decir en esta frase es que su creencia en la resurrección de Jesús se fundamenta en el hecho de que es humanamente imposible y que por lo tanto esa resurrección ha de ser un milagro de Dios, tal y como nos enseña la fe cristiana.
En este punto querría hacer referencia a las críticas al nuevo ateísmo, representado por su adalid británico Richard Dawkins, el autor de los anuncios en los autobuses de Londres con los carteles expresando “Probablemente Dios no exista así que despreocúpate y disfruta de la vida”, campaña repetida en Madrid hace algún tiempo.
Richard Dawkins, autor de 'El gen egoísta' y 'El espejismo de Dios'
Este personaje con aspecto respetable y vestimenta que
recuerda a la de un fraile franciscano es, pese a su aspecto bonancible, un
intelectual dogmático y prepotente.
En su trayectoria ético/filosófica Dawkins es un activista
del ateísmo, el aborto y la Eugenesia.
Dejaremos para otros posts la crítica al proabortismo y la
eugenesia, pues en esta reflexión heteróclita quiero centrarme en el ateísmo y
la existencia del hombre como fruto de la creación, y exponer las razones que
me llevan a esa consideración esencial.
En cualquier caso, la actitud siempre prepotente de Dawkins ─autor
de 'El gen egoísta' y 'El espejismo de Dios'─ implica, a mi juicio, dos cosas:
Que no es un filósofo racional, sino un intransigente.
Y que se cree en posesión de la verdad en cuestiones que, por
mucho que lo pretenda, siguen sin contestación válida aun en nuestros días,
como el hecho de la existencia o no de Dios, salvo que nos acerquemos a ella
desde la creencia y el sentimiento.
Frente a su posición, ensalzada desde la izquierda
progresista dogmática e intolerante, se han alzado en los últimos tiempos
muchas voces autorizadas.
Por ejemplo, el filósofo también británico, y durante muchos
años ateo militante Antony Garrard Newton Flew, quien en 2004 anunció su
abandono de las tesis ateas, reconociendo que:
“Tuve
que rendirme ante la evidencia de los hechos, entre otros los recientes
descubrimientos científicos en los campos de la cosmología y de la física, y
los hallazgos realizados durante más de cincuenta años de investigación del
ADN, que sirven de base para nuevos y poderosísimos argumentos a favor del
diseño” [4]
Otros autores que critican a Dawkins son los también
británicos Scott Hahn y Benjamín Wiker, que en su libro “DAWKINS EN OBSERVACION:
Una crítica al nuevo ateísmo” [5],
atacan ferozmente los argumentos del adalid del ateísmo, diciendo entre otras
cosas que
“Dawkins
esté dispuesto a afirmar que cualquier cosa es posible para así dejar abierta
la puerta al
azar como explicación puramente material de cualquier hecho milagroso, como …
la aparición espontánea sobre la Tierra de algo equivalente al ADN.”
Partiendo de esta
postura Dawkis llega a la conclusión de que es el azar el factor determinante de nuestra existencia en la tierra,
y de la creación toda.
Así, según afirman Hahn y Wiker en su libro:
“Dawkins viene a decir
lo mismo que Tertuliano pero cambiando los términos: el azar puede convertir lo
imposible en posible, haciendo que pase a ser algo milagrosamente improbable.
Pero eso, en el fondo, no es muy distinto del credo quia absurdum est que se
atribuía a Tertuliano. ¿Cómo se puede tener tanta devoción a ese esquivo dios,
el Azar? Muy fácil, Dawkins es capaz de creer en cualquier cosa antes que en
Dios.”
Pero el propio Dawkins,
al tratar de explicar sus tesis, cae en profundas contradicciones, de las que él
mismo se tiene que dar cuenta con bastante claridad al referirse a la selección
natural, pues como hace notar en varios pasajes de su obra [6],
la selección natural (entendida como la acumulación gradual de rasgos
favorables) viene a ser «lo opuesto» al azar.
Su razonamiento es que
si la selección natural hubiera de producir un ojo mediante una única y
gigantesca cascada de mutaciones aleatorias, toda la evolución sería una
cuestión de pura casualidad, y por tanto prácticamente imposible porque las
partes (los distintos átomos) no tienen la tendencia a adoptar espontáneamente
una estructura biológica supercompleja, por lo que tendríamos que ceder al azar
la capacidad de lograr lo que sólo un dios puede hacer y en una pirueta
inconcebible adjudica ese plus al azar.
En conclusión,
volviendo al texto de Hahn y Wiker:
“El Azar (al que se refiere Dawkins) debe
poseer las cualidades de ese Dios al que reemplaza, por lo que crece hasta
convertirse en un dios que es capaz de hacer cualquier cosa. Dawkins no
necesita que haga cualquier cosa, por supuesto, sino sólo aquellas cosas que la
selección natural no puede hacer y que requerirían un Dios real: crear los
primeros seres vivos”.
Como conclusión diremos
que frente a la tesis del ateo los pensadores creyentes oponen el llamado “Argumento Cosmológico”. Dicho argumento
se basa en la imposibilidad de entender el origen del universo sin acudir a la
existencia de un “Dios Creador”.
La ciencia ha
demostrado, en los últimos decenios, que el universo no es eterno, sino que
tuvo un comienzo, un principio que se produjo hace unos 14.000 millones de
años.
Por lo tanto existió un
principio, y nada existía antes de ese principio.
Si no existe nada antes
de ese principio, si no hubiese Dios, nos encontraríamos con que el universo decidió
existir por sí mismo, lo que es una conclusión poco creíble.
La realidad es que es
poco creíble y poco probable que la energía y la materia que componen el
universo nacieran per se de motu proprio, dando lugar a su propia existencia a
partir de la nada, de la absoluta no existencia.
Como parte del
argumento cosmológico, finalmente, se incluye la existencia de las leyes
físicas y el misterio que representa que todas, en su inmensa y no totalmente
desentrañada amplitud y complejidad, estuvieran vigentes y activas desde el
primer instante del Big-Bang, ya que sin ellas la expansión del Universo desde
ese primigenio momento no podría haber tenido lugar, a lo que debe añadirse que
esas leyes, sin un Dios que las hubiese programado, habrían de haber nacido
nuevamente motu propio de la materia y energía que conforma el universo y es
bastante increíble y paradójico pensar que estos elementos tuvieran capacidad
para inventar leyes de semejante complejidad y ponerlas en marcha en el mismo
momento de su nacimiento.
Llegados a este punto, y como conclusión de todo lo anterior,
he de afirmar que me niego a aceptar que Dios no exista y que, en consecuencia
no haya creado el universo y en él al ser humano a quien, además, aportó la
esperanza en la vida venidera.
Me niego así a aceptar que todas mis vivencias, mis
recuerdos, mis sensaciones, mis emociones, mis placeres, mis dolores, mi vida
humana, en fin, tenga por único destino la desintegración en unidades de
materia inconexas y en energía “cósmica” disuelta y sean tan sólo el fruto de
una incomprensible e imposible, por excesiva, casualidad cósmica, fruto de la
conjunción de infinitas casualidades anteriores producidas desde el momento
primigenio del “Big Bang”.
En tal caso, la existencia del hombre, con su cualidad intelectual
y espiritual intrínseca, sería una carambola excesivamente cruel del Universo.
[1] Ángel
González; Áspero Mundo (1956); de su libro 101+19= 120 Poemas; VOLUMEN CDXXXV DE LA COLECCIÓN VISOR DE
POESÍA; VISOR LIBROS 2005;
[2]
¿En que creen los que no creen? (In cosa crede chi non crede) - Umberto Eco,
Carlo María Martini (y Emanuele Severino, Manlio Sgalambro, Eugenio Scalfari,
Indro Montanelli, Vittorio Foa, y Claudio Martelliaño), 1997 - Traducción:
Carlos Gumpert Melgosa - Editor digital: Mowgli - Corrección de erratas:
newclave y DiabloKhel (metadatos), brun
elesqui y Jecanre - ePub base r1.0 – EPUBLIBRE
[3] Tertuliano; De Carne Christi V, 4: "El Hijo de Dios fue crucificado: no
hay vergüenza, porque es vergonzoso. Y el Hijo de Dios murió: es totalmente
creíble, ya que no es adecuado. Y, enterrado, resucitó: es cierto, porque es
imposible".
[4] “Mi peregrinaje desde el Ateísmo al Teísmo - My Pilgrimage from Atheism to
Theism”; Entrevista realizada por Gary
R. Habermas, en la Revista Philosophia Christi (publicada por la sociedad
Filosófica Evangélica con el apoyo de la universidad de Biola); 9 de diciembre
de 2004. Pg. 6.
[5] HAWKINS EN OBSERVACIÓN: Scott Hahn y Benjamin Wiker – Editoraal RIALP, 2011
[6] El espejismo de Dios (título original: The God Delusion, 2006); Ed. Espasa 2007
[7] Nada para nosotros, Señor Nuestro, sino para la gloria de tu nombre; Lema de
los templarios
Reconozco que mis últimas reflexiones han podido resultar algo arduas, e incluso tediosas, para muchos de mis lectores, dado su caracter esencialmente filosófico.
Por ello hoy voy a hablaros de la belleza de la poesía.
De vez en cuando se desata el alma
del escritor, no se la puede embridar, campea a su aire y según sus antojos, apareciendo, así, el poeta.
Hubo quien hizo del arte de encadenar endecasílabos una
profesión y un modo de vida. Hoy apenas daría para algunos mendrugos.
Sin embargo, para aquellos que tienen una sensibilidad
literaria profunda, el verso sigue siendo la mayor expresión escrita de los
recovecos del alma, ya sufriente, ya eufórica, ya crítica, ya melancólica, y
ahí se concentran todas y cada una de esas pasiones.
Decía la escritora Angela Vallvey, que:
“Para ser poeta no hace falta escribir poemas, sino
tener una especial sensibilidad para aproximarse a los acontecimientos que nos
rodean y expresarlos desde la emoción interior que nos produzcan.”
tal y como recordaba en mi post ESCRITURA Y POEMAS al que se puede acceder haciendo click en el texto resaltado.
Efectivamente, en estos momentos, me encuentro en una de
esas fases en las que me apetece escribir poesía, pero, pienso que no sé
si seré capaz de encadenarla, aunque lo desearía, pues como le sucede a Harry Heller, el lobo estepario
de Hesse:
“Una noche, estando despierto en la cama, empezase de
pronto a recitar versos, versos demasiado bellos, demasiado singulares para que
yo hubiera podido pensar en escribirlos, versos que a la mañana siguiente ya no
recordaría y que, sin embargo, estarían guardados en mí como la nuez sana y
hermosa dentro de una cáscara rugosa y vieja”.
De modo que prefiero los versos escritos por
quienes si tuvieron la virtud de expresarlos.
Así que, parafraseando a Quinto Horacio Flaco, “Trataré de mezclar a mi prudencia un grano de locura”.
En cualquier caso, mi amor por los versos bellos y
singulares se inclina hacia aquellos que se refieren a lo que Hamlet definía
como “aquel país desconocido de cuyos límites
ningún caminante torna.” Pues el destino ultimo del hombre es una
de las cuestiones que más obsesionan mi razón y mis sentimientos.
Así, me encantan los versos de Tennyson dedicados a los
efectos del paso del tiempo, de su poema Ulises, en los que nos dice:
“[…] no tenemos ya aquella fuerza
que en los viejos días
movía tierra y cielo,
somos lo que somos:
Con igual temple de corazones heroicos
debilitados por el tiempo y el destino,
pero más fuertes en voluntad para esforzarse,
buscar, encontrar y no rendirse.”
o,
parcialmente, los recogidos en el poema “Cuando baña mi lecho luz de luna”
“[…]
el mármol surge brillante
al
pasar, lenta, una llama de plata,
aclarando las
letras de tu nombre,
la cifra de tus
años.
[…] y entonces sé
que la bruma flota,
como leve velo,
de costa a costa
y en el oscuro
templo, como un fantasma,
centellea tu
lápida a la aurora.”
Otro gran poeta inglés que se refiere a la muerte es
Shakespeare, quien en su poema “Cuando haya muerto, llórame tan sólo...” , nos
dice:
"Cuando haya muerto, llórame tan sólo
mientras escuches la campana triste,
anunciadora de mi fuga
del mundo vil hacia el gusano infame.
Y no evoques, si lees esta rima,
la mano que la escribe, pues te quiero
tanto que hasta tu olvido prefiriera
a saber que te amarga mi memoria.
Pero si acaso miras estos versos
cuando del barro nada me separe,
ni siquiera mi pobre nombre digas
y que tu amor conmigo se marchite,
para que nadie en tu llorar indague
y se burle de ti por el ausente.
Por mi parte, soy, generacionalmente, miembro del movimiento poético de los años 70 del siglo pasado donde se fraguó un estilo con gran personalidad.
Así Jimmy Giménez-Arnau agotó, en la poesía y en aquellos años, todo el genio que tenía, con poemas como estos:
"Si se le ocurre preguntar por mi
invéntate una historia parecida
a la tristeza pero que no intuya
que estoy a punto de volverme loco.
Que no intuya que mi última mujer
(La cabecita que despeinó ahora)
es la misma mujer con la que duermo
de una manera imaginada en ella.
Si se le ocurre preguntar por mi
dale manzanas dale vaguedades
dale ambiguas noticias de lo que es
plural incertidumbre de un dolor.
Si se le ocurre preguntar por mi
no le hables de mis noches espantosas
donde los ojos arden de cansancio
y los labios se secan junto a ellos
No le hables de los besos increíbles
que terminaban yéndose a la cama
a recuperar su aliento estropeado
en la cama increíble de los besos
No le menciones nudos ocurridos
que vuelva en solitario a por sus noches
si le queda algo de hambre en la memoria
si se le ocurre preguntar por mi"
Y no quiero renunciar a dejaros aquí dos de mis poemas, que si bien no alcanzan la belleza de los
versos antes recogidos, son, en última instancia, parte de mi pequeña aportación a la poesía:
"Sólo tengo en el alma un rayo permanente, igual que el de Miguel, que no me cesa y ejercita en mí mismo sus furores. Es mezcla de nostalgia y de dolores, que provoca que yo sea sólo el cuerpo que aquí ves, ya casi nada, pues cada día abrocho mi piel más apretada y se me escapa el yo en cada pisada que camino por buscar tu mundo."
"Cuando a mi
tumba,
Si de mí, ya polvo,
aun te acuerdas,
te acerques a
contemplar
el pasado
que, como yo,
ya no será.
Cuando haya sido.
Cuando
sembrado
en un profundo surco,
mi cuerpo, en
fin, no sea más que tierra,
quisiera
verte sonreírme alegremente,
aunque en el
fondo
de tu alma
una lagrima,por mí,
estallar quisiera.
Tal vez
entonces,
ya hecho luz,
ya hecho nada,
sea una
caricia de viento en tu piel.
...Inesperada."
Y concluyó, como siempre, con una nueva pieza musical, hoy "El final de la vida" más conocida como "E luccevan l'estelle" de la Ópera Tosca de Puccini, interpretada por Pavarotti