Algunos
de mis lectores han criticado mi último POST por considerar que en él se
contenían excesivas citas de otros autores.
Sin
embargo, ya lo dijo Michel De Montaigne
“Yo no cito a
otros más que para expresar mejor mi pensamiento.” [SIC]
Se
trata pues de una forma retórica de elegir las mejores sentencias para mis
“reflexiones”, pero no elaboradas por mi propia pluma, sino por la pluma de
quienes expresan mejor que yo las ideas que trato de transmitir.
Sin
embargo, en esta nueva “reflexión” trataré de no abusar de esta manía para
demostrarles que, con mejor o mayor fortuna, en ocasiones Calíope me susurra
sus bondades, y soy capaz de escribir algo medianamente interesante.
Y
voy a hacerlo con algo que me desasosiega y que no es sino la tremenda farsa,
el engaño interesado al que nos han conducido nuestros políticos con el tan
manido tema del “Cambio Climático” y su concreción en el porege
ecologista objetivo llamado “Agenda 2030”
En
relación con ello, debo iniciar mi reflexión confesando que, contra corriente,
soy un absoluto climaescéptico, que se manifiesta tan contundentemente contra
el cambio climático como contra la deriva de los continentes, dos fenómenos
absolutamente naturales que, sin embargo, en nada dependen ni se producen como
consecuencia de la actividad humana.
Efectivamente, un muy importante, aunque silenciado, número
de notables científicos, niegan el carácter antropogénico de los cambios que
está experimentando el clima terrestre, que, por cierto, no se sabe si nos
conducen a un calentamiento global o a un drástico enfriamiento que pueda
ocasionar un nuevo episodio de “Pequeña Edad de Hielo", como los conocidos
científicamente como “Los mínimos de Dalton, Maunder o Spöder” que tuvieron
lugar durante los siglos XVIII y XIX, en los que una de las causas de los
cambios del clima, con un notable enfriamiento en nuestro planeta, fue la
variación de la actividad solar y la disminución del número de manchas en la
superficie de nuestra estrella.
Por otra parte, también han tenido notable influencia en
esos cambios climáticos los grandes acontecimientos volcánicos, como las
erupciones de los volcanes Tambora de 1815, o Pinatubo de 1991, o la fisura de
Laki, en Finlandia en 1783.
Paisaje durante la Pequeña edad de hielo por Francisco Collantes (1599-1656)
La conclusión es que no sabemos cuanto tiempo será preciso
que se vaya enfriando nuevamente la Tierra para que nos demos cuenta de que no
se está calentando.
Y entonces será demasiado tarde.
Habremos gastado cantidades ingentes de recursos para luchar
contra al calentamiento global, con prohibición de uso de combustibles fósiles ―electrificacando
masivamente nuestra Sociedad, para lo que se necesitará de aquellos
combustibles, pues las fuentes “limpias” de producción eléctrica solar o eólica
aún no están suficientemente desarrolladas― y habremos empobrecido
nuestras economías en aras de las histerias ecológicas que la izquierda “progresista”
ha vendido a las naciones como el Shangri-lá del futuro (Ese lugar mítico y próspero en que reina la
paz total y la felicidad absoluta, descrito por el novelista británico James Hilton en su obra
“Horizontes Perdidos” de 1933)
Sin que, de otra parte, podamos olvidar el riesgo no
calculado que, para nuestra supervivencia como Sociedad desarrollada, tiene la
electrificación como única fuente de energía, pues todo el sistema eléctrico
podría colapsar en un instante, sin que existan medidas previstas para evitar
tal desastre, si se produjese una “Tormenta Solar”, un flujo geomagnético de
vientos solares imprevisibles que haría caer todas las redes eléctricas del
planeta.
Efectivamente, según diversos medios de comunicación, es más
que probable que en los próximos años se produzca un gran flujo
electromagnético solar, es decir, una “Gran Tormenta Solar” que generaría un enorme
volumen de partículas imantadas que impactarían con el campo magnético que
protege la Tierra y cuyos efectos podrían ser apocalípticos.
Este tipo de tormentas ocurren cuando una gran burbuja de
gas sobrecalentado, llamada plasma, es expulsada de la superficie del Sol y
golpea frontalmente a la Tierra. A esta burbuja se la conoce como eyección de
masa solar coronal.
Según los científicos que analizan esta posibilidad, el
impacto económico de un suceso de esas características sería gigantesco.
Buena parte del mundo quedaría sin
electricidad, provocando que el planeta esté apagado durante varios días.
Son muchas las tormentas solares que han tenido lugar a lo
largo de la historia, aunque no muchas impactaron con fuerza.
No obstante, podemos recordar la de 1921 o
la ‘Carrington event’ de 1859.
En esta última, las
agujas de las brújulas se descontrolaron y las líneas de telégrafo entre Europa
y Estados Unidos quedaron inutilizadas. Además,
también se pudieron presenciar auroras boreales en partes del mundo tan
sorprendentes como Colombia.
Según los cálculos de la NASA, la probabilidad de que una “gran
tormenta solar” de efectos devastadores, golpee nuestro planeta dentro del
plazo de los próximos 10 años es del 12%. La cifra un es excesivamente elevada,
pero es cuando menos inquietante.
Y mientras la preocupación de numerosos científicos con
estas posibilidades es omitida por nuestros políticos, estos se afanan en
profundizar es sus políticas ecologistas y climáticas con un infantiloide
entusiasmo, profundizando en su “Agenda 2030” de espaldas a la realidad;
condenando nuestro futuro y regodeándose en su propio universo utópico a costa
de nuestros esquilmados bolsillos.
O Tempora¡¡ O Mores¡¡
Así que nuestro “progresista futuro” será una
devastación total de nuestros mecanismos sociales por la quiebra del sistema eléctrico
mundial, mientras que nuestros políticos seguirán jugando a la gallinita ciega,
con venda en los ojos, risas e irresponsabilidad…
Y, mientras tanto, yo quiero concluir esta breve reflexión
con una nueva cita de Michel
De Montaigne
“La principal ocupación de mi vida es
pasarla lo mejor posible.“
y una pieza musical adecuada a mis
reflexiones…; el Segundo Movimiento de la Sinfonía nº 7 de Beethoven con
videoclip de la Película “Señales del futuro” de Nicolas Cage, que cuenta,
precisamente, el fin del mundo provocado por una “Tormenta Solar”
Ni Don Juan, ni Juanillo. Pero merluzos en linea con lo progre...nos van a encarecer la ronda muchísimo
ResponderEliminarIncluir citas bien traídas de Montaigne, Chateubriand y otros de ese calibre, enriquecen tus, ya de por sí, magníficos escritos y mantienen vivo su legado más allá de los libros. Una cita apropiada es siempre un buen encuentro, y si hay más, mejor. Yo las agradezco.
ResponderEliminarPor alguna mágica razón, en vez de Beethoven escucho en tu enlace a Mozart, su 'Lacrimosa dies illa'. No me quejo.
A.