La inflación sube hasta superar el 10%, y no son buenas las expectativas de la UE al respecto para el año 2023 ―aunque se prevea una reducción del precio de la energía, que se ralentizará con ocasión de la subida del cambio del dólar― los tipos de interés suben, el paro sube, sube el número de muertos por el COVID, sube la crispación politicosocial y sube el gasto de vestuario de la Vicepresidenta del Gobierno ―Yoli, la Ministra Comunista―, quien, sin embargo, nos tranquiliza con perlas de agudo sentido político:
Primero:
la afirmación de que no debe preocupar a los ciudadanos lo abultado de la
factura de su vestuario porque la paga ella mismo con su propio dinero;
Segundo:
la afirmación de que nadie debe tener ningún tipo de temor a que se pueda
hablar de nuestro pasado, afirmando que la “Ley de Memoria Democrática” será un
bálsamo para la Sociedad, un falso y mentiroso bálsamo contaminado de mentira,
añadiría yo.
Tercero:
Que su iniciativa “SUMAR”, al más puro sentido soviético no va de partidos, lo
que nos hace temer que la “Ministra Comunista” nos esté hablando del “Partido
Único”
Pues
todo es relativo, señora Vicepresidenta. La verdad es que no parece un signo de
prudencia ni tan siquiera de coherencia política, su desmesurado, superficial e
innecesariamente aburguesado gasto en vestuario, Señora Vicepresidenta, sobre
todo cuando presume usted de ser miembro destacado de un gobierno que se
autodefine “de izquierdas” y presume de preocupación y conciencia social, y
ello precisamente cuando sube la cifra de parados, las hipotecas son más caras
para las familias por la subida de los tipos de interés, y se ciernen reales amenazas
sobre la tasa del crecimiento de nuestra economía con evidente riesgo de
estancamiento económico, incluso de recesión, tal y como desgraciadamente
apuntan los indicadores económicos recientemente publicados.
Y les
aseguro que mi crítica no es “machista” (fácil recurso demagógico) por el
simple hecho de que sea usted mujer y yo la critique, no vaya a ser que la
“cuota femenina” llegue al punto de legitimar o deslegitimar el derecho a la
libertad de expresión.
Por
otra parte, eso de que no debemos preocuparnos por la Ley de Memoria Democrática
porque será bueno que conozcamos nuestra historia, será cierto si el
conocimiento que se propugna se garantiza que sea objetivo y plural (¿toda
nuestra historia, o solo parte sesgada de ella?), científico y sin censura a
determinados autores “malditos” (v.g.: Pio Moa), y sin caer en la tentación
jacobina de que “ahora se cuente nuestra parte de la historia porque nuestros
enemigos ya han contado la suya”.
Mientras
tanto el poder vigente trata de resolver los problemas que a los políticos preocupan,
no los reales que preocupan a los ciudadanos, a base de restricciones a la
libertad individual; como muestra dos botones:
El
problema de los más de 140.000 muertos por COVID no se soluciona con la amenaza de una cuarta
dosis de vacuna.
El
problema del presupuesto sanitario no se soluciona con la prohibición de fumar,
en base a la falacia de que los fumadores son caros para la sanidad pública (Enviaré
en Emilio aparte un interesante artículo publicado en La Vanguardia).
El
problema de la inflación y el estancamiento económico no se supera con la
subida de los impuestos a eléctricas y bancos, que acabarán repercutiendo en
los consumidores, mientras los precios de la energía continúan disparados al
alza, y los bancos cada vez ofrecen menor rentabilidad a los depósitos y cobran
mayores comisiones.
Solo nos queda un consuelo, y es que entre tanta subida si que existe una clara bajada, la de la intención de voto de los españoles, que baja inconteniblemente respecto de los partidos de la izquierda.
Gracias a Dios.
Y mientras tanto, el Hubbel sigue haciendo maravillosas fotografías de nuestro universo visible. O sea que ya estamos como Zapatero ― no contamos nubes pero si Galaxias ―.
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