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jueves, 26 de diciembre de 2013

...EN LA MISMA PIEDRA

 
La Primera Guerra Mundial supuso la caída de los últimos vestigios del “Antiguo Régimen” en dos zonas tan importantes de Europa como el Imperio Austro-Húngaro y el Imperio Ruso.
Sin embargo su conclusión no supuso la tan ansiada “Paz”, sino que dio lugar a una crisis económica mundial, cuyo máximo exponente fue el Crack de 1929. El paro y la hambruna se extendieron por todo el mundo y se acabó desembocando en la Segunda Gran Guerra Mundial.
 El periodo histórico de “entreguerras”, en el que se produjo esta situación económica insostenible, dio lugar al nacimiento y consolidación de doctrinas de carácter socialistas y antidemocráticas, por una parte el fascismo-nazismo, socialismo nacionalista, y por otra el marxismo-comunismo, socialismo de signo internacionalista. Cuyo enfrentamiento protagonizó la historia del siglo XX todo.
Fueron fruto del sentimiento popular, de las clases sociales más desfavorecidas, de que la “Reforma” del sistema democrático “burgués” no solucionaba, ni sería capaz de hacerlo en el futuro, los graves problemas por los que se atravesaba.
Las circunstancias culturales, económicas, estructurales en fin, de la Europa de 2013 nada tienen que ver con las de la década de los 20 del siglo pasado, pero la pregunta empieza a formularse con cierta reiteración: ¿Estamos todavía en situación de solucionar nuestros problemas mediante reformas de nuestro sistema democrático, o necesitamos romper con este sistema, ya gastado, e inventar otro mejor?
Es famosa la frase de Winston Churchill afirmando que “La democracia es la peor forma de gobierno inventada por el hombre, con excepción de todas las demás formas que se han probado de vez en cuando”
Y lo cierto es que todas las formulaciones teóricas que en estos momentos se están barajando frente al sistema, que con carácter general podemos denominar “democracia occidental” y al que se considera en crisis insuperable, no aportan nada nuevo, no son sino meras variaciones sobre fórmulas ya fracasadamente ensayadas.
Y así, como panacea para controlar “Los Mercados”, concepto que, demagógicamente y desde ambas posiciones maximalistas, ha alcanzado la categoría de “Leviatán”, de mal absoluto, se proponen soluciones bien de tipo nacionalista, excluyentes de terceros, xenófobas, totalitarias y limitadoras de la libertad y claramente fascistas (Ejemplo de ello son los movimientos de alcance nacional como el “Amanecer Dorado” griego, o los movimientos nacionalistas territoriales de derechas de Cataluña o Vascongadas); o se tratan de reimplantar, con otras palabras, las doctrinas del socialismo internacionalista, marxista-comunista, igual de xenófobo, totalitario y antidemocrático, pero presentado hoy con otras palabras más amables, como hace el desaparecido y viejo marxista Stéphane Hessel, autor del libro ¡Indignaos! que planteaba  recuperar al espíritu de la “Resistencia” marxista-antifascista francesa de los años 40 y 50 del s.XX. como solución a nuestros actuales problemas y que se ha convertido en autor de cabecera de los movimientos “antisistema”.
O sea, que ideológicamente sigue sin haber nada nuevo bajo el sol. Tropezamos exactamente en las mismas piedras de siempre.
De nada sirven las bienintencionadas intentonas de crear un movimiento ciudadano —al margen de los partidos políticos—  como fórmula para el saneamiento de lo que se ha definido como un sistema podrido.
Creo que la única fórmula válida es el regeneracionismo desde la plataforma de los propios partidos.
Se me podrá llamar ingenuo, tratar de convencer de que la corrupción, instalada en los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, harían imposible esa regeneración, pero creo que la solución a nuestros problemas pasa por una democracia ordenada, donde, qué duda cabe, se necesita una regeneración intensa y cambios profundos, que solo se lograran dentro de un ordenado sistema de partidos.
Ahora bien, y dicho esto, se necesita un verdadero esfuerzo de regeneración y gran capacidad de gestión,  liderazgo e imaginación, para llevar a cabo el saneamiento que nuestras instituciones y nuestra vida social precisan.
Esperemos que alguno de nuestros políticos reúna esas características, y los necesarios apoyos para llevar adelante ese proyecto.
Sin embargo como es muy fácil terminar diciendo “que lo hagan ellos”, aquí propongo una serie de medidas —las más básicas y elementales— que creo que, razonablemente, podrían contribuir a la regeneración que proponemos. Tales medidas no son fáciles, necesitarían el acuerdo de la Sociedad toda vía referéndum, pues implican reformas de nuestra Constitución, pero creo que son imprescindibles.
1.- Reordenación del “Estado de las Autonomías” con recuperación de las competencias en materia de educación, sanidad, justicia y orden público, así como representación y fomento internacional, que hubiesen sido cedidas por el Estado Central  a las Comunidades Autónomas.
2.- Desaparición de los órganos legisladores de las Comunidades autónomas. Sus normas de funcionamiento tendrán el carácter de normas internas ejecutivas con carácter de ordenanzas y reglamentos sometidas, siempre, a la legislación general emanada del Estado a través del Parlamento Nacional.
3.- Desaparición del Senado Nacional por inoperante.
4.- Desaparición de las Subvenciones a Partidos Políticos y a Sindicatos, que habrán de financiarse con las cuotas de sus asociados y donaciones que habrán de regularse en una Ley de Financiación ad hoc.
5.- Reforma de la Justicia, abandonando el concepto Asambleario de la Cortes, que mantendrán las competencias de designación del Ejecutivo, y sus propias competencias legislativas, pero transfiriendo a los Jueces y Magistrados la elección de los miembros del Örgano de Gobierno del Poder Judicial, y estableciendo un sistema de meritos objetivos para el ascenso de los Jueces, que serán inamovibles y solamente sancionables por la Sala correspondiente del Tribunal Supremo, evitando asi influencias directas sobre los jueces de los poderes legislativo o ejecutivo.
6.- Reforma del Ministerio Fiscal, de tal forma que siendo el Fiscal General del Estado designado en proceso electoral, sea independiente del Poder Ejecutivo, lo que debería acompañarse de una reforma del Estatuto de la Fiscalía y de las normas procesales, suprimiendo las competencias de Instrucción de los Jueces, cuya función habrá de ser Juzgar y no Instruir o investigar, y correspondiendo el impulso investigador y acusador, además del de defensa de la legalidad, a la Fiscalía y no a los Jueces.
Apunto sólo esta media docena de medidas; Más deberían impulsarse, pero todo ese proceso regenerador y reformista —que por desgracia presumo que contaría siempre con la oposición de la cerril izquierda patria— es la única garantía de un futuro mejor para nuestros ciudadanos.
Esperemos que alguien sea capaz de iniciar este proceso.

jueves, 19 de diciembre de 2013

EXCESO DE INFORMACION

 
En una sociedad con hiper información, como es la nuestra, en la que nos llegan, permanentemente, relatos de actualidad y opiniones a través de los medios de comunicación, internet o incluso rumores pseudo informativos procedentes de fuentes desconocidas,  lo crítico es tener criterio, saber diferenciar lo verdadero de lo falso y lo accesorio de lo fundamental;  saber lo qué es realmente importante, dentro de la marea informativa que nos abruma y diferenciarlo de su envoltorio, extrayéndolo el elemento esencial de lo que se nos cuenta, vemos  o escuchamos, tratando de que solo lo cierto e importante afecte a nuestra forma de pensar y actuar.
Lao Tse ya nos advirtió que los colores atractivos ciegan los ojos; los sonidos musicales ensordecen; los sabores exquisitos engañan al paladar; y la lucha por la adquisición de riquezas envilece las acciones humanas. Por eso el Hombre que desee ser un hombre justo no solamente ha de educar sus ojos, sino que también su mente, y así, libre de la influencia de los colores, sonidos y gustos, podrá elegir el verdadero camino de su vida.
Lo mismo debemos hacer con la información y opiniones que nos colapsan, educar nuestro criterio para no dejarnos influenciar por sus colores o melodías.
Sin embargo la tarea no es fácil, pues nunca sabremos donde está el contrapunto, el matiz diferencial, la certeza de las informaciones que nos llegan en un momento determinado.
Sobre todo si pensamos como Heráclito que Uno no se baña nunca en el mimo rio, pues las aguas en las que nos sumergimos nunca son ya las mismas”.
Así, el Taoismo de Lao tse, en un intento de preservarnos frente a la información que nos asalta desde el exterior, estableció una reglas para mantener el “sano criterio”
La primera es conocer a los demás y conocerse a uno mismo, para alcanzar la sabiduría.
La segunda es conquistar a los demás; pero conquistarse a uno mismo para ser invencible.
La tercera  es conservar la posición que se tiene; pensando no obstante que todo lo mundano se perderá  y que nuestro objetivo real es alcanzar la vida eterna, lo que significa morir y no perecer.
Con todo ello, continúa el maestro chino, el hombre llegara a ser “Justo” y su comportamiento se caracterizará por ser cauteloso como el que atraviesa un río en pleno invierno; vigilante como si temiera la actitud de los que le rodean; ceremonioso como si estuviera de visita; discreto como el hielo que se disuelve; sincero como la madera virgen; acogedor como un valle; turbulento como las aguas turbias de un río caudaloso.
Sin embargo la frenética hiperactividad de nuestro mundo contemporáneo nos cierra, en muchas ocasiones, la posibilidad de tomarnos el respiro necesario para reflexionar sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea, al modo que las viejas lecciones recomiendan, solucionando los conflictos entre las cuestiones opuestas que se nos planteen mediante una solución que no dé lugar a otros conflictos mayores.
Y frente al relativismo, que en este punto quiero representar con una poética frase de Paul Desjardins: “Ya está el bosque sombrío, pero azul sigue el cielo”, no olvidemos que son los árboles los que no nos dejan ver el bosque, ni la luz del sol, que por encima de sus copas, aún brilla majestuoso.
Y tampoco nos dejemos despistar por los “déjà vù, esas sensaciones, que nos vienen ocasionalmente, de que lo que estamos diciendo, haciendo o viviendo, ya lo hemos vivido, dicho o hecho antes, en una época remota; de haber estado rodeados, hace tiempo, por las mismas caras, objetos y circunstancias, como si no viviésemos una situación nueva para nosotros, sino que la recordásemos, pues en ocasiones la información recibida nos parece repetición de otras previas, aunque los supuestos sean diferentes y por lo tanto las conclusiones que de los mismos se deriven hayan de ser, forzosamente, diferentes.
Mi recomendación: No creamos nunca la primera “verdad” que nos llegue, contrastémosla con otras versiones de la misma “verdad y saquemos nuestras propias conclusiones.
Y, por desgracia, seamos mal pensados, llegando a la conclusión que todas las fuentes quieren transmitirnos no “La Verdad” sino “su verdad” y no dejemos manipularnos.[]

martes, 10 de diciembre de 2013

Y EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOSTROS


En el versículo 14 del capítulo 1 del Evangelio según San Juan se recoge la frase que da título a este post. (Juan 1:14)
       Y me sugiere una reflexión relativa a este “misterio” de nuestra fe cristiana la época litúrgica en la que nos encontramos, que es el “Adviento”, época en la que preparamos el “advenimiento” o nacimiento de Jesús.
       Pues vayamos a ello.
¿Por qué, según explica la fe cristiana,  la salvación del hombre hubo de pasar por la encarnación del Hijo de Dios y Su sacrificio en la Cruz?

Esta es una de las cuestiones que frecuentemente me planteo en relación con mi fe cristiana y mi necesidad de someter la misma a la razón.
Cabría una explicación tal vez no muy ortodoxa, en cuanto que condiciona el principio de que Dios es Todopoderoso y Goza del don de la Ubicuidad, es decir la facultad de estar en todas partes al mismo tiempo.
Esta explicación partiría del hecho de que hay un lugar en el que Dios no está, en el que no puede estar, pese a su carácter ubicuo y todopoderoso.
Ese lugar es el infierno, pues el infierno es la pura negación de Dios, la total y absoluta falta de su presencia, pues si Dios estuviera en el Infierno, ya no sería tal.
Y partiendo de esa idea conceptualmente formal, aunque comprendo que discutible, o al menos difícilmente de aceptar, hemos de llegar a la conclusión de que si no puede estar en el Infierno no puede rescatar a las almas que están en él.
Recientemente se ha publicado en Roma bajo el título “Porqué Continuamos en la Iglesia”, una recopilación de artículos teológicos de Ratzinger antes de acceder al papado.
 
En uno de dichos artículos, precisamente llamado “El infierno es estar solo” Ratzinger nos dice:
Si existiese [después de la muerte] una suspensión de la existencia tan grave que en ese lugar [o situación] no pudiera haber ningún tú, entonces tendría lugar esa verdadera y total soledad que el teólogo llama infierno
Para concluir afirmando:
 
Una cosa es cierta, hay una noche a cuyo abandono no llega ninguna voz; hay una puerta que podemos atravesar solo en soledad: la puerta de la muerte. La muerte es la soledad por antonomasia. Aquella soledad en la cual el amor no puede penetrar es el infierno. Sin embargo Cristo ha atravesado la puerta de nuestra última soledad; con su Pasión ha entrado en el abismo de nuestro ser abandonado. Allí donde no se podía escuchar ninguna voz. Allí está Él. De este modo el infierno, la muerte que antes era el infierno, ya no lo es más.
       Y ¿a cuento de que estas reflexiones? me pueden decir mis lectores, pues porque vienen a reforzar mi teoría.
       Si Jesús ha bajado a los infiernos, pues efectivamente así lo proclamamos en nuestro “Credo”:
Fue Crucificado, Muerto y sepultado. Descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos
 
Lo hizo en tanto y cuanto que Hombre [aunque “Dios Verdadero”], que con su muerte “descendió a los infiernos” para redimir al género humano, pues, ya que como Dios Padre no podría hacerlo, según antes hemos querido explicar, tuvo que hacerlo el Hijo como Hombre, tal y como nos dice Ratzinger:
Cristo ha atravesado la puerta de nuestra última soledad; con Su Pasión ha entrado en el abismo de nuestro ser abandonado [el Infierno]

 

 
        Pero aún hay más: ¿Y por qué hubo de morir en un sacrificio cruento, bajo tortura y en la terrible muerte del crucificado?
Esto para mi tiene más difícil contestación.
Sin embargo vamos a intentarlo.
Según la teología oficial, es tal el dolor que los pecados de los hombres causan a Dios, que ese sufrimiento se muestra expresamente en el suplicio y muerte del Hijo.
 
Otros teólogos afirman que el suplicio y muerte de Cristo es una prueba de la humildad de Dios frente a sus creaturas, frente al hombre, al  manifestar su amor hacia su creación aceptando un sufrimiento que, difícilmente, un hombre, salvo los santos, estaría dispuesto a aceptar por sus semejante, y que en este caso alcanza su máxima expresión al ser el Dios creador y todo poderoso quien acepta aquella humillación, dolor y tortura en su muerte, como lección de amor hacia los hombres.
“Juan 3, 16-21
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.”
 

viernes, 6 de diciembre de 2013

ADOLFO SUAREZ ILLANA

Hace algunos meses publiqué en este blog un post bajo el título "Este chico..." en el que contenía una ácida crítica hacia Adolfo Suarez Illana, por el hecho de haber este, a su vez, publicado un post en su blog personal, en el que se apropiaba para su padre el Duque de Suarez, de todos y cada uno de los méritos de la transición, definiéndole como "el hombre que trajo la democracia a España" sin reconocer la labor que, otros muchos, entre ellos mi padre Torcuato Fernández-Miranda, habían hecho durante la Transición.

La frase contenida en ese post que no quiero borrar es esta:


Afirmar que  Adolfo Suárez era visitado por el entonces Príncipe Juan Carlos en la sede del Gobierno Civil de Segovia para definir, “sobre un papel en blanco” los planes de la transición —(SIC)“incluida la Ley para la Reforma”— es no solo increíble, si no también mentira, y parece responder a un incontrolado esfuerzo de Suárez (hijo), de acaparar en la figura de su padre todo el mérito de aquella “Transición”, cuando dicho mérito ha de repartirse necesariamente entre unos cuantos.

Tales declaraciones han sido generosamente corregidas por el Sr. Suarez en el reportaje publicado sobre la labor de su padre, y otros, durante la transición, y por lo tanto es de justicia reconocer su positivo cambio de actitud y agradecer su homenaje a mi padre y a la Historia por él realizado.
 
Por otra parte, es de justicia, después de ver el video que les acompaño, que borre de mi blog aquel post y así queda hecho

 

martes, 3 de diciembre de 2013

REFUNDANDO LA IZQUIERDA RADICAL COMUNISTA


Enrique de Santiago, líder del movimiento radical de Refundación de IU
La Transición, nombre con el que se conoce el proceso de evolución del régimen de Franco a una Democracia de Partidos, homologable a las del resto de Occidente, se hizo sobre la base de la “Reconciliación Nacional” y a ello contribuyó la Ley de Amnistía, Ley 46/1977, de 15 de octubre; sin embrago el Zapaterismo, tras su llegada al poder        —como consecuencia indudable de los atentados islamistas del 11 del marzo en Madrid— puso en cuestión las bondades de la Transición, renegó de la reconciliación, y casi de la Ley de Amnistía —aunque no se atrevió a tocarla— y fomentó el enfrentamiento de los españoles con leyes como la de la Memoria Histórica, o la afirmación de que el concepto de Nación era un concepto “discutido y discutible” dando alas a los nacionalismos disgregadores.
 
Desde entonces se ha desatado en España una nueva oleada de AGITPROP marxista, de movimientos callejeros, tan inútiles y bienintencionados  como manipulados, y de intento de deslegitimación de la mayoría parlamentaria del PP, llegándose a afirmar que el ejercicio de esa mayoría parlamentaria es “antidemocrático” por no aceptar las propuestas de las minorías, cuando su ejercicio responde, ni más ni menos, que a un mandato popular expresado en las urnas y a la propia naturaleza del sistema democrático parlamentario.
Y además, desde la izquierda, conocedora de la existencia de una grave crisis económica, que trató de ocultar adoptando medidas electoralistas, —que llevaron a nuestro déficit público, en 2011, al 11% del PIB— se culpa ahora al PP de todas nuestras desgracias económicas. Y de aquellos polvos vienen estos lodos.
En este punto es necesario advertir de la deriva bolchevique del PSOE —favorecida por la debilidad de Rubalcaba— y el giro hacia posiciones “soviéticas” de algunos sectores comunistas.
El derrumbe en las encuestas del PSOE como izquierda moderada, unido al malestar social que produce la crisis económica y el caldo de cultivo antisistema fruto de la corrupción política, están dando alas al rumbo radical tomado por los comunistas “extra aparato”, que les hace soñar con un comunismo que llegue a un porcentaje de votos que, según sus previsiones, les permitiría condicionar el poder institucional.
Sectores internos de IU se manifiestan preocupados por la posibilidad de que la organización caiga en manos de dirigentes que rompen con la línea eurocomunista del Partido, pretendiendo llevar la lucha política a la calle por todos los medios, al margen de las instituciones y de cualquier acuerdo con el PSOE.
El fortalecimiento interno de este sector de IU —que aglutina a todos los antisistema colados en la ya de por sí variopinta organización— ha derivado en un desplazamiento aún más acusado hacia la izquierda del equipo de Cayo Lara, cercano a la tentación de deriva anticonstitucional,  al tiempo que ha generado una dura pugna interna de dos grandes sectores de IU.
El primero, el representado por Diego Valderas, ajustado a los postulados clásicos del PC y abierto a llegar a acuerdos con el PSOE sobre la base del “programa” en la línea que en su día marcara Julio Anguita.
El segundo, más radicalizado, que quiere dirigir el partido hacia posicionamientos más anticapitalistas y revisionistas de la Transición, de la Ley de Amnistía o de la propia Constitución, es el dirigido por Enrique de Santiago, hijo de un militar de carrera franquista y con una posición tan fuerte en la coalición, que está obligando, de hecho, a Lara a hacer un replanteamiento general del papel de la izquierda, avanzando hacia un “chavismo” a la española, es decir, entendido el comunismo como una "concepción del socialismo real en el siglo XXI, donde el partido se diluye en un movimiento de choque y confrontación en la calle", lo que denominan el “combate de las masas”.
Otra de las obsesiones de este sector, es el deseo de abrir un proceso constituyente en el que se revise “radicalmente” el régimen surgido de la Transición, llegando incluso a afirmar y difundir la idea de que la “reconciliación nacional” preconizada por el PCE de Santiago Carrillo fue una “traición a la verdadera izquierda”.
Incluso se cuestiona la Ley de amnistía de 1977, por cuanto fue un “concesión” de los vencedores de la Guerra Civil y no se ajustaron las cuentas con el franquismo, todavía pendientes y que mantienen en su ideario como necesaria revisión a llevar a cabo.
La estrategia clave de este movimiento es la más pura acción y agitación callejera y antisistema.
Junto al líder e ideólogo del movimiento radical, Enrique de Santiago, juega también un papel importante Pablo Iglesias, un profesor asociado de la Facultad de CC Políticas de la Universidad Complutense de Madrid y compañero sentimental de otra de las protagonistas de esta nueva estrategia, la diputada en la Asamblea de Madrid, Tania Sánchez. La pareja es la cara más visible de la nueva corriente. Él dirige la política mediática de IU a través de la empresa “Con Mano Izquierda Producciones”.
El pensamiento de Iglesias respecto a la acción política lo ha dejado escrito él mismo:

 
 
"Es duro de tragar, pero ningún proyecto político puede construirse y perdurar sin el respaldo de dispositivos capaces de asegurar el uso de la fuerza cuando sea necesario. (….) Los que aspiramos a una sociedad más justa necesitamos tener a nuestro lado a hombres, y también a mujeres, armados, preparados y disciplinados”.

Iglesias escribió tal afirmación en su tesis doctoral sobre “La insurrección en Europa”, dirigida por el geógrafo Heriberto Cairo. Y yo la ilustro con un cartel comunista de la época de nuestra II República, que le viene al pelo.
Su pareja, Tania Sánchez Melero, diputada en la Asamblea de Madrid, es la cara amable del movimiento, que no duda en participar reiteradamente en tertulias televisivas tanto en “territorio amigo enemigo".
La cuarta pata de esta corriente radical comunista, es Juan Carlos Monedero, también profesor de esa misma facultad de la Complutense, que utiliza como instrumentos de acción las plataformas “Contrapoder” y “La Promotora” (Red de Profesores), sin olvidar la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) al parecer financiada por el Gobierno de Venezuela.
El rector de la Complutense, Carrillo hijo, un matemático radical y resentido, deja hacer. Sabe que enfrentarse a este grupo tendría graves  consecuencias para él, ya que movilizan muchos votos dentro de la propia universidad
No deseamos —la mayoría de los españoles— que, por causa de las acciones de agitación bolchevique promovidas por estos y otros individuos, la situación se llegue a deteriorar de tal manera que la calle sea ingobernable, y que se produzcan desmanes que pongan en peligro la convivencia o el orden social.
Nuestra experiencia histórica nos debe hacer reflexionar, tras haber sufrido el terror sembrado por el frentepopulismo, que acabó incluso con la II Republica -en aras del establecimiento de un Estado Sovietico que provocó asesinatos en masa de inocentes, una cruel persecución religiosa y la reacción no solo de los militares, sino de media España-, y debe llevarnos a tratar de evitar, a toda costa, el triunfo de estos energúmenos, y lo primero que debemos hacer para ello es denunciarles.
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No me gustaría que sonasen a razonables, como lo fueron en su momento, las tremendas palabras de Unamuno con las que quiero concluir este post:
“En este momento crítico del dolor de España, sé que tengo que seguir a los soldados. Son los únicos que nos devolverán el orden. Saben lo que significa la disciplina y saben como imponerla. No, no me he convertido en un derechista. No haga usted caso de lo que dice la gente. No he traicionado la causa de la libertad. Pero es que, por ahora, es totalmente esencial que el orden sea restaurado. Pero cualquier día me levantaré -pronto- y me lanzaré a la lucha por la libertad, yo solo. No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario.”

lunes, 18 de noviembre de 2013

"LA ROJA" MAS ROJA QUE NUNCA


 
Andan todos los progres alegres cual pajarillos revoloteadores porque, de cara al Mundial de futbol de Brasil, la equipación de la selección española es “Mas roja que nunca” y han conseguido, ya de forma definitiva, que al equipo de España se le llame “LA ROJA”, pero lo que no saben perroflautas, marxistas y demás pájaros de mal agüero que tanto se regodean, que el rojo ha sido el color distintivo de España desde tiempos de los Tercios de los reyes Austrias.
Efectivamente, el rojo era el color característico de España, como el verde lo era de los italianos que servían a nuestros Reyes, pues gran parte de Italia era también España. Una orden del Veedor General de la Armada de la Liga, fechada el 20 de junio de 1571 ordenaba que:
“Traerán los soldados y demás gente de guerra de España un lazo rojo, los italianos verde, la infantería alemana negro, los venecianos amarillo, los caballeros de san Juan blanco y los que sirvan al Papa azul.
     El texto anterior es curioso, máxime cuando el blanco fue generalmente la divisa de Francia, como también lo fue el azul, y el amarillo lo usaron muchos militares al servicio de los Emperadores. Los holandeses enemigos de España tomaron el naranja de la Casa de Orange; como contraposición a estos, tenemos representaciones de walones al servicio de Su Majestad Católica, con divisa púrpura (morado-rojizo).

     
Pero volvamos al color rojo. En el retrato del Emperador Carlos en Mühlberg, obra de Tiziano Vecellio conservada el El Prado, vemos que lleva banda roja del hombro izquierdo al costado derecho, y una toquilla roja en la borgoñota; plumas y cubiertas del caballo son también rojas.
 
En el retrato de Felipe II, pintado por Moro en 1557, vemos que lleva un lazo rojo en cada brazo.
 
Lo mismo sucede con el de D.Juan de Austria pintado por Sánchez Coello
 
 
En el de Filiberto de Saboya, de Juan Pantoja de la Cruz Coello, los lazos son verdes por ser italiano.
 
Y para terminar, como banda del hombro derecho al costado izquierdo, se la pintó Peter Paul Rubens al Cardenal Infante D.Fernando de Austria.
 

Por tanto, los españoles llevaron lazos, fajas o bandas rojas como distintivo de servir en los ejércitos del Rey. Quizá D. Alonso de Contreras sea quien mejor nos describe la banda al contarnos como vestía cuando se presentó en Madrid de Capitán de caballos:
“Calcillas de gamuza cuajadas de pasamano de oro, y mangas y coleto de lo mismo, un monte de plumas azules y verdes y blancas encima de la celada, y una banda roja recamada de oro, cuajada, que, a fe, podía servir de manta en una cama.”
Pero la más bella historia que en torno al rojo de España se haya jamás contado está la de nuestra Infanta Maria Teresa, hija de Felipe IV, esposa del Rey Sol de Francia Luis XIV y abuela del Rey Felipe V de España que implantó la dinastía Borbón en nuestro reino.
Cuéntase que en el momento de retratarse a la Reina se decidio que usase el mismo vestido que había lucido en otro retrato la abuela de su marido, María de Médici en obra ejecutada por Frans Pourbus el Joven, y ello fundamentalmente porque su tela estaba bordada con las flores de Lis de la casa de Francia.


Retrato de maria de Medicis

Sin embargo, dados los años transcurridos la reina decidió adaptarlo a los nuevos tiempos cambiando cuellos y mangas, y añadiendo un detalle que a nadie debe pasar desapercibido, y que no es otro que el de colocarse un medallón al cuello, en el escote fijado con un lazo intencionadamente rojo.
Retrato de Maria Teresa de Austria Infanta de España y Reina de Francia
 
La jugada de la reina pasó desapercibida, pero en el retrato que aún hoy se conserva en el palacio de Versalles, la Reina de Francia, que jamás intervino en la política de su reino ni a favor ni en contra de España, pues su marido el Rey Sol actuaba a su antojo, quiso dejar a la posteridad un breve mensaje subliminal
 
“Si, soy vuestra Reina, pero mi sangre es española, roja como el lazo que, atrevidamente, me he colocado para ser retratada.”

 En cuanto a la equipación deportiva, inicialmente en las Olimpiadas de Amberes de 1920 fue roja, posteriormente paso por el azul entre 1941 y 1947, año en el que el General Moscardó, entonces Delegado Nacional de Deportes y Presidente del Comité Olimpico Español, decidió que se volviera al tradicional color rojo que desde entonces se usa, en referencia al rojo tradicional insignia de las tropas españolas.

sábado, 16 de noviembre de 2013

CUESTIONES DE FE


Me plantean un amigos cuestiones que son difíciles de contestar y que se refieren a la existencia de la fe, posiblemente tras repasar los post de mi blog, y con  la siguiente misiva:
 
“Querido Jesús: Cuan angosto es el camino hacia el paraíso, Quien sabe, tal vez tengamos la hoja de ruta grabada en nuestro subconsciente, pero que enorme grito de angustia cerrar las puertas a la fe y acabar en la descreencia. En cualquier caso, crea o no, no estoy dispuesto a aceptar a un Dios vengativo que entrega la gloria quienes secundan sus mandamientos y cantiga,, en un juego retributivo del bien y del mal a quienes le desobedecen.”
 
Cuan angosto es el camino hacia el paraíso....
 
Quien sabe, tal vez el libro de instrucciones venga grabado en nuestro subconsciente cual el software de los cachivaches que llenan nuestras vidas.
 
Los filósofos clásicos partidarios del “iusnaturalismo” consideraban que determinadas “potencias” espirituales eran consustanciales al hombre, implícitas a su propia existencia, inspiradas desde la naturaleza propia de las cosas, por el Creador o por la propia Evolución de las especies según construcciones más tardías, como un código genético indeleble a modo de evolución de los instintos animales.
 
O tal vez se nos grabe, a sangre y fuego, en el subconsciente por la propia sociedad en la que nos desarrollamos, desde el momento mismo en que se nos inflige la vida.
 
¿Por qué el rechazo de la fe habría de ser un grito de angustia....?
 La angustia es la descreencia misma....:  ¿Qué mayor angustia que vernos huérfanos en la inmensidad de nuestra propia existencia?
 
No pienso que el rechazo de la fe  pueda ser considerado desde las perspectivas de la culpa o el  victimismo, salvo en cuanto reacción anímica frente a una situación “anómala” que se plantea en el círculo más intimo de cada individuo, pues algo de “antinatural” tendrá cuando da lugar a una situación anímica tan peculiar de “pugna interna”.
 
Si la falta de fe, la descreencia,  fuera algo adecuado a la naturaleza del hombre, al igual que la respiración o el sueño, no daría lugar a debates intelectuales tan intensos.
 
Y no quiero circunscribir mis reflexiones  al ámbito de la fe conforme a las doctrinas de los credos imperantes, ya sean  cristianos, budistas, animistas mahometanos...., si no a la consideración de la existencia “trascendental” de ser humano, de la existencia de su espíritu entendido como algo más que el resultado de una afortunada conjunción de conexiones neuronales..... y de la creencia en un más allá que exista por encima de consideraciones retributivas.
 
El alma es y existe y su destino es reunirse con el sumo hacedor, en la glorificación de su esencia y si negamos esta “verdad” no nos queda más consuelo que pensar que el fin de nuestra existencia es tan absoluto, que al fin y a la postre, no somos más que materia absurda destinada a su desaparición y que solo los genios tendrán futuro en nuestro mundo conforme a lo expresado por CICERON: La vida de los muertos perdura, tan solo, en la memoria de los vivos

sábado, 9 de noviembre de 2013

LOS JACOBINOS

Iglesia Dominica de San Jacobo de París Sede de los Jacobinos
El diccionario de la Real Academia define Jacobino, en su tercera acepción, como "demagogo partidario de la revolución".
Sin embargo, en mi uso frecuente, comprendo que incluso excesivo, del término para definir determinadas actitudes de la izquierda intolerante, el concepto de "Jacobino" es algo más elaborado.
 
El origen del concepto se encuentra en la antiguo convento de los Dominicos de la calle de San Jacobo de Paris, que fue ocupado por el grupo revolucionario francés más radical y extremista, la "Société des Amis de la Constitution"', o "Club de los Jacobinos", grupo revolucionario que se caracterizó por sus posiciones intolerantes contra la Monarquía —pues fueron quienes impulsaron la decapitación del Rey Luis XVI— contra la religión —pues defendieron los fundamentos anticlericales y anticatólicos de la revolución— y contra sus opositores —pues persiguieron y aniquilaron en la guillotina a los moderados (Los Girondinos)— sumiendo  a  Francia en el  Régimen  del Terror, guillotinando a miles de sus adversarios reales o supuestos, y acabando por guillotinarse entre ellos mismos.
 
Por lo demás, no nos llamemos a engaño, el concepto jacobino de la República no era, en absoluto, democrático sino ilustrado y despótico.
 
El grupo parlamentario jacobino, que controló la Asamblea entre julio de  1793 y julio de 1794, fue denominado el de los "Montagnards", el partido de la montaña, por ocupar la zona más alta de la tribuna de la Asamblea, a la izquierda de la presidencia, lo que dio históricamente lugar a la distinción entre izquierdas y derechas, estas últimas representadas por los moderados.
 
Los herederos del movimiento jacobino —partidarios de la demagogia revolucionaria— lo son, en la actualidad, los marxistas, tan despóticos, anticatólicos y antidemocráticos como sus predecesores.
 
Es de destacar que, originalmente, el marxismo fue un cuerpo de doctrina científica que trató de explicar el desarrollo histórico humano sobre la base de la economía (Materialismo Histórico).
Todo el sistema marxista se basa en considerar que a lo largo de la historia los hombres se han agrupado en clases empeñadas en una lucha permanente —la lucha de clases— por el control de los medios de producción y la distribución de la riqueza, que ha dado lugar al dominio de unos pocos (la burguesía) y la dominación y sometimiento de la mayoría (el proletariado). Y que esa lucha debe decantarse a favor del proletariado a través de la revolución.
 
La tarea revolucionaria respondería, así, a la necesidad de derrocar a la clase dominante capitalista y burguesa, destruyendo la ideología y los principios políticos y religiosos en los que se ha basado su preeminencia histórica, traspasando la propiedad de los medios de producción al proletariado y abriendo paso a una sociedad emancipada material, moral  intelectualmente, de las taras del pasado, en donde el “hombre nuevo" emancipado, liberado de toda clase de enajenación social o moral y de raíz proletaria, sería capaz de alcanzar la felicidad en el seno del estado ideal socialista o comunista.
 
Ahora bien, si la validez de una teoría o modelo económico depende del cumplimiento de sus predicciones, podemos concluir que el marxismo, y todas las construcciones posteriores de análisis económico de raíz marxista, han fracasado estrepitosamente, pues lo cierto es que las "sociedades burguesas" cuya "autodestrucción" se predecía por el marxismo como consecuencia del efecto demoledor de sus propias "contradicciones internas" no solo han sobrevivido, sino que se han convertido, en el mundo contemporáneo, en las sociedades más prósperas, más desarrolladas, más libres y en las que "el proletariado" mejor ha participado en la riqueza y libertad alcanzadas, sin perjuicio de indeseables desequilibrios persistentes servidumbre inevitable de cualquier organización humana.
 
De esta forma el marxismo-jacobinismo constituye, hoy en día, no tanto una doctrina económico-política, sino una actitud vital, un código de conducta basado en un escaso conocimiento de las doctrinas económico filosóficas de Marx y Engels y en un amplio conjunto de prejuicios socio económicos, socio culturales y socio políticos.
 
El marxismo, cayendo en los vicios criticados de la clase social que quiere combatir, se ha "aburguesado". Es decir, ha establecido un código moral, unas convenciones de comportamiento social excluyentes, una escala de valores indiscutibles, no ya en defensa de la conquista del poder por el proletariado y la instauración de la "dictadura de clase" preconizada por aquella doctrina —lo que no sería compatible con una sistema democrático como el existente en los países occidentales— sino para la demagógica defensa de los intereses de quienes se han convertido en los destinatarios objetivos de sus pretendidos desvelos: los desheredados de la tierra, los discriminados y los débiles.
 
Y así, lo que inicialmente en el marxismo era la lucha revolucionaria del proletariado por la conquista del poder, hoy se ha transformado, ha degenerado, en lucha particular —ya de un individuo, ya de un grupo de individuos organizados a tal fin— por la conquista del poder sobre la base instrumental  del   resentimiento  y   la frustración sociales, y en la que la destrucción del adversario es el elemento que permitirá la propia perpetuación en el poder.
 
Recuerdo a mis compañeros marxistas de Universidad recitando, con pueril entusiasmo, pasajes literales del "Manifiesto Comunista", entre cuyas frases preferidas se encuentra aquella que dice que:
 
"Las leyes, la moral, la religión, no son para el proletariado sino prejuicios burgueses tras los que anidan otros tantos intereses de la burguesía"
 
que esgrimían como fundamento de su posicionamiento " revolucionario, antiburgués y progresista", cuando no eran ni lo uno ni lo otro, apoltronados en los hábitos confortables de la sociedad de consumo en que vivían, encorsetados en un modo de vida sujeto a prejuicios aburguesados frente a la sociedad contra la que, teóricamente, combatían, y excluyentes e intolerantes frente a quienes no nos plegábamos a sus consignas.
 
Lamentablemente, y como dijera Arthur Koestler, en su libro "El Cero y el Infinito":
 
"El dominio de la jerga marxista permite a cualquier idiota pasar por inteligente"
 
La realidad es que los modernos jacobinos, pese a haber abandonado sus referencias al marxismo, por interés político y conveniencias de su estrategia de asalto al poder, no han sido capaces de desembarazarse de los tópicos, tics y fundamentos de base marxistas que se mantienen, larvadamente, en el substrato de sus planteamientos ideológicos.
 
Dentro de esos tics se encuentra, en primer y fundamental lugar, lo que podríamos llamar la "elusión de la crítica", es decir su carácter intolerante y excluyente, pues el marxismo no solo establece un código propio de conducta, sino que achaca a intereses reaccionarios y antidemocráticos la actitud de quienes no lo aceptan, de tal modo que la crítica, la discrepancia, se vuelven inaceptables por principio, pues los marxistas no intentan esclarecer los hechos sino descalificar rápidamente al discrepante para privarle de su capacidad dialéctica.
 
Por otra parte vemos como la superación de los valores "burgueses" de la sociedad occidental, como la familia o los principios morales del llamado "humanismo cristiano", se ha convertido en el objetivo preferido de los jacobinos contemporáneos, pues no en balde conectan, en su deseo de aniquilarlos, con la tradición marxista, conforme a la cual es preciso destruir todos los elementos en los que la burguesía, los conservadores y liberales, cimentaron la adquisición y el control de su poder sobre la sociedad, para dar paso a una sociedad nueva dominada por ellos, como “representantes del pueblo", concepto que, en la moderna retórica política "progresista", ha venido a sustituir al de proletariado.
 
El ideal del “hombre nuevo" ha evolucionado, también, hacia formas más groseras de adoctrinamiento. Hoy el objetivo es la consecución de un "pueblo" formado por ciudadanos alienados, sin criterio, sin valores ni principios, hedonistas y sumisos ante el poder del Estado a cambio de su bienestar material.
 
Y todo ello adobado, como ya he apuntado anteriormente, en la dinámica de la desautorización inmediata, tajante y no argumentada, de las posiciones de los que no compartimos su visión de la Sociedad.
 
Desde los postulados del libre pensamiento, desde la defensa de lo que siempre, frente al marxismo y el jacobinismo, fue el mundo libre, que hoy se nos vuelve a tratar de hurtar, reivindico mi derecho a ser diferente, a pensar de otro modo, a defender mis principios morales aunque sean minoritarios en la sociedad, a manifestar mis discrepancias con la mayoría o con el Poder dominante.
 
Y no es que yo sea diferente, es que todos los demás están empezando a ser demasiado iguales.
 
No me importa ser la oveja negra del rebaño rojo en que jacobinos y marxistas quieren convertir a nuestra Sociedad.
 
Aunque desde su daltonismo interesado digan que soy "azul" cuando, simplemente, es que no soy “rojo”