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martes, 19 de diciembre de 2006

EUROVISION

El grupo finés “Lordi” Ganador de Eurovisión 2006


Ver, en compañía de la familia, el festival de Eurovisión, sigue siendo una de las viejas tradiciones, algo cutre porque no decirlo, pero entrañable, que se mantienen en los hogares españoles.


La técnica de votación ha cambiado sustancialmente con el tiempo, pero aún se nos deleita, por los corresponsales de los países miembros, con el consabido “France one point, France un point, England two points, Royaume Uni deux points, Russia five points La Rusie cinq points, Spain six points, L’Espagne six points…” Que se repite, una y otra vez, hasta el final del escrutinio.


Este año mi favorita era una preciosa y triste balada de Bosnia-Herzegovina llamada “Lajla” y cantada por el servio Hari Varesanovick; sin embargo los ganadores fueron una banda de rock duro disfrazada de demonios sin gracia alguna, cuya fotografía promocional reproduzco.


La estética contemporánea occidental es, cuando menos, peculiar. Lo feo gusta, tiene éxito, y no entiendo por qué.


Este amor por la fealdad me intriga, no llego a comprenderlo.


A veces pienso que es un mero intento “postmoderno” de ruptura con nuestras tradiciones eclécticas de búsqueda de la belleza y el placer conforme a los cánones clásicos, es decir dentro del orden y el equilibrio.


Concepto tradicional–clásico de lo bello y lo feo que conecta con las tradiciones de nuestra moral cristiana europeo occidental, más o menos puritana, más o menos latina.


El filósofo cristiano Kierkegaard dice que:
"La fealdad es una forma de comunicación que nos ayuda a recuperar la realidad del aquí y del ahora, a valorar lo bello y el bien"
pero no creo que el amor de la gente hacia lo feo tenga visos de trascendentalidad intelectual.


Pero ¿Qué es realmente lo feo?


El disípulo de Hegel, Karl Rosenkranz en su “Estética de lo feo” (1853) consideraba que la belleza es un concepto puramente “convencional”.
Lo bello sería, así y según este autor, lo que está de moda y, por lo tanto, fenómenos que juzgados desde el ideal clásico de belleza ---proporción y equilibrio--- se definirían como feos, cuando la moda social los reconoce como bellos terminamos aceptándolos como tales.
El cualquier caso la consecuencia de ese carácter convencional y temporal de los cánones de belleza-fealdad es que lo bello solo es bello, y lo feo sólo es feo, de manera temporal, porque puede volverse bello o feo en cualquier momento en atención a los criterios de la moda.


En la misma línea se manifiesta Adolfo Beltrán en su obra “Valencia Fea” en donde nos dice que:
Lo feo es un concepto evanescente, discutible, un juicio que es difícil fundamentarlo en esquemas de referencia irrebatibles, la fealdad es una categoría debatible y, además, un dictamen pronunciado siempre bajo determinadas circunstancias
para concluir afirmando que:
Lo feo, que atenta contra el equilibrio, contra lo apolíneo, contra lo estable, contra lo coherente, puede alcanzar el estatuto de lo sublime precisamente, hasta cobrar, con el paso del tiempo, una pátina de belleza. Modas que fueron espantosas las vemos después con gusto o se recuperan como si fueran hallazgos involuntariamente refinados


Pero aún así, ¿por qué los cánones de belleza-fealdad contemporáneos, admiten como bello lo deforme, lo monstruoso, lo atormentado?


Creo sinceramente que los cánones estéticos se han tergiversado en aras de una modernidad mal entendida.


No se trata tanto de apreciar la belleza en expresiones estéticas objetivamente bellas, rechazadas en el pasado más por prejuicios ético-morales, que por criterios estéticos, sino de que se aprecie como admirable no lo bello, sino lo feo reconocido como tal feo.


Como dijera Silvia Schwarzbök, en un artículo publicado en la revista electrónica “Ñ” del grupo Clarín de Buenos Aires, el 12 de marzo de 2005, bajo el título “El fracaso de lo feo”, criticando la obra de Humberto Ecco “Historia de la Belleza”:
No es un dato menor que el arte moderno haya querido ser feo él, en lugar de representar lo feo


La pregunta en cualquier caso sería:


¿Por qué al público le gusta el arte contemporáneo si efectivamente es feo?


Burke, el pensador irlandés que anticipándose a Kant en la reflexión sobre los conceptos de lo bello y lo sublime, vinculaba lo sublime a la estética del terror desde cánones neoclásicos, anticipándose a las formulaciones románticas del alemán, puede darnos parte de la clave que buscamos en su respuesta a la pregunta de cómo pueden resultarnos agradables el sufrimiento o el terror:
Porque no nos tocan demasiado de cerca”.
decía.


Sin embargo esto, en ocasiones, no es cierto, pues el arte musical propio de la música experimental de principios del s. XX, por ejemplo, llega incluso a ser doloroso, por estridente, para el auditorio y sin embargo es considerado arte y apreciado por muchos. Dentro de este movimiento “caotico” disonante y provocador podemos citar a autores como George Antheil ---que produjo música impactante para la audiencia de la época por su desprecio de las convenciones musicales--- Charles Ives ---que combinó frecuentemente música popular con múltiples o bitonales capas de música, extremas disonancias y una complejidad rítmica casi inejecutable--- o finalmente Henry Cowell ---que interpretaba sus solos de piano pulsando las cuerdas del piano, golpeando la caja, o presionando teclas con sus brazos y otros objetos con la exclusiva finalidad de provocar la disonancia y la alteración anímica de sus auditorios---


Tengo muchos amigos muy aficionados al arte contemporáneo que critican mi siempre escéptica actitud frente a las corrientes plásticas imperantes hoy en día.


Incluso alguno de ellos me ha regalado algún libro para tratar de reconducirme.


En una de estas obras magistrales que me han regalado, la “Historia del Arte” de H.C. Gombrich, se nos dice que el arte no debe analizarse desde las perspectivas de la belleza o fealdad convencionales, sino que debemos acercarnos a su valoración desde los conceptos de la “expresión” y la “representación”, más que desde el de la “contemplación placentera”.
La conclusión es que el arte no debe juzgarse como consecuencia de la aproximación estética a la belleza, sino desde la fuerza representativa o expresiva que el autor haya tratado de transmitirnos, y así se nos presenta como ejemplo de obra de arte indiscutible, pese a la fealdad intrínseca del sujeto retratado, el retrato de su madre de Durero, que refleja magistralmente la decadencia y decrepitud de la ancianidad.


Avanzando un paso más allá, es cierto que el arte que pudiéramos denominar “clásico” o “convencional” está lleno de expresiones horrorosas, como el “Saturno devorando a sus hijos” de Goya, o los seres monstruosos de las obras de El Bosco, o incluso la vieja que aparece en “Judith decapitando a Olofernes” de Caravaggio, o la expresión de pánico de Isaac en el cuadro de su sacrificio del mismo autor, obras en las que nos encontramos ante manifestaciones de lo que Kant denominaría sublime, por dramático y horroroso, pero no “feo” por contraposición a lo “bello”.


Pero el arte contemporáneo, ya figurativo o no, y desde los años 60 , ha sido presa de una corriente “intelectual” amante de lo feo, que ha penetrado insidiosamente en sus entresijos, hasta el punto que en el Puente de la Academia de Venecia, y con ocasión de la 51 Bienal, se podía contemplar una gran pancarta con la frase de Patrick Mimran, conocido por su faceta empresarial como propietario en su día de Lamborghini y hoy en día por haber llegado a convertirse en un reconocido artista multimedia y compositor:
"El arte no tiene que ser feo para parecer inteligente".


Aunque dicho sea de paso, no es este suizo tampoco uno de mis autores “admirados”, pues sin menospreciar su obra, no entra esta dentro de lo que son mis gustos plásticos algo trasnochados.
Y digo algo trasnochados porque mi espíritu no se conmueve con el arte que no busca expresar sino provocación o reivindicación de “modernidad”, y que queda circunscrito a los ámbitos cerrados de los ambientes estrictamente culturales formados por autores, críticos y galeristas, en una sublimación del dicho popular “ellos se lo guisan y ellos se lo comen”.


La verdad es que este arte no despierta en mí sino el desinterés, que me parece un concepto acertado para definir qué tipo de actitud mantengo frente a la “belleza” intrascendente y artificialmente forzada hacia lo “feo”, del arte actual.


Y que no se me diga que es que “no entiendo de arte contemporáneo” y que por eso no me gusta o no me interesa, pues como dice Kant en su “De lo Bello y lo sublime”:
No se tiene razón cuando se acusa a quien no ve el valor o la hermosura de lo que nos conmueve o encanta de no entenderlo. Tratase aquí no tanto de lo que el entendimiento comprende como de lo que el sentimiento experimenta.”


Debo ser muy contumaz en mis errores o muy poco sensible, pero lo cierto es que soy incapaz de conmoverme, de experimentar sentimiento alguno, ante la “fealdad” convencional de una obra de arte contemporánea.


Y sigo sin entender, ni poder explicar, porqué la gente adora lo feo y se estremece en sentimientos conturbados ante las manifestaciones estéticas, generalmente “feas”, del llamado arte contemporáneo.


Y ello aunque el arte contemporáneo sea un negocio estupendo y la cotización de los artistas de moda, pese a la “fealdad” intrínseca de sus obras, esté por las nubes.

jueves, 7 de febrero de 2013

LO FEO

Hoy no ilustro mi post, como de costumbre, con una ilustración de entrada, y ello con el objeto de evitar que el debate se centre sobre si lo que pongo es feo o no, y no se profundice en el fondo de estai reflexión heteróclita.

Prefiero ilustrarla con una canción.

La estética contemporánea occidental es, cuando menos, peculiar. Lo feo gusta, tiene éxito, y no entiendo por qué.
Este amor por la fealdad me intriga, no llego a comprenderlo.

A veces pienso que es un mero intento “postmoderno” de ruptura con nuestras tradiciones eclécticas de búsqueda de la belleza y el placer conforme a los cánones clásicos, es decir dentro del orden y el equilibrio.
Concepto tradicional–clásico de lo bello y lo feo que conecta con las tradiciones de nuestra moral cristiana europeo occidental, más o menos puritana, más o menos latina.

El filósofo cristiano Kierkegaard dice que:
"La fealdad es una forma de comunicación que nos ayuda a recuperar la realidad del aquí y del ahora, a valorar lo bello y el bien"

pero no creo que el amor de la gente hacia lo feo tenga visos de trascendentalidad intelectual.
Pero ¿Qué es realmente lo feo?

El disípulo de Hegel, Karl Rosenkranz en su “Estética de lo feo” (1853) consideraba que la belleza es un concepto puramente “convencional”.
Lo bello sería, así y según este autor, lo que está de moda y, por lo tanto, fenómenos que juzgados desde el ideal clásico de belleza                ---proporción y equilibrio--- se definirían como feos, cuando la moda social los reconoce como bellos terminamos aceptándolos como tales.

El cualquier caso la consecuencia de ese carácter convencional y temporal de los cánones de belleza-fealdad es que lo bello solo es bello, y lo feo sólo es feo, de manera temporal, porque puede volverse bello o feo en cualquier momento en atención a los criterios de la moda.
Pero aún así, ¿por qué los cánones de belleza-fealdad contemporáneos, admiten como bello lo deforme, lo monstruoso, lo atormentado?

Creo sinceramente que los cánones estéticos se han tergiversado en aras de una modernidad mal entendida.
No se trata tanto de apreciar la belleza en expresiones estéticas objetivamente bellas, rechazadas en el pasado más por prejuicios ético-morales, que por criterios estéticos, sino de que se aprecie como admirable no lo bello, sino lo feo reconocido como tal feo.

Como dijera Silvia Schwarzbök, en un artículo publicado en la revista electrónica “Ñ” del grupo Clarín de Buenos Aires, el 12 de marzo de 2005, bajo el título “El fracaso de lo feo”, criticando la obra de Humberto Ecco “Historia de la Belleza”:

No es un dato menor que el arte moderno haya querido ser feo él, en lugar de representar lo feo

La pregunta en cualquier caso sería:
¿Por qué al público le gusta el arte contemporáneo si efectivamente es feo?

Burke, el pensador irlandés que anticipándose a Kant en la reflexión sobre los conceptos de lo bello y lo sublime, vinculaba lo sublime a la estética del terror desde cánones neoclásicos, anticipándose a las formulaciones románticas del alemán, puede darnos parte de la clave que buscamos en su respuesta a la pregunta de cómo pueden resultarnos agradables el sufrimiento o el terror:

                Porque no nos tocan demasiado de cerca”.

decía.

Sin embargo esto, en ocasiones, no es cierto, pues el arte musical, propio de la música experimental de principios del s. XX, por ejemplo,  llega incluso a ser doloroso, por estridente, para el auditorio y sin embargo es considerado arte y apreciado por muchos. Dentro de este movimiento “caotico”, disonante y provocador, podemos citar a autores como George Antheil ---que produjo música impactante para la audiencia de la época por su desprecio de las convenciones musicales--- Charles Ives ---que combinó frecuentemente música popular con múltiples o bitonales capas de música, extremas disonancias y una complejidad rítmica casi inejecutable--- o finalmente Henry Cowell ---que interpretaba sus solos de piano pulsando las cuerdas del piano, golpeando la caja, o presionando teclas con sus brazos y otros objetos con la exclusiva finalidad de provocar la disonancia y la alteración anímica de sus auditorios---
Tengo muchos amigos muy aficionados al arte contemporáneo que critican mi siempre escéptica actitud frente a las corrientes plásticas imperantes hoy en día.

Incluso alguno de ellos me ha regalado algún libro para tratar de reconducirme.

En una de estas obras magistrales que me han regalado, la “Historia del Arte” de H.C. Gombrich, se nos dice que el arte no debe analizarse desde las perspectivas de la belleza o fealdad convencionales, sino que debemos acercarnos a su valoración desde los conceptos de la “expresión” y la “representación”, más que desde el de la “contemplación placentera”.

La conclusión es que el arte no debe juzgarse como consecuencia de la aproximación estética a la belleza, sino desde la fuerza representativa o expresiva que el autor haya tratado de transmitirnos, y así se nos presenta como ejemplo de obra de arte indiscutible, pese a la fealdad intrínseca del sujeto retratado, el retrato de su madre de Durero, que refleja magistralmente la decadencia y decrepitud de la ancianidad.

 Avanzando un paso más allá, es cierto que el arte que pudiéramos denominar “clásico” o “convencional” está lleno de expresiones horrorosas, como el “Saturno devorando a sus hijos” de Goya, o los seres monstruosos de las obras de El Bosco, o incluso la vieja que aparece en “Judith decapitando a Olofernes” de Caravaggio, o la expresión de pánico de Isaac en el cuadro de su sacrificio del mismo autor, obras en las que nos encontramos ante manifestaciones de lo que Kant denominaría sublime, por dramático y horroroso, pero no “feo” por contraposición a lo “bello”.

Pero el arte contemporáneo, ya  figurativo o no, y desde los años 60 , ha sido presa de una corriente “intelectual” amante de lo feo, que ha penetrado insidiosamente en sus entresijos, hasta el punto que en el Puente de la Academia de Venecia, y con ocasión de la 51 Bienal, se podía contemplar una gran pancarta con la frase de Patrick Mimran, conocido por su faceta empresarial como propietario en su día de Lamborghini y hoy en día por haber llegado a convertirse en un reconocido artista multimedia y compositor:

"El arte no tiene que ser feo para parecer  inteligente".

Aunque dicho sea de paso, no es este suizo tampoco uno de mis autores “admirados”, pues sin menospreciar su obra, no entra esta dentro de lo que son mis gustos plásticos algo trasnochados.

Y digo algo trasnochados porque mi espíritu no se conmueve con el arte que no busca expresar sino provocación o reivindicación de “modernidad”, y que queda circunscrito a los ámbitos cerrados de los ambientes estrictamente culturales formados por autores, críticos y galeristas, en una sublimación del dicho popular “ellos se lo guisan y ellos se lo comen”.

La verdad es que este arte no despierta en mí sino el desinterés, que me parece un concepto acertado para definir qué tipo de actitud mantengo frente a la “belleza” intrascendente y artificialmente forzada hacia lo “feo”, del arte actual.

Y que no se me diga que es que “no entiendo de arte contemporáneo” y que por eso no me gusta o no me interesa, pues como dice Kant en su “De lo Bello y lo sublime”:

No se tiene razón cuando se acusa a quien no ve el valor o la hermosura de lo que nos conmueve o encanta de no entenderlo. Tratase aquí no tanto de lo que el entendimiento comprende como de lo que el sentimiento experimenta.”

       Debo ser muy contumaz en mis errores o muy poco sensible, pero lo cierto es que soy incapaz de conmoverme, de experimentar sentimiento alguno, ante la “fealdad” convencional de una obra de arte contemporánea.

       Y sigo sin entender, ni poder explicar, porqué la gente adora lo feo y se estremece en sentimientos conturbados ante las manifestaciones estéticas, generalmente “feas”, del llamado arte contemporáneo.

Y ello aunque el arte contemporáneo sea un negocio estupendo y la cotización de los artistas de moda, pese a la “fealdad” intrínseca de sus obras, y salvo por la influencia de la crisis económica, siga por las nubes.

 

domingo, 13 de abril de 2014

CULTURETA: ¿POR QUÉ DEJAMOS QUE SE HABLE DE CULTURA CUANDO HABLAMOS DE OCIO?



En mi post “LUDIBRIA MORTIS” [1] recientemente publicado en este blog, hacía la siguiente reflexión:

“He de reconocer que es loable que la cultura, aunque realmente se habla de “Cultura para referirse al Ocio, sea extensible a todos…”

Hace unos días en el diario ABC se publicó una entrevista al Director de Orquesta Ricardo Muti, que se titula: “La Cultura ha sido abandonada a favor del entretenimiento”

La cuestión, que en principio podría parecer intrascendente es mucho más Importante de lo que podamos inicialmente pensar.

Efectivamente, hoy en día se nos llena la boca a todos con el término “CULTURA” para hablar de una realidad a la que los más críticos denominamos “CULTURETA” pues efectivamente no se habla de Cultura “stricto sensu” sino de manifestaciones menores de las diversas artes, que constituyen espectáculo o actividad de ocio para las gentes más o menos ilustradas, e incluso manifestaciones de entretenimiento puro y duro para parte de los ciudadanos que carecen en absoluto de la más mínima inquietud cultural.

Y no es una mera cuestión semántica.

De hecho en países más estructurados y desarrollados económicamente y culturalmente que nosotros, en los que el concepto de “subvención pública” se limita estrictamente a necesidades básicas de atención social, el concepto utilizado en torno a lo que en España llamamos CULTURA,  es simplemente NEGOCIO, en donde los participantes exponen su inversión y viven de sus ventas y no de ayudas del Estado.

CULTURA según la definición del DRAE es:

“El conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. O bien el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”

En relación con tal concepto el propio DRAE define lo artístico como:

“lo perteneciente o relativo a las artes, Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros, especialmente a las que se denominan bellas, que según el propio diccionario son cada una de las que tienen por objeto expresar la belleza, y especialmente la pintura, la escultura, la arquitectura y la música.”

a las que podríamos añadir el teatro y el cine.

Pues bien, llegados a este punto, y por desgracia, hemos de afirmar que, contemporáneamente, el arte se ha convertido en un inmenso negocio de Ocio, su finalidad no es ya expresar la belleza [2] ni expresar una visión personal y desinteresada que interprete lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros, sino constituirse en un mecanismo de entretenimiento de la gente en general y ser generador de ingresos para una determinada casta de ciudadanos “Los artistas” que, por el mero de serlo, consideran tener un status superior al resto de sus conciudadanos dentro de  la Sociedad, convirtiéndose en lo que ya he venido, en un post anterior, en llamar “Santones Intelectuales[3]

En conclusión podemos decir, sin equivocarnos, que la CULTURA, con mayúsculas, es la suma de los conocimientos y los saberes científicos, filosóficos, artísticos, literarios e históricos, que constituyen la sabiduría acumulada por el hombre desde que aprendió a escribir y a pensar. Y eso sólo interesa, también por desgracia, a una minoría de ciudadanos de las sociedades desarrolladas.

Y por lo tanto me inclino a dejar el apelativo de CULTURETA, para aquello a lo que los interesados dan en llamar cultura, que no es más que manifestación de entretenimiento para el público en general.

Hay, no obstante, en relación con todo esto, algo que me parece lo más grave y OBSCENO, y que no es otra cosa que el derroche de subvenciones con las que los sucesivos gobiernos, especialmente los socialistas, han venido retribuyendo el favor político de los “Gurús” de la CULTURETA.

Si un libro no se vende: pues que tenga una ayuda a su edición, que el cine español no llena las salas de exhibición,  por su deficiente calidad, pues que el Estado subvencione a los productores, que la música española no vende, pues es culpa del incremento del IVA, y así sucesivamente.

Pues mire Vd. escriba libros de calidad y verá como se venden, hagan cine atractivo (P.Ej.: “Ocho apellidos vascos”) y verá como recauda por vía de la venta de entradas, pero no me exija a mi, sufrido contribuyente, que siga financiando a esos paniaguados que si tienen éxito, se van a vivir fuera de España por motivos fiscales, que actúan como comunistas de caviar y que se venden al mejor postor político (de izquierdas) porque es lo que les resulta más rentable.

Visto lo cual voy a ver si me voy al cine a ver una película americana, termino de leer algún libro interesante, que seguro que no es éxito de ventas y me pongo un poco de música, alguna grabación de la Deutsche Grammophon, de un concierto de algún compositor centroeuropeo, y así mezclo CULTURA Y CULTURETA y no se me toma por un bicho raro.

viernes, 21 de abril de 2023

EL ECLIPSE DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL

 


    En Muchas ocasiones la inspiración nos viene dada por la lectura de lo dicho, de lo explicado, de lo pensado y escrito por otros, que nos permite conectar nuestras, en ocasiones, dispersas ideas gracias a la curiosidad que esas lecturas nos provocan, curiosidad similar al del sabio que desea conocer que hay más allá de la bóveda celeste.

    Y ello conecta con la idea de Goethe, para quien la originalidad no consiste en decir cosas nuevas, sino en decirlas como si nunca hubiesen sido dichas por otro.

    Yo más bien diría que la originalidad consiste en recopilar los pensamientos de muchos, las ideas que son substrato del pensar social, y expresar su síntesis con estilo comprensible y sentido común.

    Y a ello trataremos de ir.

    Hace poco Gabriel Albiac, en su artículo “El eclipse de nuestro mundo” publicado en EL DEBATE, donde ahora habitualmente escribe, realiza una interesante crítica del libro de Ignacio Gómez de Liaño “El eclipse de la Civilización”

    Libro que, a Albiac, le lleva a la “reflexión inmediatísima sobre el terrible mundo de engaños superpuestos a engaños, que se solapan en nuestro presente. Sin defensa.” Al tiempo que “deja constancia de cuan duro se ha vuelto mantener la dignidad en un mundo quintaesenciadamente indigno: este nuestro, del cual todo aquello a lo que juzgamos precioso ha sido trocado en objeto de burla.”

    Concluyendo con la afirmación de que, en definitiva, el libro comentado “se cierra con una exigencia ética, que conmueve aun a los que somos demasiado escépticos para creerla realizable: la urgencia de regenerar, de hacer que vuelva a nacer lo que fue, aquel «itinerario intelectual y moral que alumbraron hace dos mil años Cicerón, Séneca y San Pablo». Es una apuesta perdida. Vale, pues, la pena.”

    “Itinerario intelectual y moral” que Albiac considera fundamentado en el postulado platónico de que una y la misma cosa son lo inteligente, lo bello y lo bueno.

    Para entender estas conclusiones de Albiac, emanadas de las reflexiones del libro de Gómez de Liaño por él comentado, no hay más que ver como en nuestro mundo actual se alaba “lo feo” por encima de “lo bello” (ver mi post EUROVISION), la mentira y el engaño por encima de “la verdad”, la vulgaridad frente a la “excelencia” (Ver mi post VULGARIDAD Y EXCELENCIA - LUDIBRIA MORTIS) considerando tales y otros principios ético-morales, hasta hoy fundamento cultural de nuestra Sociedad, categorías demodés, lo que cercena, de raíz, nuestra libertad y nos aboca a la esclavitud.

    Y ello, a la postre, no es sino consecuencia del pensamiento “woke” ultraizquierdista, concepto que se refiere a varios movimientos e ideologías progresistas radicales, o de izquierda identitaria posmoderna, demasiado entusiastas, agresivos, agitadores, susceptibles o poco sinceros, y por su tendencia a la censura de opiniones discrepantes mediante la llamada “cultura de la cancelación”.

    Esa “cultura de la cancelación” no es sino el fenómeno de censura extendido desde aquellas posiciones ideológicas “Woke” consistente en retirar el apoyo, ya sea moral, financiero, digital e incluso social, a aquellas personas u organizaciones que se consideran inadmisibles como consecuencia de sus comentarios o acciones, con independencia de su veracidad o falsedad, o porque esas personas o instituciones transgreden ciertas expectativas que sobre ellas tenían sus censores woke.

    En definitiva es la llamada a boicotear a alguien que ha expresado una opinión cuestionable, o impopular según el criterio woke de sus censores.

    A ella se refiere Albiac, diciéndonos que la censura hoy en día, desde esas posiciones, “es imponer en la cabeza de los ciudadanos lo que pueden ver —saber— o no.”

    No olvidemos, sin embargo, que este sistema de censura “social”​ tiene su origen en la Alemania Nazi donde se aplicaba a los judíos y a quienes no apoyaban al nacional-socialismo; desde donde se extiende a todos los demás sistemas socialistas y comunistas totalitarios, y hoy en día a los “progresistas woke” de las sociedades occidentales, intrínsecamente totalitarios.

    Sin embargo lo más lamentable es que los partidos de la derecha europea, y muy especialmente los españoles no parecen dispuestos a dar la batalla frente a esa estrategia de las izquierdas.

    Así podemos ver como Feijóo apuesta por mostrar como principal valor del PP su capacidad de “gestión” y por hacer de la economía su palanca, frente a quienes, como Isabel Díaz Ayuso, le exigen dar una “batalla cultural”, de modo que es evidente que el nuevo líder recela de dar la batalla ideológica contra la izquierda, que se había considerado hasta ahora como el primer objetivo del programa político del PP.

    El líder de la oposición está convencido de que el PP sólo llegará a La Moncloa con lo que él considera una estrategia “centrista”, pero que en ocasiones no es más que una peligrosa inclinación hacia la socialdemocracia con el deseo de conquistar votos desencantados del PSOE.

    En la dirección nacional del PP asumen que la renuncia a la “batalla ideológica” generará tensiones con Isabel Díaz Ayuso, y que ella marcará perfil propio, destacando que la presidenta madrileña cubre para Feijóo un espectro ideológico más conservador que el suyo, en el que él no se encuentra cómodo.

    Por ello, Núñez Feijóo va a por un voto moderado de la izquierda en el que ha depositado las esperanzas de ganar las elecciones generales, con abandono, en ocasiones, de las sensibilidades ético políticas de sus propios votantes tradicionales.

    Y concluyamos con un nuevo video musical. Hoy el aria de "La reina de la Noche" de la ópera "la Flauta mágica" de Mozart, interpretada por Diana Damrau.


© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana


martes, 16 de mayo de 2023

EL FRANCOMODIN


Parece ser que desde Moncloa han requerido a las agrupaciones locales y autonómicas del PSOE para que, de cara a las elecciones municipales y autonómicas, se hable mucho de Franco y de la amenaza de vuelta al franquismo si la derecha gana las elecciones del próximo mes de mayo.

Así lo denuncia el diario ABC en su portada del día 7 de abril.

Es decir, que el sanchismo no renuncia a utilizar como trastos de su faena política el “francomodin”, que les sirve tanto para un roto como para un descosido y que entra de lleno en la parafernalia de la explotación del sentimentalismo del miedo, al modo del famoso anuncio electoral que identificaba a la derecha con un perro dóberman ladrando agresivamente.

¿De verdad piensa el PSOE sanchista que la rememoración de Franco como amenaza de regreso a tiempos pasados de represión y limitación de libertades, va a conmover el alma pretendidamente temerosa de los españoles?

Creo sinceramente que NO, y que tal vez se conturbe, tan sólo, el alma de los paniaguados o chiringuiteros del sanchismo, que puedan temer no un retroceso en sus derechos o libertades, sino la pérdida de los chanchullos económicos que les ha proporcionado su fidelidad al “gran hermano”.

 En cualquier caso, esta instrucción a sus bases refleja una honda preocupación en la Moncloa a cerca de los resultados electorales de Mayo, preludio de las elecciones generales que deberían celebrarse en diciembre, en las que los augurios son cocinados por el aprendiz de brujo Bolaños con ayuda del CIS de Tezanos— muy descorazonadores, pues presentan datos henchidos de optimismo que no se creen ni sus propios cocineros.

       Vemos, en fin, que toda la estrategia electoral de Ferraz/Moncloa se basa en los siguientes puntos

· El irresistible encanto de Sánchez Castejón, cuando lo cierto es que su imagen no es sino la de un chulo hedonista y prepotente.

· Sus éxitos en política internacional, cuando no ha explicado su cambio de criterio respecto del Sahara, se inclina ante Marruecos, ha echado a perder nuestras relaciones con Argelia y sólo obtiene el respaldo de los socialdemócratas de la UE, por sintonía ideológica y no por su talento.

· El éxito de la gestión económica del Gobierno, cuando la inflación es imparable, el paro crece como la espuma, la deuda pública está desbocada, los impuestos ahogas a los ciudadanos y la reforma de las pensiones es un fiasco, y encima se ha declarado en EEUU el "default" de nuestra deuda por consecuencia del incumplimiento de los pagos judicialmente obligados, a inversores extranjeros por la alteración a la baja de las primas de la energía solar.

     'Default', que significa, que España no tiene capacidad para pagar sus deudas porque una empresa de renovables Estados Unidos reclama el pago inmediato de 200 millones de euros de los casi 8.000 millones que conforman los 45 pleitos internacionales que tiene España por aquel motivo. 

· La venta de los datos de las encuestas del CIS, cuando se contradicen oleada por oleada por cualquier instituto demoscópico independiente.

· La demonización del PP y VOX y sus líderes, como amenazas a la democracia, cuando el bienestar de los españoles, la independencia de los poderes del Estado, el principio de legalidad y la democracia se ha visto claramente perjudicados bajo el gobierno sanchista.

· El inmenso avance de los derechos de las mujeres, los LGTBI y los TRANS, cuando se han excarcelado a más de 100 delincuentes sexuales y reducido la pena a más de 1.000 por consecuencia de la Ley del Si es Si, y la legislación LGTBI que está provocando un enfrentamiento social sin precedentes y la Ley TRANS que es un total disparate.

· El imparable avance en la lucha contra la corrupción, cuando e PSOE ha demostrado ser el partido político más corrupto de la historia de España desde su fundación por el tipógrafo Pablo Iglesias.

· El consenso alcanzado con los partidos Nacionalistas, que no es tal sino rendición demostrada con el acercamiento de presos etarras a las Vascongadas y la inclusión de sus asesinos en las listas electorales, o los indultos a los golpistas catalanes que insisten en que “lo volverán a hacer.

• La profundización en la Memoria Histórica, esa falacia revanchista que sólo reconoce a las víctimas del franquismo y denigra y olvida a las víctimas de la República, torturados y asesinados por pensar diferente a las chusmas socialistas comunistas y anarquistas que sembraron la violencia y el terror durante el período 1931/1939 y a las de ETA y GRAPO, terroristas durante nuestra democracia hoy blanqueados y utilizados nuevamente como comodín electoral por el tirano Sánchez.

       En definitiva la venta machacona y reiterada de los avances que en España se han alcanzado, teóricamente, con el "Gobierno de progreso" sanchista, que ciertamente no es más que un sinsentido de coalición entre el PSOE, con la ultraizquierda de Podemos, con el apoyo parlamentario de los comunistas de Compromís o Más país, los separatistas y etarras de EHBildu o ERC, y los partidos localistas extremos como Coalición Canaria y Teruel existe.

       Ante ese discurso no puedo menos que recordar el magnífico discurso pronunciado por Sarkozy en la campaña de las elecciones de 2007, del que destacaría los siguientes párrafos:

“Nuestra obligación es derrotar la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. Esos para quienes el pensamiento único es el del que todo lo sabe, y que condenan la política mientras la practican.

Desde hoy no permitiremos mercantilizar un mundo en el que no quede lugar para la cultura.

 Desde 1968 no se ha podido hablar de moral.   

 Nos impusieron el relativismo: la idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. 

Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado, que no había nada sagrado, nada admirable. El slogan era VIVIR SIN OBLIGACIONES Y GOZAR SIN TRABAS…

Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética.

Esa izquierda que está instalada con privilegios en la política, en los medios de comunicación, en la economía, que le ha tomado el gusto al poder, que dejaron sin poder a las fuerzas del orden imponiendo la falsa idea de que se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud y que los vándalos son buenos y la policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente.   

Una izquierda que defiende los servicios públicos pero jamás usan transporte colectivo, que ama la escuela pública pero mandan a sus hijos a colegios privados. Adoran la periferia pero jamás viven en ella, que firma manifiestos cuando se expulsa a algún invasor, pero no acepta que se instalen en sus casas. 

Una izquierda que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atiza el odio a la familia, a la sociedad y a la república.

Una izquierda que con el mayor descaro se lucran de los bienes del Estado, y montan hasta negocios de la manera más cínica con el dinero procedente de la corrupción.

Tenemos que volver a los antiguos valores del respeto, de la educación, de la cultura y de las obligaciones antes que los derechos.”

       Confiemos en que el electorado sea consciente de esta realidad y retire su apoyo a esos enemigos de España que nos llevan a la desintegración de la Nación y a la pérdida de Calidad de Vida, en todos sus aspectos, de los ciudadanos.

     Y concluyamos con un nuevo video musical, hoy el aria “Erbarme dich, mein Gott” (Ten piedad, Dios mío) de la ópera ”La Pasión según San Mateo” de Bach, interpretada por Delphine Galou

 


 

© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

jueves, 10 de mayo de 2007

SARKOZY Y LA IZQUIERDA RADICAL



Desde la noche del domingo en la que Nicolás Sarkozy resultó elegido nuevo Presidente de la República Francesa con más del 53% de los votos emitidos y con una diferencia de casi siete sobre su oponente Segolene Royal, la izquierda radical se viene manifestando violentamente para protestar contra esa elección.

En las manifestaciones comentadas gran parte de los manifestantes han exhibido fotografías de Segolene Royal en un alarde antisistema, como diciendo: no nos importa que haya ganado Sarkozy, nuestro lider es Royal.

Volvemos a las andadas de siempre; Si la izquierda gana las elecciones…, pues nada así son las cosas; Pero si gana la derecha la izquierda radical no se conforma, se manifiesta violentamente y deja claro que “está en la calle”.

Recordemos algunos datos:

Sólo en las elecciones de 2002, que enfrentaron a Chirac y al ultraderechista Le Pen, se produjo en segunda vuelta una victoria apabullante del elegido Chirac (82,21 % de los votos), mientras que en las elecciones de 1995 Chirac ganó a Lionel Jospin con el 52,6 % de los votos.

En 1998 Mitterand ganó las elecciones con un porcentaje de los votos emitidos similar al de Sarkozy, un 54,02 % de los votos emitidos y en el 1981 gano a GuiscarD’Estaing con el 51,76% de los votos.

¿Se produjeron entonces algaradas similares a las que ahora está protagonizando la izquierda radical francesa, no sin cierta complacencia del Partido Socialista?

Pues que nos conste NO

¿A que se debe la reacción callejera de esa izquierda?

La razón no es difícil de precisar, La victoria de Sarkozy en las presidenciales francesas, tras el acceso de la democristiana Angela Merkel a la cancillería Alemana, es muestra de una clara tendencia sociológica en Europa de vuelta a los valores, a las convicciones, a los principios, y de sano orgullo ante la posesión tranquila y fecunda de una herencia de valores morales, de raiz liberal y cristiana, sobre los que construir el bien público.

Y naturalmente esto pone a las izquierdas de los nervios.

Efectivamente, durante los últimos treinta años el sesentayochismo ha invadido todas las esferas de la política y la vida social de Europa.

Y como consecuencia de la preeminencia política de las corrientes de la izquierda postmarxista sesentayochista, consentida por la derecha, se ha profundizado en elementos poco vivificadores para la sociedad ---que ha desembocado en un claro relativismo moral--- como son la corrección política o el gigantismo de los Estados subsidiados de bienestar, cuyo modelo se ha extendido en Europa.

Sus primeras palabras, tras la elección, en la tarde noche del domingo fueron contundentes:

«Quiero rehabilitar el trabajo, la autoridad, la moral, el respeto, el mérito. Quiero devolver el honor a la nación y a la identidad nacional. Quiero devolver a los franceses el orgullo de ser franceses».

Vamos… que se acabó la referencia intelectual permanente del sesentayochismo propio de la izquierda francesa, la única izquierda europea que continúa pensando que la economía de mercado es algo nefasto que debe combatirse.

Sesentayochismo que ha impregnado más profundamente a la sociedad francesa como consecuencia de la ambigua política del anterior Presidente Jacqes Chirac.

Frente a las pretensiones de “renovación” del sistema democrático occidental propio de los filósofos postmarxistas de aquel movimiento ideológico anclado en las inexistentes conquistas del mayo del 68, Sarkkozy apunta a conceptos propios de la derecha ---de la que se siente orgullosamente parte activa--- como son el respeto a la autoridad y la moral; y el valor del trabajo y el mérito, por encima de consideraciones típicamente socialistas más enrocadas en los conceptos del igualitarismo y el subsidio.

Finalmente llama la atención la fortaleza de la apelación del nuevo Presidente Francés al sentimiento nacional de los franceses, con su expreso deseo de “devolver el honor a la Nación y a la identidad nacional”, idea resumida en su deseo de “devolver a los franceses el orgullo de ser franceses”.

O sea, igual que Rodríguez, nuestro Presidente del Gobierno, que no se sabe que concepto tiene de España o de su organización territorial y política, más allá de su permanente estrategia de apaciguamiento de los nacionalistas como estrategia de perpetuarse en el Poder.

¡¡¡Cuánto me gustaría escuchar de algún lider de la derecha española un discurso como el que os reproduzco de Sarhozy, pronunciado en su campaña elñectoral, que reume, no sin tintes propagandísticos, pero de forma directa y contundente, e mensaje de la derecha moderna que el Presidente de la República Francesa encarna!!!

«Mayo del 68 nos había impuesto el relativismo intelectual y moral. Los herederos del 68 habían impuesto la idea de que todo vale, de que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo. Habían querido hacernos creer que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos alumnos, que no había diferencias de valor y de mérito. Habían querido hacernos creer que la víctima cuenta menos que el delincuente, y que no puede existir ninguna jerarquía de valores. Habían proclamado que todo está permitido, que la autoridad había terminado, que las buenas maneras habían terminado, que el respeto había terminado, que ya no había nada que fuera grande, nada que fuera sagrado, nada admirable, y tampoco ya ninguna regla, ninguna norma, nada que estuviera prohibido.
Recordad el eslogan de Mayo del 68 en las paredes de la Sorbona: “Vivir sin obligaciones y gozar sin trabas”. Así la herencia de Mayo del 68 ha liquidado a la escuela de Jules Ferry en la izquierda francesa, que era una escuela de la excelencia, del mérito, del respeto, del civismo; una escuela que quería ayudar a los niños a convertirse en adultos y no a seguir siendo niños grandes, una escuela que quería instruir y no infantilizar, porque había sido construida por grandes republicanos que tenían la convicción de que el ignorante no es libre. Pero la herencia de Mayo del 68 ha liquidado esa escuela que transmitía una cultura común y una moral compartida, cultura y moral gracias a las que todos los franceses podían hablarse, comprenderse, vivir juntos. La herencia de Mayo del 68 ha introducido el cinismo en la sociedad y en la política. Han sido precisamente los valores de Mayo del 68 los que han promovido la deriva del capitalismo financiero, el culto del dinero-rey, del beneficio a corto plazo, de la especulación. El cuestionamiento de todas las referencias éticas y de todos los valores morales ha contribuido a debilitar la moral del capitalismo, ha preparado el terreno para el capitalismo sin escrúpulos y sin ética, para esas indemnizaciones millonarias de los grandes directivos, esos retiros blindados, esos abusos de ciertos empresarios, el triunfo del depredador sobre el emprendedor, del especulador sobre el trabajador. (...)
Los herederos de Mayo del 68 han degradado el nivel moral de la política. Todos esos políticos que reivindican la herencia de Mayo del 68, dan al prójimo lecciones que jamás se aplican a sí mismos, quieren imponer a los demás comportamientos, reglas, sacrificios que jamás se imponen a sí mismos. Proclaman: “Haced lo que yo digo, no hagáis lo que yo hago”. Ésa es la izquierda heredera de Mayo del 68, la que está en la política, en los medios de comunicación, en la administración, en la economía. La izquierda que le ha tomado gusto al poder, a los privilegios. La izquierda que no ama a la nación porque no quiere compartir nada. Que no ama a la República porque no ama la igualdad. Que pretende defender los servicios públicos, pero que jamás veréis en un transporte colectivo. Que ama tanto la escuela pública, que a sus hijos los lleva a colegios privados. Que dice adorar la periferia, pero que se cuida muy mucho de vivir en ella. Que siempre encuentra excusas para los violentos, a condición de que se queden en esos barrios a los que ella, la izquierda, no va jamás. Esa izquierda que hace grandes discursos sobre el interés general, pero que se encierra en el clientelismo y el corporativismo. Que firma peticiones y manifiestos cuando se expulsa a algún “okupa”, pero que no aceptaría que se instalaran en su casa. Que dedica su tiempo a hacer moral para los demás, sin ser capaz de aplicársela a sí misma. Esa izquierda, en fin, que entre Jules Ferry y Mayo del 68 ha elegido Mayo del 68, es la que condena a Francia a un inmovilismo cuyas principales víctimas serán los trabajadores, los más modestos, los más pobres.
Ésa es la izquierda que desde Mayo del 68 ha renunciado al mérito y al esfuerzo, que ha dejado de hablar a los trabajadores, de sentirse concernida por la suerte de los trabajadores, de amar a los trabajadores; porque el valor trabajo ya no forma parte de sus valores, porque su ideología ya no es la de Jaurès o la de Blum, que respetaban a los trabajadores, sino que ahora la ideología de la izquierda es la del reparto obligatorio del trabajo, la de las 35 horas, la del asistencialismo. La crisis del trabajo es ante todo una crisis moral, y en ella la herencia de Mayo del 68 tiene una enorme responsabilidad. Yo quiero rehabilitar el trabajo, quiero devolver al trabajador el primer lugar en la sociedad. (...)
La herencia de Mayo del 68 ha debilitado la autoridad del Estado. Esos herederos de los que en Mayo del 68 gritaban “CRS = SS”, toman sistemáticamente partido por los violentos, los alborotadores y los estafadores contra la policía. Lo hemos visto tras los incidentes de la Estación del Norte. En lugar de condenar a los violentos y de apoyar a las fuerzas del orden y su difícil trabajo, no se les ha ocurrido nada mejor que esta frase, que merecería ser inscrita en los anales de la República: “Es inquietante constatar que se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud”. Como si los vándalos de la Estación del Norte representaran a toda la juventud francesa. Como si fuera la policía la que estaba actuando mal, y no los violentos. Como si los violentos hubieran destrozado todo y saqueado los comercios para expresar una revuelta contra una injusticia. Como si el hecho de ser jóvenes lo excusara todo. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente siempre inocente. Ésos son los herederos de Mayo del 68, que denigran la identidad nacional, que atizan el odio a la familia, a la sociedad, al Estado, a la nación, a la República.
En estas elecciones se trata de saber si la herencia de Mayo del 68 debe ser perpetuada o si puede ser liquidada de una vez por todas. Yo quiero pasar la página de Mayo del 68. Pero tiene que ser más que un gesto. No hay que contentarse con poner banderas en los balcones el 14 de julio y cantar la Marsellesa en vez de la Internacional en los mítines del Partido Socialista. No se puede decir que se desea el orden y tomar sistemáticamente partido contra la policía. No es posible seguir denunciando la “provocación” y el “Estado policial” cada vez que la policía intenta hacer respetar la ley. No se puede decir que uno apuesta por el valor del trabajo y, al mismo tiempo, generalizar las 35 horas, seguir cargándolo con impuestos y estimular la mentalidad del asistido, del que cobra del Estado para no trabajar. No se puede decir que se desea obstaculizar las deslocalizaciones y al mismo tiempo rechazar cualquier experimentación del IVA social, que permite financiar la protección social con las importaciones. No es posible proclamar grandes principios y negarse a inscribirlos en la realidad. Yo propongo a los franceses romper realmente con el espíritu, con los comportamientos, con las ideas de Mayo del 68, con el cinismo de Mayo del 68. Propongo a los franceses devolver a la política la moral, la autoridad, el trabajo, la nación. Les propongo reconstruir un Estado que haga realmente su trabajo y que, en consecuencia, domine las feudalidades, los corporativismos y los intereses particulares. Les propongo rehacer una República una e indivisible contra todos los comunitarismos y todos los separatismos. Les propongo reedificar una nación que de nuevo esté orgullosa de sí misma. (...)
Al poner sistemáticamente los derechos por encima de los deberes, los herederos de Mayo del 68 han debilitado la idea de ciudadanía. Al denigrar la ley, el Estado y la nación, los herederos de Mayo del 68 han favorecido el crecimiento del individualismo. Han incitado a cada cual a no pensar más que en sí mismo y a no sentirse concernido por los problemas del prójimo. Yo creo en la libertad individual, pero quiero compensar el individualismo con el civismo, con una ciudadanía hecha de derechos pero también de deberes. Quiero derechos nuevos, derechos reales y no virtuales. Quiero un derecho real a un techo, al alojamiento. Un derecho real al cuidado de los hijos, a la escolarización de niños con minusvalías, a la dependencia para los mayores. Quiero el derecho a un contrato de formación para los jóvenes de más de 18 años, y a la formación a lo lago de toda la vida. Quiero el derecho a la caución pública para aquellos que no tienen padres, para los que no tienen relaciones, para los enfermos a los que no se les quiere prestar porque se considera que representan un riesgo demasiado elevado. Quiero el derecho a un contrato de transición profesional para los que están en paro.
Pero quiero que estos derechos estén equilibrados con los deberes. La ideología de Mayo del 68 habrá muerto cuando la sociedad se atreva a recordar a cada cual sus deberes, cuando en la política francesa se ose proclamar que, en la República, los deberes son la contrapartida de los derechos. Ese día al fin se habrá realizado la gran reforma moral e intelectual que Francia necesita una vez más. Entonces podremos reconstruir sobre cimientos renovados esa República fraternal que es el sueño siempre inacabado, nunca realizado de Francia desde el primer día en que tuvo conciencia de su existencia como nación. Porque Francia no es una raza, no es una etnia, ni sólo un territorio; Francia es un ideal incansablemente perseguido por un gran pueblo que, desde su primer día, cree en la fuerza de las ideas, en su capacidad para transformar el mundo y hacer la felicidad de la humanidad.
Quiero decírselo a los franceses: el pleno empleo, el crecimiento, el aumento del poder adquisitivo, la revalorización del trabajo, la moralización del capitalismo, todo eso es necesario y es posible. Pero eso no son más que medios que deben ser puestos al servicio de una cierta idea del hombre, de un ideal de sociedad donde cada cual pueda encontrar su lugar, donde la dignidad de todos y cada uno sea reconocida y respetada.»

Lamentablemente la estructura sociológico electoral española puede dificultar el tránsito hacia ese renacimiento de la mayoría natural ideológicamente liberal conservadora, pues el peso de los partidos nacionalistas en las elecciones generales dificultaría gravemente ese devenir.

Sin ir más lejos, hace algunos días el Sr. Imaz, Presidente del PNV ha manifestado que no le dolerían prendas en llegar a acuerdos de “gobernabilidad” con el PP si este ganase las elecciones generales, pero a renglón seguido ha manifestado su convencimiento de que esa “gobernabilidad” en España pasará necesariamente por acuerdos con el conglomerado de fuerzas nacionalistas que hoy se aglutinan en el llamado “Galeuscat”, (conglomerado de fuerzas nacionalistas vascas, catalanas y gallegas).

Es decir, que el futuro de la “gobernabilidad” de España quedará, según Imaz, sometido a la voluntad del apenas millón y medio de votos que se aglutinan ---en toda España--- en esa enteléquica pseudo-coalición, condicionando la formación de Gobierno por parte de fuerzas políticas que como el PSOE o el PP se sitúan, cada una de ellas, en cifras entre los 10 y los 12 millones de votos.

Si en Francia la renovación ético-moral de la sociedad exige la presencia de un Sarkozy, mucho me temo que en España vayamos a necesitar a tres o cuatro.