El Estado del
Bienestar es una conquista social que tiene diversas interpretaciones.
No se trata, como nos dijo en su día
Benito Pérez Galdós
“Todos los
españoles adquirimos con el nacimiento el derecho a que el Estado nos mantenga,
o por lo menos nos dé para ayuda de un cocido”.
El origen del Estado de bienestar se dio en los países desarrollados
de Europa Occidental, especialmente, en Alemania:
Se destacó en su implantación la figura de Otto Von Bismarck que
propuso la modalidad del seguro social. Así surgió un tipo de política popular
que cubría el seguro por enfermedad y la jubilación.
El economista británico John Keynes presentó el concepto del
“Estado de Bienestar” en 1929, en contraposición al Estado liberal que
estaba en decadencia.
La teoría económica de Keynes sostuvo que la intervención del
gobierno podía estabilizar la economía incrementando los niveles de empleo y de
producción, mediante el aumento del gasto público.
El “Estado de Bienestar” se desarrolló así con la influencia
keynesiana y se pasó de una seguridad social y económica para algunos, a una
seguridad social para todos los ciudadanos.
En sus orígenes, resultó un concepto aceptado tanto por la
ideología política de izquierda como de derecha.
De ahí la complejidad de su desarrollo ideológico.
Existen cuatro modelos de “Estado de Bienestar” que se implementaron
en Europa Occidental y que se diferenciaron por el nivel de protección social
que promovían:
· El continental.
Modelo en el que la mayor proporción del gasto público se destinó a
las pensiones. Los sindicatos agruparon a un número reducido de afiliados, sin
embargo, su opinión tuvo peso en las negociaciones colectivas. Se aplicó en
países como Alemania, Austria, Francia , Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
· El nórdico
Fue el modelo socialdemócrata de mayor alcance en protección social y
con el nivel de acceso más generalizado a las prestaciones sociales, alcanzando
altos estándares de calidad. Se aplicó en países como Dinamarca, Noruega,
Suecia, Islandia y Finlandia.
· El liberal anglosajón
Fue un modelo de accionar limitado con menores medidas
preventivas y poca relevancia a las ayudas sociales, con un sistema de
subsidios de difícil alcance para la población. Se aplicó en el Rino Unido y en
Irlanda.
· El mediterráneo
Fue un modelo de intervención parcial del Estado, que implicó un menor
gasto público y una baja en la cobertura de pensiones y de asistencia social.
Los sindicatos tuvieron gran presencia en los acuerdos y las negociaciones. Se
aplicó en países como España, Grecia, Italia y Portugal.
En todos los casos el “Estado de Bienestar” se basa en cuatro pilares
que lo identifican, más allá del modelo o nivel de desarrollo alcanzado:
· El acceso a la salud. Consiste en un sistema universal de salud de fácil acceso (a
veces resulta gratuito para quien no pueda pagarlo).
· La seguridad social. Consiste en las pensiones contributivas de jubilación,
viudedad, orfandad o situaciones de incapacidad.
·
El acceso a la educación. Al igual que el acceso a la salud, se basó en un carácter
universal y, además, obligatorio hasta determinado nivel de instrucción.
· Los servicios sociales. Consiste en servicios públicos que brindan asistencia o ayuda a
los ciudadanos que, a pesar del accionar del sistema del Estado, no tuvieron
acceso a la salud, sanidad o educación.
Sin
embargo, hoy en día existen críticas importantes en relación con este sistema
de “Estado de Bienestar”, no en cuanto a sus fines específicos, sino en cuanto
a su gestión por los poderes públicos.
Efectivamente, se dice que la gestión del “Estado de Bienestar” provoca
distorsiones económicas importantes, desviaciones y descontrol de fondos
aplicados, y uso partidista y electoralista del modelo.
Así, en primer lugar, su financiación requiere más recaudación impositiva,
que provoca mayor presión fiscal sobre los ciudadanos, empobreciéndoles, cuando
lo que se pretende es mejorar el nivel de vida de los mismos, lo que no deja de
ser una contradicción —in
verbis suis— en
sus propios términos.
En segundo lugar, los fondos que se aplican a la consecución de sus
objetivos, están, generalmente, cuajados de descontrol y desviaciones, que, en
la práctica implica ineficacia, corrupción e incumplimiento de los objetivos
previstos.
Finalmente, es muy frecuente que el poder establecido utilice los
fondos destinados al “Estado de Bienestar” en finalidades espurias, de marcado carácter
partidista o electoralista, financiando ilegalmente a su propio partido o
usando los fondos para subvencionar instituciones o individuos de la Sociedad
Civil, con pura finalidad de mantenerse en el poder a través de esas prácticas
corruptas.
Y para concluir esta “Reflexión
Heteróclita” os traigo hoy una nueva pieza musical. Concierto
en Fa para cuatro trompas, C. H. Hübler. Banda Sinfónica del CSMA
©2025 JESÚS FERNANDEZ-MIRANDA Y LOZANA
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