«Grabado Flammarion», 1888,
Desde
que Galileo Galilei formulase, hipotéticamente, la famosa frase que encabeza esta
“Reflexión” y que significaría “Y sin embargo se mueve”, después de abjurar de
su visión heliocéntrica del universo que afirmaba, ya desde Copérnico, que la
tierra y los demás planetas giraban alrededor del Sol, la concepción del universo
ha variado absolutamente hasta nuestros días.
Con
anterioridad a Galileo imperaba la concepción geocéntrica del Universo según la
cual todo él giraba alrededor de la Tierra, que era su centro.
Hoy
sabemos que el infinito Universo no gira ni alrededor de la Tierra ni alrededor
del Sol.
En
la actualidad, la cosmología sugiere que el universo no tiene un «centro»
definido.
Desde
el Big Bang, el universo se expande en todas direcciones, similar a la
superficie de un globo que se infla; cada punto en esa superficie se aleja de
los demás sin que ninguno sea central.
El
universo, con su vastedad y complejidad, sigue siendo un enigma para la
humanidad.
Uno
de los mayores misterios es el origen del cosmos, que la teoría del Big Bang
sugiere comenzó hace unos 13.800 millones de años.
Sin
embargo, lo que ocurrió antes de este evento sigue siendo desconocido.
Aunque
la creencia en la existencia de un “Dios Creador” permite pensar que antes del
Big Bang.
Tan
solo existía Dios, que como dice el Geénesis 1:1
“En
el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
Así,
creemos que Dios habla, y las cosas que no existían antes, surgen, comenzando
con el universo mismo.
La
creación es un acto exclusivo de Dios.
No
es un accidente, ni un error, ni el producto de una deidad inferior, sino que
es Dios en Su expresión de Sí mismo.
Tesis que se refuerza en
Juan (1,1-18):
“En
el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era
Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y
sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho”
Lo
que nos lleva a la conclusión de que NO hubo un «antes» del Big Bang, que marcó
un comienzo absoluto, y que fue voluntad de Dios.
Alejándonos
de cuestiones teológicas, lo cierto es que el conocimiento del Universo,
respecto de mediados del s.XVII de Galileo, es, asombrosamente, avanzado,
gracias al trabajo de los astrónomos y los grandes telescopios terrestres y
viajeros.
Y no
sólo en matera de imágenes, sino también en cuestiones como los ecos y sonidos
de los cuerpos celestes, e incluso de la “Materia Oscura” intergaláctica.
Y
cuestiones dudosas, como los agujeros negros —de masa y atracción
incalculablemente altas— van conociéndose con mayor detalle.
Y
ese conocimiento no solamente lo es en cuanto al espacio lejano, sino que, por
el contrario, tiene un gran desarrollo en relación con los objetos potencialmente
peligrosos para nuestro planeta por su riesgo de colisión.
En
esta materia se
considera que estos objetos entrañan cierto riesgo de colisionar con la Tierra
causando daños que pueden oscilar entre pequeñas destrucciones locales y
grandes extinciones.
Cada varios cientos
de miles de años, asteroides de más de un kilómetro causan catástrofes globales.
De los
aproximadamente 800 objetos registrados como potencialmente peligrosos, hay uno
que resulta especialmente preocupante, el asteroide Apofis.
Se trata de un
objeto de grandes dimensiones —entre 250 y 400 metros de longitud— que en diciembre de 2004, algunas
observaciones indicaban una probabilidad relativamente alta de colisión para el
13 de abril de 2036, que era de 1 en 4500.
La NASA y la Agencia
Espacial Europea, están investigando métodos de intercepción de esto objetos PHA por sus siglas en inglés: Potentially
Hazardous Asteroid .
Y ya se han realizado
algunas pruebas muy elementales.
Debemos tener en
cuanta que los impactos de meteoritos han sido permanentes a lo largo de la
vida de nuestro planeta, algunos, como en el Pérmico que extinguió a los
dinosaurios y a numerosas especies animales y vegetales.
Otras han sido
menores, pero, como en el caso del “Cráter Barringer”, qaue chocó contra la
tierra hace aproximadamente 50.000 años, presentan una imagen impresionante, con sus
1200 metros de diámetro
y casi 170 metros de profundidad, y rodeado por un borde que se eleva 45 m
sobre el nivel de las planicies vecinas.
Por
lo demás, la exploración del Universo por los telescopios Hubble y el James Webb
nos han acercado a imágenes impactantes como las siguientes, que tan sólo son
una pequeña muestra
©2025 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA Y LOZANA
No hay comentarios:
Publicar un comentario