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viernes, 9 de diciembre de 2022

DISFRUTEMOS

 


¿Qué es vivir?

Vivir es sufrir.

Es ir avanzando de dolor en dolor, tratando de superarlos.

La felicidad no es sino una quimera que nada tiene que ver con la verdadera realidad, aunque toda nuestra vida sea un permanente intento de alcanzarla, aunque sepamos que esa felicidad es atributo exclusivo de los Dioses, que solo nos permiten disfrutar de ella en fugaces momentos.

Friedrich Nietzsche define esa cualidad esporádica de la felicidad en su frase

"El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices".

     Por su parte Blaise Pascal, nos dice:

"Todos los hombres buscan ser felices; esto no tiene excepción; por diferentes que sean los medios empleados, tienden todos a este fin."

Sin embargo Nietzsche, no sin cierto humor, afirma lo contrario al decirnos que

“El ser humano no aspira a la felicidad. Eso es algo que solo lo hacen los ingleses”.

No obstante, si bien aceptamos que la felicidad es excepción para el hombre, si podemos gozar de breves momentos de paz, de satisfacción, de alegría, en fin, de cuasi felicidad.

En tal sentido Sir Francis Bacon nos anima a ello con su célebre aforismo:

Vieja madera para arder,
viejo vino para beber,
viejos amigos en quien confiar,
y viejos autores para leer.”

Y a medida que cumplimos años está sentencia adquiere mayor valor, pues que duda cabe que esos momentos de libro, vino –el mejor posible pues, como dice la foto que encabeza está entrada, la vida es demasiado corta para beber mal vino— chimenea y amigos, se hace imbatible.

Hay quien adereza esa situación con algún juego de naipes, o de fichas, que también entretiene y así huye del tedio; según Blaise Pascal

“Nada es más insoportable para hombre que estar en absoluta quietud, sin diversiones.
Siente entonces su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío Incontenible, del fondo de su alma surgirán el tedio, la negrura, la tristeza, la pena, el despecho, la desesperanza.”
"He descubierto que todas las desgracias de los hombres derivan de una sola cosa: No saber estar tranquilos en una habitación."

En cualquier caso, a muchos nos basta con un breve paseo por el campo, la compañía de las personas queridas, o la mera introspección en la soledad y silencio de "nuestra guarida" donde hemos aprendido a estar tranquilos para no encontrarnos en esa malsana quietud que denuncia Pascal.

Ya lo decía Schopenhauer

"La soledad es la suerte de los espíritus excelentes"

Y en esa soledad, algunos, aprovechamos la pluma y el papel para no caer en el tedio, aunque sea a costa de acribillar a nuestros amigos haciéndoles partícipes de nuestras “reflexiones”.

En una entrada publicada en 2020, y llamada LA ESTILOGRAFICA, me lamentaba de que este placer de escribir con pluma sobre papel lo fuese abandonando, y decía:

“Pero incluso esta costumbre la de escribir con pluma estilográfica, que me niego a retirar al estante de los recuerdos, es ya de utilidad alguna, pues en cuanto llevo tres o cuatro folios escritos con alguna de mis plumas se me empiezan a entumecer los dedos de la mano, desacostumbrados al ejercicio de la escritura manual, y acabo dejándolo por imposible y retornando al sufrido teclado, que por unos instantes recibe mi ira contenida en forma de golpes, golpecitos, desacompasados”.

            En los colegios, cuando yo era niño, se nos enseñaba “caligrafía” que empezaba a practicarse con lápiz y que solo con el paso de los años nos permitía pasar a la pluma, condenado el bolígrafo o birome como lo llaman en Argentina, en honor de su inventor, el húngaro Ladislao Biró, o biro en Inglaterra donde ballpointpen o ballpen se consideran americanismos— porque es un instrumento que destroza la caligrafía.

            Hoy se pasa directamente del lápiz al teclado de la tablet u ordenador, o incluso ni eso si el artilugio que tenemos entre las manos permite la escritura al dictado.

            De modo y manera que llegará el momento en que nuestros jóvenes, y más tarde mayores, no tendrán, ni tan siquiera, la habilidad de escribir una simple nota en un papel y serán dependientes tecnológicos.

            ¡Y que más da! Dirán algunos.

            Pues yo creo que si da, cuando menos pena, ya que nos vamos convirtiendo en elementos de “masa”, sin valorar en nada la belleza de las habilidades manuales, que no dejan de ser una forma de desarrollo intelectual y cultural.

    Por su parte, el budismo considera que la felicidad tan solo se logra mediante el desapego, tanto de cosas como de personas, pues el apego excesivo esclaviza al alma, a ello me refería en mi reflexión DESAPEGO donde ya explicaba que tal concepto también se fórmula en el cristianismo, que lo concreta en la idea de que

"Nuestra felicidad no depende de mantener la posesión de las cosas o la relación con las personas con las que tengamos un vínculo afectivo."

   En cualquier caso, aceptando con Carl Jung que

"La palabra felicidad perdería su significado si no fuese equilibrada por la tristeza.”

hagamos como los ingleses y procuremos los máximos momentos de felicidad, aunque sean breves, y en el caso de los españoles, que no diferenciaban como hacían los romanos —en tiempos del imperio— el sonido de la b y la v, recordemos el dicho romano

"Beati hispani quibus bibere et vivere idem est". 

Traducido:

"Dichosos los hispanos, para quienes beber y vivir es lo mismo".

           Concluyamos esta breve reflexión con un nuevo video musical, en esta ocasión Angela Gheorghiu cantando el aria de Musetta, de la Boheme: “Quando m'en vo”


© 2022 Jesús Fernández-Miranda y Lozana


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