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lunes, 15 de junio de 2020

EPICURO




Epicuro de Samos, fundador del “Epicureísmo” estableció su propia escuela en Atenas en el año 306 a.c. con 35 años de edad, conocida como "El Jardín" (Kepós), donde permitió la entrada de mujeres y esclavos, hecho insólito en su época, y en cuya entrada colgaba un letrero que decía:

         Forastero, aquí estarás bien, aquí el placer es el bien primero”.

        Defendió una doctrina basada en la búsqueda del placer, la cual debería ser dirigida por la prudencia y se manifestó en contra del destino, la necesidad y el recurrente sentido griego de fatalidad.

         La naturaleza, según Epicuro, está regida por el azar, entendiendo este como ausencia de causalidad.Solo así es posible la libertad, sin la cual el hedonismo no tiene motivo de ser.

     Manifestó que fin de la vida humana es procurar el placer y evadir el dolor; siempre de una manera racional y evitando los excesos, pues estos provocan un sufrimiento posterior.

     Los placeres del espíritu son superiores a los del cuerpo, y ambos deben satisfacerse con inteligencia, procurando llegar a un estado de bienestar corporal y espiritual al que denominó ataraxia.

Aunque la mayor parte de su obra se ha perdido, conocemos bien sus enseñanzas a través de la obra “De Rerum Natura” del poeta latino Lucrecio, así como a través de tres cartas recogidas por Diógenes Laercio y otros fragmentos rescatados.

     De estas cartas, la más importante para conocer el pensamiento de Epicuro, es la llamada “Carta a Meneceo”, también conocida como la “Carta sobre la Felicidad”.

     En ella Epicuro establece las cuatro máximas, que forman el llamado “tetrafármaco”, y que son la base de su filosofía.

 1.- No temas a los dioses. Epicuro no niega la existencia de las divinidades, pero considera que siendo criaturas divinas, viven en lo que él llama  intermundia, es decir, un espacio separado del mundo real ocupado por los hombres, y no pueden actuar en nuestras vidas con castigos o beneficios.

 2​.- No temas a la muerte, ya que con la muerte desaparece la vida, y también la capacidad de percibir placer o dolor:

"Cuando estamos, la muerte no está allí, y cuando la muerte está ahí, entonces ya no estamos".

 3​.- Lo bueno es fácil de conseguir.

 4.- Lo malo es fácil de soportar.

     En la misma carta, estableció la clasificación de los deseos, donde diferencia entre:

         a.- Deseos naturales, que a su vez pueden ser:

     Necesarios, que son los esenciales para la vida humana, como beber, comer, dormir...

  Innecesarios, como comer alimentos refinados o beber cuando no tienes sed.

b.- Deseos vanos, es decir, los superfluos, que, aunque no estén satisfechos, no implican dolor físico, como la lujuria, poder, el deseo de riquezas, etc.

     Y finalmente nos describe la clasificación de los placeres, en donde diferencia:

Placeres móviles o cinéticos, que surgen cuando responden a una necesidad (beber cuando se tiene sed)

Placeres estables o catastemáticos, que son aquellos placeres que surgen de la ausencia de dolor.

         Sobre la base de tales clasificaciones y definiciones, Epicuro sostiene que el bien supremo del hombre es la autosuficiencia o autarquía, consistente en saber contentarse con lo imprescindible para estar libre de la necesidad y, por lo tanto, del dolor.

        En esencia, el placer es "la ausencia de dolor en el cuerpo, la ausencia de perturbación en el alma".

        Epicuro Falleció en el año 270 a.C., a la edad de 71 años, a causa de una retención de orina ocasionada por cálculos renales.

         Según cuenta el poeta Hermipo, Epicuro decidió, cuando se aproximaba su muerte, que le introdujeran en una bañera de bronce con agua caliente, que le mitigaba sus dolencias. Allí se dedicó a beber vino y charlar con sus amigos, hasta que le llegó la muerte.

        El pensamiento epicúreo, condenado a ser considerado una filosofía de “segunda”, al fijarse su crítica solamente en su vertiente hedonista, ha sido, sin embargo, defendido, consciente o inconscientemente, por numerosos autores clásicos y modernos, y lo cierto es que no es tan hedonista como se le acusa, pues busca el equilibrio entre las necesidades y los placeres.

        Tal vez Quinto Horacio sea uno de los que han acogido esta doctrina con mayor relevancia.

        Algunas de sus citas podrán atestiguarlo:

             ¿Quién es libre? Sólo el que sabe dominar sus pasiones.“

             «Mezcla con tu prudencia un grano de locura»

             «La virtud es el punto medio entre dos vicios opuestos»

             “No hay lugar donde la dicha sea completa”

    Y como es habitual, concluiremos con un vídeo, en esta ocasión, nunca mejor dicho, con el placer de escuchar a Olga Peretyatko que nos canta "Quando m'en vo' soletta" de La Bohème de Puccini




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