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viernes, 29 de julio de 2011

LA GOLONDRINA


Una antigua tradición china dice que las golondrinas son símbolo de buena suerte y que es de buen augurio tener la imagen de golondrinas en vuelo en algún lugar prominente de la casa.

También en las tradiciones populares españolas se dice que una golondrina que entra y vuela por una casa es un augurio de buenas noticias.

Hoy mientras estaba en el salón de mi casa con mi mujer, sentados charlando de nuestros problemas, que como para todo el mundo hoy en día son muchos, ha entrado por la puerta abierta que da al porche una golondrina, que tras sobrevolar por encima de nuestras cabezas, directamente, ha vuelto a salir rauda a los espacios abiertos del jardín.

No sé si será augurio de buenas noticias, pero me ha alegrado la mañana, y ha coincidido con el anuncio de adelanto de las Elecciones Generales anunciadas por el Presidente Sr. Rodriguez Zapatero para el próximo 20 de noviembre.
Esta es una mañana magnífica.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

ESTADO DE ALARMA

Hoy me encuentro sin muchos ánimos como para describir lo que siento como consecuencia de lo que supone, ante el silencio clamoroso de los medios y los partidos de la oposición, un atropello de nuestros derechos como ciudadanos: La declaración del Estado de Alarma. Por eso me permito, sin el permiso expreso, pero con mi admiración inmensa hacia su autor, reproducir el artículo publicado ayer 13 de diciembre, por Gabriel Albiac en ABC, bajo el Título “NADIE ALARMA A LOS MUERTOS“Diez días exentos de ciudadanía, exentos de garantía constitucional. Y nadie alza la voz. ¡TANTO, al fin, para nada! Camino va de terminar el año. Y Madrid se nos trueca en este nudo de nubarrones zinc: un gris de estaño suelda el alma agrietada que se finge un nuevo inicio. Pero no es cieno; todo vuelve, no igual, algo más viejo. No hay eterno retorno, ya quisiéramos los pálidos humanos tener ese consuelo a nuestro caer sin épica en el tiempo, que es el mal, en formidable hallazgo de Ezra Pound. Y, en la melancolía navideña, que empieza a empaparlo todo en ese gris de zinc con el que el cielo de Madrid absorbe el alma, se cierra la metáfora primordial. Todas nuestras liturgias convenidas quieren exorcizarla. Pero no hay júbilo ni hojarasca luminosa que pueda acallar del todo la básica sospecha de que nada benévolo nos ha obsequiado el curso de estos meses. Somos más pobres, más tristes, mucho más desencantados. Hemos ganado, eso sí, sabiduría: pero no estamos seguros que valga el precio. Hemos sido engañados. Lo sabemos. Con cinismo admirable, una banda de fríos sinvergüenzas exhibió ante nosotros el oropel más sobado: el del progresismo. En su nombre, prometieron todo. Disparates. Salvar de la miseria a aquellos mismos a los que su desvergüenza habla hundido en una pobreza sin retorno. Ni una sola razón, ni un argumento apuntaló, siquiera, la exhibición de aquel delirio. Sólo impávidas promesas de haber apostado por la orilla buena de la historia: progreso, izquierda, sentido... Y eso tuvo más fuerza que todos los argumentos que mostraban, sin lugar a error ni duda, que caminábamos sin freno hacia la bancarrota. No es extraña esa unanimidad en dar creencia a lo más infantil de la mente humana: la fe en seguir el vector ascendente del sentido histórico. Un maestro al cual ahora nadie lee lo escribió en su glacial nota testamentaría: «la estabilidad de la religión viene de que el sentido es siempre religioso». Y, hoy, en España no hay otra religión vigente que la del progreso. De ella vivieron los asesinos del Gal como viven ahora los impecables analfabetos del estado de alarma. No se pude vivir así. Seamos serios. En esta indiferencia desolada. No son los lerdos controladores quienes quedaron desprovistos de la plenitud de sus derechos ciudadanos el día 4. Fuimos nosotros. El estado de alarma no distingue entre buenos y malos: afecta a todos. Y seguimos así. Como si nada. Yo recuerdo —tenía entonces dieciocho— el estado de excepción del 69. Vivíamos en una dictadura, así que tampoco era tanto lo que aquello cambiaba: el franquismo era un estado de excepción permanente. Lo vivimos, sin embargo, como un acto de guerra contra la población civil. Eso era aquello. Eso es esto. Y que ahora vivamos en democracia no hace sino agravar la prórroga de un recorte en nuestros derechos, que suspende provisionalmente la plenitud constitucional. Que, por ejemplo, hace imposible realizar elecciones generales -esa epítome de la democracia- durante su vigencia. Es el síntoma de una sociedad enferma. Pienso yo que terminal. ¿Quién sabe? Puede ser -¡ojala!— que me equivoque. Diez días ya, exentos de ciudadanía, exentos de garantía constitucional. Y nadie alza la voz. Todos caminan, la cabeza gacha, bajo este cielo gris de zinc con algo de espejo de nuestra muerte.” Pero para mayor INRI, el “Gobierno de España” —vaya eufemismo para una Nación que por culpa del propio gobierno se desintegra irremediablemente— ha acordado proponer al Congreso la prórroga del “Estado de Alarma” hasta el próximo día 15 de enero, con la finalidad declarada de evitar que los controladores descontrolados puedan aguarle las vacaciones de Navidad a los españolitos de a pié, o sea que continuamos con una restricción injustificada de los derechos de 45 millones de ciudadanos —súbditos más bien— para evitar un conflicto que pueden plantear 2.000 profesionales con los que por lo visto AENA y el Ministerio de Fomento de Pepiño Blanco, son incapaces de negociar o imponer una disciplina sino es otra que la militar amparada en el “Estado de Alarma”.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

BANCARROTA

Dejemos para otros las cuestiones de actualidad rabiosa y hagamos una “reflexión heteróclita” breve pero referida al fondo de los asuntos que acontecen. La palabra bancarrota tiene su origen en las tradiciones de la antigua Italia, en la que los prestamistas se sentaban, en los mercados, en sus “bancas” —del alemán banky o taburete sin respaldo— para realizar sus transacciones. Cuando un “Banquero”, cuyo nombre procede del mismo origen semántico, se arruinaba, incumplía sus obligaciones de devolver el dinero tomado a préstamo para a su vez prestarlo, o cometía cualquier otra irregularidad en su quehacer comercial, primero el gremio de prestamistas y más tarde las propias autoridades les quebraban el banco y le expulsaban del mercado, en el que ya no se le permitía operar. El sabio Heráclito decía: “Nunca nos bañamos en el mismo río, pues las aguas en que nos sumergimos son siempre y cada vez, diferentes” Llevada la genialidad del sabio griego a nuestra “Crisis” lo cierto es que nos estamos dando un revolcón, que no chapuzón, en la misma crisis económica que se repite cada cierto número de años, que sin embargo es diferente a todas las anteriores, pues sus circunstancias son, esencialmente, distintas a todas las vividas con anterioridad. Un amigo me decía hace unos días: “Lo lamentable es que va a ser la primera vez en nuestra historia en que los hijos van a vivir pero que sus padres” ¿Qué quería decir? ¿Qué el ciclo económico que atravesamos no es un nuevo valle en la sucesión ininterrumpida de picos y valles que hemos vivido los seres humanos desde que atravesamos los páramos de nuestro planeta mundo, sino que se trata de un cambio esencial en la dinámica de nuestra propia evolución? Lo dudo, aunque su aseveración me preocupa. Lo cierto es que la crisis que ahora vivimos es más profunda que las anteriores vividas, al menos durante nuestra vida, pues aquellas lo eran por ajuste de las desviaciones que se producían como fruto de procesos de crecimiento siempre desordenado de las economías, mientras que esta es una crisis estructural y financiera, que tiene más difícil solución porque afecta, esencialmente, al crédito, en el sentido de fiabilidad y fortaleza, de las entidades bancarias y de los propios Estados, y a las propias estructuras básicas del entramado de las economías de los países desarrollados. Al fin y a la postre estamos viviendo la quiebra del pretendido “Estado del Bienestar”, situación en la que los ciudadanos veían todas sus necesidades —educativas, sanitarias, asistenciales, de vivienda, de ocio, de seguridad, etc…— satisfechas por el “Estado Providencia”, un estado dual —central y autonómico— omnipresente y omnipotente, que satisfacía a sus ciudadanos todas aquellas necesidades y cuantas otras se les pudiera ocurrir, sin reparar en el coste de las mismas y en la escasez de los recursos existentes parta ello. La economía no deja de ser la ciencia que nos permite asignar recursos siempre escasos, a satisfacer nuestras necesidades, siempre crecientes, sustentada en leyes básicas, como las de la oferta y la demanda o la de la necesaria y adecuada administración de la permanente escasez de los recursos con los que hayan de satisfacerse nuestras necesidades. Y ¿Qué ha ocurrido? Pues que ese Estado Dual, en un ejercicio de irresponsabilidad absoluto, ha animado a los ciudadanos a reclamar más y más servicios sufragados con los erarios públicos, sin prever que los recursos necesarios para satisfacer esas demandas no eran inagotables, sino eventualmente suficientes en volandas de una situación económica “prospera”, a lomos de sucesivas burbujas económicas, primero la tecnológica, después la inmobiliaria y finalmente la financiera, espoleada por la bajada a nivel mundial de los tipos de interés del dinero, todas ellas súbitamente desinfladas. Y resulta que ahora no hay dinero suficiente para que los bancos se devuelvan el que se han prestado entre ellos y ni tan siquiera el Estado ni las Autonomías tienen recursos suficientes para pagar sus deudas, con lo que se endeudan más para pagar a corto lo que no saben cómo van a devolver a largo, es decir, han caído en la “bancarrota”. Por otra parte la vieja Europa demuestra que efectivamente ha perdido el pulso de los acontecimientos y su empuje histórico, pues mientras la reserva federal americana, en manos del poco ortodoxo Ben Bernake, ha insuflado cientos de miles de millones de dólares en sus bancos y en el sistema financiero, el timorato Trichet no lo hace y ya se le empieza a reclamar que el BCE compre deuda soberana si no quiere contemplar un “soberano” y generalizado batacazo de la Unión en su conjunto. Y aunque los índices de confianza del consumidor o industrial en Alemania crezcan por encima de los pronósticos de los expertos, lo que no deja de ser una gran noticia, mucho me temo que la “Locomotora” europea se haya quedado chica para tirar no ya de la economía de 5, 7 o 12, sino de 27 países que hoy conforman la Unión. Y como en el dicho popular rescatado por Sabina en una de sus canciones: “Pongo un circo y me crecen los enanos”, porque si subo los impuestos para generar más recursos y reducir el déficit del Estado, entonces se reduce el consumo privado y no arreglo el paro; pero si por el contrario no lo hago y recaliento la economía, para forzar su recuperación, entonces me crece la inflación y se me encarece la posibilidad de refinanciación o pago de mis deudas. Y tampoco me vale la diatriba de Rajoy de que “Dios proveerá” pues no creo que El Creador Esté por la labor de alterar las leyes económicas de suerte que las decisiones de los políticos surtan los efectos económicos deseados y no otros más adversos. LAO TSE nos dice que el hombre sabio ha de ser: "Cauteloso como el que atraviesa un río en pleno invierno; vigilante como si temiera la actitud de los que le rodean; ceremonioso como si estuviera de visita; discreto como el hielo que se disuelve; sincero como la madera virgen; acogedor como un valle; turbulento como las aguas turbias de un río caudaloso” y nada de todo ello son características del comportamiento de nuestros gobernantes ni de las autoridades económicas de las que dependemos, pues efectivamente la política y más la política económica, es el arte de solucionar problemas sin crear otros mayores, lo que no está ocurriendo. Pero ¿Hay solución? Sí, pero implicaría la adopción de medidas profundamente impopulares y es precisamente a eso a lo que no están dispuestos nuestros políticos, de ningún sector del arco político, con un proceso electoral de elecciones locales y autonómicas en el próximo mes de mayo, una fractura profunda en el seno del partido gobernante, por consecuencia de las recientes elecciones catalanas, que implica gravemente al PSOE y a su franquicia catalana el PSC, y un paulatino deterioro de la situación política del Gobierno. Y con una oposición que no acaba de dar la talla. Así que como dice el acrónimo popular “ajo, agua y resina”. Y mientras tanto nuestros políticos a lo suyo, con un fenomenal desorden de ideas en la movida de los controladores aéreos; con el “Estado de Alarma” declarado; sin capacidad de reacción ni de proacción en relación con los acontecimientos que atañen realmente a los ciudadanos; contemplando impasibles como en el mes de noviembre se han dado de baja en su cotización a la SS más de 35.000 empresarios autónomos y celebrando en armonía y buena vecindad el cumpleaños de nuestra Constitución, malhadada Constitución cuyo Título VIII es el origen de gran parte de nuestros males presentes. Pero claro, a ese gato, más bien tigre de Bengala, no hay quien se atreva a ponerle un cascabel. Sobre todo porque lo primero que habría que hacerle al gato sería desparasitarlo, y después cortarle las uñas y limarle los dientes para tratar de domesticarlo, incluso, si ello fuese necesario, modificando la Constitución, por mucho que les llegase a pesar a los “Nazionalistas”. ¿Porqué ese temor reverencial a modificar la Constitución y reconducir a algo razonable el “Estado de las Autonomías”? No olvidemos lo advertido por el reciente Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, que no para de decirnos que: “El Nacionalismo ha sido el causante de las mayores carnicerías de la Historia” a lo que yo añadiría: “…y de las mayores estupideces”

lunes, 29 de noviembre de 2010

LA PESCADILLA QUE SE MUERDE LA COLA

El Presidente del “Gobierno de España” Sr. Rodríguez, se ha reunido con 37 de los principales empresarios españoles en el Palacio de la Moncloa para buscar su colaboración en la “Solución de la Crisis” Al finalizar la reunión Rodríguez ha dicho que el Gobierno se ha comprometido a llevar a cabo las reformas —ya anunciadas en el pasado mes de mayo— “con la mayor celeridad posible”, al tiempo que ha pedido a los empresarios que se comprometan a realizar mayores exportaciones e inversiones que colaboren a la solución de nuestra pésima situación económica. La reunión, a parte de inútil, pues la opinión de los empresarios la conoce el Presidente a través de los diferentes informes que ha venido remitiendo la CEOE al Gobierno durante los dos últimos años, y dar la impresión de ser un pueril respuesta de Rodríguez a la carta dirigida por más de cien empresarios al Rey, me recuerda un pasaje de los evangelios en la que Jesús pregunta a un poseído cual era el nombre del espíritu inmundo poseedor y este contestó “Mi nombre es legión, pues somos muchos”. Y efectivamente “Legión” eran los empresarios convocados, pues eran muchos, aunque intrascendente su presencia en Moncloa e inútil el intento de Rodríguez de conseguir algo efectivo frente a la crisis, cuya responsabilidad no debe tratar de compartir con los empresarios, sino allanando los problemas estructurales que presenta nuestra economía, de modo que se facilite a estos, a los empresarios, su reanimación. Porque lo cierto es que nuestra crisis es una crisis financiera que hunde sus raíces, por una parte, en el endeudamiento de las entidades financieras, fundamentalmente por consecuencia de la burbuja inmobiliaria, y de otra en la financiación del gasto desbocado de las administraciones del Estado, las Autonomías y los Ayuntamientos y no una crisis económica convencional, aunque se haya acabado convirtiendo en ella como consecuencia de la reducción del consumo privado ante la falta de liquidez de las empresas, que ha acabado en millares de cierres empresariales y millones de parados, la reducción de las retribuciones de funcionarios y pensionistas y el encarecimiento de los productos de consumo como consecuencia de la subida del IVA. Y así nos encontramos con que la crisis y su posible solución son como una pescadilla que se muerde la cola, un maldito círculo vicioso, un torbellino de incertidumbre, un remolino sin salida. Ante esta situación la pregunta obligada es: ¿Y si se convocan elecciones y gana el PP, se solucionarían las cosas? La respuesta no puede ser más que el escepticismo, pues no creo que la solución dependa de las decisiones más o menos acertadas de nuestro Gobierno, aunque sí que es cierto que la derecha, económicamente, es más disciplinada y mejor administradora que la izquierda y muy posiblemente la desaparición de Zapatero, es decir de Rodríguez, de la Presidencia de nuestro Gobierno, produciría, al menos, una ilusión, tal vez ficticia, de cambio y por tanto de ilusión, y no puede negarse que el índice de confianza de los consumidores, esa fría cifra que refleja el estado de ánimo consumista de los ciudadanos, mejoraría indudablemente, con lo de positivo que ello tendría para la economía.

viernes, 26 de noviembre de 2010

AGITPROP

Os debo, queridos lectores, una continuación de mis reflexiones a cerca del liberalismo, pero he de dejarlo para más adelante, pues los acontecimientos concidionan. Cuenta Florentino portero en un acertado artículo publicado en ABC que el adalid de la lucha contra los principios de la Sociedad occidental, el “progresista, dogmático e intolerante” Rodríguez Zapatero —insisto en que solo se llama por sus dos apellidos a los árbitros de futbol y al impresentable de nuestro Presidente del “Gobierno de España”— ha tragado con la declaración del “Concepto Estratégico” de la OTAN recientemente aprobado en la Cumbre de Lisboa en el que se nos dice literalmente: La Alianza se basa en la defensa de la libertad individual, la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley y en el propósito compartido de salvaguardar la libertad y seguridad de sus miembros. «Estos valores y objetivos son universales y perpetuos»” Como dice Portela en su artículo: Parece que el clima de crisis que nos envuelve está haciendo reaccionar a esta vieja cultura occidental hasta el punto de reivindicar aquello que le caracterizó y que en estas últimas décadas despreció: el convencimiento de que es posible distinguir el bien del mal, lo justo de lo injusto y, por lo tanto, rechazar el principio relativista de que casi todo vale, de que no somos quién para juzgar los comporta mientos de musulmanes, hindúes, chinos... Los derechos humanos no entienden de culturas”. Es decir, que quien se presentó ante el electorado español y ante la comunidad internacional como el campeón del relativismo cultural, del laicismo anticatólico beligerante, del igualitarismo absoluto, del desprecio al concepto de Nación; quien por mantenerse inamovible en el poder pactó con ETA y los nacionalistas/separatistas; quien, en fin, carece de principios éticos, ratifica, en su agonía política, el reconocimiento del carácter universal de los valores y renuncia a su absoluto relativismo ideológico fundamental, por el mero hecho de halagar y satisfacer a sus ¿socios? europeos. Mientras tanto, y como maniobra de despiste, una más, se nos promete a través de Rubalché una “Ley reguladora de la Muerte Digna”, como si hasta la fecha la muerte de todos los fallecidos no hubiese sido tal. En Octubre de 2007 escribí en este blog un post titulado ”EUTANASIA Y EUGENESIA" sin embargo quiero volver a hacer algunas referencias en relación con este tema. He tenido siempre una reiterada tendencia, incluso en ocasiones con el manifiesto desagrado de algunos amigos, hacia el análisis de la “Muerte” como única realidad incontestable e ineludible de la condición humana, que se ha concretado en diversos escritos publicados en relación con “ella”. La psiquiatra americana Pema Chodrom afirma: “Quienes aprenden a conocer la muerte, más que a temerla y luchar contra ella, se convierten en nuestros maestros sobre la vida.” Al final la reflexión a cerca de la necesidad de no temer a la muerte aparece en muchos clásicos, entre ellos quiero destacar a Shakespeare, quien pone en boca de Cesar, ante el aviso de los riesgos a cerca de su próxima muerte, las siguientes palabras: “¡Los cobardes mueren varias veces antes de expirar! ¡El valiente nunca saborea la muerte sino una vez! ¡De todas las maravillas que he oído, la que mayor asombro me causa es que los hombres tengan miedo! ¡Visto que la muerte es un fin necesario, cuando haya de venir, vendrá!” O cuando hace decir a Macbeth: “Había de morir tarde o temprano: alguna vez vendría tal noticia. El mañana se arrastra con paso mezquino, día tras día, hasta la sílaba final del tiempo escrito y la luz de todo nuestro ayer nos guía hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, breve llama!” En cualquier caso y frente a la pretensión legislativa de nuestro Gobierno, no sería admisible considerar que la muerte se dignifica cuando se provoca, que es lo que parece interpretar el Gobierno con su propuesta. Bien está y ya se hace, que se apliquen cuidados paliativos a enfermos terminales huyendo del ensañamiento terapéutico; incluso la propia Iglesia católica, siempre acusada de intransigente y retrograda, aclara en su "Declaración sobre la Eutanasia" de la "Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe" de 5 de mayo de 1980, que: "Los que tienen a su cuidado los enfermos deben prestarles su servicio con toda diligencia y suministrarles los remedios que consideren necesarios o útiles, ¿Pero se deberá recurrir, en todas las circunstancias, a toda clase de remedios posibles?. La respuesta debe encontrarse en la calificación de esos medios como "proporcionados" y "desproporcionados", en atención, en cada caso, al grado de dificultad y de riesgo que comporta, los gastos necesarios y las posibilidades de aplicación con el resultado que se puede esperar de todo ello, teniendo en cuenta las condiciones del enfermo y sus fuerzas físicas y morales. Para facilitar la aplicación de estos principios generales se pueden añadir las siguientes puntualizaciones: Es lícito interrumpir la aplicación de los medios terapéuticos que se estén utilizando, cuando los resultados defrauden las esperanzas puestas en ellos. Pero, al tomar tal decisión, deberá tenerse en cuenta el justo deseo del enfermo y de sus familiares, así como el parecer de médicos competentes; éstos podrán sin duda juzgar mejor que otra persona si el empleo de instrumentos y personal es desproporcionado a los resultados previsibles, y si las técnicas empleadas imponen al paciente sufrimientos y molestias mayores que los beneficios que se pueden obtener de los mismos, además es siempre lícito contentarse con los medios normales que la medicina puede ofrecer. No se puede, por lo tanto, imponer a nadie la obligación de recurrir a un tipo de cura que constituya una carga desproporcionada o sea demasiado costosa. Su rechazo no equivale al suicidio: significa más bien o simple aceptación de la condición humana, o deseo de evitar la puesta en práctica de un dispositivo médico desproporcionado a los resultados que se podrían esperar, o bien una voluntad de no imponer gastos excesivamente pesados a la familia o la colectividad.En conclusión, ante la inminencia de una muerte inevitable, a pesar de los medios empleados, es lícito en conciencia tomar la decisión de renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia, sin interrumpir sin embargo las curas normales debidas al enfermo en casos similares.” La cuestión fundamental, en consecuencia, se encuentra en la definición de lo que deba entenderse por “medios terapéuticos desproporcionados” y aquí la comunidad médica española es ejemplar en su comportamiento. ¿A cuento de qué, entonces, pretender abrir una puerta a la “eutanasia”? ¿A cuento de qué Rubalché advierte que no se trata de regular esta figura? —“Excusatio non petita acusatio manifesta”, dice el aforismo romano— Pero las “sorpresas/cortinas de humo” no se han limitado a este asunto. La Ministra más ordinaria del Gobierno, Srta. Pajín ha dicho hoy en rueda de prensa (literalmente, les juro que no hay erratas en la transcripción): “Mañana llevaré al Consejo de Ministros la propuesta de reformar el Código Civil para prohibir expresamente la atribución de la custodia de los hijos y las hijas al cónyugue incurso en un proceso de violencia de género” Es decir, que se pretende que, de forma automática, los “incursos en un proceso de violencia de género” sean privados de la patria potestad sin más, con lo que lo único que están fomentando es el fraude judicial, pues la mera denuncia de malos tratos por parte de uno de los “Cónyuges”, implicaría la pérdida de la patria potestad por el denunciado. Los Jueces, a través de sus Asociaciones y del Consejo general del Poder Judicial ya se han manifestado en contra de ese automatismo, que cercena su libertad de actuación en cada caso concreto en atención a sus circunstancias, y no me cabe duda de que el Tribunal Constitucional no admitiría tal reforma. Pero se trata de contravenir, por conveniencias del “agitprop”, el principio enunciado por el sabio San Ignacio de Loyola de que “En tiempos de tribulación conviene no hacer mudanza”. Es decir, de lo que se trata es de cuadricular nuestros cerebros con la finalidad de ocultar, manipulándola mediante la agitación y la propaganda, la realidad de la incapacidad del propio Gobierno para resolver la situación económica desastrosa que nos tiene a todos agobiados; ocultar los problemas y disipar las preocupaciones de las mentes bien pensantes mediante la introducción de falsos debates en la Sociedad, o magnificando los problemas existentes mucho más allá de su autentica gravedad en la propia Sociedad, de lo que existen diversos ejemplos: Memoria histórica Matrimonio Homosexual Laicismo beligerante Adoctrinamiento educativo Alianza de civilizaciones Eutanasia Violencia de género Igualdad Aborto Denigración del concepto de Nación Negación intencionada de la crisis Búsqueda del final de ETA sin considerar sus costes Corrección política lingüística etc… Acusando, al mismo tiempo a la oposición de cavernícola, retrograda, ultraconservadora, fascista, antidemocrática, etc… por no apoyar sus “iniciativas progresistas” No quiero creerme, por preocupante, el rumor o “leyenda urbana” conforme al cual se estarían empezando a circular SMS’s en el entorno del PSOE advirtiendo que las críticas de la derecha al Gobierno pueden acabar con “tiros en las calles” crispando el ambiente con amenazas guerracivilistas. Sería demasiado grave.