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martes, 12 de julio de 2022

EL HOMBRE; ESA BESTIA QUE RAZONA Y HABLA

 


Freud considera que el ser humano no es más que una bestia depredadora que razona y habla.

La formulación, desde luego, no es novedosa. Ya, en la Roma clásica, Plauto nos dejó la frase “Homo homini lupus est”, “El hombre es un lobo para el hombre”, popularizada por Thomas Hobbes, en el siglo XVII, en su obra De Cive, que sintetiza el espíritu animal que impera en las relaciones del hombre con otros hombres.

Puede por tanto que, en base a esta percepción, toda la obra de la civilización no haya consistido si no en un intento inconsciente de domar a la bestia, potenciando sus capacidades afectivas, gregarias, productivas y creativas, para intentar que viva pacíficamente en Sociedad.

Pero de vez en cuando la bestia resurge, y lo hace, generalmente, por desarraigo o en masa.

Ernst Jüngger explicita esa idea en su afirmación, contenida en su obra "La Emboscadura"

Si los lobos contagian a la manada, un mal día el rebaño se convierte en horda

Sin embargo, los filósofos ilustrados del s.XVIII consideran que esto no es cierto, y así Rousseau piensa que el hombre es bueno por naturaleza, y que cuando actúa con maldad, lo hace forzado por la sociedad, que le corrompe.

No es esta, sin embargo, la posición dominante en la filosofía y sociología a lo largo de los siglos.

Todas las grandes religiones afirman la imperfección del hombre, y el cristianismo, de máxima influencia en nuestro mundo occidental, en sus distintas variantes, afirma taxativamente que el hombre es malvado, pues es pecador, y que Cristo-Dios se encarnó como hombre para la sanación de los pecados del hombre, de su maldad, afirmando que Él ha venido al mundo “No a llamar a Justos, sino a pecadores a penitencia”

Por su parte, el marxismo, antítesis del cristianismo, habla también de la maldad de los hombres, a los que se divide en explotadores malvados y explotados alienados, y pretende que los alienados se des alienen mediante la revolución, para llegar a la creación del “Hombre Nuevo” des alienado, perfecto y bueno.

En estas formulaciones marxistas, vemos nuevamente la consideración del hombre/masa, a quien, desprovisto de su identidad individual y su libertad, se llama a la revolución,

Se llama, pues, al hombre masa para que despierte en manada la bestia que lleva dentro, y destruya violentamente todas las estructuras sociales burguesas en la búsqueda del “Comunismo”, ese nirvana incapaz de ser descrito por Marx ni por los autores comunistas ulteriores; Comunismo en el que aparecerá el “Hombre Nuevo” ideal utópico, inalcanzado e inalcanzable, pues no se puede prescindir, por siempre, de la individualidad y ansia de libertad del ser humano, contradictorio con el proceso hacia ese comunismo soñado.

En conclusión, la posición doctrinal predominante es la de considerar al ser humano malvado en esencia, y que es precisamente su socialización la que retrae esa maldad intrínseca y permite su vida pacífica en Sociedad.

¿Por su propia voluntad, o por miedo a ser coercitivamente sancionado si no se ajusta a las normas de convivencia impuestas por esa misma Sociedad organizada en forma de Estado?

         Hoy en día, ese temor va más allá del obligado cumplimiento de aquellas “normas” establecidas para el funcionamiento de la Sociedad, pues ha cobrado un papel relevante la “opinión” mayoritaria de los ciudadanos, defendida a través de la imposición por “corrección política” a todos, sin respeto a la libertad de los individuos a pensar diferente, hasta el punto que ese “pensar diferente” es un elemento de persecución y discriminación del disidente, a quien se califica inmediatamente de antisocial, antidemocrático o intolerante por no pensar como "los más".

         Y así, el hombre contemporáneo, esencialmente el urbanita, se ha constituido en defensor acérrimo de la “opinión pública” mayoritaria, de modo que hemos pasado de la Democracia entendida como un sistema de respeto de los derechos de todos, y muy especialmente de los de las minorías, a un sistema censor de esas minorías a quienes no se permite pensar de otro modo y cuyos derechos se reprimen, o deslegitiman, en defensa del pensamiento de "los más”

       En esta línea, el escritor Antonio Pérez Henares, autor de «Tiempo de Hormigas», aborda en esta obra, sin ambages, la actual «dictadura cursi» que sufrimos., y considera que el origen de las actitudes, preocupantemente idealistas de la izquierda radical, obedecen a una razón evidente:

«Vivimos desde hace ya demasiado tiempo bajo una especie de mandamientos teocráticos de obligado cumplimiento, que son terribles porque atentan directamente contra nuestra libertad, afectan a toda nuestra vida cotidiana, pero nos son presentados, como en toda dictadura, como, no ya lo bueno, sino lo único bueno. Pretender que solo ciertos comportamientos son los correctos, los únicos sensibles, es ya colocarnos ante una dictadura. Es un neo totalitarismo progre y un dogmatismo acrítico»

         En la misma línea se manifiesta Fernando Vallespín en su obra “La sociedad de la intolerancia" al afirmar que:

                         "si el pluralismo deviene en tribalismo y el individualismo se disuelve en identitarismo, podemos haber entrado ya en el comienzo del final de las sociedades liberales." 

               En cualquier caso, un hombre juicioso, ante esa actitud de “los más” ha de responder con la máxima de Henry David Thoreau uno de los grandes defensores del concepto de “Desobediencia Civil”, para quien

“Bajo un gobierno que encarcela injustamente, el lugar más apropiado para un hombre justo es la cárcel”

pues, cuando los poderes públicos cometen abusos apoyándose en leyes injustas, la mejor alternativa es desobedecer al poder, sin miedo ni vacilación.

         Y es precisamente esa actitud de “rebeldía” o desacomodo respecto de la verdad absoluta que el poder trata de imponer, la que es fundamento y base de la “guerra cultural” que los demócratas debemos estar dispuestos a emprender con todas nuestras fuerzas frente a la maldad intrínseca de la pretensión de dominio cultural de la Sociedad propia de la izquierda.

Nietzsche, expreso y beligerante antisocialista, se anticipó a su tiempo denunciando los peligros de las doctrinas de izquierdas de base marxista, en su obra “Más allá del bien y del Mal”, concretamente en su capítulo “Para La Historia Natural de la Moral”, tal y como en su día reflejé en mi post  "PORQUE SOY ANTIMARXISTA".

No compartimos la brusquedad de las formas del genio prusiano —no en balde su genialidad le precipitó a una temprana locura— sin embargo, no me resisto a apuntar una de sus frases que, al fin y al cabo, pienso que refleja el sentimiento que nos embarga a todos quienes nos encuadramos en esa tarea intelectual del antimarxismo militante:

“Quien ha pensado alguna vez hasta el final esa posibilidad [el éxito del socialismo] conoce una náusea más que los demás hombres, ¡y tal vez también una nueva tarea!... “

         Concluyamos aquí nuestra “reflexión heteróclita” con la tradición de incorporar una pieza musical que se compadezca del contenido de la misma.

En esta ocasión el Dueto de Adán y Eva de la obra "La Creación" de Hydn




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