Hay veces que, sentado ante el ordenador, ante el papel en
blanco que queremos garabatear, la inspiración es cicatera con quien trata de
exprimirla.
La inspiración es, a veces, como una amante esquiva y
seductora que deja intuir sus aromas pero no permite el roce con su cuerpo.
Hay que cultivarla, pasear solícitamente de su brazo por
caminos generalmente sombreados, hasta encontrar el retazo de luz que se deje
concretar sobre el papel inmaculado.
En ocasiones ayuda a encontrarla esa placentera actividad de
la lectura, que poéticamente describiera Quevedo en estos versos:
“Retirado en la Paz de estos desiertos
con pocos pero doctos libros juntos
ando en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos
o enmiendan, o fecundan mis asuntos
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.”
Y al deseo de concitar esa inspiración debe de ser que
respondan estos circunloquios con los que suelo comenzar mis escritos, pues
solo una vez transitados se produce, en ocasiones, el soplo de ingenio con que me premian las
musas.
Será, al fin y al cabo, que mi imaginación requiere
precalentamiento, como aquellos coches de los años 60 y 70, que antes de
comenzar su andadura precisaban de varios intentos de arranque y varios minutos
de calentamiento de sus motores.
Pues venga... alcanzado el grado óptimo de temperatura de mi “sesamen”,
que dijera un castizo y arrimadas que son ya las musas a mi intelecto, ¡¡vamos
allá!!
Siempre me
han encantado los faros, desde las pequeñas luces autónomas de los acantilados
de nuestras costas cantábricas, hasta los inaccesibles faros de los bajíos
atlánticos, de los que son muestra maravillosa los de la Bretaña, Cornualles y
el estrecho de Calais. Como este de Four que, batido por las olas, os enseño en
una foto lograda no se muy bien donde.
Faro de Four en Bretaña
Recuerdo
la famosa viñeta de Mingote ---a quien siempre he considerado uno de los más
preclaros editorialistas del hoy tan cambiado ABC, aunque sus editoriales no
sean escritos, sino dibujados--- en la que aparecía un faro sobre un peñasco y
una voz que decía:
“No,
el farero no se puede poner al teléfono. Está reunido”
Otra
historia de faros que me parece fascinante es la de la conversación, autentica,
grabada de la frecuencia marítima, Canal 106, en la costa de Finisterre
(GALICIA) entre gallegos y norteamericanos el 16 de Octubre de 1997, que es la siguiente:
“GALLEGOS: Les habla D-1742, por favor, desvíen su rumbo quince grados norte para
evitar colisionarnos… Se aproximan directo hacia nosotros, distancia 25 millas náuticas
AMERICANOS: Recomendamos que desvíen ustedes su rumbo quince grados sur para
evitar colisión.
GALLEGOS: Negativo. Repetimos, desvíen
su rumbo quince grados norte para evitar colisión.
AMERICANOS: Al habla el capitán de un navío de los Estados Unidos de América. Insistimos, desvíen ustedes su
rumbo quince grados sur para evitar colisión.
GALLEGOS: No lo consideramos factible ni conveniente, les sugerimos que desvíen ustedes su rumbo quince grados norte para evitar colisionarnos.
GALLEGOS: No lo consideramos factible ni conveniente, les sugerimos que desvíen ustedes su rumbo quince grados norte para evitar colisionarnos.
AMERICANOS:
Les habla el capitán Richard James Howard, (con tono algo irritado)
al mando del portaaviones USS Lincoln,
de la marina de los EE.UU., el segundo navío de guerra más grande de la flota
norteamericana. Nos escoltan dos acorazados, seis destructores, cinco cruceros,
cuatro submarinos y numerosas embarcaciones de apoyo. Nos dirigimos al golfo
Pérsico para preparar maniobras militares ante una eventual ofensiva de Irak.
No les sugiero... Les ordeno que desvíen ustedes su rumbo quince
grados sur!!!
En caso contrario nos veremos obligados a tomar las medidas que sean
necesarias para garantizar la seguridad del buque y de la fuerza de esta
coalición. Uds. Pertenecen a un país aliado y miembro de la OTAN, así que
obedezcan inmediatamente y quítense de nuestro camino!!!
GALLEGOS: Les habla Xosé Manuel Otero Rivas. Somos dos personas. Nos
escoltan nuestro perro, nuestra comida, dos cervezas y un canario que ahora
está durmiendo. Tenemos el apoyo de Cadena Dial de La Coruña y el canal 106 de
emergencia marítima. No nos dirigimos a ningún lado ya que les hablamos desde
tierra firme, estamos en el faro D-1742 de FinisterreFisterra, de la costa de
Galicia, No tenemos ni puta idea en que puesto estamos en el ranking de faros
españoles.
Pueden tomar las medidas que consideren
oportunas y les dé la puta gana para garantizar la seguridad de su buque de
mierda que se va a hacer ciscos contra las rocas, por lo que volvemos a
insistir y le sugerimos que lo mejor, lo mas sano y lo más recomendable es que
desvíen su rumbo quince grados norte para evitar colisionarnos...!
AMERICANOS: Bien, recibido, gracias.”
Y aunque penseis que es un chiste, no lo es, aquí os dejo la gravación del percance en un vídeo de YouTube
Y aunque penseis que es un chiste, no lo es, aquí os dejo la gravación del percance en un vídeo de YouTube
Lo cierto es que los faros han formado parte de la
mística marítima desde tiempos inmemoriales, ya como anuncio de la proximidad
de peligros, ya como señal luminosa de la arribada al destino deseado, ya como
protagonistas de mil historias noveladas.
Pero también
existen faros en nuestra vida cotidiana.
Cuando el ser humano navega en mares desconocidos y
procelosos ---la vida misma lo es--- busca siempre faros que le permitan trazar
adecuadamente sus derrotas sin encallar en los bajíos o arremeter contra las
costas.
Mensajes
externos que le permitan apurar sus ceñidas.
Algunos consideran que esos mensajes han de
transmitirse al general de los mortales si permitir que el individuo abra
fisuras en la doctrina oficial transmitida, de tal modo que todos caminen por
la ruta sociológica deseada y sin derroteros alternativos posibles. Y son
partidarios de faros automatizados, de esos que se controlan informáticamente,
sin intervención humana, desde el pupitre de algún gran centro de control, con
carácter unificado y uniforme.
Por desgracia, esos “grandes centros de control”,
están en manos de los estrategas, gacetilleros y apologetas del poder, todos
ellos instalados en el pesebrismo, que domina en la gran mayoría de los medios
de comunicación, tanto impresos como audiovisuales, y han comulgado, en su
práctica totalidad, en el mismo credo nacionalista, marxista o jacobino, en sus
diferentes combinaciones posibles, y tratan de transmitirnos la idea de que
cualquier crítica o discrepancia con ellos y con el poder, no son sino un
síntoma de fascismo en el critico o disidente.
El objetivo final de todos estos “Morósofos” [1] es que el individuo no se incline hacia opciones nacidas de su
libertad individual, sino que se someta a los designios, aunque sean injustos,
o a los comportamientos de la mayoría: que los maestros no se amparen en el
derecho a la libertad de cátedra para enseñar doctrinas o principios cuando lo
enseñado se aparte de las doctrinas o principios oficialmente aceptados; que la
libertad de prensa se constriña con la denominada “autocensura” siempre en el
deseo de no alterar el humor de quienes ejercen el poder; que la libertad de expresión no admita
manifestaciones “políticamente incorrectas”, considerándose como tales las que
se aparten de los intereses del poder establecido; que la libertad religiosa ---aunque curiosamente solo en el caso de
los cristianos--- se encauce en movimientos seculares politizados ajenos a los
dogmas propios de su fe…
En definitiva que la libertad no exista, sino que
tan solo exista la igualdad.
Y así, darán forma a la pretensión de los marxistas
de que la libertad individual se someta a la libertad común.
“El
marxismo parte de la idea de que la libertad es algo indivisible y subsiste por
tanto como tal sólo si es la libertad de todos.
La libertad (según
el marxismo)
está unida a la igualdad : para que haya libertad, hay que establecer ante todo
la igualdad. Lo que significa que para lograr el objetivo de una plena libertad
de todos son necesarias ciertas renuncias a la libertad individual.
La
solidaridad de los que combaten por la libertad común, de todos, precedería,
así, a la realización de la libertad individual.
Unido
a esto está el presupuesto de que la libertad del individuo depende de la
estructura del todo, y de que la lucha por la libertad no debe hacerse como
lucha por los derechos del individuo, sino como lucha por una estructura
distinta del mundo.
La nueva estructura crearía un hombre
nuevo, puesto que, en realidad, sólo con hombres nuevos, con hombres totalmente
distintos, podrían funcionar las promesas del sistema.
Sin embargo, en la cuestión de cuál es
el aspecto que debe tener esta estructura y de cuáles son los medios racionales
pasa construirla, al marxismo le ha faltado amplitud de miras y ha fracasado en
su intento.
En efecto, ninguna de las estructuras
pretendidas (por los teóricos del marxismo)
hace efectiva la libertad de todos por amor a la cual se pide renunciar a la
libertad individual.”
Pero los intelectuales son ciegos cuando se
trata de las creaciones de su pensamiento.
Por
este motivo han podido renunciar a todo realismo y seguir luchando por un
sistema cuyas promesas no se pueden cumplir.
De este modo, los teóricos del marxismo
buscaron ayuda refugiándose en la mitología: la nueva estructura crearía un
hombre nuevo, puesto que, en realidad, sólo con hombres nuevos, con hombres
totalmente distintos, podrían funcionar las promesas del sistema.
Si la característica moral del marxismo reside
en la exigencia de solidaridad y en la idea de la indivisibilidad de la
libertad, en su anuncio del hombre nuevo se convierte en una mentira que
paraliza también el principio moral.
Verdad parcial es sinónimo de mentira y por
eso fracasa el conjunto: la mentira de la libertad elimina incluso los
elementos de la verdad.
La libertad sin la verdad no es
libertad.”
Tal y como expresa, con su habitual profundidad intelectual,
el Papa Ratzinger en su obra “La Fe como camino”.
Yo por mi parte, visto lo visto, y dado que no estoy
dispuesto a encarrilar mi vida en los rumbos pretendidos por los grandes
centros de control ideológico a la moda,
procuraré fijarme en faros que estén gobernados “con alma” por algún farero de los
pocos que nos quedan.
Según las estadísticas oficiales, de los 187 faros
operativos existentes en las costas españolas, tan solo 37 están gobernados “humanamente” por un farero.
Si trasladamos las estadísticas “fareras” al mundo intelectual,
calculo que nos quedarán, al menos, un 25% de intelectuales que no transiten
por los aledaños del poder, de la doctrina “oficial”.
No son muchos, pero a mi me bastan.
Ya lo decía el Papa Wojtyla:
“Somos menos, pero tenemos la verdad de nuestra parte” .
Prefiero ampararme en los fogonazos de luz de sus
actitudes librepensadoras y que sean pocas, pero efectivamente libres, las
señales que me vayan ayudando en mi camino, que verme manipulado, dirigido o
“masificado”, en amor y buena compaña, por las directrices oficialistas del
poder.
Posiblemente con ello no alcance la felicidad, pues
esta no es si no atributo de los dioses, ni el respeto de mis semejantes, que
mayoritariamente estarán instalados en la “corrección política” del momento,
pero al menos me mantendré en la libertad, y podré acostarme cada noche
sabiendo que mis aciertos y mis errores, sobre todo más estos que aquellos,
continuaran siendo míos, frutos de mi libre albedrío.
Que no es poco...
[1] “Morósofo”: Sabio que
desbarra o “sabiotonto”, palabra
inventada por Lucrecio en “De rerum natura” y reintroducida por Moro en Utopía, y por Erasmo de Rótterdam.
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