Depués de varios días en que os he dejado de enviar mis “reflexiones heteróclitas” ─cosa que seguro que muchos de vosotros habéis agradecido─ por un pequeño trastorno de salud, sin importancia pero muy molesto, vuelvo a la carga con mis pensamientos transmitidos a rebufo de los acontecimientos que han venido produciéndose durante estos últimos días en la vida política, que pudieran parecer intrascendentes, pero que conllevan una carga ideológica y de AGITPROP ultra izquierdista que creo hacen conveniente su comentario, pues tengo la sensación de que los muros de la Patria mía si un tiempo fuertes ya desmoronados.
Comencemos con las declaraciones de Pablo Iglesias,
cuya caricatura gráfica encabeza esta reflexión, a modo de “cerdo comunista” y
su afirmación de que:
«la crítica
al poder mediático es tan legítima como la crítica al poder político».
Invectiva
del Vicepresidente Segundo del Gobierno contra los medios de comunicación no
sometidos a su discurso, respondida con gran acierto por Gabriel Albiac desde
las páginas de ABC:
“Existe sólo
un problema. Que hasta un endeble penene debería conocer: que los poderes que
Montesquieu analiza son «poderes del Estado». De lo contario, el axioma «se
precisa que, por la disposición de las cosas, el poder contrarreste el poder»
carecería de sentido. El Estado moderno es la más formidable acumulación de
coacción física y moral que haya conocido la historia. Sin su fragmentación y
contraposición en poderes autónomos, el ciudadano quedaría apisonado. Esos
«poderes» que se contraponen dentro del Estado, son tres: legislativo, judicial
y ejecutivo. Hablar de un «cuarto poder» es una pésima metáfora.
Parlamento,
jueces y Gobierno disponen de mecanismos tasados para hacer de la fuerza armada
–en sus diversos grados, de la policía al ejército– el uso que juzguen preciso.
El día en el que un director de periódico pueda hacer eso, el señor Iglesias
tendrá todo el derecho de exigir para ese «poder» un trato idéntico al de los
tres hoy vigentes. Hasta ese día, el señor Iglesias se exhibirá aún más
ignorante de lo que parece.”
Ciertamente la crítica de Albiac es contundente, poderes del Estado son tres; el “poder” de los medios es el de la crítica a esos poderes cuando el funcionamiento institucional “normal” se prostituye y sólo en esa perspectiva cabe hablar de los medios como “poder”, y desde luego no del Estado sino de la Sociedad.
Bien es
cierto que al comunista Iglesias y su circulo de profesores interinos de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Complutense ─el llamado “Clan
de Somosaguas”─, hoy reconvertido en ese partido de ultra izquierda totalitaria
marxista de tan peculiar nombre “Unidas Podemos”, no le interesa la existencia
de una prensa libre y privada ─lo han dicho expresamente en multitud de
ocasiones y lo acaba de remachar ese deshecho humano que es Echenique (física y
mentalmente ─dejémonos de falsa corrección política y de amparo en sus
deficiencias─), al afirmar, en nueva invectica contra la prensa no apesebrada,
que «el derecho de información no pertenece a los medios, ni a sus dueños ni
a sus profesionales, sino al pueblo»; ya que, desde sus postulados
gramscianos, tan solo les interesan unos medios apesebrados al servicio de su
estrategia de conquista de la “Supremacía”
Y en ello
no escatiman el uso orwelliano de la “neolengua”, pues como nos dice el ya
citado Albiac:
NO hay
corrupción más rentable que la del lenguaje. Desde el vértice del mando, el
lenguaje resulta ser una apisonadora con la cual laminar al desobediente;
también, un manto de invisibilidad, envuelto en cuya magia, el más delictivo
acto de un gobernante puede ser ejecutado sin riesgo. El escaso saber del
penene que ocupa la vicepresidencia del Gobierno llega, sin duda, hasta ahí. No
necesita saber mucho más aquel que aspira a imponer un sistema autoritario sin
excesivo recurso a la violencia. Se reduce todo al viejo axioma de Lewis
Carroll: «La cuestión», dice la ingenua Alicia, «está en saber si tiene
usted el poder de hacer que las palabras signifiquen algo distinto de lo que
quieren decir». «La cuestión, responde Humpty Dumpty, está en saber quién es el
que manda; y punto».
Se trata, pues, de deslegitimar la acción de los ya muy escasos medios de información o profesionales independientes, para lograr la imposición de una única voz uniforme y al servicio de los intereses de quienes hoy ocupan el poder del Estado.
Por otra parte, tampoco son intrascendentes
las declaraciones del Presidente Sánchez, para quien, en su desfachatez y colaboración
en la destrucción del Régimen Constitucional del 78
“Es evidente que
estamos siendo testigos de informaciones inquietantes que nos perturban a
todos, a mi también”
En referencia
implícita a Don Juan Carlos, y por elevación, a la institución de la Corona,
cuando lo cierto es que al farsante que ocupa La Moncloa sólo le inquieta o
perturba el futuro judicial de Pablo Iglesias y sus adláteres, incluido
Zapatero, y el suyo propio, naturalmente, siendo lo demás elementos del
AGITPROP contra la CE del 78, o cortinas de humo del propio aparato gubernamental
social comunista, no sólo perturbado e inquieto por el futuro judicial de todos
ellos en España ─siempre en duda con una fiscalía General apesebrada─, sino
incluso por las amenazas veladas de acción que recientemente han partido del
entorno del Fiscal General del Estado de los EEUU, y de su agencia antidrogas
DEA.
La Corona, a la postre, sigue siendo el
único elemento de referencia de unidad nacional y de defensa de la
Constitución, para la mayoría de los españoles, y por lo tanto “pieza esencial
a batir” por los enemigos de la democracia, que, en su actitud frente
populista, animan, hoy desde estrategias gramscianas bolivarianas, a la
conquista de una República Socialista de Republicas Ibéricas, como ya
intentasen en el período 1931/1939.
El remate de toda esta situación ha sido
la derrota de Nadia Calviño, en el intento promovido por el Gobierno, de que
ocupase el Cargo de Presidente del Eurogrupo,
Frente a la seguridad del Gobierno de que
lograría su objetivo, adelantado como hecho consumado en un tuit publicado por
el plumilla apesebrado Ernesto Ekaizer, Sánchez se ha encontrado con una
derrota definitiva, en favor del conservador irlandés Donohoe, lo que ha dejado
al Gobierno de España sin bote salvavidas para sus “negociaciones” de
reconstrucción con la UE.
Lo que está claro es que el ala comunista
del Gobierno ayudará poco, más bien nada, en esas negociaciones, después del
fracaso del Gobierno ultraizquierdista del tándem Tsipras/Varufakis en el
proceso de rescate Griego, que hará que
los países del Norte de Europa sean más precavidos en sus concesiones a España
o Italia en la necesaria reconstrucción post COVID19.
Y la conclusión definitiva a que llega
cualquier observador desapasionado, es que el la UE no se quiere en los
gobiernos a los Comunistas extremos, ni el crédito político de Sánchez y su
Gobierno escorado a posiciones ultraizquierdistas, es superior a 0.
Para mayor claridad las propias
declaraciones del Presidente Sánchez, en las que manifiesta que desde un
principio su posición ha sido la de “NO ES NO” frente a cualquier posibilidad
de pacto institucional o de Estado con el PP, pese al talante excesivamente contemporizador
del partido de centro derecha, la inclinación del PSOE hacia un pacto “Frankenstein”,
y los rumores, cada vez más persistentes de la muy próxima salida de los
ministros podemitas, por imposición no explícita de la UE y la posición de
algunos altos cargos del propio PSOE, que ven, en la continuación del pacto
Sánchez/Iglesias, un peligro real de subsistencia del propio partido.
Como decía el semanario satírico de la
época de la Transición “Hermano Lobo”
La
próxima semana hablaremos del Gobierno
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