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viernes, 17 de enero de 2025

LA CULTURA DE LA MUERTE

 



    Nuestra Sociedad está dominada por una ideología de extrema izquierda defensora de la muerte como leitmotive.

Está obsesión por la muerte se concreta en dos realidades. El aborto y la eutanasia.

El aborto es un tema que ha generado

intensos debates en todo el mundo, abarcando aspectos éticos, legales, médicos y sociales.

Las posiciones a favor y en contra del aborto son diversas y complejas, reflejando valores profundamente arraigados con el AGITPROP feminista

Uno de los principales argumentos de los defensores del aborto es el derecho de las mujeres a tomar decisiones sobre sus propios cuerpos.

Este enfoque se basa en el principio de autonomía personal, que sostiene que cada individuo tiene el derecho a decidir lo que es mejor para su vida.

El acceso al aborto se considera parte integral de los “derechos reproductivos” de las mujeres.

Esto incluye no solo el derecho a decidir sobre la maternidad, sino también el derecho a acceder a información y servicios relacionados con la salud sexual y reproductiva.

Uno de los argumentos más prominentes entre los opositores al aborto es la creencia en el valor intrínseco de la vida fetal.

Muchos sostienen que desde el momento de la concepción, el feto tiene derecho a vivir y que interrumpir ese proceso es moralmente inaceptable.

Este argumento se basa no sólo en  convicciones éticas, o religiosas, sino también científicas, sobre cuándo comienza la vida.

 Algunos opositores argumentan que si bien una mujer tiene derecho a tomar decisiones sobre su cuerpo, también debe considerar las implicaciones éticas relacionadas con el feto.

En lo referente a la eutanasia, el debate se refiere a la práctica de terminar  deliberadamente con la vida de una persona para aliviar su sufrimiento, generalmente en el contexto de enfermedades terminales o condiciones que causan un dolor insoportable.

Uno de los argumentos más fuertes a favor de la eutanasia es el principio del derecho a la autodeterminación.

Los defensores sostienen que cada individuo debería tener el derecho de decidir sobre su propia vida y muerte, especialmente en situaciones donde el sufrimiento es intolerable.

 Este argumento se basa en la idea de que las personas deben tener control sobre su propio destino, incluyendo el derecho a elegir una muerte digna.

Uno de los argumentos más comunes entre los opositores a la eutanasia es el valor intrínseco de la vida humana.

Muchos creen firmemente que toda vida tiene un valor fundamental y que no corresponde a los seres humanos decidir cuándo debe terminarla.

Este argumento está frecuentemente respaldado por convicciones religiosas o filosóficas.

Los opositores también expresan preocupaciones sobre el potencial abuso o mal uso del proceso de eutanasia.

Temen que permitirla pueda llevar a situaciones donde las personas vulnerables, como ancianos o personas con discapacidades, sean presionadas para optar por ella debido a factores económicos o sociales, lo cual podría comprometer su bienestar.

Pero la cuestión fundamental tanto en e caso del aborto como en el de la eutanasia es el de preguntarse:

¿Existen derechos fundamentales de necesaria de defensa en estas dos figuras?

Yo creo que no.

Según mi criterio, la defensa de aborto y de la eutanasia responden, en nuestra moderna sociedad, a criterios puramente economicistas y mathusianistas.

Y todos estos criterios propios se fundamenten en la oposición al Malthusianismo, defendido a ultranza por el Foro Económico Mundial de Davos con su presidente Klaus Martin Schwab, a la cabeza, y por la ONU.

Estas Organizaciones defiende nel malhusiansmo, que en sencillas palabras significa la necesidad de la reducción de la población de planeta por razón de la incapacidad de la tierra de mantener a su población actual y al crecimiento exponencial que sufrirá la misma.

En esencia se piensa que el mantenimiento, por una parte, de poblaciones envejecidas o incapaces —y no productivas— representa un coste excesivo para las arcas públicas, fundamentalmente en las Sociedades desarrolladas, donde estos cuidados están muy institucionalizados, al tiempo que sustraen recursos necesarios para el mantenimiento de generaciones productivas.

Por su parte es también, según el maltusianismo, necesario reducir el crecimiento exponencial de la población de las sociedades subdesarrolladas, lo que exige la aplicación tanto de la eugenesia como del aborto.

Ahora bien esta aplicación sería políticamente incongruente e inapropiada, si se aplicase tan sólo en los países de tercer mundo y no en las sociedades occidentales, y por eso, —cínicamente— se justifican como derechos fundamentales en nuestras sociedades para evitar la vergüenza de aplicarlas en el tercer mundo y no en la sociedades desarrolladas y ricas.

No existen en esta materia, como hemos dicho, derechos fundamentales necesitados de defensa, sino mero oportunismo economicista.

Y para terminar esta “Reflexión Heteróclita” incorporo, tal y como es mi costumbre, una nueva pieza musicad, hoy Scheherazade op.35, de Rimsky-Korsakov




©2025 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA Y LOZANA

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