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viernes, 24 de enero de 2025

EL HORREO ASTURIANO

 





    Como decía Ortega, o se hace ciencia, o se hace literatura, o se calla uno.

    En cualquier caso la literatura sirve para expresar emociones, símbolos o reflexiones.

    La casa tradicional del labrador asturiano está formada por una planta baja y un piso superior con corredor o solana, orientada al mediodia y arrimado a la casa está el establo y sobre él una estancia de techo bajo, ―la tenada―, destinada a conservar la hierba que sirve de pienso para el ganado.

    Frente a la casa hay una porción de terreno llamado corrada o antoxana, y a uno de sus costados, cerca de la antoxana, se alza el hórreo.

    Estan estampa asturiana es tipica y habitual.

  En el paisaje asturiano es sorprendente la convivencia del hórreo con el alto horno y altos edificios.

    En esa convivencia, el hórreo afirma su persistencia.

    Se da en todo su vigor lo que el sociólogo alemán Hans Freyer llamó la cotidianidadde lo no coetáneo; en la que el presente histórico subraya la selección que la historia realiza, la persistencia de lo que sigue teniendo valor y sentido.

    ¿Por qué esta misteriosa persistencia del hórreo?

    Las cosas profundas requieren de la imaginación para ser explicadas; no es el número de lo existente, sino el símobolo, lo que aquí ayudamos a comprender.

    Y el símbolo es permanente y persistente. Y en el caso del hórreo, encierra la esencia de lo asturiano. Y con su existencia se complace, identifica y se ve representado el asturiano.

    Y son, precisamente , esos símbolos, asumidos por el subconsciente de los asturianos, los que dan sentido a su cultura, sus creencias , su ser propio colectivo, al fin y al cabo.

    Reflexión que nos lleva a la Historicidad individual.

    Para Hans-Grorge Gadamer, a través de la Historia el ser humano puede llegar a comprenderse a sí mismo. 

    Por ello plantea que lo más importante no es encontrar la estructura histórica, como la época, sino comprender nuestro presente. 

    Lo importate, así, es lo que se conserva del pasado y tiene un significado propio.

    De modo que, es la realización de la tradición en la cotidianidad, la que tiene como función formular preguntas acerca de lo que hemos llegado a ser y cuyas respuestas nos permiten esbozar el futuro. 

     Lo que seremos.

    Este devenir de lo histórico, en cuanto que así, con ese transcurso de inbeteradas generaciones, fue definido nuestro presente como hoy es, hace que el historicismo sea el núcleo de lo existente y conecte lo cotidiano de hoy con las experiencia histórica de lo no cotidiano, del pasado.

    Hans Freyer fue un filósofo y sociólogo alemán del siglo XX, conocido por su enfoque en la relación entre el individuo y la sociedad.

     Uno de sus conceptos centrales es la “coteidianidad”, que se refiere a la manera en que los individuos experimentan y comprenden su realidad cotidiana. 
    
    La coteidianeidad se centra en el reconocimiento de las interacciones y relaciones que forman el tejido de la vida diaria, así como en cómo estas experiencias influyen en nuestra percepción del mundo.

    Freyer argumenta que la vida cotidiana no es simplemente un fondo pasivo donde se desarrollan los eventos extraordinarios, sino que es un espacio activo donde se construyen significados y se establecen relaciones sociales. 

    La coteidaneidad implica una atención consciente a los detalles de la vida diaria y cómo estos detalles son fundamentales para formar nuestra identidad y nuestro lugar en la sociedad. 

    En este sentido, Freyer invita a reflexionar sobre la importancia de lo cotidiano como un elemento clave para entender las dinámicas sociales más amplias.

    Esta teoría tiene varias implicaciones importantes. 

    En primer lugar, resalta cómo lo cotidiano puede ser visto como un campo de acción donde se manifiestan tanto las estructuras sociales como las libertades individuales. 

    A través de nuestras interacciones diarias, ya sea en el trabajo, en la familia o en espacios públicos, participamos activamente en la construcción de nuestra realidad social. 

    Esto significa  que cada acto cotidiano tiene el potencial de desafiar o reforzar las normas sociales existentes. 

    Además, Freyer sugiere que al prestar atención a lo cotidiano, podemos entender mejor las tensiones y contradicciones dentro de nuestras sociedades. 

    Por ejemplo, los rituales diarios pueden revelar tanto conformidad como resistencia a las expectativas sociales. 

    Esta dualidad es fundamental para comprender cómo los individuos navegan por sus identidades dentro de un marco social más amplio.
    
    Finalmente, al considerar la coteidad, se hace evidente que cualquier análisis social debe incluir una mirada hacia lo cotidiano. 

    La vida diaria no debe ser subestimada; es allí donde se forjan conexiones humanas significativas y donde se producen cambios sutiles pero profundos en la estructura social. 

    La teoría de Freyer invita a repensar no solo cómo vivimos nuestras vidas individuales, sino también cómo esas vidas están interconectadas en una red más amplia de experiencias humanas.

    En resumen, la teoría de Hans Freyer sobre la coteidad destaca la relevancia de lo cotidiano como un espacio activo y significativo donde se construyen identidades y relaciones sociales. 

    Al reconocer esta importancia, podemos obtener una comprensión más rica y matizada de nuestra realidad social contemporánea. 

    Y para concluir esta "Reflexión Heteróclita" os traigo, conforme a mi costumbre, una nueva piezamusical; Hoy el "Desfile de Bandas de Gaitas y tambores" con ocasión de la entrega de los Premios Princesa de Asturias




©2025 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA Y LOZANA

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