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viernes, 31 de enero de 2025

FRIO

                 

En el año 2020 escribí un post sobre el frío que hoy reproduzco y amplío. 

Hace frío, un frío no tan intenso como para clavarse en los huesos y las articulaciones como alfileres de hielo. 

No tan duro como para hipnotizar, ni adormecerte hasta la muerte, como el humo serpenteante de la lamparilla de aceite que ilumina la estancia.

No es como el frío que enterró congelados a los mamuts que hoy nos regala el permafrost excavado en las estepas siberianas, o que acabó con los triunfantes soldados de la “Grande Armeé” del Emperador en las Guerras Napoleónicas.

En 1812, Napoleón Bonaparte decidió invadir Rusia con el objetivo de obligar al zar Alejandro I a restablecer el Tratado de Tilsit y reafirmar su dominio sobre Europa.

La “Grande Armée”, compuesta por aproximadamente 600,000 soldados de diversas nacionalidades, se preparó para llevar a cabo esta ambiciosa campaña.

A medida que las tropas francesas penetraban más en el territorio ruso, comenzaron a enfrentarse no solo a la resistencia del ejército ruso, sino también a las adversas condiciones climáticas.

El calor abrasador del verano dio paso a un otoño lluvioso que convirtió los caminos en barro y dificultó aún más el avance.

Las enfermedades comenzaron a proliferar entre las tropas debido a la falta de suministros y al mal estado físico de los soldados.

La moral comenzó a decaer mientras los hombres sufrían hambre y agotamiento.

     La batalla decisiva ocurrió en Borodinó, donde la “Grande Armée” logró una victoria táctica, pero sufrió pérdidas devastadoras, con alrededor de 30,000 bajas.

 Cuando finalmente llegó a la ciudad de Moscúm, en septiembre de 1812, se encontró con que estaba prácticamente desierta.

 Los rusos habían incendiado gran parte de Moscú antes de retirarse, dejando a los franceses sin recursos.

     El clima se volvió rápidamente hostil con la llegada del invierno. Las temperaturas comenzaron a descender drásticamente y las tropas francesas no estaban preparadas para enfrentar el frío extremo. La falta de ropa adecuada y alimentos llevó a un deterioro físico alarmante entre los soldados. A medida que comenzaba la retirada desde Moscú en octubre, las condiciones se volvieron aún más críticas.

     La retirada se convirtió en un verdadero desastre.

Los soldados estaban exhaustos y desmoralizados; muchos murieron congelados o fueron asesinados por las tropas rusas que atacaban constantemente a los rezagados.

La “Grande Armée”, que había comenzado como una fuerza imponente y bien equipada, se redujo drásticamente.

 Se estima que solo alrededor de 100,000 hombres regresaron a Francia tras esta campaña.

     El mismo error estratégico fue cometido por Hitler e la invasión de Rusia en la II Guerra Mundial, con las Diviusi0ones Panzar y sus hombres, los Panzerdivisionenmänner alemanes, en la llanada “Operación Barbarroja” de conquista de Rusia, en las lestepas rusas durante la II Guerra Mundial,.

Las Divisiones Panzer, emblemáticas de la Wehrmacht alemana durante la II Guerra Mundial, experimentaron un notable desastre

A partir de 1941, las fuerzas alemanas lograron avances significativos al principio, capturando vastas extensiones de territorio soviético.

Sin embargo, a medida que el invierno se acercaba y las condiciones climáticas se deterioraban, la situación comenzó a cambiar drásticamente.

Uno de los momentos críticos fue la Batalla de Stalingrado (1942-1943), donde las fuerzas alemanas, incluyendo varias divisiones Panzer, se vieron atrapadas en un cerco soviético.

La falta de suministros, el agotamiento de las tropas y las estrategias soviéticas cada vez más efectivas llevaron a una derrota aplastante para los alemanes.

Las Divisiones Panzer sufrierion pérdidas significativas no solo en términos de hombres, sino también en equipo y moral.

El clima ruso jugó un papel crucial en este desastre. Los fríos extremos y las nevadas dificultaron enormemente las operaciones de los tanques y la movilidad de las tropas.

Las divisiones Panzer, que habían sido diseñadas para la guerra rápida y móvil, se encontraron atrapadas en un conflicto estático y desgastante.

A medida que avanzaba la guerra, el alto mando alemán subestimó la capacidad de resistencia del Ejército Rojo y su habilidad para llevar a cabo contraofensivas efectivas.

La estrategia de "guerra relámpago" que había funcionado tan bien en otras partes de Europa no se tradujo con éxito en el vasto y desafiante terreno ruso.

En resumen, el desastre de la División Panzer en Rusia se debió a una combinación de sobreextensión territorial, condiciones climáticas adversas y una subestimación grave del enemigo.

Y lo mismo ocurrió con las tropas nacionales y republicanas enfrentadas en las operaciones llamadas "La Batalla de Teruel" en nuestra guerra civil 1936/1939, batalla ocurrida en el invierno 1937/1938, caracterizada por las bajas temperaturas, nevadas y luvias que afectaron no solo a las tropas, congeladas en muchos casos en sus trincheras sino también a la logística de suministr y movimientos de artillería de ambos bandos en uno de los inviernos más crudos de la reciente histoiua de España, y en la que se calculan más de 50.000 bajas entre ambos bandos.

Y lo que  en estos días sentimos, es frío, a secas, frío y nada más… y nada menos.

Y este invierno, borrasca tras borrasca, no pasábamos tanto frío invernal desde hace tiempo, sin llegar a las nevadas de la famosa borrasca “Filomena”, de principios de 2021, que llenó de nieve media España, y que nos deparó imágenes curiosas, como esta de gente esquiando en la Cibeles nevada.


El frío no deja de ser una de las fuerzas de la naturaleza que más impacta en nuestras vidas.

Cada año, con la llegada del invierno, las temperaturas descienden y nos enfrentamos a un cambio profundo en nuestra rutina diaria.

El frío no solo afecta nuestro entorno físico, sino que también tiene un impacto significativo en nuestra salud mental y emocional.

Cuando el frío se hace presente, lo primero que sentimos es una disminución de la temperatura corporal, a lo que el cuerpo reacciona intentando reservar su calor.

Sin embargo, esta lucha constante puede llevar a una serie de sensaciones incómodas, llegando a presentarse el riesgo de congelación empezando por piés y manos, lo que puede resultar en un dolor agudo y daños permanentes.

Pero el frío no solo afecta nuestro cuerpo, también tiene un efecto notable en nuestro estado mental.

Durante los meses más fríos muchas personas experimentan una disminución en su estado de ánimo, unido al hecho de que la falta de luz solar puede contribuir a trastornos afectivos estacionales (TAE), donde la depresión se hace más pronunciada con la llegada del invierno.

Este fenómeno se traduce en sentimientos de tristeza, fatiga y desmotivación.

Y quiero concluir esta “Reflexión Heteróclita” con otra pieza musica, y ¿que otra podría acompañar mejor esta reflexión si no a Pavarotti cantando el el aria “Che gelida manina” de La Boheme de Puccini?



©2025 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA Y LOZANA

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