Albert
Camus, en su obra “El Hombre rebelde” nos dice:
«¿Qué
es un hombre rebelde? Un hombre que dice no, aunque si niega no renuncia.
Rebelarse
significa, por ejemplo, mantener que “las cosas han durado demasiado”, que “vais
demasiado lejos” o que “hay un límite que no franquearéis”.
En cierta
manera, opone al orden que oprime una especie de derecho a no ser oprimido más
allá de lo que puede admitir.
EL hombre en rebeldía, en el sentido etimológico,
se revuelve, planta cara y opone lo que
es preferible a lo que, a su juicio, no lo es.»
Hoy
en día, en España, un “Hombre Rebelde” es todo aquel que mantiene la “guerra
cultural” frente a la espuria supremacía del pensamiento único marxista, la
propaganda sanchista y el temor hacia el deslizamiento que se está produciendo,
desde el poder, hacia el totalitarismo populista propio de republicas
bananeras, tercermundistas o comunistas.
El concepto de “Pensamiento Único” fue formulado
inicialmente por Schopenhauer con finalidad filosófico-positiva, pero a lo
largo del tiempo transcurrido desde entonces se reformuló en el “Manifiesto Comunista”.
La purga, el ajuste de cuentas, contra todo el que disiente,
es la más perdurable herencia del marxismo.
La única, en
realidad.
No en vano Karl Marx
dedicó la cuarta parte de El Manifiesto Comunista a condenar a todos los que
sentía como enemigos por ser competidores en atraer el interés del proletariado.
Y esa ha sido la
actitud permanente de la izquierda radical marxista, hoy en día representa por
el sanchismo, ese peligroso conglomerado de socialismo radical, comunismo,
separatismo y herederos del terrorismo.
Efectivamente, para ese sanchismo, todo lo que no respeta
su impostada “única verdad Impuesta” es “lodo”, de tal modo que las acciones
críticas de la oposición política oficial o de la sociedad civil, son denostadas
como falsas, conspiranóicas, e ilegítimas.
Y con esa estrategia expanden una impenetrable cortina
de humo para imponer sus interesas a la Sociedad y ocultar su corrupción, sus
excesos y su tendencia totalitaria, que trata de evitar, al precio que sea, la
posibilidad de la alternancia en la Poder.
Efectivamente, toda la política sanchista no es
sino una pertinaz falsificación de la realidad, mediante su radical abolición por
decreto, realidad que es sustituida por la mentira que constituye la esencia
profunda de los intereses demagógicos y corruptos de esa banda.
Y precisamente ello constituye su punto débil pues
los ciudadanos cada día están más convencidos de que “el
sanchismo ha llegado demasiado lejos” y que “hay un límite que no franquearan”,
haciendo suyas las expresiones de Camus.
Y como siempre, concluyo esta “Reflexión Heteróclita” con una nueva pieza musical. Hoy "La Stravaganza", Concerto no.2 in E minor, RV 279 de Antonio Vivaldi.
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