Páginas

viernes, 4 de noviembre de 2022

RETRATOS DE JUVENTUD

“Ni un seductor Mañara, 

ni un Bradomín he sido”

Antonio Machado

Cuando uno se encomienda a la memoria con el fin de hacer un retrato de juventud, suele ocurrir que se mezclan recuerdos e imaginaciones que tratan de explicar retazos de su vida.

De este modo, en ocasiones, aquello que creemos un recuerdo se confunde con el contenido de una historia escuchada, o sucesos conocidos de las vidas de otros, aunque los incorporemos a nuestra memoria como vivencias propias.

En otras ocasiones se produce el efecto de la "Magdalena de Proust" y cualquier olor, sabor, o melodía, nos retrotrae automáticamente a sucesos acaecidos en nuestro pasado.

Pero dentro de todo este proceso de memorización y recuerdo de nuestro pasado, me ha llamado especialmente la atención el llamado “Síndrome de Memoria Falsa”, que implica la evocación de hechos cuya existencia sólo es reconocida por la persona que los evoca.

Es decir,  se trata de recuerdos de hechos que no han ocurrido realmente, o cuya memoria han sido distorsionadas de manera importante.

Este ”Síndrome” no es reconocido hoy en día por las organizaciones internacionales especializadas.

No obstante, el síndrome de memoria falsa cada día está más presente en investigaciones científicas y legales, como consecuencia de distintas polémicas y controversias generadas en dichos contextos, y como consecuencia de la profundización de los estudios sobre el funcionamiento de la memoria.

Las más modernas teorías psiquiátricas consideran que nuestra memoria no trabaja como un disco duro que almacena y esconde recuerdos.

Muy por el contrario, y como ya he adelantado en los párrafos iniciales de esta reflexión, nuestra memoria es más bien un sistema reconstructivo y reproductivo que se construye y modifica con el paso del tiempo y a través de nuestras propias narraciones, interacciones y experiencias, por lo que está sujeta a errores y distorsiones.

 Tales RECUERDOS FALSOS pueden ser:

a.- Espontáneos, es decir como mero resultado del complejo funcionamiento de nuestra memoria

b.- Implantados, o resultado de la asimilación de una información falsa, que se nos presenta por un tercero de modo coherente y lógico con los esquemas de memoria de cada persona y con el efecto de generar tales recuerdos falsos.

Por ejemplo, la psiquiatra Janet Boakes (1999), quien es una de las pioneras en los estudios sobre el síndrome de la memoria falsa, sugiere que este síndrome ocurre en gran medida como consecuencia de la sugestión producida a los pacientes en el contexto psicoterapéutico como consecuencia de las creencias del paciente y la influencia del profesional gestor de tales procesos psicoterapéuticos.

        A los efectos de este POST, tan solo me interesan los “recuerdos falsos espontáneos”, que son los que se producen en la mente de las personas digamos “sanas”, es decir, no sometidas a terapias psicológicas.

         Y son estos RECUERDOS FALSOS ESPONTÁNEOS los que articulan en la memoria de todos y cada uno de nosotros, esas autojustificaciones, esas "amnesias" voluntarias, que tratan de justificar ya una vida que en su conjunto consideramos así muy positiva, o falsas experiencias traumáticas que, inexistentes, justifican nuestras decepciones, manías o angustias presentes.

         Frente a esas falsedades históricas que constituyen esa "memoria a la carta", nada como ser realistas, y aceptar que nuestra vida toda no es ni un dechado de virtudes y buenas experiencias, ni un cúmulo de desgracias e infelicidades insuperables, pues la realidad es que de todo tenemos en nuestra vida, como de todo hay en rebotica.

         Ya Shakespeare nos dijo que

“La memoria es el centinela del cerebro”

y por lo tanto no permitirá que esas ensoñaciones o falsas verdades enturbien la verdad de mantener una visión integral de nuestra existencia, con sus bondades y maldades, sus éxitos y sus fracasos, sus esperanzas y sus decepciones, sus alegrías y sus tristezas.

         Al final, analizada mi vida hasta donde alcanza mi memoria, llego a dos conclusiones.

Por una parte y como dice uno de los personajes de la novela “La Lapida Templaria” de Nicholas Wilcox:

“Soy un asceta; Pertenezco a una comunidad de un solo miembro, y en la que soy, al mismo tiempo, Abad Mitrado, Monje, Portero, Ecónomo, Visitador y Enfermero siendo un solo individuo; a veces es arduo, pero a todo se acostumbra uno”

O bien, rememorando “Sonata de Primavera” de Valle Inclán, podría decir, como el Marqués de Bradomín, que

“Yo, calumniado y mal comprendido, nunca fui otra cosa que un místico galante como San Juan de la Cruz”

Y en ambas ideas concreto la totalidad de mis desgracias y alegrías, mis reproches a mi mismo y mi complacencia con mi vida toda.

Y reflejan un sentimiento que siempre tengo presente: Soy un hombre de tendencias solitarias y melancólicas, me gusta disfrutar de mis cosas sin gente que me distraiga.

Puedo parecer antisocial sin realmente serlo, pues es mi esencia personal la que me mantiene en esa actitud, y siempre me pregunto ¿Qué pensarán los demás de mi comportamiento?

Aunque en el fondo vuelvo a los clásicos y con Cicerón afirmo que mis principios, mi conciencia, mis hábitos y mis convicciones, tienen para mí mucho más valor que la opinión de todos los demás.

De todas formas soy consciente, como lo fue Nietzsche, de que mi personalidad se ha ido acrisolando con el paso de los años por medio de la conjunción de mis experiencias.

“Quid luce fuit, tenebris agit”

“Lo que estuvo en la luz, actúa en las tinieblas”

Así, a la manera de Proust, trato de dormir infructuosamente.

Después de un breve sueño, despierto agitado por mis ensoñaciones, mezcla de recuerdos infantiles y de pesadillas, y en el acogedor silencio de la oscuridad de mi habitación vuelvo adormirme, no sin antes acurrucarme en mi cama en busca del consuelo del sueño que me esquiva.

Y en esos momentos de duermevela, mezclo mis recuerdos con mis frustraciones, mis ilusiones y mis deseos, hasta que, recobrada la conciencia, alejo esos pensamientos que me entretienen, los reconozco como obsesiones de mi alma y tras respirar profundamente vuelvo a la paz del sueño, que generalmente no dura mucho tiempo pues la experiencia se repite una y otra vez hasta el alba.

No obstante, si hacemos caso a Nietzsche, esa experiencia proustiana habría venido a contribuir a la formación de mi “YO”, con idéntica fuerza que mis vivencias “reales” y así, lo que ahora conocéis es el resultado de mi vida real y de la onírica, lo que no deja de ser, al menos, poético, sin que todo ello deje de ser el conjunto de vivencias y recuerdos que dan una explicación completa de mi propia vida, y de las experiencias vividas a lo largo de ella.

Y ciertamente, el único retrato de mi juventud que aparece en este POST es el la fotografía que lo encabeza, en la que aparezco con 15 años.

No he hecho, pues, un retrato de mi juventud, pero he transitado, con vosotros por los laberintos de mis ideas, y he de reconocer que si bien mi alma es, como la de todos, compleja, espero que os parezca más llena de sorpresas agradables que de vericuetos intransitables.

Concluyamos con música. En esta ocasión os traigo "Sueño de Amor" de Franz Litz




Ⓒ 2022 Jesús Fernández-Miranda y Lozana


No hay comentarios:

Publicar un comentario