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sábado, 5 de enero de 2013

TORCUATO FERNANDEZ-MIRANDA

Artículo publicado en la sección "SALA VIP" del diario LA GACETA en su edición del 5 de enero de 2013

Es muy posible que nunca se hayan comprendido a fondo las claves de la  actuación política de Fernandez-Miranda durante la Transición. Posiblemente porque la mayoría de los españoles se encontraban muy alejados de los entresijos del poder y de los juegos de malabares que supuso la Transición para todos sus autores, desde El Rey hasta el último de los Procuradores en  Cortes franquistas, que se hicieron el harakiri político con la aprobación de la Ley para la Reforma Política.
Se pueden hacer toda clase de futuribles en cuanto a cual sería nuestra actual situación con tan solo mover una de las muchas piezas que concurrieron en ese proceso que conocemos como LA TRANSICION, pero lo que sí  puedo asegurarles es que dentro de ese rompecabezas no estaba, lo que algunos han  denominado “la deriva política” de Torcuato Fernandez-Miranda, deriva imputable a otros, pero no a él.
Fernandez-Miranda mantuvo una posición ideológica y política nítida a lo largo de todo el proceso, en la búsqueda de una nueva situación de libertad para  España en la que El Rey fuera “Rey de todos los españoles”, al tiempo que luchó por conseguir una Monarquía moderna, pero no desposeída de los mínimos poderes habituales en las Jefaturas de Estado, coronadas o no, de nuestro entorno.
Es, esa  falta de facultades políticas en la Corona, la que, tal vez, haya contribuido a la paulatina desafección de algunos ciudadanos hacia el Rey, al que consideran inoperante, inactividad que no es consecuencia de su voluntad o de su dejadez, sino que le viene impuesta por la Constitución, que le impide actuar en momentos en que la ciudadanía lo espera o lo desea.
Fernandez-Miranda no sólo se opuso a esta formulación debilitada de la Jefatura del Estado, sino que tampoco se avino a transigir en relación con el Título VIII de nuestra Constitución, que transgrede el principio fundamental del concepto de Nación, transgresión que, en la previsión de Fernandez-Miranda, abriría abismos a un desastre futuro, advertido por él con clarividencia y dramáticamente concretado en nuestra realidad actual.
Pero la UCD no tuvo esa visión de futuro, a costa de ignorar la deriva que el tiempo, inexorablemente, imprime a las realidades políticas, con olvido de la máxima de Maquiavelo de que “Cualquier solución política debe resolver un problema sin crear otros mayores
Con ocasión del proceso constituyente y en su calidad de Senador por designación Real, integrado en el grupo parlamentario de UCD, aunque no en el partido, Fernandez-Miranda presentó varias enmiendas tratando de corregir aquellos errores de bulto del proyecto de Carta Magna, y la respuesta que recibió de la UCD fue un tajante  De parte de Suarez que o te callas o te vas”. La reacción de Fernandez-Miranda, fue abandonar el Grupo de la UCD e incorporarse al Grupo Mixto del Senado. Retirándose finalmente de la política activa, discretamente, tras la convocatoria de las elecciones generales de 1977, pues sólo entendía la Política como Servicio a sus conciudadanos y no como actividad para hacer fortuna o mantener una posición de prestigio personal.
La consecuencia de todos estos acontecimientos fue que la estrategia inicialmente definida por El Rey con la asistencia de Fernandez-Miranda, se desnaturalizara con decisiones políticas que condujeron, desde la cesión permanente, a la debilidad de una Constitución basada en pactos ocultos al ciudadano, urdidos entre las fuerzas políticas en aras, no del bienestar General, sino del futuro inmediato de los propios políticos, lo que llevó, primero al fracaso de la UCD, por el enconamiento personalista de sus distintos líderes, y en nuestros días a la quiebra del “Estado de las Autonomías” que tanto han contribuido a la crisis económica e institucional que nos atenaza.
En cualquier caso Fernandez-Miranda no murió en Londres de tristeza, sino de una implacable crisis cardíaca y El Rey no “tuvo” que ocuparse del traslado de su cadáver a España, si no que, desde el cariño, ofreció el trato de Autoridad a los restos del Duque de Fernandez-Miranda, que había sido su preceptor y su “hermano en el Toisón de Oro”, oficiando en su memoria un funeral en la capilla del Palacio Real, a la que, en el último minuto, excusó su asistencia el Sr. Suarez.
Aunque un análisis riguroso de la Historia no admite, más que retóricamente, otras piruetas diferentes a su estudio e investigación, el juego de hacer reflexiones sobre la fórmula de “que es lo que hubiera pasado si…” tan de moda hoy en día, puede ser apasionante
¿Y si abriéramos un debate acerca de cuál sería nuestra situación actual y la de nuestra Monarquía, si Torcuato Fernandez-Miranda hubiese aceptado el ofrecimiento del Rey de ser el Presidente del Gobierno de la Transición, en vez de elegir el más estratégico y menos brillante papel de Presidente de las Cortes? Me atrevería a asegurar que, entre otras cosas, no existiría el Título VIII de nuestra Constitución en su vigente redacción.

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