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jueves, 10 de enero de 2013

DESMEMORIA HISTÓRICA: EL ORO QUE NO FUE A MOSCÚ

                                       El yate “Vita” en la época en que era el yate real Giralda
 
En 2007 escribí este post.
 
Según las investigaciones llevadas a cabo por el catedrático Angel Viñas, basadas en gran medida en la documentación propia del Banco de España, las reservas españolas habían sido registradas por las estadísticas internacionales en mayo de 1936 como las cuartas más grandes del mundo, tal y como afirman las “Estadísticas del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, “Sixième rapport annuel” del 11/5/1936”.
En cuanto al valor de tales reservas, según el mismo Ángel Viñas, la cifra podría alcanzar entre 715 y 720 millones de dólares que actualizados a 2005 supondría unos 10.000 millones de dólares, ---es decir unos 7.300 millones de euros o un billón doscientos mil millones de las antiguas pesetas--- cuando las reservas españolas en septiembre de 2005 eran de 7.509 millones de dólares.
El día 25 de octubre de 1936 las reservas españolas mencionadas fueron cargadas en los buques soviéticos Kine, Kursk, Neva y Volgoles, con destino a Odessa; Alexander Orlov delegado de la NKVD (policía secreta soviética) fue el encargado de firmar el recibo de entrega, en el que se reseñó la cantidad de 7.800 cajas, pese a que Francisco Méndez Aspe entonces Director General del Tesoro, había reseñado 7.900 ---lo que permite pensar que
con ocasión del embarque alguien sustrajo 100 cajas de las que contenían aquel tesoro, con un valor desconocido, que nunca fueron enviadas a Rusia---
Es sobradamente conocido que el destino de las reservas depositadas en la URSS fue el pago del material militar comprado por el Gobierno de la Republica, aunque gran parte de los historiadores que han estudiado este asunto afirman que las facturas soviéticas se vieron hinchadas en
porcentajes superiores en ocasiones al 50% del coste real de los materiales o servicios cobrados por el tan burdo procedimiento de manipular los cambios de divisas, de rublos a dólares y de dólares a pesetas.
Pero con ser grave el derroche, dispendio y descontrol sobre el uso de las reservas de oro nacionales, mucho más grave fue el despojo y apropiación por parte de los responsables republicanos, de inmensos tesoros en dinero, joyas y obras de arte de la Iglesia y de particulares cuyo
destino, en gran parte, es desconocido.
Según se desprende de la “Causa General” durante abril de 1938, el titulado Comandante de Carabineros Ciriaco López, con policías y soldados armados, se presentó en los establecimientos de la Banca privada de Madrid, exhibiendo orden del Ministro de Hacienda —ya lo era Francisco Méndez Aspe— para apoderarse del contenido de todas las
cajas y depósitos existentes en aquella fecha en numerosas, por no decir en la totalidad, de los establecimientos bancarios madrileños. La orden, fechada en 23 de marzo de 1938, estaba concebida en los siguientes términos:
"Con el fin de salvaguardar los intereses de los titulares de cajas y depósitos de toda la Banca acreditada en territorio leal al Gobierno de la República, procede que unos y otros PASEN INMEDIATAMENTE AL ESTADO para que el Ministerio de Economía adopte las PRECAUCIONES INDISPENSABLES QUE GARANTICEN EN TODO MOMENTO LA INTEGRIDAD DEL CONTENIDO DE DICHAS CAJAS Y DEPÓSITOS, disponiendo que en el plazo de cuarenta y ocho horas se proceda a entregar al Ministerio de Hacienda y Economía, a través de los Delegados especiales que se designarán, las cajas y depósitos de la pertenencia de ciudadanos españoles.”
Parte de esas riquezas procedentes de las incautaciones y expolios a particulares, se enviaron nuevamente a la unión Soviética.
Sin embargo otra gran parte fue trasportada en el yate “Vita” hasta Veracruz (Méjico) el 28 de marzo de 1939.
Según las investigaciones de Javier Rubio, basadas e las declaraciones del Director de la Caja de Reparaciones del Ministerio de Hacienda el socialista Amaro del Rosal1, el yate “Vita”, que había sido el yate de recreo “Giralda” de Alfonso XIII, descargó en Méjico un cargamento valorado, en las estimaciones más modestas, en 50 millones de dólares de entonces, lo que actualizado a nuestros días superaría los mil millones de euros.
En dicho cargamento, según el propio del Rosal se encontraban objetos históricos de la catedral de Tortosa, como el Tesoro Mayor y Relicario Mayor de Sta. Cinta; Ropas y objetos procedentes de la catedral de Toledo, entre ellos el famoso manto de las 80.000 perlas; numerosas monedas de valor numismático, con ejemplares únicos de valor histórico; objetos de culto de la Capilla Real de Madrid, entre ellos, el joyero y el Clavo de Cristo; sin perjuicio de gran cantidad de oro amonedado y divisas.
El “Vita” fue fletado por Negrín, pero a su llegada a Méjico y con la complicidad del Presidente Mejicano Lázaro Cárdenas, paso al control de Indalecio Prieto a través de la entidad JARE (Junta de Ayuda a Refugiados Españoles) por él controlada.
Nunca se ha llegado a conocer el destino de esa ingente cantidad de dinero ni quienes fueron sus beneficiarios, lo único cierto es que la mayoría de los exiliados republicanos españoles, tanto en Francia como en Méjico, sufrieron penalidades inmensas sin recibir apoyo alguno de las instituciones de la República en el exilio, mientras que los ex altos cargos republicanos, todos ellos de izquierdas, vivieron exilios dorados muy posiblemente a costa, entre otras, de aquellas ingentes cantidades de dinero expoliadas a particulares y sacadas de España en el “Vita”.
 
Me alegra ver como Pio Moa, el prestigioso historiador, acaba de recuperar en su blog esta desconocida historia, naturalmente con mayor rigor, datos y documentación que este aficionado. Tiempo es de que se pongan todas y cada una de las cosas en su sitio
 
1 El Oro del Banco de España y la Historia del Vita,
Amaro del Rosal
Editor: Grijalbo, México 1976
 

domingo, 6 de enero de 2013

UN HOMBRE DE FAMILIA




 
Don Juan Y Doña María Con sus hijos Alfonso, Juan carlos,Margarita y Pilar
 
 
 Don Juan Carlos Con el Pricipe Felipe y la Infanta Leonor.
 
 
EL 5 DE ENERO DE 1938, HACE 75 AÑOS, NACÍA EN ROMA EL INFANTE DON JUAN CARLOS, PRIMER HIJO VARÓN DE DON JUAN DE BORBON Y A LA POSTRE REY DE ESPAÑA.
 
El Rey Don Juan Carlos cumplió ayer, 5 de enero, 75 años de edad. Nació en 1938, en pleno exilio romano de la Familia Real española, en los terribles años de nuestra Guerra Civil. Tal vez esta circunstancia marcó al Infante desde niño, reforzando sus sentimientos de amor a la patria y a los suyos.

Don Juan Carlos ha sido, siempre, un hombre amante de la familia, institución que, como cualquiera, ha vivido entre momentos de gran tristeza y de gran alegría.

Casado en 1962 con la Princesa Sofía de Grecia, es padre de tres hijos: S. A. R. don Felipe, Príncipe de Asturias y SS. AA. RR. las Infantas Doña Elena y Doña Cristina. Finalmente, es abuelo de ocho nietos y nietas.

Mucho se ha hablado, últimamente, de los problemas familiares del Rey, primero con el divorcio de los Duques de Lugo, y más recientemente con las imputaciones dirigidas contra su yerno, el Duque de Palma de Mallorca, Iñaki Urdangarín.
Sin embargo, en todas estas circunstancias el Rey ha sabido cuidar su papel de Monarca y de cabeza de familia, adoptando una prudente distancia respecto a los acontecimientos y centrándose en reforzar el concepto de legitimidad dinástica que encarnan su hijo el Príncipe de Asturias y su primogénita la Infanta doña Leonor.
Para quienes tenemos conciencia de la historia reciente de España y vivimos como espectadores privilegiados la normal vuelta a la democracia en los años 70 del siglo XX, es un privilegio seguir contando con nuestro Rey y con su descendencia garantizada.
 
Publicado en el nº 3 del 6 de enero de 2013 del Suplemento Dominical de LA GACETA "ESTILO G by hsm"

 
 

sábado, 5 de enero de 2013

TORCUATO FERNANDEZ-MIRANDA

Artículo publicado en la sección "SALA VIP" del diario LA GACETA en su edición del 5 de enero de 2013

Es muy posible que nunca se hayan comprendido a fondo las claves de la  actuación política de Fernandez-Miranda durante la Transición. Posiblemente porque la mayoría de los españoles se encontraban muy alejados de los entresijos del poder y de los juegos de malabares que supuso la Transición para todos sus autores, desde El Rey hasta el último de los Procuradores en  Cortes franquistas, que se hicieron el harakiri político con la aprobación de la Ley para la Reforma Política.
Se pueden hacer toda clase de futuribles en cuanto a cual sería nuestra actual situación con tan solo mover una de las muchas piezas que concurrieron en ese proceso que conocemos como LA TRANSICION, pero lo que sí  puedo asegurarles es que dentro de ese rompecabezas no estaba, lo que algunos han  denominado “la deriva política” de Torcuato Fernandez-Miranda, deriva imputable a otros, pero no a él.
Fernandez-Miranda mantuvo una posición ideológica y política nítida a lo largo de todo el proceso, en la búsqueda de una nueva situación de libertad para  España en la que El Rey fuera “Rey de todos los españoles”, al tiempo que luchó por conseguir una Monarquía moderna, pero no desposeída de los mínimos poderes habituales en las Jefaturas de Estado, coronadas o no, de nuestro entorno.
Es, esa  falta de facultades políticas en la Corona, la que, tal vez, haya contribuido a la paulatina desafección de algunos ciudadanos hacia el Rey, al que consideran inoperante, inactividad que no es consecuencia de su voluntad o de su dejadez, sino que le viene impuesta por la Constitución, que le impide actuar en momentos en que la ciudadanía lo espera o lo desea.
Fernandez-Miranda no sólo se opuso a esta formulación debilitada de la Jefatura del Estado, sino que tampoco se avino a transigir en relación con el Título VIII de nuestra Constitución, que transgrede el principio fundamental del concepto de Nación, transgresión que, en la previsión de Fernandez-Miranda, abriría abismos a un desastre futuro, advertido por él con clarividencia y dramáticamente concretado en nuestra realidad actual.
Pero la UCD no tuvo esa visión de futuro, a costa de ignorar la deriva que el tiempo, inexorablemente, imprime a las realidades políticas, con olvido de la máxima de Maquiavelo de que “Cualquier solución política debe resolver un problema sin crear otros mayores
Con ocasión del proceso constituyente y en su calidad de Senador por designación Real, integrado en el grupo parlamentario de UCD, aunque no en el partido, Fernandez-Miranda presentó varias enmiendas tratando de corregir aquellos errores de bulto del proyecto de Carta Magna, y la respuesta que recibió de la UCD fue un tajante  De parte de Suarez que o te callas o te vas”. La reacción de Fernandez-Miranda, fue abandonar el Grupo de la UCD e incorporarse al Grupo Mixto del Senado. Retirándose finalmente de la política activa, discretamente, tras la convocatoria de las elecciones generales de 1977, pues sólo entendía la Política como Servicio a sus conciudadanos y no como actividad para hacer fortuna o mantener una posición de prestigio personal.
La consecuencia de todos estos acontecimientos fue que la estrategia inicialmente definida por El Rey con la asistencia de Fernandez-Miranda, se desnaturalizara con decisiones políticas que condujeron, desde la cesión permanente, a la debilidad de una Constitución basada en pactos ocultos al ciudadano, urdidos entre las fuerzas políticas en aras, no del bienestar General, sino del futuro inmediato de los propios políticos, lo que llevó, primero al fracaso de la UCD, por el enconamiento personalista de sus distintos líderes, y en nuestros días a la quiebra del “Estado de las Autonomías” que tanto han contribuido a la crisis económica e institucional que nos atenaza.
En cualquier caso Fernandez-Miranda no murió en Londres de tristeza, sino de una implacable crisis cardíaca y El Rey no “tuvo” que ocuparse del traslado de su cadáver a España, si no que, desde el cariño, ofreció el trato de Autoridad a los restos del Duque de Fernandez-Miranda, que había sido su preceptor y su “hermano en el Toisón de Oro”, oficiando en su memoria un funeral en la capilla del Palacio Real, a la que, en el último minuto, excusó su asistencia el Sr. Suarez.
Aunque un análisis riguroso de la Historia no admite, más que retóricamente, otras piruetas diferentes a su estudio e investigación, el juego de hacer reflexiones sobre la fórmula de “que es lo que hubiera pasado si…” tan de moda hoy en día, puede ser apasionante
¿Y si abriéramos un debate acerca de cuál sería nuestra situación actual y la de nuestra Monarquía, si Torcuato Fernandez-Miranda hubiese aceptado el ofrecimiento del Rey de ser el Presidente del Gobierno de la Transición, en vez de elegir el más estratégico y menos brillante papel de Presidente de las Cortes? Me atrevería a asegurar que, entre otras cosas, no existiría el Título VIII de nuestra Constitución en su vigente redacción.

domingo, 30 de diciembre de 2012

DESPRESENTACION


Desde pequeño he sentido una admiración inmensa, una malsana envidia, acrecentada por los años de frustración, hacia las personas que se acuerdan de todas y cada una de las demás que han conocido a lo largo de su vida, y es más, las identifican por su nombre y apellido con memoria exquisita de sus distintas circunstancias personales,familiares y laborales.

Es esta una habilidad personal que me falta y que he añorado permanentemente.

Envidio la sensación de seguridad que debe dar entrar en una sala repleta de gente y pensar: allí esta Cayo, el Notario, con su mujer Agripa, ya repuesta de su ataque de lumbago; y allá Casio el Banquero y su ayudante Publio, y allá más al fondo mi compañero de partido de golf de hace dos semanas Arsenio, el dentista y un poco más a su derecha Nepociano...

A diferencia de esta gente, tan apreciada socialmente, somos otros muchos los que no recordamos, nunca, una sola cara, una sola anécdota de nuestro interlocutor, y que nos sentimos azorados cuando, con inmenso desparpajo, alguien, propietario de tan envidiada habilidad y en ese momento totalmente desconocido para nosotros, nos saluda por nuestro nombre de pila y nos pregunta, con exacto conocimiento, acerca de aspectos que creíamos íntimos de nuestra existencia.¡¡¡

Hombre Jesús, que alegría encontrarte por aquí ¡¡¡, Por cierto ¿qué tal está tu madre después de su caída? Nosotros, por el contrario, debemos recurrir a argucias, una y otra vez ensayadas, para no ofendercon nuestro desconocimiento a nuestro interlocutor, sobre todo después de la familiaridad con la que nosha saludado:

“Hombre si, yo también me alegro muchode verte, ¿qué tal todo?”

Para evitar preguntar por la familia, pues no sabemos si la tiene o no, o por el trabajo, pues desconocemos si el interlocutor es un exitoso profesional o acaba de ser despedido de su trabajo....

Lo malo de la situación es que después de un buen rato, y de haberle preguntado a tu amigo el anfitrión, sales de dudas y encima con sensación de que te han madrugado:

“Si hombre si, no te acuerdas, es Sexto Appio Catón; Encantador. Te lo presenté hace tres meses en casa de Lucio Cayo Macrino. Me acuerdo perfectamente porque es traumatólogo y comentamos la fractura de cadera de tu madre.

Un viejo amigo me decía hace algún tiempo, resignado ante su ineptitud social en este sentido:

“Yo ya no quiero que me presenten a más gente, Jesús; ¿para que?, si después nunca me acuerdo de nadie.”

Creo sinceramente que, en un alarde de espíritu igualitario, pues es socialmente injusto y discriminatorio que algunos gocen de esa habilidad y otros no, habría que imponer la práctica de la “despresentación”.

Así, si te presentan a alguien en algún momento, podrías charlar tranquilamente con ese alguien circunstancialmente, y sin temores, pues después, si su conocimiento te resulta intrascendente, podrías pedir al introductor del sujeto que te lo “despresente” y aquí paz y después gloria, sin compromiso social de ninguna clase.

Además, así, se podría hacer realidad elaforismo de Nietzche:

“La ventaja de la mala memoria es que nos permite disfrutar varias veces, por primera vez, de las cosas ya conocidas pero olvidadas.”

viernes, 6 de julio de 2012

LOS GRANDES AUSENTES DEL 4 DE JULIO


LOS GRANDES AUSENTES DEL 4 DE JULIO

POR SU INTERES Y PESE A NO CONTAR CON EL PERMISO EXPLICITO DE SU AUTOR PUBLÍCO, PARA GENERAL CONOCIMIENTO, ESTE ARTICULO QUE CIRCULA POR LA RED DADO SU INTERES Y ACTUALIDAD


Al llegar el 4 de julio de 2012, 236 años después de que se proclamó la Declaración de  Independencia de los Estados Unidos, conviene repasar un poco la historia y regresar a los orígenes de este gran país.



Fueron españoles los que llegaron primero. Exploraron tierras, descubrieron golfos y bahías. Midieron abismos del mar y alturas de montañas, recorrieron ríos, praderas, bosques y desiertos. Reconocieron la costa Atlántica de Norteamérica desde los cayos de la Florida hasta Terranova y mirando hacia el oeste, en 1524 el explorador Esteban Gómez escribió sobre el mapa: ACA NADA, sin saber que había bautizado el inmenso territorio del Canadá. Pero también exploraron el litoral de Norteamérica que mira al golfo de México, y las costas desde California hasta Alaska. Pusieron sus nombres, más de 3,000, en toda la geografía norteamericana, levantaron mapas y cartas de marear, aprendieron y conocieron tribus y animales. Buscaron metales y maderas. Detectaron riquezas. Los exploradores que llegaron después del siglo XVI y en los siglos siguientes dieron sus primeros pasos orientados por los mapas que dibujaron los exploradores españoles.



Se  dice que si en un mapa del mundo se marcaran con una cruz todos los territorios habitados por cristianos, esas inmensas extensiones de tierra corresponden a los lugares donde se desarrollaron la civilización occidental, el pensamiento humanista y los derechos humanos.



En ese mapa quedaría constancia de que fueron también españoles los que colocaron en tierra de los actuales Estados Unidos la primera cruz, y de que fue un marino y hombre de armas español, Pedro Menéndez de Avilés, quien abrió en la Florida la puerta que da entrada a los Estados Unidos y toda Norteamérica. Fueron españoles los que erigieron en San Agustín de la Florida la primera ciudad fundada por europeos en tierras de los actuales Estados Unidos. En ese momento participaron en la primera misa, por primera vez dieron gracias a Dios acompañados por los indios cercanos, erigieron la primera alcaldía, escuela, iglesia, convento y misión, imprimieron los primeros libros y levantaron la primera fortaleza, que bautizaron con el nombre de Castillo de San Marcos.



Ellos empezaron a vivir según las normas europeas en tierras que hasta entonces sólo habitaron tribus nómadas. En Norteamérica se escuchó por primera vez otro idioma, y las gentes pensaron de otra forma, adaptando el viejo mundo para fusionarlo con el nuevo. Venían con conceptos diferentes, con ideas distintas, con técnicas nuevas. Usaban mapas, brújulas, portulanos, cartas de marear, astrolabios, armas de fuego. Tenían leyes escritas, leían libros, escribían actas, informes, peticiones y reglamentos.



Propiciaron que en pocos meses la civilización surgiera para dar un salto de muchos siglos.



Cuando en San Agustín de la Florida nació en 1566 un niño al que bautizaron con el nombre de Martín de Argüelles, hijo del sargento mayor Martín de Argüelles y de Leonor Morales, vio la luz el primer hijo de europeos que vino al mundo en tierras de los actuales Estados Unidos. Medio siglo más tarde aparecieron los colonos ingleses.



Pasaron muchos años. A fines del siglo XVIII, parte del territorio actual de los Estados Unidos estaba habitado por colonos descendientes de ingleses que entraron en conflicto con la metrópolis y se levantaron en armas para lograr la independencia.



Los españoles de la Florida y los habitantes de Cuba, México y Puerto Rico, que entonces se consideraban también españoles, acudieron al llamado de Su Majestad Carlos III de España con el propósito de ayudar a los norteamericanos que luchaban por la independencia, dirigidos por George Washington.



En tierras de las Trece Colonias norteamericanas había casas comerciales de cubanos, mexicanos y españoles que realizaban grandes negocios en los Estados Unidos. El hispano cubano Juan Miralles y el cubano Eligio de la Puente formaron una red de agentes, un verdadero servicio secreto por el cual las tropas de Washington conocían los movimientos de los generales ingleses, sus armas y abastecimientos, daban fe de la solidez de las alianzas con las tribus indias, conocían las necesidades del Ejército Continental y las trasmitían a Cuba, España y México desde donde llegaban a Washington mosquetes, tiendas de campaña, pólvora, municiones, uniformes, comida, dinero, bayonetas...



Su Majestad el Rey de España Carlos III entró en guerra contra Jorge III de Inglaterra el 16 de junio de 1779, dispuesto a ayudar económica y militarmente a los independentistas norteamericanos de las trece colonias. Antes de la declaración de guerra España ya ayudaba a los norteamericanos secretamente. En 1777 Benjamín Franklin, el representante americano en Francia, pidió la ayuda secreta de España a las colonias, de la que obtuvo 215 cañones de bronce; 4.000 tiendas; 13.000 granadas; 30.000 mosquetes, bayonetas, y uniformes; más de 50.000 balas de mosquete y 300.000 libras de pólvora. Franklin agradeció por carta al Conde de Aranda toda esta ayuda, de la que posteriormente recibió 12.000 mosquetes más enviados a Boston desde España. Además España dio casi dos millones de libras a los insurrectos.



Las naves del comodoro norteamericano Alexander Gullon eran reparadas y artilladas en el Real Astillero de La Habana.



El gobernador de Luisiana, Bernardo de Gálvez, y su poderoso hermano, José de Gálvez, estaban al tanto de victorias, derrotas, estrategias y decisiones. Bernardo de Gálvez trazó un plan estratégico genial, que constaba de varios aspectos:



--Tomar el delta del Mississippi, para que los ingleses no pudieran moverse por el río y llevar refuerzos a sus tropas encerradas en el campo atrincherado de Yorktown;



--Controlar el Mar de las Antillas, tomando las bases de abastecimiento y suministros que utilizaba la poderosa marina británica;



--Conquistar Pensacola y los puestos fortificados de los ingleses en el delta del Mississippi y tierra adentro hacia el norte, a lo largo del río.



--Fortalecer al Ejército Continental de Washington para facilitar su victoria.



Para Bernardo de Gálvez, acción y decisión formaban parte de una misma fórmula. En una serie de acciones relampagueantes venció a los ingleses en Manchac, Panmure de Natchez, los puertos Thompson y Smith, Baton Rouge, Fort Charlotte y Mobila, tomó sus fuertes,  y los desalojó completamente, al tiempo que aseguraba los pactos de alianza con las tribus indias de la zona hostiles a los británicos.



Una vez tomado el delta del Mississippi y los fuertes, los ingleses de Yorktown no podían recibir refuerzos y tampoco atacar a Washington por la retaguardia.



Ahora había que tomar Pensacola, donde los ingleses mantenían una poderosa guarnición protegida por fortificaciones. Gálvez se reunió en La Habana con refuerzos llegados de España, los completó con tropas cubanas y con parte de sus veteranos. Una primera expedición fracasó, pero en poco tiempo estuvo lista la segunda. En ella embarcó el Regimiento de Fijos de La Habana, el batallón de pardos y morenos, y algunas tropas auxiliares junto con los regulares españoles.



La toma de Pensacola se realizó en dos meses, desde el 9 de abril al 10 de mayo de 1781. Los británicos tuvieron unas 500 bajas, y los hispano cubanos, alrededor de 200:



El comandante británico, el general John Campbell y el Almirante Chester que era el Capitán General y Gobernador de West Florida, se entregaron junto con sus 1.113 hombres y todas sus banderas, artillería, pertrechos (123 cañones, 4 morteros y 6 obuses, además de balas, fusiles y demás material bélico) y la ciudad intacta gracias a un acuerdo previo entre los españoles y británicos para no llevar el combate a la ciudad. También se entregaron más de 300 norteamericanos de Georgia que apoyaban a las fuerzas británicas.



Durante las operaciones fueron capturados cinco buques de guerra ingleses que trataron de apoyar a los defensores británicos de los fuertes.



Los franceses apoyaron la toma de Pensacola con ocho navíos de guerra y 725 hombres. El 19 de abril llegaron de La Habana 1,600 hombres de refuerzo al mando del Mariscal de Campo Juan Manuel Cagigal y Monserrate, nacido en Cuba.  Después de la rendición de la ciudad, Gálvez dio a la flotilla francesa unos 100.000 pesos, cuando se aprovisionaban para partir. Esas naves francesas iban a participar en el bloqueo de Yorktown, donde la Armada española apoyaba eficazmente a la francesa, el 19 de octubre de 1781 el general británico Cornwallis se rendiría con todo su ejército y su flota.



Como es natural, la toma de Pensacola puso en control de los españoles el litoral del golfo de México y privó a los ingleses de su base más poderosa, a partir de la cual podían lanzar ataques a las tropas de Washington desde el sur.



Sólo quedaba la base naval de Nassau, en las Bahamas, en poder de los ingleses. Pero una fuerza procedente de La Habana, al mando del Mariscal Cagigal, formada por 2,000 hombres de los regimientos habaneros, preparó la escuadra, entró en el archipiélago y el 7 de mayo de 1782 se apoderó de la capital inglesa, Nassau. Los ingleses, tratando de compensar las victorias de Gálvez y Cagigal, lanzaron la escuadra del almirante Rodney contra La Habana, pero las tropas y los destacamentos de milicias, dirigidos por Cagigal, frustraron los intentos de desembarco.



Pero hubo, además, otras ayudas decisivas. A mediados del año 1781, y en vísperas de la batalla de Yorktown, el general Washington y su ejército de rebeldes, se encontraban en condiciones deplorables; las arcas que financiaban la guerra estaban vacías, los agricultores rehusaban suministrar más comestibles por falta de pago y lo mismo ocurría con los armamentos y la pólvora, mientras que a los marinos de la flota del Almirante De Grasse y a la infantería del General Rochambeau (franceses aliados a la causa de los rebeldes), no había dinero con qué pagarles tampoco. De Grasse, después de fracasar en sus gestiones para recoger dinero en Saint Domingue (hoy Haití), donde era dueño de plantaciones, fue a Cuba donde las damas cubanas y otros criollos reunieron y donaron 1'200,000 libras tornesas (una moneda de plata acuñada en la ciudad francesa de Tours, que se aceptaba internacionalmente), equivalentes a 300 millones de dólares de hoy...



El 3 de septiembre de 1783 terminó la Guerra de Independencia con la firma del Tratado de Versalles entre Estados Unidos e Inglaterra.



El 4 de julio de 2012 se celebra el 235 aniversario de la independencia de los Estados Unidos. Como es natural, ese día se recuerda con veneración a los hombres que llevaron adelante la heroica lucha por la libertad. Los nombres de Benjamin Franklin, George Washington, John Adams, Thomas Jefferson, John Jay, James Madison, Thomas Paine y Alexander Hamilton, están vinculados eternamente a ese día, igual que los que firmaron la Declaración de Independencia.



También vienen a la memoria el Marqués de Lafayette, Rochambeau, Tuffin, de Grasse, el héroe polaco Tadeusz Kościuszko y el general prusiano von Steuben van a ser recordados por sus aportes a la independencia.



Hay otros nombres, sin embargo, que no van a ser mencionados o sólo se citarán de soslayo. Se trata de Bernardo de Gálvez,  su hermano el ministro José de Gálvez, el Mariscal de Campo Juan Manuel Cagigal, nacido en Santiago de Cuba, o Francisco de Saavedra, soporte financiero de la independencia norteamericana... es una pena que no se hable del hispano cubano Juan Miralles, amigo personal de Washington, en cuya casa murió atendido por el médico personal del Padre Fundador, que colaboró de muchas formas con la independencia americana.



La lista sería interminable si agregáramos los nombres de los españoles, cubanos,  puertorriqueños, blancos y negros, que cayeron en los combates del delta del Mississippi, en la toma de Pensacola o en la batalla por las Bahamas.



Y tal vez ¿por qué no? se debería recordar a los intrépidos exploradores, los que pasearon por primera vez la mirada por las extensas tierras, las reconocieron, examinaron, estudiaron y nombraron, a los misioneros que trajeron la Palabra de Dios, a los que plantaron las primeras cruces y levantaron ciudades y pueblos, trajeron libros y leyes, conceptos y pensamientos, humanismo y filosofía.



Ellos fueron también Padres Fundadores, y el Día de la Declaración de Independencia merece que se les recuerde y con ellos a todos los que con sus cuerpos y sus almas participaron para forjar la grandeza de los Estados Unidos, esta tierra de hombres libres, para que no sean los grandes ausentes en la fecha hermosa del 4 de julio.



Dr. Salvador Larrúa-Guedes

Miami, 3 de julio de 2012