En ocasiones me aparto, en estas Reflexiones, de cuestiones sociológicas, filosóficas, políticas o divulgativas, y entretengo mi espíritu con cuestiones más personales.
Así, de vez en cuando vuelvo a mi castillo y medito sobre mi
mismo, mis alegrías y mis tristezas, mis ilusiones y mis frustraciones, mi vida,
en fin, humana y perfectible.
En invierno me acompaña el amoroso fuego de la chimenea bajo
una manta.
En verano, desabrigado, juego con las corrientes de aire, y
no con esos aparatos acondicionadores que resecan los pulmones y todas las
mucosas del sistema respiratorio.
Y acompañado por alguna pieza musical, con la que sublimar
mis sensaciones, medito en silencio, antes de trasladar lo pensado a negro
sobre blanco.
Muchos pensaran que mis meditaciones se referirán a asuntos
trascendentes, pero también trato de huir de ellos, centrándome en cuestiones
más mundanas, más apegadas al tránsito de mi ser complejo, de cuerpo y alma, por
este mundo, aunque en ocasiones me desvíe hacia lo trascendental, pues no otro
es el destino del hombre que su final trascendente, haya fe o no la haya.
Pero no me limito a la soledad de mi torre o castillo, sino
que también me gusta pasear por el campo, prefiriendo los caminos rodeados de
arboledas que los de las llanadas mesetarias, más monótonos y por tanto más
tristes.
En estos paseos la música es sustituida por los sonidos de la naturaleza, como el viento, el canto de los pájaros o el susurro de los riachuelos, y el papel y la pluma por una pequeña grabadora, siendo el resultado el mismo que el que alcanzo en mis retiros.
En su libo “Caminar” de Thoreau, encontramos esta preciosa
frase:
"Cuando un viajero pidió a la criada de Willian Wordsworth
( uno de los más importantes poetas románticos ingleses) que le mostrase el estudio de su patrón, ella le contestó:
«Esta es su biblioteca, pero su estudio está al aire libre»."
Aunque Thoreau en su “Caminar”, nos diga:
"¿Qué pinto yo en los bosques si
estoy pensando en otras cosas?
Pues creo que, al
igual que yo mismo hago en mis salidas al bosque, él haría, también, lo
esencial, pensar en todo, en todas las cosas que me afecten o interesan.
Incluso pienso en
cuestiones políticas, aunque estas sean un estrecho campo al que conduce un
camino aún más reducido.
Y así me veo
reflejado en la perdiz, a la que le encantan los guisantes, salvo aquellos que
le acompañan en la cazuela.
De la misma manera
me gusta a mi los asuntos políticos, salvo aquellos acontecimientos que me afecten como
ciudadano libre, restringiendo mi libertad.
No es fácil reconducir
a escrito las reflexiones que en ocasiones asaltan mi cerebro, y me resulta más
sencillo relatar sensaciones, como las que hoy os transmito, que acertar con la
expresión acertada de ideas elaboradas.
Y yo, que desde que
tengo recuerdos, amo la naturaleza, tengo dos estaciones preferidas; La
primavera, con su insultante explosión de belleza, y el otoño con la bella
decadencia de las plantas y la explosión de vida de las piezas de caza.
En uno y otro caso,
encuentro lo que no me permiten disfrutar el frio el inverno o el calor del
verano, estaciones en las que me refugio en mi castillo.
Y es esa combinación
de soledades la que me permite, en ocasiones, escribir los POST que forman
parte de mis “Reflexiones Heteróclitas”
Para tener compañía
ya tengo el Croquet o las reuniones de amigos.
Y concluyo con una
nueva pieza musical, hoy el “Paseo por los bosques” de Richard Clayderman
©2024 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA Y LOZANA
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