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lunes, 21 de marzo de 2016

EJERCITO, MUERTE Y RELIGIÓN

Este post lo escribí y publique hace años, pero creo que hoy su republicación viene al pelo



Desde instauración de la democracia, tras la aprobación de nuestra constitución los diversos partidos en el Gobierno han aplicado políticas muy restrictivas en relación con las fuerzas armadas.

Inicialmente tanto la UCD como el PSOE en poder, hicieron un gran esfuerzo por despojar al Ejercito de todo carácter de “amenaza” frente a las autoridades civiles, tratando de eliminar la tradición golpista que caracterizó a nuestras fuerzas armadas durante el s.XIX y la primera mitad del s.XX.




Siempre, y en todas partes hay algún imbécil

El empeño se incrementó en tiempos de Rodríguez Zapatero, que convirtió a nuestros ejércitos en una especie de ONG armada y sin objetivos claros con la inestimable ayuda del General Julio Rodriguez, Podemita elevado por Zapatero a la categoría de JEMAD.

Por ejemplo, Zapatero creó una división de intervención rápida militar para combatir los incendios forestales, en vez de incrementar los efectivos de protección civil, con equipos especializados, que hubiese sido lo normal.

De ahí la intervención en guerras internacionales como las de Afganistán o Irak, en las que los socialistas se esforzaron en reiterar que nuestro ejército actuaba en “misiones humanitarias” cuando lo cierto es que eran fuerzas armadas implicadas en acciones militares y que sufrieron casi cien bajas mortales en “acciones bélicas”.

Lo cierto es que si han existido, aunque disfrazadas, acciones verdaderamente militares desarrolladas por nuestras fuerzas armadas en estos últimos años, como las labores de apoyo a programas humanitarios en Afganistán o la escolta de barcos pesqueros en el índico por buques de la armada para su protección contra la piratería somalí.

Lamentablemente el panorama no ha cambiado mucho como consecuencia de los recortes presupuestarios necesarios para solventar nuestra crisis económica que aplicó el Gobierno del PP, con lo que nos encontramos con ser uno de los países de la unión que menor porcentaje de su PIB aplica a las inversiones militares.

El artículo 8º de nuestra Constitución dice en su párrafo 1:

“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.”

Es decir, que sus funciones no son las humanitarias de las ONGs que les se les ha venido atribuyendo: desde los retenes anti incendios forestales a “labores humanitarias” en el tercer mundo, salvo que las mismas contribuyan, directamente o indirectamente, al cumplimiento de las que Constitucionalmente tienen atribuidas y que son:

1.- Garantizar la soberanía e independencia de España
2.- Defender la integridad territorial de España
3.- Defender el orden constitucional

Pero que duro resulta a la a la casta política aceptar esta declaración constitucional en donde los conceptos de “soberanía” e “independencia de España” y de “Integridad territorial” chirrían en las mentes dogmáticas de izquierda y llena de maricomplejines a la derecha.

La labor de la izquierda es constante, como una gota china, en este sentido. Hace poco el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, afirmó ante los medios de comunicación, en respuesta a la pregunta “¿Qué ministerio suprimiría Vd. Si llegase al Gobierno?”, “El de Defensa”, aunque, claro, rectificó al poco tiempo.

Pero esa actitud antimilitarista a la izquierda le sale por los poros.

Gabriel Albiac se refería hace poco a las declaraciones de otro miembro de PSOE (un concejal madrileño) que se lamentaba porque se cantase una marcha sobre la muerte de contenido religioso en un acto de la Policía Municipal de Madrid.

Esa canción es el conocido “La muerte no es el final”, canción cristiana compuesta por el sacerdote español Cesáreo Gabaráin Azurmendi (1936-1991) y adaptada por Tomas Asiaín; su pasaje central fue elegido en 1981 como himno para honrar a los mártires de las fuerzas armadas españolas. Su letra adaptada a las ceremonias castrenses es:

Cuando la pena nos alcanza
por el hermano perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz

Y es que el hombre de armas donde encuentra el consuelo frente al riesgo de la propia muerte o la de sus compañeros, es, precisamente en ese mundo, en el de la religión, y como nos dice Albiac en una reciente columna de ABC:

“El deseo de cantarla (a la muerte) es la más honda melancolía del humano”

Y lo es porque para el ser humano no basta con aceptar un final sin más en la muerte y busca su trascendencia.

Se escandalizan los progresistas por el hecho de que en el mundo militar exista una mitología de la muerte y de la trascendencia de lo humano, manifestada en los himnos de respeto a sus caídos.

La Muerte no es el Final, canta doliente el himno fúnebre castrense, y efectivamente no lo es, porque si lo fuera, si fuera el final, carecería de sentido el sacrificio de la propia vida y se ruega a un Dios protector por los compañeros abatidos.

Sólo desde el amargo convivir con la muerte, como eventualidad siempre presente, puede entenderse la fe del combatiente ante su posible muerte y la necesidad de ampararse en esa profunda melancolía de la fe.

Y cuando el riesgo de muerte, el compromiso de derramar hasta la última gota de la propia sangre en la defensa de los compromisos honorablemente adquiridos, es parte consustancial de una actividad humana como es la castrense, negar al individuo poder aplicar un acento religioso a su concepción vital sería tan aterrador como negar a cualquiera la libertad de conciencia.

Pero claro, a la izquierda eso no le gusta, querría soldados ateos sin vocación, pasión ni honor, dispuestos a masacrar a su propio pueblo si no se atiene a las directrices del “aparatich” llegado el caso y sin hacer preguntas ni tener resquicios de índole moral.

En una gran y dura película llamada “Enemigo a las puertas” se refleja muy bien la actitud de los comisarios de guerra soviéticos ante las propias tropas rusas que cuando retrocedían ante el enemigo alemán eran ametralladas por esos mismos Comisarios, para evitar su repliegue.

Ahora el empeño se centra en negar a los miembros de las fuerzas armadas su participación secular en actos de la Semana Santa, lo que está produciendo conflictos en algunos ayuntamientos y que va a más.

En relación con ello solo un apunte, a ver quién es el podemita que se atreve a denegar a la Legión su homenaje a su Patrón el Cristo de la Buena Muerte de Mena… 

asumiendo las consecuencias que ello pudiera tener


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