Este post lo escribí y publique hace años, pero creo que hoy su republicación viene al pelo
Desde instauración de
la democracia, tras la aprobación de nuestra constitución los diversos partidos
en el Gobierno han aplicado políticas muy restrictivas en relación con las
fuerzas armadas.
Inicialmente tanto la
UCD como el PSOE en poder, hicieron un gran esfuerzo por despojar al Ejercito
de todo carácter de “amenaza” frente a las autoridades civiles, tratando de
eliminar la tradición golpista que caracterizó a nuestras fuerzas armadas durante
el s.XIX y la primera mitad del s.XX.
Siempre, y en todas partes hay algún imbécil |
El empeño se incrementó
en tiempos de Rodríguez Zapatero, que convirtió a nuestros ejércitos en una
especie de ONG armada y sin objetivos claros con la inestimable ayuda del General
Julio Rodriguez, Podemita elevado por Zapatero a la categoría de JEMAD.
Por ejemplo, Zapatero
creó una división de intervención rápida militar para combatir los incendios
forestales, en vez de incrementar los efectivos de protección civil, con
equipos especializados, que hubiese sido lo normal.
De ahí la
intervención en guerras internacionales como las de Afganistán o Irak, en las
que los socialistas se esforzaron en reiterar que nuestro ejército actuaba en
“misiones humanitarias” cuando lo cierto es que eran fuerzas armadas implicadas
en acciones militares y que sufrieron casi cien bajas mortales en “acciones
bélicas”.
Lo cierto es que si
han existido, aunque disfrazadas, acciones verdaderamente militares
desarrolladas por nuestras fuerzas armadas en estos últimos años, como las
labores de apoyo a programas humanitarios en Afganistán o la escolta de barcos
pesqueros en el índico por buques de la armada para su protección contra la
piratería somalí.
Lamentablemente el
panorama no ha cambiado mucho como consecuencia de los recortes presupuestarios
necesarios para solventar nuestra crisis económica que aplicó el Gobierno del
PP, con lo que nos encontramos con ser uno de los países de la unión que menor
porcentaje de su PIB aplica a las inversiones militares.
El artículo 8º de
nuestra Constitución dice en su párrafo 1:
“Las Fuerzas Armadas,
constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire,
tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender
su integridad territorial y el ordenamiento constitucional.”
Es decir, que sus
funciones no son las humanitarias de las ONGs que les se les ha venido
atribuyendo: desde los retenes anti incendios forestales a “labores
humanitarias” en el tercer mundo, salvo que las mismas contribuyan,
directamente o indirectamente, al cumplimiento de las que Constitucionalmente
tienen atribuidas y que son:
1.- Garantizar la
soberanía e independencia de España
2.- Defender la
integridad territorial de España
3.- Defender el orden
constitucional
Pero que duro resulta
a la a la casta política aceptar esta declaración constitucional en donde los
conceptos de “soberanía” e “independencia de España” y de “Integridad
territorial” chirrían en las mentes dogmáticas de izquierda y llena de maricomplejines
a la derecha.
La labor de la
izquierda es constante, como una gota china, en este sentido. Hace poco el
Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, afirmó ante los medios de
comunicación, en respuesta a la pregunta “¿Qué ministerio suprimiría Vd. Si
llegase al Gobierno?”, “El de Defensa”, aunque, claro, rectificó al poco
tiempo.
Pero esa actitud
antimilitarista a la izquierda le sale por los poros.
Gabriel Albiac se
refería hace poco a las declaraciones de otro miembro de PSOE (un concejal madrileño)
que se lamentaba porque se cantase una marcha sobre la muerte de contenido
religioso en un acto de la Policía Municipal de Madrid.
Esa canción es el
conocido “La muerte no es el final”, canción cristiana compuesta por el
sacerdote español Cesáreo Gabaráin Azurmendi (1936-1991) y adaptada por Tomas
Asiaín; su pasaje central fue elegido en 1981 como himno para honrar a los
mártires de las fuerzas armadas españolas. Su letra adaptada a las ceremonias
castrenses es:
Cuando la pena nos
alcanza
por el hermano
perdido,
cuando el adiós
dolorido
busca en la Fe su
esperanza.
En Tu palabra
confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a
la vida,
ya le has llevado a
la luz.
Ya le has devuelto a
la vida,
ya le has llevado a
la luz
Y
es que el hombre de armas donde encuentra el consuelo frente al riesgo de la
propia muerte o la de sus compañeros, es, precisamente en ese mundo, en el de
la religión, y como nos dice Albiac en una reciente columna de ABC:
“El deseo de cantarla
(a
la muerte) es la más honda melancolía del humano”
Y
lo es porque para el ser humano no basta con aceptar un final sin más en la
muerte y busca su trascendencia.
Se
escandalizan los progresistas por el hecho de que en el mundo militar
exista una mitología de la muerte y de la trascendencia de lo humano,
manifestada en los himnos de respeto a sus caídos.
La
Muerte no es el Final, canta doliente el himno fúnebre castrense, y
efectivamente no lo es, porque si lo fuera, si fuera el final, carecería de
sentido el sacrificio de la propia vida y se ruega a un Dios protector por los
compañeros abatidos.
Sólo
desde el amargo convivir con la muerte, como eventualidad siempre presente,
puede entenderse la fe del combatiente ante su posible muerte y la necesidad de
ampararse en esa profunda melancolía de la fe.
Y
cuando el riesgo de muerte, el compromiso de derramar hasta la última gota de
la propia sangre en la defensa de los compromisos honorablemente adquiridos, es
parte consustancial de una actividad humana como es la castrense, negar al
individuo poder aplicar un acento religioso a su concepción vital sería tan
aterrador como negar a cualquiera la libertad de conciencia.
Pero
claro, a la izquierda eso no le gusta, querría soldados ateos sin vocación,
pasión ni honor, dispuestos a masacrar a su propio pueblo si no se atiene a las
directrices del “aparatich” llegado el caso y sin hacer preguntas ni tener
resquicios de índole moral.
En
una gran y dura película llamada “Enemigo a las puertas” se refleja muy bien la
actitud de los comisarios de guerra soviéticos ante las propias tropas rusas
que cuando retrocedían ante el enemigo alemán eran ametralladas por esos mismos
Comisarios, para evitar su repliegue.
Ahora
el empeño se centra en negar a los miembros de las fuerzas armadas su
participación secular en actos de la Semana Santa, lo que está produciendo
conflictos en algunos ayuntamientos y que va a más.
asumiendo las consecuencias que ello pudiera tener
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