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jueves, 29 de abril de 2010

LEIRE PAJIN "POLIGLOTA"

Mi buen amigo Jaime López-Chicheri publica en su blog un interesante post que con su permiso (implícito) aquí cuelgo mediante enlace y que se titula Babel de Necios y que podéis leer haciendo click sobre su título resaltado en verde. Lo mismo hago —reproducir con su permiso implícito— con la viñeta que abre este post, del mejor editorialista de ABC, que no es otro que el genial y admirado Mingote. Pues eso, que lo más importante no es ser de izquierdas o de derechas siempre que —utilizando el mismo concepto que usa el Académico Sr. Mingote— no se sea “gilipollas”. El Senado ha aprobado una modificación de su reglamento que permite el uso en la Cámara de cualquiera de las lenguas cooficiales de las diferentes autonomías, con la guinda de un ridículo discurso poliglota de la Senadora Pajín, cuyo esfuerzo idiomático, que podéis contemplar en el video que os inserto, no fue en inútil, porque la iniciativa fue, lamentablemente, aprobada. En contra votaron la senadora de UPN, María Caballero y el PP, cuyo portavoz manifestó lo absurdo de la medida, alegando que el castellano es la lengua común a todos los senadores y que estos son, "guste o no", representantes del pueblo español y no de sus territorios.
La única música que puedo añadir a este blog, pues todo lo acontacido puede tomerse a broma, pero es profundamente lamentable y triste, es "Lacrimosa" de Motzar.
Y concluyo esta reflexión heteróclita con otra cita periodística; Se trata del siguiente artículo publicado el 11 de mayo de 2009 en EL MUNDO: “BAJO EL VOLCÁN: La Gavina de la gaviota MARTÍN PRIETO EL MÍTICO don José Ensesa regentaba en la costa gerundense su Hostal de la Gavina, un oasis de exquisitez entre jardines esplendorosos, donde para bajar a cenar se exigía esmoquin a los caballeros y vestido largo a las damas. Allí se presentó un inspector de turismo franquista para levantar acta de la categoría del local. Obligó horteramente a colocar un televisor en cada habitación. Ensesa se enfureció: «¿Pero usted se cree que mis clientes vienen aquí a ver televisión?». Hubo de ceder y esconder los televisores en mueblitos confeccionados al efecto. El rábula de Fraga sonrió ante lo que creyó ser su mejor baza: «Tiene usted que españolizar los rótulos y poner gaviota». Don José le tiró el diccionario de la Academia donde el cagatinta comprobó humillado que gavina y gaviota son sinónimos en español aunque los puristas se inclinan porque la primera es el femenino de la segunda. Las imposiciones idiomáticas llevan generalmente a la idiocia. Acabada la guerra un coronel militarote, trabajando para la cartografía nacional se empeñó en españolizar la toponimia gallega, llegando a rebautizar Viana do Bolo (Viana de la Colina) como Viana de Bollo, asunto que tardó años en resolverse hartos los vecinos que subieran los turistas a por los célebres bollos no habiendo obrador para ello. Dicen las leyendas que trae mala suerte matar un ruiseñor, y hasta que puede resultar imposible. El franquismo y su consigna mentecata de «Habla el idioma del Imperio» no lograron agostar al catalán. Y ahora el trío de la risa que gobierna Cataluña no impedirá que a finales de siglo, Barcelona sea un imperio editorial en español. Ni la Conquista destruyó los idiomas amerindios, como sabe cualquiera que haya viajado por la América profunda, y hasta yo tenía problemas para seguir las elecciones bolivianas en quechua y aymara. El trío de la bencina catalán sólo logrará jóvenes que chapurreen en español y hablándolo con faltas de ortografía. Un futuro lingüístico. Asistí en Estocolmo como médico consorte a un congreso internacional del cáncer. La delegación catalana se empeñó en leer sus ponencias en catalán y sus eminencias afilaron sus oídos creyendo que aquello era un inglés muy raro y paulatinamente se fueron yendo a la cafetería. El congreso les recordó que la lengua franca acordada era el inglés y que en todo caso carecían de traductor en catalán. Erre que erre continuaron con lo suyo en un auditorio vacío. Tenía razón Ortega y Gasset cuando en las cortes republicanas que aprobaron el primer estatuto de Cataluña polemizaba con un optimista Manuel Azaña: «El problema catalán no tiene solución; no tienen lealtad constitucional».”

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