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viernes, 4 de octubre de 2024

¿POR QUÉ HABRÍAMOS DE PEDIR PERDÓN?

 



En su toma de posesión como nueva Presidente de Mexico, la Sra. Sheinbaum hizo la siguiente declaración:

·El origen de la grandeza cultural de México reside en las grandes civilizaciones que vivían en esta tierra siglos antes de que invadieran los españoles.”

La frase de marras, tiene su fundamento en él. Indigenismo Ultraizquierdista de los países hispanoamericanos, así como a la influencia de la leyenda negra sobre las élites de esas repúblicas Hispanoamericanas.

Leyenda Negra cuyo origen se encuentra en gran medida en el dominico Fray Bartolomé de las Casas, quién, pese a su buena voluntad de evitar abusos que pudieran producirse por parte de los españoles sobre las poblaciones indígenas, mintió multiplicando al infinito las cifras de víctimas, lo que dio lugar a que en las traducciones al holandés y al inglés se le diese carta de naturaleza a estas falsedades del mentiroso y malhadado Bartolomé de las Casas.

Olvidó sin embargo la Sra. Sheinbaum, que hoy en día la población más pobre y desatendida por los sucesivos gobiernos mexicanos, han sido y son,  precisamente, los indígenas.

Y olvida también que México fue conquistada por tan solo 300 castellanos, acompañados de más de 50.000 indígenas de las tribus sojuzgadas por los Aztecas, que según las más modernas investigaciones, asesinaron, en sacrificios humanos, a cerca de 10 millones de indígenas no aztecas, a quienes se arrancaba el corazón, y cuyas extremidades era destinadas a la preparación de un manjar antropófago para las elites civiles y religiosas llamado “tlacatlaolli”

Efectivamente, en  México, los hombres que integraban aquel ejército de liberación hispano indígena eran los descendientes de las más de 20.000 víctimas que cada año los aztecas llevaban a la pirámide de Tenochtitlan para arrancarles el corazón y distribuir sus extremidades entre la nobleza para que las esclavas cocinaran el «suculento» Tlacatlaolli, un guiso que se preparaba con carne humana y abundante maíz y que se servía con salsa de ají, a gusto del comensal.

 Asimismo, en Perú, los integrantes del ejército de liberación eran los abuelos, padres y hermanos de las niñas que los incas sacrificaban arrojándolas desde la cima de los volcanes o que enterraban vivas cada vez que se inauguraba un templo o moría un emperador7. Se sabe que, cuando terminaron las obras de remodelación del Templo del Sol, el emperador Pachacútec ordenó sepultar vivos a decenas de niños y niñas como ofrenda al dios Sol, y, cuando el gran líder murió, se enterraron junto a él a mil infantes de entre cuatro y cinco años8. Por tanto, fueron esos hombres —esclavizados por los aztecas o por los incas— los que, conducidos por un puñado de españoles, invadieron y conquistaron por la fuerza las impresionantes ciudades-fortaleza de Tenochtitlan y Cuzco, lugares que hasta entonces habían sido inexpugnables.

La simpleza de los negrolegendarios les lleva a relatar, con un cierto placer morboso,  el «asesinato» del inca Atahualpa a manos del «cruel y sanguinario» Francisco Pizarro, olvidándose de contar que mientras Pizarro mataba a Atahualpa, que no era sino un rebelde y un usurpador, sanguinario y fratricida, el rey Enrique VIII de Inglaterra asesinaba a su mujer, Ana Bolena», y «ahorcaba a 72.000 ingleses»2 para resolver el problema de exceso de población que entonces padecía el país.

Por ello no puede hablarse de “invasión” para definir la conquista de América por los españoles, sino de conquista y liberación de todas las etnias indígenas mortalmente dominadas por los antropófagos aztecas o por los imperialistas Incas

Y tampoco debiera olvidar que "durante la mal llamada «guerra de la independencia hispanoamericana», las masas indígenas no solo se mantuvieran fieles a la monarquía española, sino que combatieron por España incluso después de que Chile y Perú se declarasen independiente. Esta es otra de las verdades que los defensores del indigenismo ultraizquierdista y la Leyenda Negra no pueden explicar y que, por tanto, prefieren ocultar

Con la difusión de la leyenda negra, Gran Bretaña no solo buscaba desprestigiar a España en el concierto de las naciones y derrotarla políticamente a través de la propaganda —porque no había podido vencerla militarmente—, sino hacer que los propios españoles de ambos continentes asumieran esa falsa versión de la historia de España, puesto que, de tener éxito, se produciría el aniquilamiento del ser nacional español y, a la larga, la destrucción de la unidad política del Imperio hispánico. Y vaya si lo logró…

Sin embargo cave aquí hacerse una pregunta: ¿Sería posible imaginar a un romano creyendo a pies juntillas la historia de Roma escrita por Cartago, o a un francés de 1914 aceptando al pie de la letra la historia de Francia relatada por Alemania?

En conclusión, el mejor modo de dominar a un pueblo es hacerle sentir vergüenza de sus orígenes, su identidad y su historia. Esa es la razón de ser fundamental del antihispanismo de la Leyenda Negra.

Relatar todo ello, resulta difícil, pues como nos dice Marcelo Gullo Omodeo, en su libro Madre Patria:

El pensamiento políticamente correcto, en cuyo núcleo se encuentran, entre otros tópicos, el genocidio de los pueblos originarios, acontecido después del descubrimiento de América, y la violación sistemática de las mujeres indígenas por los conquistadores españoles, se impuso tanto a las élites políticas como a las masas populares a través de lo que algunos autores han denominado poder blando o imperialismo cultural, pero que nosotros preferimos denominar, simplemente, como subordinación ideológica y cultural, y que ha sido uno de los más eficaces sistemas británico y francés de atacar y destruir a España y su imperio, ante la inicua pasividad de los españoles y sus intelectuales.

Es imprescindible remarcar que la leyenda negra de la conquista española de América forma parte del núcleo duro del pensamiento políticamente correcto.

 Cuestionar este núcleo duro implica asumir el riesgo de ser expulsado automáticamente de la “comunidad académico/científica” por temor a perder privilegios, honra y hasta amistades.

Lo políticamente correcto se impone entre los académicos.

No solo lo que hay que decir, sino lo que no se debe decir.

Digamos a modo de ejemplo y solo de paso, que no se debe hablar de la política de mestizaje exitosa fomentada por los Reyes Católicos, ni de los mestizos que destacaron en la literatura, las armas o el comercio, ni de los miles de matrimonios felices entre indias y conquistadores, ni de las universidades de excelencia creadas por España en América, de los cientos de profesores que España envió a América, de la política de creación de hospitales, o de la nobleza indígena que conservó sus privilegios después de la conquista.

Tan respetuosos fueron los libertadores —o conquistadores— españoles que en 1571 se editó en México el primer libro de gramática de la lengua náhuatl, es decir, 15 años antes de que en Gran Bretaña apareciera la primera gramática inglesa.

Pero, sobre todo, no se debe mencionar ni por casualidad, el canibalismo reinante en la mayoría de los mal denominados pueblos originarios, ni de la existencia del imperialismo antropófago establecido por los aztecas en la meseta mexicana, porque eso supondría poner al desnudo el mito del buen salvaje y dejaría al descubierto la falsedad de la leyenda negra, es decir, la historia de  la conquista de América. Escrita por las potencias enemigas de España.

Pero lo que resulta aún más increíble es el hecho de que exista un importante núcleo de intelectuales, periodistas y políticos que pretenden convencer al pueblo español de que España, por haber descubierto y conquistado América, es culpable de la mayor atrocidad cometida en la historia de la humanidad. Culpable de genocidio, de violaciones masivas, del uso sistemático de la tortura y del terror…

 Desean que los españoles se avergüencen de haber conquistado América y que pidan perdón por ello una y mil veces. Confieso no conocer otro caso en la historia en el que un grupo de miembros del establishment político y cultural de un país se dedique con tanto empeño a destruir su propia nación.

Otra pregunta que reiteradamente plantean los negrolegendarios, es ¿Qué hubiese sucedido si la conquista de América la hubieran hecho los anglosajones ingleses y holandeses.

La contestación a tal pregunta es sencilla.

Los españoles, con la conformidad y fomento de nuestra reina Isabel formamos parejas de razas mixtas, para dar al Nuevo Mundo un nuevo tipo de cristianos”.

En América del Norte, los otros europeos debieron trabajar para sobrevivir, pero exterminaron a los nativos con engaños, dándoles mantas contaminadas con viruela, y siempre con balas.

Si a sudamérica no hubieran llegado los españoles, quizás los antepasados indígenas hubieran sido diezmados, y los actuales indígenas vivirían en una reserva administrando casinos, sin mestizaje y en un régimen de separación racial como ocurrió en África, India o China

Recordemos, para concluir, que cuando latinoamericanos como Andrés Manuel López Obrador y Evo Morales exigieron a los españoles “una disculpa por lo que sus antepasados hicieron con los nuestros”, los españoles contestaron: Serán los vuestros, porque con esos apellidos sin duda vosotros descendéis de algún conquistador que partió para América y allí se quedó. La mayoría de nuestros antepasados nunca salió de España”.

Y para terminar, como siempre, os traigo una nueva pieza musical: El movimiento nº1 del Concierto para trompa n.º 3 KV.447 de Mozart


©2024 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA Y LOZANA

 


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