El león, que muchos llaman africano, en realidad también
habitaba en gran parte de Europa y en Asia.
Los escritos de
Aristóteles comentan la presencia de leones en Grecia en fecha tan reciente
como el año
Es famoso el bajo relieve mesopotámico de la leona herida,
del palacio de Asurbanipal en Nínive y hoy custodiado en el Museo Británico.
En nuestros días su presencia se centra en el continente africano desde las sabanas subsaharianas hasta Sudáfrica, aunque en Asia queda una pequeña población, que se estima de unos 250 ejemplares, al noroeste de la India, en el bosque Girya.
Su gran tamaño, unido a su fortaleza, y su voracidad,
hicieron del león un animal mítico en todas las civilizaciones que con él
convivieron.
Así la caza del león era una actividad reservada a los
Faraones Egipcios, y reyes Babilonios, mientras que en la actualidad todavía es
pieza deseada por los jóvenes Massai en sus ritos de acceso a la madurez.
Tradicionalmente el león representaba las virtudes del valor
y la fortaleza, pasando a formar parte de los estandartes de diversas legiones
romanas y de ahí pasó a convertirse en elemento mítico de la heráldica medieval
europea, muy utilizado desde el siglo XII. Ya en 1148 aparece en el escudo de
Alfonso VII Rey de León.
Pese a su fama de fiero y expresión de las virtudes
heráldicas que representa, el león no deja de ser un animal salvaje y
sanguinario.
Es perfectamente conocido por los naturalistas que cuando un
león adulto vence al ya viejo y hasta entonces macho dominante de la manada, el
nuevo “jefe” mata a todos los cachorros menores del macho adulto vencido,
garantizándose así el pronto acceso a las hembras de la manada, que al cuidado
de sus crías no permitirían al macho aparearse con ellas hasta que aquellos, ya
suficientemente crecidos, se independizaran.
Este tipo de “infanticidio” ha sido también detectado entre
hipopótamos, lo que determina un parecido entre el fiero león y el gordo
hipopótamo que nada bueno dice a favor del primero.
Sin embargo, y aunque parezca mentira, el León no es tan
fiero como lo pintan, pues el mayor número de victimas humanas no se le puede
adjudicar al león, sino a su colega en prácticas infanticidas, el hipopótamo,
que estadÍsticamente es el animal salvaje que más muertes humanas provoca en África.
La ciudad de León, que no se llama así por el animal en
cuestión sino por la Legio VII Gemina, cuyo asentamiento primitivo en el año
No
conozco ningún personaje leonés relevante conocido por su apodo; solo los reyes
de la dinastía astur leonesa y los de la castellano leonesa se conocen por sus
apodos: “el Jorobado” (Alfonso Froilaz) “El Monje” (Alfono IV) El Craso”
(Sancho I) “El Malo” (Ordoño IV) “El Gotoso” (Bermudo II), “El Noble” (Alfonso
V), “El Grande (Fernando I), “El Fuerte” (Sancho II), “El Bravo” (Alfonso
VI) “el Emperador” (Alfonso VII), etc...
Sin
embargo a nadie poderoso se le había apodado cervatillo, muñeco o “Bambi” hasta llegar a nuestro ex
Presidente del Gobierno Zapatero. Por algo será, pese a que el ciervo, animal
bello y muy hispano, no es tampoco el muñequito de peluche que todos nos
imaginamos por influencia de la película de Walt Disney.
En
las dehesas es conocida la tozudez, el cegamiento de la poca inteligencia del
venado, en sus luchas de apareamiento, y no son extrañas las historias de
enormes ejemplares muertos en estas peleas que tienen lugar durante la
“berrea”; incluso se ha llegado a casos en que los contendientes se enredan de
tal forma con sus cuernas que son incapaces de separarse y acaban muriendo, ambos,
por agotamiento.
Debe
de ser la referencia a esta contumacia de morir en el intento, a este no
apartarse de la lucha aunque el error ─la muerte segura─ sea el destino final,
a su capacidad de enredarse hasta el infinito, lo que justifique la bondad de
este apodo aplicado a Zapatero en sus horas de joven militante leonés del PSOE.
Aunque
la verdadera intención de sus correligionarios instigadores del apodo fuese la
de definir a un blando, algo bobo y sinsubstancia muñeco de peluche.
En
defensa de aquellos debo reconocer que la realidad, en este caso, ha superado a
la ficción.
Peor es, no obstante, el apodo de “Antonio El Sepulturero” con
el que pasará a la Historia nuestro actual Presidente del Gobierno, también
Socialista y más malo que tonto, Sánchez, po vir razones en que no voy a
detenerme, pues ya han sido tratadas en otros de mis POST.
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