Somos humanos.
La perfección es
atributo de los Dioses, y al igual que la felicidad, Ellos tan solo nos dejan
intuirla.
Los pensadores
paganos de la antigüedad equiparaban las diferentes pasiones humanas con los
héroes imperfectos nacidos de los Dioses, y el ideal de lo perfecto solo
encontraba reflejo en los atributos de cada morador del Olimpo.
Junto a ellos
Apolo, dominando desde su morada del Parnaso el hogar de las Musas en el vecino
monte Helicón, les permitía inspirar pensamientos elevados a un pequeño grupo
de mortales escogidos, por el solo placer de ver a sus criaturas participar en
el conocimiento de lo eterno.
Pero el Mundo ha
evolucionado, los Dioses ya no existen, “Dios ha Muerto” como pretendiera el
todavía lúcido “Nietzsche” en uno de sus últimos escritos antes de entregar su mente a las
Bacantes.
¿Acaso nuestro
destino es ser pasto de la locura como recompensa a nuestros desvelos?
No lo se, pero
mientras mantenga la lucidez trataré de culminar mis reflexiones.
Todas estas cuestiones
me llevan a comentar la realidad circundante en clave de mitología y
literatura.
Así, podríamos
decir que hoy nos gobierna un hombre carente de Patria y de Bandera, que, como
si de Alcibíades se tratase, vende Atenas a Esparta y Esparta a Persia, a
cambio de la gloria instantánea y pasajera, sin pensar que su derrota no será
suya, si no que ya lo es para nuestra Patria y que
El Presidente del
Gobierno, como hiciera Ulises, persigue los mitos insondables en un piélago
abrumador de contradicciones, en busca de la recompensa de los Dioses, EL PODER
ETERNO, mientras Penélope, la opinión pública, su sufrida esposa, teje y desteje su tapiz, entre ilusiones y decepciones, esperando que termine
su travesía.
De nada sirven al
navegante los augurios de Tiresias, el adivino, la experiencia histórica
acumulada, que le previene de las trampas que encontrará en su singladura, ni
los cantos de las hijas de Melpómene, las Sirenas, que cual las brujas de Macbeth
le cantan “tuya será
Mientras tanto el
navegante, no se sabe si por inconsciencia o superficialidad, se entretiene
entre los brazos de la bruja Circe de Elgoibar, La Santa Compaña Gallega, o
algún genio botiguer de Cataluña, que le arropan entre sus promesas, sus ensoñaciones identitarias, su hacha
ensangrentada y su emponzoñada serpiente.
Sin embargo el
moderno Ulises engendrará un hijo monstruoso, que al igual que el vástago de
Circe y Ulises, Telégono, acabará con su progenitor entre enormes desventuras.
Efectivamente ningún hombre nacido de mujer podrá acabar con Macbeth, pero, algún día, el bosque de Birnam avanzará hacia Dunsinane para derrotarle.
Los votos, tarde o
temprano, desplazarán al Héroe de su atalaya, y la gloria no será ya de su
estirpe, su PSOE.
Y entonces será el
llanto y el crujir de dientes.
Pero
desgraciadamente no sólo los suyos, si no los de las víctimas de sus desatinos, sus
propios correligionarios.
Mientras que todos
nosotros reiremos satisfechos.
Y como siempre
concluyamos esta “Reflexión Heteróclita” con una nueva pieza musical. Hoy la “Patria
Tradita” de la Ópera Macbeth de Verdi.
©2024 JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA LOZANA
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