Estoy cansado de que mi perrita “Trufa” esté
desarrollando, con año y medio, su carácter Teckel y me castigue sin saludarme
durante días cuando vuelve a Casa después de haber tenido que dejarla al
cuidado de algún amigo por motivo de un viaje.
Estoy cansado de que el guardia que me pone una
multa de tráfico, además, me riña por la infracción cometida, como si la multa
no fuera ya suficiente castigo infligido.
Estoy cansado de que se venda como panacea de
los problemas de este mundo la “alianza de civilizaciones”, hasta el punto de
que el acto de entrega de los premios anuales de la cruz roja haya pasado a ser
de la cruz y la media luna rojas, sin valorar que el Islam se encuentra en un
proceso de radicalización peligroso.
Estoy cansado de que no acabe de recuperar
mi nivel de juego de Croquet anterior a mi crisis de salud, y no acabe de
cogerle el aire a la puntería, pegando habitualmente en las columnas verticales
de los aros, como si no fuera bastante penitencia, en si mismo, el golpe mal dado.
Estoy cansado de que, cada fin de semana los
responsables de tráfico riñan a los conductores por las muertes ocurridas en
las carreteras, como si esas muertes no fueran bastante castigo para la
sociedad, mientras demuestran la ineficacia de las medidas adoptadas al
respecto, y sin decirse que el lapso de tiempo de atención a los heridos en
estos accidentes, en España, duplica al de la media europea, lo cual, sin duda,
contribuye a incrementar nuestros índices de fallecimiento en carretera.
Estoy cansado de que se tache de “políticamente
incorrecta” la disensión respecto de los criterios de los partidos
mayoritarios, sin recordar que el gran valor de la democracia está,
precisamente, en la defensa de los derechos de las minorías, o de que se
considere a la oposición antidemocrática por no respetar los deseos de la
mayoría gobernante (también minoritaria), ocultando al ciudadano la verdadera
dimensión de la democracia, en la que la oposición debe hacer eso, oponerse a
los dictados del Gobierno y precisamente llevarle la contraria
Estoy cansado de que nunca me toque ni el
reintegro en la lotería primitiva, pese a que religiosamente haga mi apuesta
semanal.
Estoy cansado de que se alegue, frente a las
críticas al Islam radical, que también los Cristianos hicimos las cruzadas y
quemamos a pecadores en las hogueras con el fin de alcanzar el paraíso, sin
decir que dejamos de hacerlo hace cuatrocientos años, mientras ellos continúan
haciéndolo hoy en día.
Estoy cansado de ver como los llamados
“partidos progresistas” reinventan la historia y mienten descaradamente sobre
nuestro pasado para justificar sus erráticas posiciones políticas.
Estoy cansado de ver una situación política dominada por un gobierno demagógico de extrema izquierda marxista y populista y una oposición del PP incapaz de ilusionar.
Estoy Cansado de ver como en Europa se desprecia el origen Cristiano de nuestra civilización, como si nada hubiera ocurrido en el Continente antes de la Revolución Francesa.
Estoy cansado de ver las actuaciones, siempre partidistas,
de la Sra. Armengol, Presidente del Congreso, o de su vicepresidente, otro impresentable
sanchista como Gómez de Celis, contra los diputados de la oposición, entre las
ordinarias risotadas de los miembros de los partidos que sostienen al Gobierno.
Estoy cansado de tener que aceptar que lo bueno
éticamente no sea, casi nunca, correcto políticamente.
Estoy cansado de la doble moral pública y
privada, que trata de mantener una frontera infranqueable entre los
comportamientos privados y públicos, esencialmente de los políticos, pues me
cuesta aceptar que quien sea un golfo en su esfera privada pueda ser un alma
beatífica en el ámbito público.
Estoy cansado de que los “cómicos”, la gente de
la farándula, se hayan convertido en el referente cultural de nuestro tiempo
mientras caen los índices de lectura y aumentan los del fracaso escolar. (Lo
único sensato que he oído al respecto es la letra de una canción de Enrique
Urquijo que dice “que le voy a hacer si me vuelvo vulgar al bajarme de cada
escenario”)
Estoy cansado de que se nos acuse a los hombres
españoles de machistas alegando que la prueba está en los índices de maltrato a
mujeres que se producen en España, dramáticos sin duda e intolerables, pero sin que se nos diga que más de la mitad
de las solicitudes de alejamiento fueron pedidas por mujeres inmigrantes contra
sus parejas también inmigrantes.
Estoy cansado de la permanente cantinela del
cambio climático achacable a la irresponsabilidad de las sociedades
desarrolladas, cuando las series estadísticas metereológicas no tienen más de
200 años y “Gaia”, La Madre Tierra, viene adaptando su clima a las
circunstancias favorables o adversas de cada momento nada más y nada menos que
durante los últimos 4.500 millones de años, cifra en la que los astrónomos
fijan su edad.
Estoy cansado, francamente cansado, así que voy a dejaros descansar durante unos días, en los que voy a dormirme una larga siesta.
Y concluyamos conforme a nuestra costumbre, esta "Reflexión Heteróclita" con el aria "Pourquoi me Reiveller" de la ópera "Werthwer" de Massenett, interpretada por Pavarotti
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