En abril de 1937 aviones de la legión Cóndor, fuerzas de aviación alemana unidas al ejército del General Franco, escoltadas por cazas italianos, bombardearon la localidad de Guernica, causando aproximadamente 150 muertos, según cifras corroboradas por los historiadores que han estudiado este trágico episodio de nuestra Guerra Civil 1936-39.
El Presidente del Gobierno Autónomo Vasco, Sr. Ibarreche, ha convocado a una reunión en la villa foral vizcaína a los alcaldes y representantes de otras ciudades bombardeadas, como Dresde o Hiroshima, con la intención de convertir a Guernica en un símbolo internacional contra la guerra.
Lo más llamativo del asunto es que se compare el bombardeo de Guernica, en el que se produjeron no más de 150 víctimas, con los bombardeos de Dresde, Hiroshima o Nagasaki, ciudades en las que los muertos superaron, en cada una de ellas, los 150.000, mil veces más que en la villa vizcaína.
Por otra parte y según los estudios más serios, sobre Guernica se arrojaron unas 28 toneladas de bombas, muy lejos de las más de 1.200 toneladas de bombas que arrasaron la Capital de Sajonia o de los 15 y 25 kilotones de potencia nuclear respectivamente, de las bombas lanzadas sobre Hiroshima o Nagasaki.
Está muy bien que se realicen actos contra los bombardeos de poblaciones en las guerras ---táctica odiosa utilizada por todos los ejércitos a lo largo de las guerras ocurridas en el s. XX--- pero creo que el caso de Guernica es, en el contexto histórico y dentro del movimiento de la llamada “Recuperación
de la Memoria Histórica”, más un símbolo de propaganda que otra cosa, aprovechando el tirón propagandístico de la repercusión internacional lograda como consecuencia del cuadro pintado por Picasso con el mismo nombre.
Efectivamente, el Gobierno de la Republica encargó a Picasso un cuadro monumental para el Pabellón Español de la Exposición Internacional de Artes y Técnicas de 1937 en París.
Cuando se produjo el bombardeo de Guernica los bocetos del referido cuadro estaban ya muy avanzados, por lo que la inspiración del malagueño difícilmente se enrizaba en aquellos hechos.
En la copia del boceto insertado más arriba puede verse la primera intención de Picasso respecto de la obra que se le había encargado, y que no es más que una representación dramática de una corrida con el picador caído y el caballo muerto por el toro, sin referencia alguna a la guerra.
Lo que si es cierto es que, en una alarde propagandístico del activista de izquierdas que era Picasso aprovechó aquellos infaustos hechos para montar una operación propagandística, modificando la idea original de la pintura prevista con el fin de aportarle un mayor dramatismo y compromiso político.
Para ello incluyó en su cuadro, en los primeros días de mayo del 37, la escena de la madre con el niño en brazos; a la edificación de la derecha le añadió llamas; incorporó al hombre ardiendo, etc…, y le puso a la obra el nombre de “Guernica”.
Todo ello tal y como se aprecia en el boceto ulterior que aquí se reproduce, antes de llegar a la versión definitiva de esta maravillosa, aunque politizada, obra de arte: ya absolutamente vinculada a los horrores de la guerra en homenaje a la Guernica bombardeada.
¿Y a cuento de que esta reflexión heteróclita? Pues sencillamente al hecho de que si yo tratase de determinar quien sea el paradigma de ciudad bombardeada, no elegiría, desde luego, a Guernica, pues los hechos son tozudos. Guernica, en 1937, era una villa de apenas 5.000 habitantes cuya única gracia era ser la localidad en que se encontraba la antigua Casa de guernica 6 de 11 Juntas, símbolo de la antigua soberanía foral de los territorios vascos con el legendario roble bajo el que los Señores de Vizcaya juraban lealtad a las viejas leyes vizcaínas y donde se celebraban las reuniones de las antiguas Juntas. Arbol que los requetés navarros custodiaron con un reten al efecto tras la toma de la Villa por los nacionales.
Su bombardeo, sin embargo, no se debió a esta circunstancia, ajena por completo a las estrategias militares, sino al hecho de que estaba en la línea de penetración de las fuerzas nacionales en su ataque
al flanco derecho del “cinturón de hierro” o defensas de Bilbao.
De hecho la ofensiva final a Bilbao comenzó con los bombardeos de Guernica y de las defensas del
del monte Sollube por la Legión Cóndor, facilitando guernica 7 de 11 la superación del cinturón de hierro de Bilbao ---otra fallida línea magninot--- por la Brigada mixta Flechas Negras y las Brigadas Navarras, hasta la definitiva toma de Bilbao el 19 de Junio.
Entre las autoridades invitadas a los actos promovidos por Ibarreche se encontraban los alcaldes de otras ciudades objeto de bombardeos masivos cuya “destrucción injustificada” presentaría mayores merecimientos para erigirse en “símbolo de los sufrimientos en la guerra” que la Villa de Guernica.
Se trata de las ciudades de Dresde, Hisroshima o Nagasaki, destruidas durante la II Guerra Mundial no por la barbarie fascista o comunista, sino por la acción de los ejércitos de las democracias occidentales en guerra.
Hiroshima bombardeada
Dresde bombardeada Dresde,
que en 1945 tenía una población de unos 600.000 habitantes, y que en las fechas de los bombardeos reunía cerca de un millón de personas si se contabilizan todos los desplazados del frente Este que huían de la ofensiva del ejercito rojo, no era un centro militar ni industrial de primer orden, ni una plaza militar cuya resistencia hubiera que doblegar para garantizar el avance de tropas terrestres de los aliados, sino que fue elegida por su carácter de símbolo de ciudad monumental con cuya destrucción se humillase a Alemania facilitando su desmoralización y consecuente derrota.
Y lo mismo sucedió con las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, con cuya destrucción se buscó y obtuvo, la rendición incondicional del Japón ante el temor de nuevos ataques nucleares.
Sin embargo echo de menos en esos actos propagandísticos la presencia de representantes de otros “desastres de la guerra” Así, en primer lugar, entre los asistentes al acto no estaba invitado el Alcalde de Oviedo, ciudad que como ya he contado en otro de mis escritos, fue sitiada durante meses por las fuerzas de la República, asedio durante el que fue objeto de 130 bombardeos aéreos, algunos de 13 horas seguidas, durante los que recibió más de 10.000 bombas de aviación, lo que supone, aproximadamente, el doble que las arrojadas sobre Guernica, tal y como cuenta Francisco Camarero en el periódico “La Nueva España” el 6 de marzo de 2004, en su página 48, sin que el bombardeo y destrucción de la ciudad haya sido nunca lamentado por los “progresistas” ni haya dado lugar a ningún desagravio por los causantes de aquel desastre.
Pero claro, los sitiados eran fascistas y no leales republicanos…
Oviedo tras los bombardeos
No he visto tampoco al alcalde de Londres, ciudad que durante la misma II gran guerra fue objeto de bombardeos indiscriminados, tanto aéreos, como el famoso Blitz que entre el 7 de septiembre de 1940 y el 16 de mayo de 1941 provocó alrededor de 43.000 muertes, y destruyó más de un millón de viviendas, o los ataques con los cohetes llamados bombas voladoras V-1 y V-2, que causaron más de 5.000 muertes, destruyendo o dañando seriamente entorno a 13.000 casas.
Ni al alcalde de Liverpool, que también sufrió su Blitz /ataque aéreo particular entre el 1 y el 7 de mayo de 1941, que con más de 800 toneladas de bombas de gran tonelaje y cerca de 100.000 bombas incendiarias, sufrió 1.700 muertes y la destrucción de los hogares de más de 75.000 personas.
Liverpool bombardeado
En definitiva, Guernica no es la muestra paradigmática, como propagandísticamente quiere hacérsenos creer, de la brutalidad fascista, ni de los excesos de laboratorio de la Luftwaffe, sino una
lamentable acción de guerra similar a los centenares de ellas que se produjeron desde todos los bandos contendientes durante nuestra guerra civil o la II Guerra Mundial, todas ellas execrables.
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