El Presidente del “Gobierno de España” Sr. Rodríguez, se ha reunido con 37 de los principales empresarios españoles en el Palacio de la Moncloa para buscar su colaboración en la “Solución de la Crisis”
Al finalizar la reunión Rodríguez ha dicho que el Gobierno se ha comprometido a llevar a cabo las reformas —ya anunciadas en el pasado mes de mayo— “con la mayor celeridad posible”, al tiempo que ha pedido a los empresarios que se comprometan a realizar mayores exportaciones e inversiones que colaboren a la solución de nuestra pésima situación económica.
La reunión, a parte de inútil, pues la opinión de los empresarios la conoce el Presidente a través de los diferentes informes que ha venido remitiendo la CEOE al Gobierno durante los dos últimos años, y dar la impresión de ser un pueril respuesta de Rodríguez a la carta dirigida por más de cien empresarios al Rey, me recuerda un pasaje de los evangelios en la que Jesús pregunta a un poseído cual era el nombre del espíritu inmundo poseedor y este contestó “Mi nombre es legión, pues somos muchos”.
Y efectivamente “Legión” eran los empresarios convocados, pues eran muchos, aunque intrascendente su presencia en Moncloa e inútil el intento de Rodríguez de conseguir algo efectivo frente a la crisis, cuya responsabilidad no debe tratar de compartir con los empresarios, sino allanando los problemas estructurales que presenta nuestra economía, de modo que se facilite a estos, a los empresarios, su reanimación.
Porque lo cierto es que nuestra crisis es una crisis financiera que hunde sus raíces, por una parte, en el endeudamiento de las entidades financieras, fundamentalmente por consecuencia de la burbuja inmobiliaria, y de otra en la financiación del gasto desbocado de las administraciones del Estado, las Autonomías y los Ayuntamientos y no una crisis económica convencional, aunque se haya acabado convirtiendo en ella como consecuencia de la reducción del consumo privado ante la falta de liquidez de las empresas, que ha acabado en millares de cierres empresariales y millones de parados, la reducción de las retribuciones de funcionarios y pensionistas y el encarecimiento de los productos de consumo como consecuencia de la subida del IVA.
Y así nos encontramos con que la crisis y su posible solución son como una pescadilla que se muerde la cola, un maldito círculo vicioso, un torbellino de incertidumbre, un remolino sin salida.
Ante esta situación la pregunta obligada es: ¿Y si se convocan elecciones y gana el PP, se solucionarían las cosas?
La respuesta no puede ser más que el escepticismo, pues no creo que la solución dependa de las decisiones más o menos acertadas de nuestro Gobierno, aunque sí que es cierto que la derecha, económicamente, es más disciplinada y mejor administradora que la izquierda y muy posiblemente la desaparición de Zapatero, es decir de Rodríguez, de la Presidencia de nuestro Gobierno, produciría, al menos, una ilusión, tal vez ficticia, de cambio y por tanto de ilusión, y no puede negarse que el índice de confianza de los consumidores, esa fría cifra que refleja el estado de ánimo consumista de los ciudadanos, mejoraría indudablemente, con lo de positivo que ello tendría para la economía.
Jesús
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con tu visión sobre la reunión; especialmente por que fue una torpe reacción sobre la carta al rey (el informe de Everis) y ZP la planteó, a bombo y platillo, mas como un objetivo de imagen(reunirse)que como un medio de acción.
Sin embargo, a pesar de la inutilidad aparente de la reunión de Merlín con los Caballeros, creo que ha tenido su efecto, si bien indirecto. Que le digan los notables, en público y con repercusión mediática, lo que todo el mundo le dice, es eficaz.
Respecto a elecciones anticipadas, soy totalmente contrario. Ahora ZP, si bien tarde y a rastras, está adoptando medidas razonables. Mantener a España durante unos cuantos meses pendiente de unas generales séría desastroso.
Un abrazo
Hola de nuevo, Jesús,
ResponderEliminarYo creo que esa reunión llevaba la intención de "relajar" a los mercados, como sobradamente sabrás, ante las críticas que nos llueven de todas partes y el dedo que nos apunta como "el siguiente país que va a caer".También es cierto que puede que, a la larga, vuelva a resultar algo intrascendente, como bien dices.
A ver si salimos "de ésta" sin necesidad de tanta "espantajería y mamarrachez" (como dicen unos conocidos cómicos) y dejamos de movernos en la "improvisación y la inmediatez sin previo cálculo de las consecuencias".
Lolita