A diferencia de Chateaubriand hablo frecuentemente de mis intereses, de mis emociones, de mis trabajos, de mis ideas, de mis afectos, de mis alegrías, de mis tristezas, sin pensar en el profundo tedio que el francés temía causar a los demás hablandoles de si mismo.
Os recomiendo la lectura de este post tomado de la página CO2 de Antonio Uriarte, pues se treata de una interesante visión de las causas de la crisis económica mundial, que incita al llanto.
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