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viernes, 6 de octubre de 2023

CUAN ANGOSTO ES EL CAMINO AL PARAÍSO....

 


Me plantea un amigo cuestiones que son difíciles de contestar y que se refieren a la existencia de la fe, posiblemente tras repasar algun post de mi blog, y con la siguiente misiva:

Querido Jesús: Cuan angosto es el camino hacia el paraíso, Quien sabe, tal vez tengamos la hoja de ruta grabada en nuestro subconsciente, pero que enorme grito de angustia cerrar las puertas a la fe y acabar en la descreencia. En cualquier caso, crea o no, no estoy dispuesto a aceptar a un Dios vengativo que entrega la gloria quienes secundan sus mandamientos y cantiga,, en un juego retributivo del bien y del mal a quienes le desobedecen.”

Cuan angosto es el camino hacia el paraíso....

Quien sabe, tal vez el libro de instrucciones venga grabado en nuestro subconsciente cual el software de los cachivaches que llenan nuestras vidas.

Los filósofos clásicos partidarios del “iusnaturalismo” consideraban que determinadas “potencias” espirituales eran consustanciales al hombre, implícitas a su propia existencia, inspiradas desde la naturaleza propia de las cosas, por el Creador o por la propia Evolución de las especies según construcciones más tardías, como un código genético indeleble a modo de evolución de los instintos animales.

O tal vez se nos grabe, a sangre y fuego, en el subconsciente por la propia sociedad en la que nos desarrollamos, desde el momento mismo en que se nos inflige la vida.

¿Por qué el rechazo de la fe habría de ser un grito de angustia....?

 La angustia es la descreencia misma....: ¿Qué mayor angustia que vernos huérfanos en la inmensidad de nuestra propia existencia?

No pienso que el rechazo de la fe pueda ser considerado desde las perspectivas de la culpa o el victimismo, salvo en cuanto reacción anímica frente a una situación “anómala” que se plantea en el círculo más intimo de cada individuo, pues algo de “antinatural” tendrá cuando da lugar a una situación anímica tan peculiar de “pugna interna”.

Si la falta de fe, la descreencia, fuera algo adecuado a la naturaleza del hombre, al igual que la respiración o el sueño, no daría lugar a debates intelectuales tan intensos.

Y no quiero circunscribir mis reflexiones al ámbito de la fe conforme a las doctrinas de los credos imperantes, ya sean cristianos, budistas, animistas mahometanos...., si no a la consideración de la existencia “trascendental” de ser humano, de la existencia de su espíritu entendido como algo más que el resultado de una afortunada conjunción de conexiones neuronales..... y de la creencia en un más allá que exista por encima de consideraciones retributivas.

El alma es y existe y su destino es reunirse con el sumo hacedor, en la glorificación de su esencia y si negamos esta “verdad” no nos queda más consuelo que pensar que el fin de nuestra existencia sería tan absoluto, que al fin y a la postre, no seríamos más que materia absurda destinada a su desaparición y que solo los genios tendrián futuro en nuestro mundo conforme a lo expresado por CICERON: La vida de los muertos perdura, tan solo, en la memoria de los vivos


Sin embargo, desde una posición de Fe, el camino nos es enseñado a los creyentes Cristianos por Cristo. Así Juan 14 nos relata las palabras de Jesús al respecto:

«No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.» Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto."

Pensemos que, desde esa perspectiva del creyente, el rechazo de la fe habría de ser un grito de angustia.

David, en los párrafos 17 y 18 de su Salmo 69 nos dice

No escondas de tu siervo tu rostro, Señor, porque estoy angustiado. ¡Apresúrate, óyeme!¡Acércate a mi alma, redímela!

 La angustia es, pues, la descreencia misma... 

¿Qué mayor angustia que vernos huérfanos en la inmensidad de nuestra propia existencia?

        Y quiero concluir esta reflexión con el video del Canon in D Major para 2 Trompetas, Organo y Orquesta de Johann Pachelbel



  



 

 


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