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jueves, 20 de mayo de 2010

ROJO, UTOPICO Y FEMINISTA

Esa es la autodefinición que pronunció José Luis Rodríguez, Presidente de Gobierno Español, en un reportaje publicado por la revista “Marie Claire” en el mes de octubre de 2005. Pasados los años y a la vista de lo visto, yo más bien le definiría como oportunista, inculto, naíf y resentido. Y porqué no preguntárselo, ¿tal vez masón? Pues tal vez y así parece deducirse de las informaciones recopiladas, entre otros, por Cesar Vidal. A lo largo de los últimos doscientos años la masonería ha jugado un papel primordial en la vida política española como defensora de sus ideas, primero contra las instituciones del antiguo régimen, con apoyo explicito a Napoleón como impulsor de los principios revolucionarios franceses y más tarde como adalid de los principios del laicismo más radical y del despotismo ilustrado más feroz. Pero volvamos a nuestra primera reflexión, pues lo cierto es que la conclusión a la que hemos llegado después de los años transcurridos desde la entrevista citada, es que Rodríguez ni es Rojo, ni es utópico, ni es feminista. Y voy a explicar porque. No puede ser “rojo” —en su más autentico sentido— quien en las Cortes Generales se ha auto proclamado, respetuoso del libre mercado y no intervencionista en la economía, pues el marxismo y no otra cosa es el “rojerío”, es precisamente contrario al libre mercado y a la propiedad privada y consecuentemente a la libre empresa, y sus políticas económicas son esencialmente intervensionistas y planificadoras de la economía socializada. Por otra parte los recortes a los beneficios sociales de los funcionarios y pensionistas, recientemente adoptadas por su gobierno, son profundamente antisociales, lo que es argumento nuevamente en contra de su carácter de “rojo”, salvo, naturalmente, que sea un mentiroso contumaz y compulsivo, o peor, un oportunista. Eso sí, para no tener que acometer nuevos recortes, pues esta vez afectaría al “pesebre” —es decir a las subvenciones, asesores, contratados a dedo, sindicatos y partidos, entre otros— anuncia que va a subirnos los impuestos. Por otra parte, tampoco es "feminista", por muchas ministras que nutran o engalanen su gabinete, porque el autentico feminismo es la defensa de la mujer en su verdadera esencia y no un mero intento de equiparación de la mujer al hombre, cuyos mayores logros han sido la feliz ocurrencia de la Ministra de Igualdad, Srta. Aído, con su “Miembros y Miembras” dirigido a sus señorías los Diputados en una de sus comparecencias ante el Congreso; o la adaptación de los uniformes de las fuerzas armadas por la Ministra Sra. Chacón a los esquemas tipológicos “pera” “diabolo” y “ovalo” definidos por el Ministerio de Sanidad, que ha invertido ingentes recursos para la normalización de las tallas de las prendas de vestir femeninas. Y por supuesto, y finalmente, no es "utópico", porque “Utopía” no es sino el lugar perfecto e imposible relatado por Tomás Moro, cuando el más elevado pensamiento político de nuestro presidente no es “Pensamiento utópico”, sino “Pensamiento Alicia” como acertadamente lo ha expresado Gustavo Bueno en la siguiente reflexión: "Lo característico del pensamiento utópico, consistiría en que la sociedad que en él se nos describe nos es presentada precisamente como irreal; una presentación llevada a cabo por procedimientos literarios «inmanentes» (una utopía no contiene informaciones sobre los caminos o medios que hay que seguir para alcanzar la sociedad descrita por ella). El autor o el lector de utopías podrá creer o no creer en la posibilidad o en la existencia de esas sociedades futuras, generalmente pacíficas y felices; pero sabe que estas «sociedades» no son de este mundo, y en todo momento conoce las distancias que separan a la utopía de su realidad. Hay otro tipo de pensamientos irreales, creados por personas individuales, que nos ofrecen descripciones o proyectos sobre sociedades futuras, felices y pacíficas (como las utopías), pero que, sin embargo, no poseen la característica que hemos señalado en las utopías, porque no nos ofrecen indicios sobre su lejanía o sobre las dificultades insalvables que se interponen para alcanzarlas. Simplemente se nos introduce en ese mundo irreal sin medir las distancias que guarda con el mundo real nuestro; se nos presenta un mundo visitable y visitado de hecho por los hombres, a la manera como Alicia visitaba, según Carroll, el País de las Maravillas. Es a este tipo de pensamiento al que llamamos «Pensamiento Alicia». La característica del Pensamiento Alicia, tal como la hemos dibujado, es la borrosidad de sus referencias internas y de las referencias del mundo de quien imaginó el texto literario, la indistinción entre el mundo descrito y el mundo en el que vive su autor, la borrosidad de las referencias internas del mundo que describe y la ausencia de distancia entre ese mundo irreal y el nuestro. Por ejemplo, porque se supone que el mundo imaginado es el mismo mundo real, su otra cara ya existente y accesible mediante adecuados actos de voluntad". En definitiva el Presidente Rodríguez no es un utópico, sino que, como Alicia, es un inculto naíf, que confunde utopía con inconsistencia intelectual, realidad con deseos extravagantes. Finalmente nos falta tan solo referirnos a una más, la última, de sus características intelectuales, pues el Presidente Rodríguez es, aunque naturalmente y por serlo nunca lo diría, un “resentido”. Marañón En su obra “Tiberio, historia de un resentimiento” nos dice que: “Coincide muchas veces el resentimiento con la timidez. El hombre fuerte reacciona con directa energía ante la agresión y automáticamente expulsa, como un cuerpo extraño, el agravio de su conciencia. Esta elasticidad salvadora no existe en el resentido. Muchos hombres que ofrecen la otra mejilla después de la bofetada no lo hacen por virtud, sino por disimular su cobardía; y su forzada humildad se convierte después en resentimiento. Pero, si alguna vez alcanzan a ser fuertes, con la fortaleza advenediza que da el mando social, estalla tardíamente la venganza, disfrazada hasta entonces de resignación. Por eso son tan temibles los hombres débiles —y resentidos— cuando el azar les coloca en el poder, como tantas veces ocurre en las revoluciones. He aquí también la razón de que acudan a la confusión revolucionaria tantos resentidos y jueguen en su desarrollo importante papel. Los cabecillas más crueles tienen con frecuencia antecedentes delatores de su timidez antigua y síntomas inequívocos de su actual resentimiento.” Conclusión, que el Presidente Rodríguez no es rojo, no es feminista, no es utópico y es un resentido, así que lo único que le queda, si quiere distinguirse de “los demás”, es hacerse “gótico” como sus hijas, y a lo peor, así… Aunque lo mejor sería que se fuese.

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