Ya Nietzsche, a finales
del s.XIX, criticaba la actitud “gregaria” de la sociedad democrática europea.
Efectivamente en su obra
“En busca del bien y del Mal” nos dice:
“Dado que,
desde que hay hombres, ha habido también, en todos los tiempos, rebaños humanos
y que siempre han sido muchísimos los que han obedecido en relación con el
pequeño número de los que han mandado, es lícito presuponer en justicia que,
hablando en general, cada uno lleva ahora innata en sí la necesidad de
obedecer, cual una especie de conciencia formal que ordena: «se trate de lo que
se trate, debes hacerlo incondicionalmente, o abstenerte de ello
incondicionalmente», en pocas palabras, «tú debes». ...... Si imaginamos ese
instinto llevado hasta sus últimas aberraciones, al final faltarán hombres que
manden y que sean independientes, o éstos sufrirán interiormente de mala
conciencia y tendrán necesidad, para poder mandar, de simularse a sí mismos un
engaño: a saber, el de que también ellos se limitan a obedecer."
para continuar
diciéndonos:
“La degeneración global del
hombre, hasta rebajarse a aquello que hoy les parece a los cretinos y majaderos
socialistas su «hombre del futuro», — ¡su ideal! — esa degeneración y
empequeñecimiento del hombre en completo animal de rebaño (o, como ellos dicen,
en hombre de la «sociedad libre»), esa animalización del hombre hasta
convertirse en animal enano dotado de igualdad de derechos y exigencias son
posibles, ¡no hay duda!.
Quien ha pensado alguna vez
hasta el final esa posibilidad, conoce una náusea más que los demás hombres, —
¡y tal vez también una nueva tarea!...”
Quien
examine la conciencia del europeo actual habrá de extraer siempre, de mil
pliegues y escondites morales, idéntico imperativo, el imperativo del temor
gregario: « ¡queremos que alguna vez no haya ya nada que temer!» Alguna vez… —
la voluntad y el camino que conduce hacia allá llámase hoy, en todas partes de
Europa, «progreso».”
Es precisamente a ese
progresismo radical intolerante al que debemos oponer nuestra individualidad,
nuestro espíritu libre, para evitar que, como dijera Jünger:
“Si los
lobos contagian a la manada, un mal día el rebaño se convierte en horda.”
Y eso es precisamente lo
que provocan los movimientos revolucionarios radicales de izquierdas,
transformar los “rebaños” en “hordas”, y los ejemplos vividos en España durante
los últimos meses son evidentes, las "hordas", los movimientos
antisistema, han hecho suyas las calles en huelgas y manifestaciones, y el
ciudadano medio se ve obligado a aceptar esa situación ante la inoperatividad,
cuando no pasividad, de la "Autoridad".
La gravedad de los
acontecimientos que llevamos viviendo estas últimas semanas, desgraciadamente,
recuerda la indolencia ante los abusos radicales de la izquierda montaraz, en
que incurrió, siempre, la “autoridad” —si acaso se la pudiese llamar así— republicana
y que nos deslizó irresponsablemente, al precipicio de la Guerra Civil en 1934.
Con el mismo talante
propio de un bolchevique cualquiera como “Largo Caballero”, desde los partidos
de izquierdas se descalifica a los “fascistas” que se manifiestan con banderas
españolas con el escudo franquista —sea o no criticable— pero se considera, por
el contrario, y sectariamente, que constituye una práctica de libertad de
expresión el ondear de banderas republicanas o los insultos al Rey y a las
Instituciones del Estado, o a la Iglesia, por parte de los
“bolcheviques” —lo cual me parece un disparate—.
La manifestación protagonizadas
reiteradamente en distintas ciudades de España por los antisistema no son sino
una muestra más de ese sentimiento gregario del "rebaño", atormentado
por el miedo, la incultura, la educación disparatada y el adoctrinamiento recibidos
en la escuela pública con los programas educativos elaborados por los
nacionalistas o ultra izquierdistas, la propaganda y el absoluto
desconocimiento de la verdad, "rebaño" que contaminado por los
lobos, se ha hecho horda, al fin y al cabo…
Al final constituye
una dramática legitimación, por una parte importante de la sociedad,
de la violencia como arma política, situación de difícil solución y de hondas
raíces marxistas revolucionarias, pues el derramamiento de sangre ha sido
fomentado por la izquierda reiteradamente:
Y como muestra varios botones:
Y como muestra varios botones:
El ahora ensalzado por
“demócrata” —cuando realmente era un bolchevique comprometido, aunque fuera un
gran poeta— Miguel Hernández cuando decía:
"Juventud
que no se arriesga, sangre que no se derrama, ni es sangre, ni es
juventud"
o Jean Paul Sartre, paradigma de la "gauche divine", que
afirmaba, en su “parcialismo” de izquierdas, que:
“La violencia es injusta según de dónde
viene.”
o
Josef Stalin, sin comentarios:
“La
violencia es el único medio de lucha, y la sangre el carburante de la
historia...”
Manifestaciones de la
izquierda que, con olvido, siempre, de lo expresado, entre otros, por el
novelista, poeta y ensayista norteamericano Wendell Berry:
“La
violencia engendra violencia. Los actos de violencia cometidos por la
"justicia", en la afirmación de "derechos" o en defensa de
la "paz" no acaban con la violencia, sino que preparan y justifican
su continuación.”
Constituyen la esencia de aquello contra lo que debemos oponer,
formalmente, nuestra condición de individuos libres, únicos e irrepetibles,
considerando no que cada uno de nosotros sea demasiado diferente, sino que los
demás son, todos, demasiado iguales.
Y a cuento de que esta reflexión
heteróclita anti extremista, incluso puede que ya repetida, pensarán mis
lectores, pues a cuento de los resultados habidos en las últimas elecciones al
Parlamento Europeo y el auge electoral en España de un movimiento marxista
radical y antisistema llamado “PODEMOS”, liderado por un joven profesor
universitario que, amén de haber demostrado que cuenta con un equipo que sabe
mover los medios de comunicación y la propaganda de modo magistral ─como todos
los movimientos totalitarios─ demuestra también su calaña totalitaria diciéndonos,
entre otras lindezas:
“Israel es una Dictadura, mientras que
Cuba y Venezuela son auténticas democracias”
Ó
“Hay que
establecer un salario máximo, y un salario mínimo para todos los ciudadanos,
trabajen o no”
Es decir, que ya estamos con la
demagogia populista radical de la izquierda más pura.
Y
mientras tanto, los llamados “partidos constitucionalistas”, se desangran
electoralmente, sin que se vea una reacción de sus líderes en busca de los
votos perdidos.
Y
las élites culturales, aunque ellos no se consideren tales, pues no está de
moda no ser de la masa vulgar, aplauden el fin del “bipartidismo” y se alegran,
con su corazón henchido de felicidad, por la presencia en las instituciones de
esta caterva de antisistemas, ─
“Marcianos” los llamó muy acertadamente Bieito Rubido en una reciente tertulia
televisiva─ pero a ninguno se le ocurre recordar que Hitler alcanzó el poder en
unas elecciones democráticas y que una vez instalado en el poder,
legítimamente, comenzó la destrucción de la democracia, o que los padres de
estos monstruos de la izquierda ─Lenin,
Stalin, Mao, Fidel, etc…─ conquistaron y han mantenido el poder omnímodo sobre
sus pueblos a base de derramar la sangre de los disidentes.
Y los “modernos” se mueren de
risa porque la “gente de derechas” está “cagada” con la vuelta de los radicales
comunistas.
No seamos simples y analicemos la
gravedad de los acontecimientos.
En Francia ha ganado las
elecciones con holgura la “ultraderecha” del Frente Nacional de Le Pen, en
Inglaterra los “Euroescepticos”, situados fuera del juego de los partidos, en
Grecia los Comunistas, y en España parece ser, según todos los analistas, que
los votantes del PP se han quedado en casa para castigar a su partido, mientras
que el voto de izquierdas se ha radicalizado onsiderablemente.
Esperemos que la reacción de los
“Pueblos Soberanos” de la vieja Europa sea meramente coyuntural, como reacción
a los problemas que atravesamos ─Crisis, Corrupción y paro, esencialmente─ y
que las aguas vuelvan a sus cauces habituales, pues si la tendencia del voto es
de carácter “estructural” vayamos preparando a nuestros nietos para que sepan
que volverán a tener que “batirse el
cobre” por los campos de Europa en busca de una identidad perdida y de una
libertad gravemente amenazada.
Y mientras tanto los musulmanes
esperan sentados ante la puerta de sus casas, esperando ver pasar por delante
de ellas el cadáver de su enemigo: “La cultura y modo de vida occidentales”
ADENDA
En el último momento,
antes de publicar esta reflexión salta la gran noticia: S.M. EL REY JUAN CARLOS
HA ABDICADO.
Y ya tenemos a los perroflautas de la izquierda montaraz ─y que conste
que lo de montaraz no es un insulto, aunque dudo que los aludidos sepan que tan
sólo se refiere a “la Montaigne” o puestos elevados de la Asamblea Francesa que
ocuparon los radicales tras la Revolución─ proponiendo la III República y
promoviendo movimientos callejeros al estilo de los años 30 del siglo pasado
para su consecución, sin darse cuenta de que hoy no es ayer y que las
instituciones hoy, no como ayer, si funcionan y no lo van a tener tan fácil como
para lograr, por alcanzar un puñado de escaños en unas elecciones europeas,
mover los cimientos políticos de nuestra Sociedad, por mucho que la II
República tuviese su origen en una elecciones locales perdidas por los
republicanos.