Varias noticias de prensa de estos últimos días me llenan
de estupor y me plantean una cuestión de fondo, importante:
¿Qué le pasa a la sociedad?
Según las encuestas de la Unión Europea, España se sitúa
por encima de la media de los países de la Unión, tanto en número de profesores
en los diferentes niveles educativos como en su retribución comparada con la de
sus colegas ruropeos. Sin embargo, en el fracaso escolar también somos el número
1 de toda la Unión Europea.
Por otra parte, mientras el concepto de privatización de
los servicios públicos es una recomendación permanente de las instituciones
europeas, aquí lo público es «sacrosanto».
Mientras tanto, el aborto no es considerado una solución
trágica a situaciones dramáticas, sino como un derecho fundamental de las
mujeres, que ciertamente responde a razones esencialmente hedonistas o
puramente económicas.
Los jóvenes de educación secundaria se manifiestan contra
la ley de educación aprobada por el Gobierno al grito de «la solución es la
revolución», cuando dudo que alguno haya leído la ley, o la haya entendido.
Estamos, pues, instalados en un conjunto de tópicos de
raíz marxista, sin que la propia sociedad sea consciente de ello.
Estamos viviendo en la tercera década del siglo XXI
nuestro propio mayo del 68.
¿Pero, a qué responde esta actitud ciudadana?
La respuesta
simplista es fácil: en momentos de crisis económica adobada por escándalos de
corrupción, económico políticos, es normal que se manifieste la Sociedad.
Sin embargo, yo pienso que hay razones de fondo mucho más
importantes que esa pretendida reacción social espontánea.
Mayo del 68, constituyó la más exitosa operación de AGITPROP
protagonizada por el PC francés, secundada
por los PC, español e italiano.
La consecuencia en relación con los mismos fue la
aparición del llamado “eurocomunismo” consistente en el teórico abandono de la
política revolucionaria, la aceptación de la integración en el juego de las democracias
occidentales, aplicando la doctrina de la revolución científico, técnica y no
violenta.
Pero sociológicamente hubo otras consecuencias mucho más
profundas, pues partiendo del concepto comunista, recogido en su manifiesto, de
superación de la figura de la familia burguesa y la liberación de la mujer de
la prostitución oficial que se maquilla en matrimonio, (según Marx) se inspira el “Movimiento Feminista”.
En todos y cada uno de los autores de aquel movimiento,
desde su dinámica asamblearia o su oposición a la autoridad política
establecida, aunque su legítimo origen esté en las urnas, se produce la
búsqueda de raíces ideológicas, como Stefan Hesell y su obra indignados, que no
hace sino aconsejar la vuelta a los modos de actuación de la resistencia
francesa de posguerra en su más puro estilo comunista, cuyo objeto no es otro
que derribar la sociedad burguesa.
Y lo más lamentable de todo es que los jóvenes,
desconocedores del fracaso a la larga que supuso aquel mayo, o las
consecuencias dramáticas de descomposición de la sociedad que implicó, vuelven
hoy, inocentemente, a las andadas, como si hubiesen descubierto la modernidad.
Algo nuevo, nunca experimentado, olvidando que ya los
clásicos advertían de la indignación natural del joven Inexperto.
Al final, todo ello no es sino una muestra del mal que
aqueja a nuestra sociedad y que no es otro que SU POLITIZACIÓN.
La política ha desbordado los cauces normales en la que
debería moverse y ha anegado la vida social, contaminando todo de un
contenido político que la sociedad civil no tendría por qué gestionar.
Y al final nos damos cuenta de que izquierda o nueva
izquierda, Mareas, Más, Sumar, o como quiera que se intente un nuevo nombre, no
es más que la tapadera bajo la que se oculta el comunismo, que incapaz de
evolucionar, no ha sabido superar viejos tópicos y la demostración de la
falsedad de sus asertos es que no hace sino una política puramente decimonónica
de lucha de clases en un empeño de huir de la sociedad burguesa.
Y ya no por defensa de sus principios fallidos, sino por
resentimiento y ambición personal de sus líderes.
A ello contribuye un PSOE sanchista, desnortado, con un
liderazgo y unas ideas que se radicalizan volviendo a unos orígenes marxistas,
nunca del todo olvidados, y al final tan solo vemos el triunfo de un FrentePopulismo
de Sainete, el de «Quítese usted que ya estoy yo».
Y todo ello está permanentemente presidido por una provocada
politización de la Sociedad Civil.
En cualquier sociedad civil, el pueblo soberano ejerce
sus derechos en las urnas periódicamente y asume roles que el Estado o las
administraciones periféricas no asumen.
Pero no trata de suplantar al poder político establecido.
No trata de imponer leyes a los legisladores ni acciones
de gobierno del Ejecutivo.
Eso solo lo hace la izquierda de influencia marxista,
pues, está en su esencia.
Efectivamente, el manifiesto comunista nos dice que el
proletariado ha de destruir hasta la última astilla del sistema burgués,
destruirlo de raíz para previo al establecimiento de la Dictadura del proletariado,
imponer el comunismo, y tales ideas, aunque agazapadas tras el lenguaje populista de la extrema izquierda, sigue latente en sus almas.
Y el AGITPROP de los nuevos redentores sociales se ciñe
esencialmente a eso, a manipular, a una sociedad asustada y politizada, poniéndola
su servicio.
Que Dios nos pille confesados si esto acaba en un nuevo
frente popular.
Y concluyamos, como siempre con una pieza musical, hoy el "Coro de los Proscritos Escoceses" de la ópera Macbeth de Verdi.
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