En
su obra "La revolución de las masas", Ortega y Gasset propone un
concepto interesante: el hombre-masa.
Según Ortega, el hombre-masa no es un individuo promedio, sino alguien que encarna las características y tendencias de la sociedad moderna, una sociedad que valora la conveniencia, la mediocridad y la uniformidad por encima de todo.
Una de las ideas clave desarrolladas por Ortega es que el hombre-masas está "ahíto de estupidez", pero, siendo consciente de su propia falta de profundidad, en lugar de esforzarse por superarse a sí mismo, se contenta con su mediocridad y acepta ser manipulado y controlado por otros individuos más astutos, pues es fácilmente influenciable, incluso manipulable, por las ideas y opiniones de aquellos que ostentan el poder.
Esta tendencia se ve exacerbada por los medios de comunicación, que desempeñan un papel importante en la configuración de una visión sesgada —al servicio del poder— del mundo y de las preferencias de los ciudadanos.
Además, Ortega cree que la conformidad y la homogeneidad del hombre-masa son perjudiciales para su verdadera individualidad, su libertad y su desarrollo personal.
El hombre-masa busca ajustarse a las normas e ideales sociales, a menudo a expensas de su propia libertad.
En este sentido, el hombre-masa es un participante pasivo en la sociedad, que carece de las habilidades de pensamiento crítico y de independencia y profundidad intelectuales para cuestionar y desafiar el status quo.
Ortega argumenta que el hombre-masa es el resultado del declive del elitismo y la erosión de los valores y jerarquías tradicionales y advierte contra los peligros de una sociedad que prioriza las opiniones y preferencias emocionales de las masas sobre la experiencia y la sabiduría racionales de unos pocos.
Las teorías de Ortega son perfectamente compatibles con la realidad que hoy vivimos, y conectan con las de algunos autores que defienden la idea de la “Vulgaridad Excelente”, consistente en que cada ciudadano, desde su “vulgaridad” asumida, sea excelente y ejemplo para otros.
No estoy de acuerdo con esas doctrinas,
pues lo que consiguen es que la ciudadanía, en frase de Ortega, antes
mencionada:
“El hombre-masas está "ahíto de estupidez", pero, siendo consciente de su propia falta de profundidad, en lugar de esforzarse por superarse a sí mismo, se contenta con su mediocridad y acepta ser manipulado y controlado por otros individuos más astutos, pues es fácilmente influenciable, incluso manipulable, por las ideas y opiniones de aquellos que ostentan el poder”.
Creo en la libertad más que en la
igualdad, y las teorías de la “Vulgaridad Excelente” creen, al revés que yo,
más en la igualdad que en la libertad, es decir son doctrinas de tinte
socialista, en las que un hombre vulgarmente excelente es decir «uniformado» no
tratará de mejorarse por sí mismo y es más fácilmente manipulable por el poder
y los poderosos, menos reivindicativo y más dependiente del poder.
Y concluyamos, como siempre con una nueva pieza musical, hoy el Aria de Mussetta (Quando me'n vo) de la óopera "La Boheme" de Puccini
©2024
JESÚS FERNÁNDEZ-MIRANDA Y LOZANA
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