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viernes, 30 de junio de 2023

AMOR Y ODIO

 


Mis recuerdos me emocionan y abruman, aunque soy consciente de que para los demás no significan nada, pues la importancia que otorgamos a nuestro papel en el mundo es excesiva debido a nuestra vanidad. A menudo, no consideramos que el tiempo trata a todos de manera implacable, y que todos seremos igual de ridículos o irrelevantes para las generaciones que nos sucederán.

   Y dentro de esos recuerdos están siempre presentes los momentos gratos de nuestra existencia, los amores, las amistades, las pasiones, las aficiones...

       Pero también están los males padecidos, los sufrimientos, los odios, las aversiones…

       Y precisamente el odio y el amor han jugado un papel esencial en la obra de los filósofos en el momento de tratar de explicar la esencia del ser humano, del hombre.

Así, Nietzsche nos dice que:

“Estar en paz con el mundo comprendiendo y aceptando la dualidad que rige la vida —amor y odio— sin que tal dualidad afecte el equilibrio de nuestros pensamientos, es estar por encima del bien y del mal para actuar correctamente, como un justo” [1]

Mientras que para el novelista y premio Pulitzer americano Cornac McCarthy —posiblemente uno de los novelistas que con mayor rigor ha definido los conceptos de amor y odio— el mundo de los humanos está en el lado oscuro, y a veces lleno de odio, bajo una permanente amenaza de apocalipsis, frente a lo que solo hay un elemento redentor, la indiscutible realidad del amor, cuyo origen hay que buscarlo en Dios. [2]

    ¿Y por qué estas referencias a los odios y los amores?

    Pués porque adquieren significado, entre otras, con la obra de Max Scheler, para quien el ser humano posee algo singular: la facultad de amar y de odiar. Scheler llegó a la conclusión de que el aborrecimiento no es abstracto. No se odia a la maldad como término genérico sino al sujeto “malo”, al que ejerce el mal. Por ende, el odio se encarna dentro de un sentido material. Aunque, a veces, existan excusas abstractas para detestar.

    Continua Scheler diciéndonos que la esencia de un individuo está en el sistema articulado de sus estimaciones y preferencias. Sistema que llamamos "el ethos", cuyo núcleo más fundamental es la ordenación de los sentimientos de amor y de odio, —Ordo Amoris— que conforma la estructura de las pasiones dominantes y predominantes de cada sujeto, su concepción del mundo, así como sus acciones y hechos, que van regidos desde un principio por este sistema. [3]

       Y para que ese Ordo Amoris funcione correctamente, según el mismo autor, es imprescindible que se produzca un profundo conocimiento de uno mismo, lo que nos conecta con Romano Guardini, teólogo católico alemán (1885-1969) que luchó contra las corrientes existencialistas de Sartre y Camus con la afirmación:

    “La filosofía de las últimas décadas (el existencialismo) ve en la angustia la autopercepción de ese ser finito que es el hombre, y que se siente acosado por la nada. Siendo la angustia inseparable de la conciencia de ser, más aún, idéntica a ella; para esta corriente filosófica ser significa estar en la angustia" [4]

    Mientras que frente a la afirmación de Camus

    "No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena ser vivida es responder a la pregunta fundamental de la filosofía." [5]

    Por contra, Guardini considera que

        "La auténtica valentía significa saber que se está puesto en la existencia por Dios; y por eso no cabe apartarse de ella, de la vida hasta que Él mismo le llama a uno a retirarse. Esto es lo que empieza a dar su seriedad a toda acción y riesgo". [6]

    Y el fundamento de esa afirmación lo concreta Guardini en un hecho indiscutible, en el que coincide con Ortega:

         Uno no decide existir, sino que se encuentra existiendo, y esa decisión de su existencia no depende ni de sus padres, que no le pensaron ni diseñaron, ni determinaron su personalidad ni su corporalidad; decisión divina que no es genérica, como un individuo más de la condición humana, sino como Hombre Individual, con una existencia peculiar que permite que se reconozca a si mismo en todo lo que haga y que se expresa en su singularidad y en su propia existencia irrepetible.

        Por su parte Blaise Pascal, antes que Scheler, ya nos hablaba de lo que él denomina “cura amoris” —cuidado del amor—.

 El argumento principal de tal concepto es que todo ser humano tiene una motivación para actuar, la de amar y ser amado. Así, tener una vida feliz o infeliz depende del cuidado de esta condición afectiva, que se logra a través del pensamiento. [7] 

 ¿Y qué es el odio?

La experiencia del odio consiste en atribuir al otro la causa de nuestro mal y desear, a fin de evitar ese mal, su desaparición de nuestra vida.

Lacan dice que el amor y el odio, son una pasión del ser; y son una vía en la que el ser se forma.[8]

        En La dialéctica del amo y el esclavo, Georg Hegel reflexiona que lo esencial en el hombre es la voluntad de ser reconocido por el otro, para lo cual es necesario que no exista la paridad entre esos dos. La lucha por el reconocimiento es la raíz del odio mortal y la voluntad de poder es la fuente de la aversión. [9]

Mi conclusión, a la vista de todas las citas realizadas, es que suponer que el hombre no odia, y sólo está destinado a amar, sería negar su propia naturaleza, pese a que en nuestra actual sociedad el mero sentimiento de odio se esté criminalizando por motivos ideológicos más que por un fundamentos criminológicos, lo que plantea el problema de que tal criminalización acabe suponiendo una restricción, inadmisible, de la libertad de pensamiento y expresión.

Por ello, frente a tal posibilidad deberemos estar muy atentos, pues cualquier opinión  que no coincida con el poder que ofrezca desde el falso progresismo woke de la izquierda, o desde posiciones de control total de los ciudadanos, propias también de la derecha― mayor seguridad y bienestar a los ciudadanos a cambio de limitar sus libertades, esa crítica, insisto, podría llegar a ser considerada como una manifestación de odio inaceptable. 

Posteriormente, en ese proceso, se declararán proscritos a los disidentes ―por odiadores y a aquellos que no se distancien de los "proscritos" serán cada vez más intolerablemente condenados.

A partir de ese momento hasta el silencio no beligerante será considerado sospechoso. 

Finalmente, todo el mundo aparentará pensar de la misma manera y todo lo que expresamente discrepe del pensamiento único desaparecerá de la sociedad, y las excepciones serán reprimidas con penas de cárcel o, aún peor, con la pérdida del trabajo, los amigos, la familia... hasta la total muerte social.

Aunque esta es una cuestión que, no obstante, habría de ser objeto de un más profundo desarrollo en un nuevo post, aunque, de una u otra forma, ya la he planteado en alguno de mis escritos en defensa de los derechos y libertades individuales de los ciudadanos.

    Y concluyamos, como siempre, con una pieza musical, esta vez la canción “I Hate You Then I Love You” interpretada por Céline Dion y Luciano Pavarotti



© 2023 Jesús Fernández-Miranda y Lozana

  


[1] ASÍ HABLO ZARATUSTRA; Nietzsche

[2] LA CARRETERA, Cornac McCarthy

[3] ORDO AMORIS; Max Scheler; 3ª Edición (2008); Editorial Caparrós; ISBN 978-84-87943-54-6

[4] LA ACEPTACIÓN DE SÍ MISMO. Romano Guardini

[5] EL MITO DE SÍSIFO. Albert Camus

[6] LA ACEPTACIÓN DE SÍ MISMO. Romano Guardini

[7] PENSAMIENTOS; Blaise Pascal

[8] SISTEMA DEL MUNDO ÉTICO; G. Hegel; J De Zan 2008

[9] CLASE DICTADA EL 5/1/1966; F. Laclan


1 comentario:

  1. Lo de los tenores interpretando la musica libre es como si al pregonero le pones a rezar un rosario.
    Siempre usan el mismo tono...

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