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viernes, 9 de junio de 2023

MARENGO

 


Hoy, para descansar un poco de filosofía, política y trascendentalismo, os traigo una reflexion histórica sobre los caballos de Napoleón y su preferido "Marengo"


Marengo era un caballo árabe de capa torda rodada en gris, de poco más de 1,45 cm de alzada.


 Cuando Napoleón Bonaparte se enfrentó al ejército mameluco de Egipto, el 21 de julio de 1798, en la llamada Batalla de las Pirámides, quedó asombrado ante la extraordinaria caballería de la hueste egipcia.

     Una vez vencidos los mamelucos, Napoleón planeó el traslado a Francia de la mayor cantidad posible de aquellos bravos corceles, escogiendo con cuidado aquellos ejemplares destinados a sus propias cuadras. A partir de ese momento, nunca dudó en decir que el caballo Árabe era, sin lugar a dudas, el mejor del mundo.

     Entre los corceles que Bonaparte eligió, había un tordo perfectamente proporcionado, un digno representante de su raza. El animal descendía de la legendaria yeguada del sultán Al Malik Al Nassir Muhammad ibn Qalawun, quien reinara en Egipto durante tres distintos periodos, entre 1293 y 1341, y quien sentía una verdadera pasión por la crianza de caballos Árabes. A lo largo de un total de 42 años que gobernó, el sultán importó magníficos corceles de distintas partes de Arabia (Hiyaz, Al Ahsa, Bahrain, Qatif) y de la lejana región que hoy ocupa Irak.

     Aquella hermosa bestia que tanto impresionó a Bonaparte fue embarcada hacia Francia en agosto de 1799, y en octubre ya estaba perfectamente instalada en su caballeriza. Pocos meses después se convertiría en uno de los caballos más famosos de la historia.

     Mientras Napoleón llevaba a cabo su expedición a Egipto, Austria había invadido Italia, por lo que el audaz general rápidamente preparó una acción militar para recuperar aquella región arrebatada y defendida por el poderoso ejército austriaco.

 El 14 de julio de 1800, en Marengo, una región del noroeste de Italia y contra todas las expectativas, las fuerzas napoleónicas obtuvieron una brillante victoria que marcaría el destino de Bonaparte, quien se convertiría en emperador en 1804.

     El corcel que aquel genial estratega montaba el día de la Batalla de Marengo, era el caballo Árabe que tanto le había gustado y que había llevado con él desde Egipto. A partir de ese día el noble bruto recibió un nuevo nombre: Marengo, y se convirtió en el inseparable compañero de Napoleón, siendo el caballo con el que se le asocia con mayor frecuencia.

 A primera vista, parecería que Marengo era un tamaño adecuado para Napoleón, que también se supone que era pequeño en estatura. Sin embargo, Napoleón tenía, en realidad, una estatura perfectamente respetable de 1,68 cm, un poco más alto que el francés promedio de 1800.

 

En junio de 1812, Napoleón emprendió la campaña contra Rusia y se enfrentó a uno de los más estrepitosos fracasos de la historia, ya que, además de las vicisitudes de la guerra, el ejército francés fue sorprendido por un crudísimo invierno que mató a miles de hombres y animales.

 Se estima que el contingente francés perdió al 80 % de sus integrantes y sólo para llegar a Moscú se perdieron 12.000 caballos.

     Pero el regreso a Francia fue aún más terrible, pues murieron 30.000 animales. Casi todos los sobrevivientes eran caballos de las Ardenas, una antigua raza famosa por su increíble resistencia y capaz de soportar el severo invierno ruso. Estas duras y austeras bestias tiraban de la artillería y del bagaje militar.

     Bonaparte llevó con él a Rusia no menos de 52 caballos, pero Marengo, como en otras muchas ocasiones también lo acompañaba, demostró su inigualable vigor, pues sobrevivió a todos los problemas a los que se enfrentó el cada vez más desmoralizado Napoleón. Recorrieron juntos más de 4000 km, entre París y Moscú y de regreso, en las peores condiciones.

 Se dice que al inicio de dicha campaña se dio un suceso que sería tomado como un mal presagio que pronosticaba la ya cercana pérdida de poder de Napoleón. Resulta que su corcel llamado Friedland se asustó tanto al paso de una liebre, que se encabritó y tiró a su jinete.

     El funesto augurio no tardaría en materializarse. El 18 de junio de 1815, apenas un año después de que iniciara la invasión de Rusia, el dirigente francés sufrió una aplastante derrota en Waterloo. Las fuerzas napoleónicas contaban con 15.000 jinetes, mientras que el enemigo movilizó 17.000 hombres a caballo. Dos tercios de esas bestias habían muerto al finalizar el día.

     Entre los oponentes de Napoleón estaban los Royal Scots Greys de Inglaterra, quienes antes de iniciar la carga retiraron el freno de cada uno de sus animales y al momento del ataque, los corceles desbocados, en una pavorosa e imparable estampida, se precipitaron contra los franceses que no pudieron soportar tan colosal empuje. Napoleón se refirió a ellos como “esos infernales caballos grises…”

    Vencido y rendido a los aliados en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815. Marengomontado por el emperador en la batalla, pasó a manos británicas cuando Napoleón fue enviado al exilio.

 


     Marengo, fue herido ocho veces en su carrera, llevó al emperador en la batalla de Austerlitz, en la batalla de Jena, en la batalla de Wagram, y en la batalla de Waterloo. También fue utilizado al galope entre Valladolid y Burgos por Napoleón en su salida de España, recorriendo la distancia de 130 kilómetros en cinco horas.

 Sobrevivió a la retirada de Moscú en 1812. El semental fue capturado en 1815 en la batalla de Waterloo por Guillermo Henry Francis Petre, 11º barón Petre. Vivió alrededor de 38 años, entre 1793 y 1831. Su esqueleto se encuentra en Inglaterra, en el Museo Nacional del Ejército de Sandhurst.

     Una vez derrotado, Bonaparte fue desterrado a la isla de Santa Elena, a donde sólo lo acompañaba un caballo: Vizir, otro de sus más conocidos corceles, regalo del sultán otomano Selim III. No obstante, le prohibieron montarlo, por lo que Napoleón replicaba con furia que no era posible dicha restricción cuando él había recorrido a caballo toda Europa. 

    Y tenía razón.

   Y concluyamos, como siempre con una pieza musical, hoy creo que lo adecuado es el “Adagio un poco Mosso” del Concierto Para Piano y Orquesta nº5 de Beethoven: “El Emperador”


© 2022 Jesús Fernández-Miranda y Lozana


1 comentario:

  1. Apasionante historia la de Marengo y los breves retazos de la Biografía de Napoleón. Y por supuesto, escuchar a Beethoven siempre es un placer. Magnífico y original artículo el de hoy.

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